sábado, 19 de abril de 2025

La Pasión de Cristo en la Profecía

 Por Tim Moore


Pasión: Sentimiento o convicción intenso, impulsor o dominante; afecto ardiente; los sufrimientos de Cristo entre la noche de la Última Cena y Su muerte (Merriam-Webster.com, en inglés).

Ciertos sentimientos e imágenes nos vienen a la mente cuando vislumbramos la “pasión”. Esa simple palabra evoca una sensación de deseo abrumador y una emoción intensa. Transmite un impulso que se vuelve único y consumidor, así como una intensidad romántica que se expresa legítimamente entre un esposo y una esposa. Esas son las definiciones que ofrece Merriam-Webster. Pero, para los cristianos, la palabra tiene un significado mucho más elevado y sublime.

Como reconoce el famoso diccionario, “pasión” también se refiere a los intensos sufrimientos de Cristo, específicamente aquellos que soportó desde la noche después de la Última Cena hasta Su muerte en el Gólgota. Los horrores de ese lapso de horas se describen en todos los Evangelios y han sido documentados con detalles impactantes y gráficos en películas como La Pasión de Cristo. Aun así, existe un vínculo indeleble entre todas las definiciones mencionadas.

Ciertamente, Jesucristo exhibió una determinación inquebrantable de “hacer la voluntad de Su Padre”. Vino a la Tierra para dar testimonio de la Verdad y ofrecerse a sí mismo como un Cordero sacrificial perfecto por los pecados del mundo. Verdadero Dios de Dios, Él es el Gran YO SOY quien se convirtió en la manifestación del amor del Padre por el mundo. Lo que hace que Su amor sea tan asombroso es que se demostró “cuando aún éramos pecadores” (Romanos 5:8).

Cuando Isaac Watts contempló la maravillosa Cruz, se sintió abrumado por “un amor tan asombroso, tan divino”. Los cristianos conocemos el poder de ese amor, porque quienes hemos creído en el Señor Jesucristo y estamos envueltos en sus brazos amorosos, hemos experimentado la Buena Nueva que representa el Evangelio. Él es nuestro y nosotros somos suyos, ahora y para siempre. Nada puede separarnos del amor inagotable de Dios.

Pero el amor de Dios era evidente mucho antes de que los escritores de los Evangelios registraran los eventos que rodearon el nacimiento, la vida, el ministerio, la muerte y la resurrección de Jesús. Sorprendentemente, Dios reveló la historia más grande jamás contada a sus profetas—ofreciendo destellos y presagios del amor eterno que se demostraría en el sufrimiento y la muerte de Jesús.

Desde la Fundación de la Tierra

Mucha gente piensa que la caída de Adán y Eva en el Jardín estropeó el plan original de Dios. Creen que si Eva hubiera reprendido a la serpiente o Adán hubiera rechazado la invitación de su esposa y la hubiera llevado al arrepentimiento, la humanidad todavía estaría viviendo en la perfección edénica. Tal pensamiento supone que Dios tuvo que desarrollar un Plan B para lidiar con el pecado humano. Eso no es lo que revela la Biblia.

Juan registra en Apocalipsis 13:8 que hay una gran dicotomía en la humanidad: Separar a aquellos que adorarán al Señor sólo a regañadientes de aquellos cuyos nombres están escritos “en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado”. Este mismo versículo también transmite la comprensión de que los nombres de los salvos fueron escritos desde la fundación del mundo, o que Jesucristo, el Cordero de Dios, fue inmolado desde la fundación del mundo. Aunque las diferentes traducciones traducen este pasaje de manera diferente, la semántica no cambia el resultado final: el plan de Dios desde el principio era que Cristo fuera inmolado y que otorgara la vida eterna a todos los que creyeran en Él.

Pedro plantea el mismo punto. Jesús, como un “cordero sin mancha y sin contaminación”, cuya preciosa sangre fue derramada, fue conocido de antemano “antes de la fundación del mundo” (1 Pedro 1:19-20). Refiriéndose a Jesús, el Espíritu Santo le reveló a Juan que “el Verbo estaba con Dios y era Dios; Él estaba en el principio con Dios” (Juan 1:1-2).

El hecho de que Jesús viniera a la Tierra como un Hombre encarnado y diera su vida en una cruz no era el Plan B de Dios; era la intención eterna de Dios demostrar su amor insondable, inextinguible e inagotable.

La Primera Pista

El relato de Adán y Eva en el huerto ofrece varias indicaciones que presagian el plan de Dios para la salvación y la relación eterna con aquellos que son Suyos.

