Editor Ejecutivo
Director y Evangelista Sénior
Ministerio Cordero y León
Justo antes de la Pascua final de Jesús, Sus discípulos se sorprendieron cuando les dijo que los imponentes edificios de Jerusalén serían derribados por completo. Más tarde esa noche, en un momento privado en el Monte de los Olivos, le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo sucederán estas cosas, y cuál será la señal de tu venida y del fin del mundo?” (Mateo 24:3).
Jesús no reprendió ni contradijo la validez de sus preguntas. En lugar de eso, procedió a exponer las señales de los tiempos que estamos presenciando multiplicarse ante nuestros ojos hoy.
Pero, antes de dirigirse a las señales, Jesús les advirtió enérgicamente: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y engañarán a muchos” (Mateo 24:4-5). Los falsos mesías clamaban por atención en los días de Jesús, pero hoy en día un aumento exponencial de las sectas, falsos profetas y engaños demoníacos está descarriando a millones de personas.
Y, sin embargo, la advertencia tan repetida de las Escrituras sigue siendo cierta: NO te dejes engañar.
Mi propia admonición a cada uno de mis hijos adolescentes fue “guarden su corazón”. Tengan la seguridad de que los ayudé a establecer barandas y me mantuve muy comprometido para asegurarme de que no se extraviaran. Tristemente, millones de cristianos — jóvenes y ancianos por igual — se están descarriando, abandonando la fe “que ha sido una vez dada a los santos y coqueteando con las doctrinas de demonios.
Las Escrituras nos dicen que esto sucederá a medida que se acerque el fin, pero, de todos modos, debería romper nuestros corazones. Y, como Ezequiel en la antigüedad, debemos contender fervientemente por la fe y por las almas de las personas que coquetean con la condenación.
Mucha gente está consumida por las fuerzas sociales y políticas que desgarran nuestra sociedad. Son ajenos a las dimensiones espirituales de la guerra subyacente más grande. En esta edición del Farolero, haremos brillar la luz de la Verdad de Dios sobre estas fuerzas oscuras.
Prepara tu corazón y ciñe tus lomos mientras exponemos los nefastos esfuerzos de nuestro eterno enemigo. Él sabe mejor que nadie que su destino está sellado— y acercándose a su cerca de la disposición final.