En la primera parte de esta fascinante mirada al resurgimiento del ejército de Israel en la profecía bíblica, vimos cómo Dios defendió milagrosamente a Israel durante la Guerra de Independencia de Israel. Ahora exploraremos las tremendas victorias de Dios durante la Guerra de los Seis Días y la Guerra de Yom Kippur.
La Guerra de los Seis Días (Junio de 1967)
Después de años de escaramuzas de ojo por ojo, a principios de la década de 1960, el presidente egipcio, Gamal Abdel Nasser, trató de alinear al mundo árabe bajo su liderazgo. Su objetivo declarado era erradicar al judío Estado de Israel.
En 1965, Nasser afirmó, “No entraremos a Palestina con su suelo cubierto de arena; entraremos con su suelo saturado de sangre”. Unos meses después, Nasser declaró que tenía dos objetivos: “El objetivo inmediato: la perfección del poderío militar árabe. El objetivo nacional: la erradicación de Israel”.
En mayo de 1967, Nasser concentró en la frontera sur de Israel. Luego les ordenó a las tropas de la ONU en la zona búfer entre Israel y Egipto que se retiraran. Cuando la ONU cumplió de buena gana, Nasser anunció:
“A partir de hoy, ya no existe más una fuerza de emergencia internacional para proteger a Israel. Ya no tendremos paciencia. Ya no nos quejaremos más ante la ONU acerca de Israel. El único método que aplicaremos contra Israel es la guerra total, la que dará como resultado la exterminación de la existencia sionista”.
El Ministro de Defensa sirio, Hafez Assad, afirmó el entusiasmo de Siria “por entrar en una batalla de aniquilación”.
El 22 de mayo, Egipto bloqueó el Estrecho de Tirán a todos los barcos israelíes — un acto abierto de guerra según el derecho internacional. El rey Hussein de Jordania firmó un pacto de defensa con Egipto el 30 de mayo; y el presidente de Irak, Abdur Rahman Aref, se unió a la retórica belicosa al declarar: “Nuestro objetivo es claro — borrar a Israel del mapa”.
Un ejército árabe combinado de 465,000 soldados, 2,800 tanques y 800 aviones estaba listo para aniquilar a Israel.
Los líderes israelíes decidieron que sería suicida esperar el ataque, y así, el 6 de junio, toda la Fuerza Aérea israelí (excepto unos 12 aviones asignados a defender el espacio aéreo de Israel) lanzó un ataque devastador contra la fuerza aérea egipcia. Al final de la mañana, prácticamente habían destruido las fuerzas aéreas egipcias, jordanas y sirias. La indiscutible superioridad aérea condujo a otra milagrosa victoria israelí después de sólo seis días de combates.
Incluso cuando los ejércitos árabes estaban siendo diezmados, el rey Hussein de Jordania se sintió obligado a unirse a la lucha. En respuesta, Israel hizo que el ejército jordano cruzara el Río Jordán y recuperó la Ciudad Vieja de Jerusalén y el sagrado Monte del Templo.
Los paracaidistas israelíes se apresuraron a llegar al Muro de los Lamentos — donde no se había permitido el acceso a ningún judío durante 18 años. El rabino Shlomo Goren, el rabino principal de las FDI (y más tarde el rabino principal de Israel) corrió hacia la pared, tocó el shofar y anunció: “Hemos tomado la Ciudad de Dios. Estamos entrando en la era mesiánica para el pueblo judío”. Él entendió, por las profecías en las escrituras hebreas, que, cuando los judíos estén de regreso en la tierra y en su ciudad capital, el Mesías vendrá.
La Guerra de Yom Kippur (Octubre de 1973)
La excesiva confianza israelí en su invencibilidad condujo a una situación desesperada sólo seis años después. El 6 de octubre (Yom Kippur, el día más sagrado del judaísmo), Egipto y Siria lanzaron un ataque sorpresa contra Israel.
Al cruzar el Canal de Suez, los egipcios invadieron rápidamente los puestos de avanzada israelíes y se adentraron en el Sinaí. Al mismo tiempo, Siria atacó los Altos del Golán. Anwar Sadat, el Presidente de Egipto, había cumplido su promesa de vengar la humillación árabe sufrida en 1967.
Apenas unas horas antes de que comenzara el ataque, el Jefe del Estado Mayor de las FDI, David Elazar, recomendó un ataque aéreo preventivo y la movilización inmediata de las reservas. Pero la Primer Ministro, Golda Meir, anuló un primer ataque. Henry Kissinger le había advertido que Estados Unidos no apoyaría a Israel si volvía a atacar primero.
Una vez más, como en todas sus guerras anteriores, Israel se enfrentó a probabilidades abrumadoras. En los Altos del Golán, 180 tanques israelíes se enfrentaron a una embestida de 1,400 tanques sirios. A lo largo del Canal de Suez, menos de 500 defensores israelíes con sólo 3 tanques fueron atacados por 600,000 soldados egipcios, respaldados por 2,000 tanques y 550 aviones. Nueve estados árabes no combatientes proporcionaron ayuda y apoyo financiero al esfuerzo bélico egipcio-sirio, mientras que la Unión Soviética proporcionó equipo militar e inteligencia.