Génesis registra que el Señor Dios caminaba en el Jardín del Edén en el fresco del día (3:8). Dentro del Dios trino, Jesús es la manifestación física del Dios Todopoderoso, por lo que podemos suponer que Éste era el Cristo pre-encarnado. Después de pronunciar la maldición, al escuchar las excusas de Adán y Eva por su pecado, el Señor Dios hizo esta declaración a la serpiente: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón” (3:15). Los eruditos de la Biblia han entendido desde hace mucho tiempo que, dado que las mujeres no tienen “descendencia” de la misma manera que los hombres, esta referencia es a una descendencia específica que vendría de una mujer sin la participación de un hombre. La dolorosa herida infligida a esa singular descendencia sería devastadora, pero la herida que Él infligiría a la serpiente antigua sería definitiva. De hecho, Jesucristo cumplió esa profecía cuando nació de una virgen bajo la sombra del Espíritu Santo. Como Hijo Unigénito e inmaculado de Dios el Padre, fue gravemente herido en el Calvario; sin embargo, en la plenitud de los tiempos, aplastará la cabeza de Satanás. 

El horrible castigo por el pecado— y el precio de la vida que suponía cubrir la miserable pecaminosidad del hombre—se demostró cuando Dios creó vestiduras de piel para Adán y Eva. Presagiando el sacrificio supremo, Dios mismo derramó la sangre de animales inocentes para proporcionar una cobertura temporal para la vergüenza del hombre.

Tan sólo en el siguiente capítulo de Génesis, se demuestra claramente la carga del pecado. Actuando de acuerdo con su orgullo, celos e ira, Caín mató a su propio hermano Abel. Confrontado y maldecido por el Señor, Caín entendió correctamente: “¡Mi castigo es demasiado grande para soportarlo!” (Génesis 4:13).

De hecho, la mancha del pecado y la maldición mortal son demasiado grandes para que cualquiera pueda superarlas. Nadie puede liberarse de esta carga de pecado. Incluso nuestras obras ostensiblemente justas son poco más que trapos inmundos y repugnantes a la luz de la santidad de Dios (Isaías 64:6).

En medio de una prueba para demostrar su propia obediencia y fe, Abraham captó una verdad profética que capta el corazón del Evangelio. Le dijo a su hijo Isaac: “Dios proveerá el cordero para el [holocausto]” (Génesis 22:8). A lo largo de los largos siglos que siguieron, cada sacrificio ofrecido al Señor para cubrir temporalmente el pecado señalaba a Aquel que tomaría el pecado del mundo y proporcionaría una justificación completa a todos los que crean en Él.

Incluso José, rechazado por sus hermanos y entregado a la esclavitud y a la muerte, ofrece un poderoso presagio de la venida del Mesías. Al revelarse a sí mismo a sus hermanos ahora arrepentidos en Génesis 45, dijo: “Dios me envió delante de ustedes para preservarles un remanente... y para guardarlos con vida mediante una gran liberación” (Génesis 45:7). Una vez más, ésa es una descripción resumida de la encarnación y misión de Jesús: Dios lo envió para preservar un remanente—ofreciendo vida eterna por medio de una gran liberación.

Anticipos Proféticos de la Pasión

Los pasajes que señalan a la venida del Mesías como alguien “experimentado en quebrantos” (Isaías 53:3) se encuentran dispersos por todo el Antiguo Testamento. Job declaró su determinación de confiar en el Señor Dios, incluso si Él lo mataba, probablemente sin darse cuenta de que el Mesías viviría y moriría esa misma proclamación (Job 13:15). El rey David expresó poéticamente la verdad contenida en Levítico: que sólo uno con manos limpias y un corazón puro puede “subir al monte del Señor [y] estar en su lugar santo” (Salmos 24:3-4). Ciertamente, el rey conforme al corazón de Dios se quedó muy corto de tal descripción, por lo que señaló a Aquel a quien llamó “Mi Señor”, exaltado por el Señor mismo (Salmos 110:1).

Pero el rey que anhelaba morar en la casa del Señor para siempre sabía que tendría que ser lavado de la iniquidad, limpiado del pecado y liberado de la culpa de sangre (Salmos 23:6, 51:1-15). Y aun su corazón quebrantado y contrito, aunque no era despreciado por Dios, no satisfaría esa urgente necesidad. Tal purificación requeriría la propia salvación de Dios; requeriría un Salvador. Y David predijo proféticamente el devastador abandono del Salvador venidero en el Salmo 22, yendo tan lejos como para profetizar la muerte de Jesús por crucifixión y el sorteo de Sus vestiduras. Cumpliendo este salmo profético, Jesús lo recitó mientras colgaba en la cruz, terminando con el Salmo 22:31 mientras proclamaba: “Consumado es”, y exhalaba Su último suspiro.

