viernes, 23 de junio de 2023
Video: Una Profecía Teológica – La Apostasía
jueves, 22 de junio de 2023
Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 14 (parte 2 de 2)
Jerusalén en la Profecía
¿Tiene un futuro?
Jerusalén Milenaria
Viene un día glorioso para Jerusalén, porque cuando el Señor regrese, Él va a reinar sobre todo el mundo durante mil años, y Su reinado de paz, rectitud y justicia se asentará en Jerusalén: “Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Isaías 2:3 y Miqueas 4:2).
Jerusalén será el centro político, económico y religioso del mundo (Miqueas 4:1-7).
La ciudad será muy diferente de la que conocemos hoy. El gran terremoto mundial que ocurrirá cuando Jesús regrese cambiará radicalmente la topografía de la tierra, incluyendo la de Jerusalén (Isaías 40:4; Apocalipsis 6:12; 16:18). La Biblia indica que Jerusalén se ampliará considerablemente en área y se elevará más alto, tal vez convirtiéndose en el punto más alto de la tierra (Zacarías 14:10).
La ciudad será considerablemente ampliada y enormemente embellecida, y el templo más magnífico de la historia se construirá en medio de ella, bajo la supervisión personal del Mesías. Ese templo está descrito en detalle en los capítulos 40-48 de Ezequiel.
La gloria de Jerusalén en esos días se resume mejor en Isaías 62:1-7, donde se nos dice que la ciudad será una “corona de gloria en la mano del Señor” (versículo 3). El profeta también dice que la ciudad será una “alabanza en la tierra” (versículo 7). Por primera vez en su larga y sangrienta historia, será un refugio de paz (Joel 3:16-17 y Sofonías 3:14-20).
También será la maravilla más grande de la tierra. Piense en esto — albergará al Príncipe de Paz y contendrá Su templo —. También servirá una vez más como el hogar de la espectacular Gloria Shejiná de Dios. Pero esta gloria no estará contenida dentro del Lugar Santísimo. Increíblemente, Isaías dice que la Shejiná se cernirá sobre toda la ciudad de Jerusalén como una nube de día y como un fuego de noche, lo que proporcionará un dosel para proteger a la ciudad del calor y la lluvia (Isaías 4:5-6).
Zacarías dice que las naciones del mundo enviarán delegaciones a Israel cada año para celebrar la Fiesta de los Tabernáculos. Y el último versículo de Ezequiel dice que ese día el nombre de la ciudad será cambiada de Yerushalyim a Jehová-Sama, que significa, “El Señor está ahí” (Ezequiel 48:35).
Jerusalén Eterna
Finalmente, los profetas nos dicen que la Jerusalén milenaria será reemplazada por una Nueva Jerusalén, que Jesús está preparando en el Cielo ahora.
Al final del Milenio, después de que la tierra haya sido renovada por el fuego, la Nueva Jerusalén descenderá a la nueva tierra, y los redimidos, en sus nuevos cuerpos glorificados, vivirán en esta nueva ciudad en la presencia del Dios Todopoderoso, quien descenderá del Cielo para vivir para siempre con Sus hijos (Ap. 21:1-3).
Esta enseñanza muy clara del libro de Apocalipsis sorprende a muchos cristianos, a quienes siempre se les ha enseñado que vivirán eternamente en un mundo etéreo llamado Cielo.
¡Qué ciudad tan asombrosa será esta nueva Jerusalén! El apóstol Juan dedica 24 versículos a su descripción detallada en Apocalipsis 21 y 22. Será un cubo de 2,400 kilómetros con 12 cimientos hechos de piedras preciosas — cada uno nombrado para uno de los doce apóstoles —. Del mismo modo, habrá 12 puertas nacaradas, cada una nombrada por cada tribu de Israel. Las paredes estarán hechas de jaspe. La ciudad misma será de oro puro, como vidrio transparente.
¿Alguna vez se ha detenido a pensar en la forma y el tamaño de esta fenomenal ciudad? Por ejemplo, ¿Por qué será de 2,400 kilómetros de altura? La razón, por supuesto, es que en nuestros cuerpos glorificados, seremos inmunes a las leyes de la gravedad. Por lo tanto, seremos capaces de utilizar todo el espacio de la ciudad, y no sólo la planta baja.
¿Y cuánto espacio tendremos? ¿Habrá el suficiente para todos los Redimidos? Henry Morris, el fundador del Institute for Creation Research (Instituto para la Investigación del Creacionismo), ha calculado el espacio que existiría para cada persona, asumiendo que al menos el 50% del área sería usada para propósitos comunes (calles, parques, centros recreativos, etc.), y asumiendo que 20 mil millones de personas han sido salvas en el curso de la historia humana. El resultado es asombroso: ¡cada persona tendría un cubo con 75 acres en cada superficie! Eso es ciertamente más espacio que lo que la mayoría de nosotros tenemos ahora.
Pero la mejor parte de esta ciudad no será su belleza ni su amplitud. La mejor parte será la presencia personal de Jesús nuestro Señor y Dios Todopoderoso, el Padre. Apocalipsis 22 dice que serviremos eternamente a Dios en esta ciudad y que “veremos Su rostro”. Creo que eso significa que tendremos una comunión íntima y personal con nuestro Creador eternamente. Y eso me causa asombro.
El Mensaje para Nosotros
¿Qué significa todo esto para usted y para mí?
