Cómo se Desarrollaron los Diferentes Puntos de Vista
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La Creciente Arrogancia Cristiana
El orgullo es la segunda razón principal por la que la Iglesia se desvió de una comprensión literal del reino futuro de Jesús. Si bien la confianza es un rasgo que todos los buenos líderes deben exhibir, debe equilibrarse con la humildad. La confianza excesiva, especialmente en la capacidad de uno para realizar una tarea “por encima del nivel salarial”, constituye arrogancia.
Al poner su fe en el hombre en lugar de Dios, los líderes de la iglesia llegaron a creer que la Iglesia misma eventualmente ganaría la primacía en el mundo. ¡Al hacerlo, eliminaron a Jesús de Su propio reino terrenal!
Después de sufrir una terrible persecución durante 300 años, el cristianismo fue repentinamente declarado como la religión oficial del Imperio Romano, cuando el emperador Constantino abrazó la fe (232 d.C.). durante los siglos siguientes, la Iglesia (la iglesia católica) creció rápidamente en riqueza e influencia.
Parecía como si la Iglesia eventualmente extendería su reinado espiritual sobre toda la tierra — si no debido al evangelismo y la verdadera conversión, entonces a través del puro poder. Esa expectativa eliminó el anhelo de un reino futuro descrito en la Escritura donde Jesús reinaría.
Alejándose de una interpretación literal de la Escritura, la iglesia borracha de poder en Occidente se dividió en las ramas católico-romana y ortodoxa oriental. Las doctrinas no bíblicas comenzaron a brotar como malas hierbas. A lo largo de los siglos de oscuridad que siguieron, muy pocos creyentes se aferraron a la verdad premilenial de la Escritura.
Arrogancia Posterior a la Reforma
Después de la Reforma, los cristianos finalmente pudieron poseer y leer la Biblia por sí mismos en sus propios idiomas. Hubo un clamor por volver a la Escritura sola — “sola Escritura”. Es cierto que muchos de los reformadores permanecieron ambivalentes hacia la profecía bíblica, centrándose en cambio en doctrinas como la gracia y la suficiencia de la cruz. Pero la expectativa premilenial se encendió cuando los cristianos leyeron las escrituras proféticas y las interpretaron literalmente.
La Reforma condujo a un período de ferviente evangelismo en el que las naciones occidentales enviaron misioneros por todo el mundo. Pero, irónicamente, la misma expansión de la Iglesia Evangélica reverenciadora de la Biblia condujo a otra ola de arrogancia desafortunada y no bíblica. Educados en el racionalismo, muchos líderes de la Iglesia comenzaron a afirmar que los esfuerzos del hombre a través de la iglesia evangelizadora darían inicio a las promesas del milenio bíblico.
Daniel Whitby, un ministro que defendía puntos de vista unitarios, promovió lo que llamó a “Nueva Hipótesis” — una expectativa de ascendencia de la Iglesia y una renovada apropiación de las promesas judías para la iglesia gentil.
Whitby, y otros que siguieron su pensamiento, creían que, al predicar el Evangelio, la Iglesia Reformada desplazaría a las errantes Iglesias Católica y Ortodoxa, convertiría a los judíos, y repudiaría el mahometismo (islam) y las otras religiones paganas.
Arraigado en medio del Gran Despertar, su nuevo punto de vista idealista, llamado Postmilenialismo, se basaba en el humanismo — una creencia no bíblica en la bondad del hombre y su inevitable progreso. Propusieron que la Iglesia cristianizaría el mundo, reinaría durante 1,000 años, y luego presentaría el reino a Jesús en Su Segunda Venida. Lamentablemente, su disposición a ignorar el significado de sentido llano de la Escritura representó un resurgimiento de la misma espiritualización que había plagado a los padres católicos.
En esencia, el postmilenialismo niega la enseñanza de la Biblia sobre la inherente naturaleza pecaminosa del hombre. A pesar de la creciente evidencia de lo contrario, promociona la capacidad del hombre para crear el cielo en la tierra. Como el amilenialismo, eleva el papel de la Iglesia e ignora las promesas hechas al pueblo judío. También espiritualiza el reinado de Jesús. Una vez más, en lugar de reinar corporalmente en el Monte Sión, Él es relegado a reinar espiritualmente a través de la Iglesia durante mil años.
El optimismo postmilenialista sufrió un gran golpe a inicios del siglo XX. La Primera Guerra Mundial demostró que incluso el Occidente cristianizado no podía alcanzar verdadera piedad. Aún así, la tendencia a espiritualizar las profecías del tiempo del fin y a ignorar las promesas al pueblo judío fue un hábito difícil de romper.
Hasta el día de hoy, muchos cristianos creen que la Iglesia será el instrumento de la promesa de Dios de reinar sobre el mundo. Una vez más, la expectativa del pronto regreso de Jesús ha sido silenciada — junto con el anhelo de que Él reine en la tierra y marque el comienzo de la paz, la rectitud y la justicia.
Pensamientos Finales
Un ejemplo bíblico de arrogancia es la actitud de la iglesia de Laodicea, que simbólicamente a la Iglesia de los tiempos del fin. Jesús la describió diciendo: “Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad”. En respuesta, Jesús la condenó como “desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda” (Apocalipsis 3:17). Ciertamente, la audacia de pensar que la Iglesia puede reinar en lugar de Jesús — con una actitud de “yo me encargo” — representa el colmo de la arrogancia cristiana.
Con ese contexto histórico establecido, veamos lo que esperan los premilenialistas cuando Jesús regrese en gloria para marcar el comienzo de su reinado de mil años.
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Ministerio En Defensa de la Fe