Zacarías también predijo muchos detalles sobre los acontecimientos que rodearon la Pasión de Jesús. Dijo que el Mesías entraría a Jerusalén montado en un burro (9:9), y Jesús hizo precisamente eso el Domingo de Ramos. Dijo que el Mesías sería traicionado por un amigo y sufriría heridas en sus manos (13:6); que el precio por su traición sería de 30 piezas de plata (11:12); y que el dinero de la traición se usaría para comprar un campo de alfarero (11:13). Jesús de Nazaret cumplió cada una de esas profecías y el resto de las 108 profecías distintas relacionadas con Su nacimiento, vida, ministerio y muerte.

Pero el capítulo más significativo que predice el sufrimiento que el Mesías soportaría es Isaías 53. La profecía de Isaías es tan gráfica y tan inequívocamente cumplida por Jesús, que los rabinos judíos desalientan a sus seguidores incluso a leer el texto. He hablado con numerosos judíos que están familiarizados con la mayor parte del Antiguo Testamento, pero posteriormente confiesan que nunca han leído Isaías 53. ¿Qué hay en este pasaje que los opositores de Cristo quieren negar?

¿Cómo llamar a un Mesías tan sufriente? Inspirado por el Espíritu Santo, Isaías lo llama “el Justo, Mi Siervo" (53:11). A los ojos de Dios, este Varón de dolores despreciado, rechazado, traspasado y abatido sería “engrandecido, y exaltado y puesto muy en alto” (Isaías 52:13).

Isaías también predijo que el Mesías:

  • Crecería como un retoño de tierra reseca 
  • No tendría una figura majestuosa ni una apariencia atractiva 
  • Sería despreciado y abandonado 
  • Sería un hombre experimentado con el dolor y despreciado por los hombres 
  • Soportaría nuestras penas y dolores 
  • Sería considerado herido y herido por Dios 
  • Sería traspasado por nuestras transgresiones y molido por nuestras iniquidades 
  • Ofrecería sanidad y bienestar definitivo gracias a Su castigo y flagelación 
  • Llevaría voluntariamente la iniquidad del mundo según la voluntad del SEÑOR
  • Guardaría silencio frente a las acusaciones y la opresión 
  • Serviría como ofrenda por la culpa para llevar la iniquidad de muchos y justificarlos delante de Dios 
  • Se derramaría hasta la muerte y sería cortado de la tierra de los vivientes 
  • Se le asignaría un sepulcro con hombres malvados (con alusión específica a la tumba de un hombre rico)

Nuestro Siervo Sufriente entró al mundo como un bebé nacido en un establo. Lo envolvieron en pañales y lo acostaron en un pesebre. Creció en una región apartada de Israel y no tenía una apariencia majestuosa ni una figura imponente. Incluso lavó los pies de Sus propios discípulos y fue paciente con su lenta comprensión de todo lo que les reveló. Fue despreciado y rechazado por muchas de las personas a las que vino a salvar. Y como un Buen Pastor, dio Su vida por Sus ovejas (Juan 10:11).

Un Amor tan Asombroso

¿Cómo debemos responder a un amor tan asombroso? 

Para que no consideres esta pregunta como una reflexión académica, permíteme reformularla: ¿Has respondido a Su asombroso amor? Cuando Isaac Watts comprendió las increíbles, maravillosas e infinitas dimensiones del asombroso amor de Jesucristo, sólo le quedó una respuesta: “Un amor tan asombroso, tan divino, exige mi alma, mi vida, mi todo”.


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

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miércoles, 16 de abril de 2025

Video: La Muerte de Jesús en la Profecía


En este programa, Graciela y yo analizamos las 34 profecías que se cumplieron durante la última semana de la muerte del Mesías. La mayoría de ellas se cumplieron en las últimas 24 horas de Su vida. Además, analizamos cómo la ciencia demuestra la deidad de Jesús, al aplicarla al cumplimiento de estas profecías.

Los invito a suscribirse al canal “Profecías, Misterios y Otras Cosas”, y activar las notificaciones, para que puedan recibir las alertas cada que vez que un nuevo video sea publicado por Graciela. También los animo a compartir estos videos con sus contactos.  