A un gran costo, Israel prevaleció una vez más. Animado por la ayuda militar masiva de Estados Unidos y los brillantes comandantes militares, Israel hizo retroceder los avances árabes iniciales y recuperó los Altos del Golán y la Península del Sinaí. Por ejemplo, bajo el mando del General Ariel Sharon, Israel ganó la mayor batalla de tanques de la historia.
Para el 15 de octubre, la fuerza de tanques egipcia había sido destruida y Sharon había cruzado el Canal de Suez. Rápidamente rodeó al Tercer Ejército egipcio, lo inmovilizó y comenzó a marchar hacia El Cairo.
Mientras tanto, en el norte, las fuerzas israelíes habían despejado los Altos del Golán, habían recuperado el Monte Hermón y habían comenzado a avanzar hacia Damasco.
Para el 15 de octubre, las fuerzas israelíes estaban a 25 millas de Damasco y a 63 millas de El Cairo, cuando los soviéticos exigieron a la ONU que pidiera un alto el fuego. Una vez más, Israel prevaleció cuando parecía que no había esperanza.
Otros Conflictos Importantes
Desde 1967, Israel ha luchado contra el terrorismo palestino e islámico. Los terroristas palestinos demostraron su odio en los Juegos Olímpicos de 1972 en Berlín, cuando 11 israelíes fueron brutalmente asesinados. Los secuestros y bombardeos palestinos han continuado hasta el día de hoy.
En 1976, mientras Estados Unidos se preparaba para celebrar su bicentenario, cuatro terroristas secuestraron un vuelo de Air France de Tel Aviv a París y lo desviaron a Bengasi, Libia, y luego a Entebbe, Uganda. Israel intentó liberar a 106 rehenes y tripulantes a través de negociaciones, pero finalmente se vio obligado a recurrir a una audaz misión de rescate. Bajo el mando del teniente coronel Jonathan (Yoni) Netanyahu (hermano del Primer Ministro Benjamín Netanyahu), una fuerza de comando voló a Uganda en un avión Hércules C-130. Aterrizaron en el aeropuerto de Entebbe, sorprendieron a los guardias ugandeses y rápidamente establecieron el control. Durante la redada, los siete secuestradores fueron asesinados. Lamentablemente, cuatro rehenes murieron, tres por fuego cruzado y uno por orden de un enfurecido Idi Amin (una anciana había sido llevada a un hospital local antes de la redada).
Cinco comandos israelíes resultaron heridos y, trágicamente, Yoni Netanyahu murió. Sin embargo, Israel había demostrado una vez más su determinación y su poderío militar.
Esa determinación ha sido puesta a prueba en repetidas ocasiones. Las Intifadas (“levantamiento” en árabe) incitadas por Yasser Arafat han sido seguidas por ataques de Hamás en Gaza y Hezbolá en el Líbano. Grandes y pequeñas escaramuzas han enfrentado a Israel contra un enemigo nebuloso y sin escrúpulos. Pero una y otra vez, aunque ensangrentado y afligido, Israel ha prevalecido.
Conclusión
Estos y otros conflictos israelíes de los últimos 75 años demuestran, sin lugar a dudas, que Dios tiene Su mano sobre Israel, protegiendo al pueblo judío de un asalto tras otro, y permitiéndoles lograr victorias milagrosas, todo en cumplimiento de las profecías bíblicas sobre Israel en los tiempos del fin.
Tampoco puede haber ninguna duda de que la protección sobrenatural de Dios continuará.
En este momento, Israel está envuelto en otra lucha por su existencia contra los terroristas palestinos radicalizados en Gaza. Bien podría ser la peor de todas las guerras que Israel ha experimentado, especialmente si se convierte en una conflagración regional. Pero las Escrituras nos dicen que Israel superará todos estos desafíos a su existencia, porque Dios prometió que una vez que los replantara en su tierra, “nunca más serán arrancados de su tierra” (Amós 9:15).
Si esta guerra resulta ser un cumplimiento de la guerra profetizada en el Salmo 83, entonces Israel una vez más saldrá abrumadoramente victorioso, derrotando a todas las naciones árabes con las que comparte una frontera común. Esto allanará el camino para la posterior guerra de Gog y Magog, descrita en Ezequiel 38 y 39, cuando Rusia, acompañada por ciertas naciones musulmanas, descenderá contra Israel y sufrirá una destrucción sobrenatural a manos del Señor.
Israel tiene algunos días muy difíciles por delante, pero Dios les ha hecho algunas promesas maravillosas en las que pueden confiar. En el Salmo 121:4 dice: “He aquí, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel”. En Isaías Él le prometió a Israel: “Ninguna arma forjada contra ti prosperará” (54:17).
Estados Unidos necesita prestar atención a estas promesas de Dios. Sólo si apoyamos a Israel y lo bendecimos podemos esperar ser bendecidos.
Al final, sabemos que todas las naciones del mundo vendrán en contra de Israel. Pero Dios los preservará — para que un gran remanente pueda llegar a la salvación. ¡Oremos por la paz de Jerusalén y la salvación eterna del pueblo judío!
Lea la parte 1 aquí
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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