¿Triunfará el Islam sobre el Mundo?
Por Dr. David R. Reagan
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La Guerra del Salmo 83
Una vez que el pueblo judío se concentre en Israel, sus antiguos enemigos tratarán de asestar un golpe fatal al Estado judío. Descrito gráficamente en el Salmo 83, ésta es la primera guerra profética de los tiempos del fin. El salmo fue escrito por el profeta Asaf.
Este salmo nos dice que, en algún momento, las naciones que rodean inmediatamente a Israel intentarán destruir al Pueblo Escogido de Dios. Tal como lo hicieron en 1948, 1967 y 1973, Egipto, Jordania, Siria, Líbano y los palestinos de la Franja de Gaza y los que están dentro del propio Israel se unirán para “exterminarlos como nación, para que el nombre de Israel no vuelva a recordarse” (Salmos 83:4).
Asaf le pidió proféticamente a Dios “llena su cara de vergüenza” y “sean confundidos y turbados para siempre, sean humillados y perezcan" (Salmos 83:16-17). Es posible que Damasco pudiera dejar de ser ciudad y convertirse en un montón de ruinas (Isaías 17:1) durante esta guerra.
El Salmo 83 no nos dice cómo termina esta guerra, pero sabemos, por otras escrituras, que Israel triunfará. Zacarías dice que en ese día los judíos serán como David contra Goliat — que “consumirán” a todos sus enemigos (Zacarías 12:6, 8). Además, el profeta declara: “En aquel día sucederá que [Yo, Yahvé] buscaré destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén” (Zacarías 12:9).
Al igual que el Rapto, la guerra del Salmo 83 podría ocurrir en cualquier momento. Como todas las guerras, esta derrota de los vecinos musulmanes de Israel será devastadora. Pero, en este caso, esa dramática derrota tendrá un propósito lleno de gracia. Aun cuando predijo el juicio de Dios, Asaf dijo que su propósito será que ellos [los enemigos de Israel] tengan sus rostros llenos de deshonra, vergüenza y humillación para que “conozcan que sólo Tú, tu nombre es Yahvé, eres el Altísimo sobre toda la tierra” (Salmos 83:16-18). Por lo tanto, algunos ex musulmanes llegarán a reverenciar al Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y aceptarán a Su Hijo, Jesús, como su verdadero Mesías y Salvador.
En resumen, las naciones islámicas cercanas a Israel serán diezmadas. Pero ése no será el fin del islam. La religión comprometida con la matanza por honor y dedicada a la destrucción de cristianos y judíos caerá por un tiempo, pero no desaparecerá.
Israel experimentará una breve temporada de paz y prosperidad después de la guerra del Salmo 83. Sin ser molestado por una legión de enemigos irracionales cercanos, Israel podrá invertir más recursos en la construcción de su nación y su economía. La inevitable prosperidad que Dios derramará sobre la nación judía llevará a otros actores malvados a una agresión codiciosa.
La Guerra de Gog y Magog
Ezequiel 38 y 39 describen la segunda gran guerra profética que descenderá sobre la descendencia de Abraham, Isaac y Jacob. Ezequiel describe con detalle profético cómo Rusia, Irán, Turquía, los diversos países “stán” al sur de Rusia, que eran miembros menores de la antigua URSS, Libia y todas las naciones islámicas del “anillo exterior” formarán una alianza para desatar la guerra contra Israel. Lideradas por un hombre conocido como “Gog, de la tierra de Magog, príncipe de Ros, Mesec y Tubal”, estas fuerzas del eje atacarán mientras el pueblo judío vive seguro.
Como Dios lo describe, el malvado plan de Gog será “tomar botín y para proceder al saqueo, para volver tu mano contra los lugares desolados, ahora poblados, y contra el pueblo reunido de entre las naciones, que ha adquirido ganado y posesiones, que habita en el centro del mundo” (Ezequiel 38:10-12).
Ezequiel 39 describe el resultado milagroso de esta guerra desigual. Enfrentándose a una aniquilación segura, Israel será testigo de cómo la mano de Dios golpeará a sus enemigos, tal como lo hizo en el Antiguo Testamento. Pronunciando palabras proféticas contra Gog, Yahvé proclamó:
Quebraré el arco que llevas en la mano izquierda y haré caer las flechas que llevas en la mano derecha. Caerás sobre los montes de Israel, junto con tus tropas y las naciones que te acompañan. Te arrojaré [a los ejércitos de Gog] a las aves de rapiña y a las bestias del campo para que te devoren (Ez. 39:3-4).
¿Por qué intervendrá Dios tan dramáticamente? ¿Porque los judíos merecen su protección? No. Él dijo: “Daré a conocer mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel. Ya no permitiré que mi santo nombre sea profanado; las naciones sabrán que yo soy Yahvé, el Santo de Israel” (Ez. 39:7).
En el proceso, las naciones musulmanas de Medio Oriente que se alinearán con Gog serán devastadas. Así como el dios filisteo Dagón fue arrojado sobre su rostro de piedra en presencia del Arca de Dios (1 Samuel 5:1-5), Alá será avergonzado por el Dios vivo y verdadero.
Pero hay que tener en cuenta que la gran mayoría de los musulmanes viven fuera de Medio Oriente, por lo que la dramática derrota de las fuerzas islámicas en la batalla de Gog y Magog no destruirá la amenaza musulmana a la dominación mundial.