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viernes, 11 de abril de 2025

Los Tres Sufrimientos y Victorias de Jesús en la Cruz

Revelaciones de la Oración Íntima de Cristo

Por Dr. Nathan E. Jones y Dr. David R. Reagan


¿Sabía que una de las profecías más notables de la Biblia describe en detalle la crucifixión de Jesucristo? Lo que también hace que esta profecía sea particularmente notable es que fue escrita más de 1,000 años antes de que Jesús naciera, y más de 700 años antes de que los romanos perfeccionaran la crucifixión como método de ejecución. Puedes encontrar esta profecía en el Salmo 22 — un salmo escrito por el rey David y recitado por Jesús mientras colgaba de la cruz.

Sufrimiento #1 – Sufrimiento Espiritual (Salmos 22:1-5)

El Salmo 22 comienza con un grito agonizante de desesperación:

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación y de las palabras de mi clamor? Dios mío, de día clamo y no respondes; y de noche, pero no hay para mí reposo (1-2).

David lamenta el hecho de que, aunque ha estado buscando la ayuda del Señor tanto de día como de noche, todo lo que ha recibido hasta ahora como respuesta es silencio. Este tipo de declaración no es evidencia de una pérdida de fe, sino más bien una expresión de impaciencia y desesperación.

Del mismo modo, mientras Jesús colgaba de la cruz y las tinieblas descendían sobre toda la tierra, el Siervo Sufriente gritó en voz alta: “Elí, Elí, ¿lama sabactani?”, que traducido significa: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” (Mateo 27:45-46). Por primera vez en la existencia eterna de Cristo, cuando se convirtió en una ofrenda viva por los pecados de la humanidad (2 Corintios 5:21), el Hijo se encontró separado de la Trinidad. Debido a que la santidad de Dios no puede tolerar el pecado, Dios el Padre tuvo que, en efecto, darle la espalda a Su Hijo. Al igual que soportar una amputación sin anestesia, Jesús clamó desde lo más profundo de Su alma.

Aunque soportó un inmenso sufrimiento físico, ese sufrimiento espiritual resultó en un dolor mucho mayor. Y, sin embargo, para preservar su cordura, el salmista se recuerda a sí mismo la fidelidad de Dios:

Sin embargo, Tú eres santo, que habitas entre las alabanzas de Israel. En Ti confiaron nuestros padres; confiaron, y Tú los libraste. A Ti clamaron, y fueron librados; en Ti confiaron, y no fueron decepcionados (3-5)

Sufrimiento #2 – Sufrimiento Emocional (Salmos 22:6-13)

Jesús no sólo sufrió terriblemente espiritualmente, sino que también estaba bajo una tremenda angustia emocional. Aunque no se registra en su totalidad en Mateo 27, Marcos 15, Lucas 23 y Juan 19, muchos teólogos creen que Jesús continuó citando el Salmo 22 mientras colgaba de la cruz.

Pero yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo. Todos los que me ven, de mí se burlan; hacen muecas con los labios, menean la cabeza, diciendo: Que se encomiende al Señor; que Él lo libre; que Él lo rescate, puesto que en Él se deleita” (6-8).

La palabra hebrea traducida como “gusano” en el versículo 6 es tola, también la palabra para carmesí. En este contexto, lo más probable es que se refiera a la condición roja y sangrienta del Mesías después de su flagelación. Jesús habría quedado tan mutilado e hinchado que apenas se parecería a un hombre.

Si bien este pasaje describe el intenso sufrimiento físico del Mesías, también se combina con el sufrimiento emocional que Jesús estaba experimentando mientras los espectadores se burlaban y se burlaban de Él. Los que pasaban por allí lo blasfemaban, meneaban la cabeza y se burlaban de Él diciendo: “A otros salvó, pero no puede salvarse a sí mismo” (Mateo 27:42).

A pesar de que Jesús soportó las burlas de las mismas personas por las que estaba sufriendo, el salmista hace que el Mesías afirme una vez más su fe:

Porque Tú me sacaste del seno materno; me hiciste confiar estando a los pechos de mi madre. A Ti fui entregado desde mi nacimiento; desde el vientre de mi madre Tú eres mi Dios” (9-10)

Esta reafirmación de la fe es un increíble acto de voluntad. A pesar de que Jesús sufría en soledad sin “quien le ayudara” (v. 11), habiendo sido abandonado por todos Sus discípulos la noche anterior, el Mesías permaneció fiel a lo largo de Sus sufrimientos.

A continuación, el salmista recurre al lenguaje simbólico al describir el ataque espiritual que el Mesías experimentaría durante Su pasión:

Muchos toros me han rodeado; toros fuertes de Basán me han cercado. Ávidos abren su boca contra mí, como un león que despedaza y ruge” (12-13).

Lo que los ojos humanos no pudieron ver fueron las hordas demoníacas que rodeaban la cruz, regodeándose por la proximidad de la muerte del Mesías. Como reveló el apóstol Pedro, Satanás es como “un león rugiente que busca a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Jesús, con Sus ojos espirituales, indudablemente vio el reino demoníaco danzando alrededor de la cruz y regodeándose por su “victoria”, al orquestar el asesinato del Hijo de Dios.

Por lo tanto, no sólo el reino del hombre se burlaba de Cristo en Sus sufrimientos, sino también el reino espiritual.

Sufrimiento #3 – Sufrimiento Físico (Salmos 22:14-21)

Jesús estaba siendo crucificado — una de las muertes más horribles jamás concebidas por la mente depravada del hombre — por lo que claramente, Jesús también sufrió un intenso dolor físico. El salmista describe el sufrimiento físico del Mesías con todos sus detalles sangrientos:

Soy derramado como agua, y todos mis huesos están descoyuntados; mi corazón es como cera; se derrite en medio de mis entrañas. Como un tiesto se ha secado mi vigor, y la lengua se me pega al paladar; me has puesto en el polvo de la muerte” (14-15)

Antes de ser crucificado, Pilato mandó azotar a Jesús. Luego, los soldados romanos retorcieron una corona de espinas y la aplastaron contra la frente de Jesús mientras golpeaban Su cabeza con una caña y le escupían. El evangelio de Juan agrega cómo Jesús sufrió una sed extrema mientras colgaba de la cruz, incluso gritando: “Tengo sed”, sólo para recibir una esponja empapada en vinagre. Los huesos de Cristo se habían dislocados. Sufría de una sed extrema. Su corazón estaba tan estresado que estaba a de estallar. La muerte se cernía sobre él.

A continuación nos encontramos con una de las profecías más notables de las Escrituras Hebreas:

Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malhechores; me horadaron las manos y los pies” (16)

Tenga en cuenta que, como se dijo, estas palabras fueron escritas 1,000 años antes del nacimiento de Cristo. Los romanos habían refinado la crucifixión como método de ejecución tan sólo 300 años antes. Y, sin embargo, por inspiración del Espíritu Santo, David profetizó que el Mesías moriría con las manos y los pies traspasados. El método judío de ejecución era la lapidación, pero la pena capital bajo el dominio romano era la crucifixión. El Evangelio de Marcos confirma que los soldados llevaron a Jesús al Gólgota— el “Lugar de la Calavera”, donde no lo apedrearon, sino que lo crucificaron.

El salmista concluye sus observaciones sobre el sufrimiento físico del Mesías:

Puedo contar todos mis huesos; ellos me miran, me observan. Se reparten entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echan suertes” (17-18)

La crucifixión hace que sus víctimas jadeen en busca de aire cuando cuelgan pesadamente de la estaca del verdugo. Todas las costillas del Mesías habían quedado al descubierto. Y, a medida que la sangre de Cristo se desvanecía, un acto más de crueldad se llevó a cabo a sus pies: los soldados echaron suertes por Su ropa (Mateo 27:35).

Mientras los demonios danzaban alegres ante Cristo en Sus sufrimientos y los soldados apostaban por lo único que Jesús poseía, el salmista registra una última oración pronunciada por el Mesías—una súplica por la liberación de Satanás:

Pero Tú, oh Señor, no estés lejos; fuerza mía, apresúrate a socorrerme. Libra mi alma de la espada, mi única vida de las garras del perro. Sálvame de la boca del león y de los cuernos de los búfalos; respóndeme” (19-21).

Si bien ninguno de los Evangelios registra que Jesús pronunciara tal oración en la cruz, indudablemente debió haberlo hecho, tal vez en silencio o en un susurro. Termina la oración pidiendo liberación de Satanás (el león) y sus hordas demoníacas (los bueyes salvajes).

Victoria #1 – Salvación (Salmos 22:22-26)

Los últimos seis versículos del Salmo 22 presentan las gloriosas victorias logradas debido a los sufrimientos del Mesías. Porque, entre los versículos 21 y 22, ocurre el milagro más grande de la historia: ¡La resurrección del Mesías! El milagro no se menciona específicamente, pero ciertamente se infiere. Sabemos esto porque el versículo 22 comienza con un cántico de celebración en agradecimiento a Dios por Su liberación:

Hablaré de Tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré. Los que temen al Señor, alábenlo; descendencia toda de Jacob, glorifíquenlo, témanlo, descendencia toda de Israel. Porque Él no ha despreciado ni aborrecido la aflicción del angustiado, ni le ha escondido Su rostro; sino que cuando clamó al Señor, lo escuchó. De Ti viene mi alabanza en la gran congregación; mis votos cumpliré delante de los que le temen” (22-25).