En consecuencia, estas naciones musulmanas no árabes representarán un gran obstáculo para el ascenso del Anticristo y para su gobierno y religión mundiales. Estarán, por lo tanto, entre las naciones que harán la guerra contra el Anticristo, negándose a aceptarlo como dictador y dios.
La Guerra de la Tribulación
La tercera guerra profética de los tiempos del fin señalará el fin del islam. Ocurrirá durante la primera mitad de la Tribulación. Será el resultado de que el Anticristo lidere los ejércitos europeos para apoderarse del mundo.
Los musulmanes seguramente se rebelarán contra la religión mundial que el Anticristo y su Falso Profeta establecerán para consolidar su poder. Mientras que los cristianos apóstatas dejados atrás después del Rapto darán su lealtad a la religión del Anticristo voluntariamente, los musulmanes se mantendrán firmes en su determinación de adorar a Alá y sólo a él. Por lo tanto, estarán más que dispuestos a luchar en nombre de Alá.
Este choque de religiones muy probablemente producirá la guerra convencional de Apocalipsis 6, llamada “Los Juicios de los Sellos”. Provocará la muerte de una cuarta parte de la humanidad antes de que parezca transformarse en una guerra nuclear de los “Juicios de las Trompetas” en los capítulos 8 y 9, que dará como resultado la muerte de un tercio de los que quedan con vida. Cuando esta Guerra de la Tribulación llegue a su fin, el islam simplemente será borrado de la faz de la tierra.
El Destino de las Religiones Falsas
Una cosa es considerar “el destino del islam”. La Biblia es clara en cuanto a que toda fe que adore a cualquier dios que no sea el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, y niegue el señorío de Jesucristo, será relegada al basurero de la historia.
El islam es simplemente otra más en una larga lista de religiones falsas diseñadas para alejar a la gente del Dios vivo y verdadero. Satanás está muy contento de ver a la gente dedicada a la religión falsa de su elección, ya sea la adoración de Moloc, Asera, Isis, Buda, Vishnu, Quetzalcóatl o Alá. El Maligno está igualmente complacido con las personas que se proclaman agnósticas o ateas y terminan adorando a la tierra o a sí mismos.
Más importante que el destino del islam es el destino de sus millones de adeptos — las preciosas personas que se identifican como musulmanas. Debido a que la suya es una religión de obras, ningún musulmán puede estar seguro de su salvación final. Trágicamente, muchos yihadistas musulmanes equivocados son engañados para que crean que sólo participando en una yihad violenta, dirigida a matar cristianos o judíos, pueden garantizar su ascensión inmediata al cielo.
La Palabra de Dios es enfática sobre el hecho de que aquellos que confían en cualquier obra que no sea la obra terminada de Jesús en el Calvario permanecen en sus pecados. A menos que una persona ponga su confianza en Jesús, la ira de Dios permanece sobre ella (Juan 3:36). Por lo tanto, a menos que se vuelvan a Cristo en esta vida, millones de musulmanes morirán en sus pecados, al igual que millones de budistas, hindúes, paganos y ateos. Y esta verdad no hace acepción de personas ni de naciones. Millones de personas de toda raza, color y credo, toda nación, lengua y tribu, descubrirán al entrar en la eternidad que Jesús dirá: “Apartaos de mí, nunca os conocí” (Mateo 7:23).
Es revelador que la mayoría de las naciones musulmanas sean consideradas violentamente hostiles a los misioneros cristianos y sanguinariamente hostiles hacia los conversos cristianos. Y, sin embargo, Dios está obrando en las naciones musulmanas, y la luz del amor de Cristo está brillando entre los ex musulmanes.
Conclusión
Cuando todo esté dicho y hecho, el islam no triunfará sobre el mundo. Como toda fe que niega a Cristo, será revelada como una religión falsa. La Palabra de Yahvé deja claro que todas las religiones basadas en obras son inadecuadas para purificarnos del pecado. Cualquier acto supuestamente justo que realicemos para ganar nuestra salvación es como trapos de inmundicia delante de nuestro Santo Dios (Isaías 64:6). En otras palabras, no sólo no valen nada en sí mismos, sino que también son detestables.
El islam estima a Jesús como un profeta, pero no tan inspirado como Mahoma, y ciertamente no es el único Hijo de Dios. Testificando acerca de sí mismo, Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). El apóstol Juan entendió lo que estaba en juego al negar a Jesús. En 1 Juan 2 escribió:
22) Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
23) Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; el que confiesa al Hijo tiene también al Padre.
Cuando se trata del islam, algunos están engañando, muchos están engañados, y todos están sin nuestra Esperanza Bienaventurada. Y, sin embargo, la luz del Evangelio está atravesando las tinieblas del mundo musulmán.
Para la gloria de Dios, sabemos que la Iglesia está creciendo en el mundo musulmán a un ritmo récord. Innumerables ex musulmanes han testificado que Jesús se les ha aparecido en sueños y visiones, e incluso personalmente, tal como lo hizo con el apóstol Pablo. Otros han conocido a nuestro Salvador a través de un cristiano fiel que estuvo dispuesto a arriesgar su vida para construir una relación y compartir a Cristo.
No podemos imitar la actitud de Jonás hacia el pueblo de Nínive y abandonar a los musulmanes a su suerte. Si aspiramos a reflejar el corazón de Jesús, quien lloró cuando consideró que la mayoría de las personas perecerían en sus pecados, debemos compartir a Jesucristo — con urgencia y amor.
Traducido por Donald Dolmus
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