En los días previos a la Pasión, Jesús había dicho repetidamente a Sus discípulos que sería asesinado y luego resucitaría. Dios no sólo profetizó a través de David la crucifixión del Mesías, sino también su resurrección. Jesús cumpliría ambas profecías.

La primera victoria que Cristo logró a través de Su muerte y resurrección sacrificial es la más importante: la salvación para todos los que ponen su fe y confianza en Jesús como Salvador.

Los pobres comerán y se saciarán; los que buscan al Señor, lo alabarán. ¡Viva para siempre el corazón de ustedes!” (26).

Pedro explicó el significado de este versículo: “Él mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia. ¡Por su herida habéis sido sanados!” (1 Pedro 2:24).

Victoria #2 – Exaltación (Salmos 22:27-29)

La segunda victoria que Jesús logró a través de Su muerte y resurrección sacrificial se centra en la obediencia al Mesías. La sumisión de Cristo a la humillación de la cruz se transformaría en Su exaltación ante todas las naciones a Su regreso para reinar sobre la tierra.

Todos los términos de la tierra se acordarán y se volverán a Yahvé, y todas las familias de las naciones adorarán delante de Ti. Porque de Yahvé es el reino, y Él gobierna las naciones (27-28)

Una vez que comience el glorioso reinado del Señor, todos los que se salven adorarán ante su Rey, y así prosperarán. En contraste, aquellos que son condenados debido a su incredulidad, también se inclinarán ante Jesús y lo confesarán como Rey antes de ser consignados al lago de fuego.

Todos los grandes de la tierra comerán y adorarán; se postrarán ante Él todos los que descienden al polvo, aun aquel que no puede conservar viva su alma” (29).

El profeta Isaías predijo, y Romanos 14 y Filipenses 2 afirman, que toda rodilla se doblará, y toda lengua confesará, que Jesús es el Señor.

Victoria #3 – Proclamación (Salmos 22:30-31)

La tercera victoria debido a la muerte sacrificial y resurrección del Mesías que revela el Salmo 22 implica la proclamación del legado de Cristo. Durante el reinado milenario de Jesús, los redimidos resucitados en sus cuerpos glorificados enseñarán a los que nacerán durante ese tiempo acerca de la justicia y toda suficiencia del sacrificio de Cristo en la cruz.

La posteridad le servirá; esto se dirá del Señor hasta la generación venidera. Vendrán y anunciarán Su justicia; a un pueblo por nacer, anunciarán que Él ha hecho esto” (30-31)

Note en particular la frase final: “Él ha hecho esto”. Literalmente, en hebreo, esto significa: “Consumado es”. El Evangelio de Juan describe cómo justo antes de que Jesús inclinara Su cabeza y entregara Su espíritu, exclamó: “¡Consumado es!”. Jesús había completado Su recitación del Salmo 22; Su sacrificio estaba ahora completo.

Una cosa es cierta, el cumplimiento de las profecías que se encuentran en el Salmo 22 con respecto a los sufrimientos y victorias de Jesucristo en la cruz confirma que Él es realmente el Mesías prometido. Sólo por la sangre derramada del Siervo Sufriente puede la humanidad encontrar la salvación del justo castigo del infierno provocado por nuestra rebelión contra Dios (Efesios 1:7; 1 Juan 1:7). Sólo en el nombre de Jesucristo puede cada uno de nosotros ser salvo y recibir la vida eterna (Juan 14:6; Hechos 4:12).


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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jueves, 10 de abril de 2025

Observaciones del Editor: El Maravilloso Testimonio de la Pasión de Cristo

Director y Evangelista Sénior 
Ministerio Cordero y León


¿Qué es lo que te apasiona?

Claro, todos estamos emocionados por ciertas cosas y amamos a ciertas personas. Pero, si le preguntas a alguien sobre su equipo deportivo favorito o expresas interés en sus nietos, es probable que desates un torrente de adoración entusiasta. Claramente, no sentimos la misma pasión por todos nuestros gustos y amores.

Incluso dentro de un matrimonio, la pasión puede aumentar y disminuir. La llama que una vez ardió intensamente y llena de deseo a menudo se desvanece en una calidez constante y confiable. Esa es la naturaleza de nuestras emociones y sentimientos humanos. Nuestro sentimiento de amor fluctúa con el tiempo.

El amor de Dios por nosotros no fluctúa según las volubles emociones humanas. Es firme y verdadero, por no decir que es paciente y bondadoso — sufriendo, creyendo, esperando y soportando todas las cosas en su constancia infalible (1 Corintios 13:4-8).

Hablando de Su pueblo elegido, los judíos, el Señor le dijo a Jeremías: “Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3). Su amor por nosotros se estableció antes de la fundación del mundo y nunca ha vacilado.

Podríamos (y lo haremos) pasar la eternidad relatando las formas en que Dios nos ha amado. Pero el testimonio más maravilloso de Su amor es lo que podemos ver en la Pasión de Jesucristo. En ese acto insondable de sacrificio divino, Pablo nos dice: “Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

Sorprendentemente, Su el Señor Dios predijo Su gran acto de amor desinteresado, incensante e inagotable. Si bien el entendimiento humano tiende a funcionar mejor en retrospectiva, Él ofreció numerosas señales que apuntaban no sólo a la encarnación, el nacimiento y el ministerio de Jesucristo, sino también a Su gran Pasión.

Esta edición del Farolero destacará la Palabra profética de Dios que se cumplió en la Persona de Jesucristo y a través de Su muerte expiatoria. Prepárense para asombrarse de nuevo por la anchura, longitud, altura y y profundidad de Su amor que sobrepasa el conocimiento humano (Efesios 3:17-19).

Prepara tu corazón para alabar a nuestro gran Dios y Salvador con celo renovado.

Tim Moore

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Recurso recomendado:

lunes, 7 de abril de 2025

7 Elementos Clave que Hicieron que Nuestro Ministerio Fuera Exitoso

Por Dr. Nathan E. Jones


¿Qué significa dar un paso de fe, dejar atrás todo lo familiar y cómodo para seguir un llamado que parece emocionante y aterrador a la vez? Durante los últimos 45 años, quienes servimos aquí en el Ministerio Cordero y León hemos estado haciendo un viaje extraordinario basado en un testimonio de fe inquebrantable, provisión divina y el poder de decir “sí” al llamado de Dios.

La historia de nuestro ministerio comenzó en 1980, cuando un distinguido vicepresidente de una universidad tomó una decisión que impactaría innumerables vidas. En ese momento, el Dr. David Reagan sintió un fuego en su corazón, un llamado urgente para proclamar el inminente regreso de Jesucristo. Lo que siguió no fue sólo el nacimiento del Ministerio Cordero y León, sino el comienzo de un movimiento para anunciar el regreso de nuestro Señor, animando a cualquiera que quisiera escuchar a preparar sus corazones para Él, y así “estar listos”.

Hoy, 1 de abril de 2025, mientras celebramos lo que Dios ha hecho a través de este ministerio durante los últimos 45 años, tomemos un momento y exploremos los siete elementos clave que han sostenido este ministerio y lo han hecho tan exitoso.

Primer Elemento Clave: Responder al Llamado de Dios

Todo comienza con responder al llamado de Dios, dando ese primer paso de fe en obediencia.

Citando a nuestro fundador, el Dr. David Reagan: “Fue hace 45 años, el 1 de abril, que di un paso de fe para establecer este ministerio. En ese momento, yo era el vicepresidente de una universidad. Tenía 20 años de carrera universitaria a mis espaldas como profesor de Derecho y Política Internacional y administración universitaria, pero Dios había encendido mi corazón para proclamar el pronto regreso de Jesús. Había una gran diferencia entre predicar sobre la fe y ponerla en práctica. Dar un paso de fe fue muy, muy aterrador”.

El Dr. Reagan dio ese primer paso de fe obediente, y todos los que han servido en este ministerio desde entonces también han dado ese mismo paso de fe hacia el ministerio evangelístico de tiempo completo.

Segundo Elemento Clave: Confiar en Dios en Tiempos Difíciles

Es algo muy, muy difícil para un hombre dejar ir, confiar en que Dios tiene todo bajo control, y simplemente confiar en Él, especialmente cuando los tiempos son difíciles. Pero, como revela Proverbios 16:9: “La mente del hombre planea su camino, pero el Señor dirige sus pasos”. Hemos aprendido a confiar en Dios, especialmente cuando los tiempos son difíciles. A medida que hemos sido obedientes al llamado de Dios, hemos aprendido que cuando Dios llama, Él también equipa y sostiene.

Tercer Elemento Clave: Animarnos Unos a Otros

Este ministerio se ha dedicado durante mucho tiempo a animar, orar y apoyar financieramente a otros cristianos fieles que también han sido llamados a compartir el Evangelio, particularmente el mensaje del inminente regreso del Señor. Ha sido nuestro gran gozo “estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras”, como nos anima Hebreos 10:24.

Como recordó el Dr. Reagan: “Durante la historia de este ministerio, ayudamos a establecer otros cinco ministerios de profecía bíblica y los apoyamos de manera fundamental cada mes. Regalamos más del 10% de nuestros ingresos cada año. De hecho, en un año, entregamos más de 350,000 dólares a ministerios nacionales e internacionales. Alabo a Dios todo el tiempo por usarnos como un canal de Sus bendiciones para proveer para otros ministerios con ideas afines”.

Cuarto Elemento Clave: Devoción a la Palabra de Dios

Este ministerio es guiado por la Palabra de Dios. Al enseñar profecía bíblica, nos cuidamos de no hacer predicciones descabelladas ni especulaciones sensacionalistas. Estamos presentando la profecía bíblica tal como nos ha sido dada en las Escrituras. Y reconocemos que el Dr. Reagan estableció una excelente base para este ministerio debido a su devoción personal a la Palabra profética de Dios.

Una vez reflexionó: “La clave de este ministerio, desde que comenzó, es que todas las mañanas nos reunimos y comenzamos nuestro día con un devocional. Luego hacemos una lista de oración y pasamos unos 30 minutos orando para que el Señor bendiga nuestro alcance, a cada uno de nosotros y a las cartas que nos han enviado solicitando oración.

Otra clave de nuestro éxito a lo largo de los años ha sido el hecho de que nos hemos mantenido enfocados en lo que Dios nos ha llamado a hacer. Nos llamó a proclamar el inminente regreso de Jesús y a predicar los fundamentos de la profecía bíblica, y nos hemos mantenido enfocados en ese objetivo en particular. Simplemente nos enfocamos en lo que la Biblia dice acerca de los tiempos del fin. Estamos alabando a Dios por mantenernos fieles a Su mensaje.

Quinto Elemento Clave: Pasar la Batuta

La historia ha sido testigo de cómo el Señor ha nombrado a Sus siervos para que trabajen y dirijan Sus ministerios durante un tiempo específico. Pero el mensaje de Dios es más grande que la corta vida mortal de cualquier persona. Así que llega un momento en que un líder da un paso atrás y permite que otro continúe con la obra de Dios. La idea de pasar la batuta trae a la mente la imagen de un corredor de relevos extendiendo la mano para pasar la batuta a su compañero de equipo, uno que está descansado y listo para correr la siguiente etapa de la carrera.

Hace cuatro años, el Dr. Reagan contactó y eligió a Tim Moore para que tomara la batuta y dirigiera el Ministerio Cordero y León. Como Nathan Jones había tomado el relevo de su predecesor, Dennis Pollock. Y todos los que servimos aquí hoy hemos tomado la batuta de otros que alguna vez sirvieron en sus funciones, que habían asumido el trabajo de alguien antes que ellos, desde 1980.

Sexto Elemento Clave: Estar Agradecido por la Provisión de Dios

Periódicamente, especialmente después de 45 años, es apropiado hacer una pausa y agradecer a Dios por lo que ha hecho, lo que está haciendo ahora y lo que hará en el futuro. Y eso es exactamente lo que estamos haciendo hoy aquí. Así que, “Gracias, Señor; ¡grande es tu fidelidad!”.

Hay uno más de los siete elementos clave para un ministerio exitoso...

Séptimo y Último Elemento Clave: Esperar con Esperanza

Un ministerio de enseñanza de profecía bíblica, más que cualquier otro tipo de ministerio evangelístico o eclesiástico, contiene la mayor esperanza — la esperanza bienaventurada (como promete Tito 2:13). Nuestro trabajo finalmente terminará con el sonido de un gran toque de trompeta, cuando Jesucristo arrebate a Su Iglesia hasta el Cielo. Una vez que ese glorioso día llegue por fin, nuestra espera habrá terminado, y nuestro trabajo, al menos en esta era, se habrá completado.

Es una bendición poder mirar hacia atrás más de 45 años y reflexionar sobre la guía de Dios contigo, y ver cómo nuestro Señor ha seguido siendo fiel a nuestro llamado a completar la obra que nos ha llamado a hacer. Espero que nuestro viaje de fe aquí en el Ministerio Cordero y León anime a otras personas a dar un paso de fe, tal vez incluso a usted.

¡Gracias y que Dios los bendiga!


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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