En primer lugar, significa que Dios es fiel. Así como Él ha cumplido las profecías sobre Jerusalén en el pasado y lo está haciendo ahora, podemos estar seguros de que Él continuará haciéndolo en el futuro. Va a haber una Jerusalén milenial y va a haber una Jerusalén eterna, y nosotros, los redimidos, vamos a ser ricamente bendecidos por ambas — más allá de todo lo que podamos imaginar.
En segundo lugar, el registro de Jerusalén en la profecía significa que Dios es soberano. Él está en control. Incluso cuando todo parece estar fuera de control aquí en la tierra, podemos estar seguros de que Dios tiene la sabiduría y el poder para orquestar toda la maldad de la Humanidad para el triunfo de Su voluntad en la historia.
En tercer lugar, Dios nos está llamando a ti y a mí a vivir con una perspectiva eterna. En Hebreos 11 se nos dice que Abraham vivió por fe como un “extranjero” en este mundo, “porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:9-10). ¿No es eso interesante? Abraham no consideró su llegada a la Tierra Prometida como el cumplimiento de las promesas de Dios a él. Por el contrario, vivió anhelando su recompensa final, es decir, la vida con Dios en una ciudad eterna — la Nueva Jerusalén.
En Hebreos 11:3 dice que todos los héroes de la fe que están mencionados en ese capítulo vivieron sus vidas como “extranjeros y peregrinos”, porque deseaban la ciudad que Dios había preparado para ellos. El libro de Hebreos concluye con un recordatorio para nosotros de que en este mundo no tenemos una ciudad permanente. En cambio, debemos buscar “la por venir”.
Jesús está añadiendo habitaciones a esa ciudad ahora mismo, para acomodar a los miembros de Su cuerpo (Juan 14:1-4). Por lo tanto, vivamos como peregrinos y extranjeros en este mundo, sin llegar a sentirnos cómodos con él. Vivamos aguardando la venida del Señor (2 Timoteo 4:7-8).
Y vivamos orando por la paz de Jerusalén (Salmos 122.6), dándonos cuenta de que, al hacerlo, realmente estamos orando por el regreso del Señor, porque Jerusalén nunca experimentará la paz verdadera sino hasta que el Príncipe de Paz regrese.
Lea la parte 1 aquí
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 14 (parte 1 de 2)
Jerusalén en la Profecía
¿Tiene un futuro?
No hay otra ciudad sobre la faz de la tierra tan importante como la ciudad de Jerusalén. Todas las otras grandes ciudades de la tierra — Nueva York, Londres, Moscú, París e incluso Roma —palidecen en comparación. ¿Qué otra ciudad puede afirmar ser “la ciudad de Dios” o “la ciudad del Gran Rey”? (Salmos 48).
Dios ama a Jerusalén, y tiene la intención de morar en ella eternamente. El Salmo 68:16 dice que Dios ha deseado el monte de Sion “para su morada” y que tiene la intención de “habitar en él para siempre”.
Salmos 132:13-14 contiene una promesa similar: “Jehová ha escogido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi reposo; Aquí habitaré, porque la he querido”.
Cuando lee este tipo de declaraciones, puede entender por qué Jerusalén se identifica en Ezequiel 5:5 como “el centro de las naciones”; y en Ezequiel 38:12 como “el centro de la tierra”.
Jerusalén es donde el Hijo de Dios derramó Su preciosa sangre. Es donde Jesús ascendió al cielo. Es donde Jesús regresará para ser coronado Rey de reyes. Es la ciudad desde la cual Jesús reinará sobre todas las naciones del mundo (Isaías 2:2-4).
Y Jerusalén será el escenario de la última batalla de la historia, cuando Satanás reúna a las naciones al final del Milenio y las guíe en rebelión contra el Señor. Finalmente, Jerusalén es donde Dios mismo vendrá a residir eternamente con los redimidos (Ap. 21:2-3). No es de extrañar que Jerusalén siempre haya sido un tema importante de la profecía bíblica.
Jerusalén Judía
El primer conjunto de profecías relacionadas con Jerusalén es aquellas que se refieren a ella como una capital judía antes del tiempo de Jesús. Tenga en cuenta que el reino de David se dividió en dos naciones después de la muerte de su hijo Salomón.
La nación del norte, Israel, fue totalmente apóstata desde el comienzo. Fue entregada a la idolatría y no tuvo un solo rey justo en sus 200 años de historia. En agudo contraste, la nación del sur fue bendecida con muchos reyes justos. También fue bendecida al tener a Jerusalén como su capital. Y fue bendecida aún más al tener la gloria Shejiná de Dios residiendo en su templo.
Pero, a pesar de todas estas bendiciones, el pueblo de Judá se enorgulleció y comenzó a desviarse de su relación con Dios. Cuando la nación comenzó a darle la espalda a Dios, el Señor misericordiosamente levantó profetas para advertirles y llamarlos al arrepentimiento. Cuando se negaron a arrepentirse, los profetas profetizaron que la ciudad de Jerusalén sería destruida y la nación sería llevada cautiva.
La primera de estas profecías fue proclamada por Miqueas en el siglo VIII a. C. — cerca de 130 años antes de que la ciudad fuera destruida —. Miqueas habló contra la corrupción política y religiosa, diciendo, “Sus jefes [de Judá] juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero” (Miqueas 3:11).
Lamentó el hecho de que, cada vez que estos líderes eran llamados al arrepentimiento para que la ciudad no fuera destruida, siempre respondían arrogantemente al observar, “¿No está Jehová entre nosotros? [Una referencia a la Gloria Shejiná en el Templo]. No vendrá mal sobre nosotros”. A lo que Miqueas respondió: “Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque” (Miqueas 3:12).
Cien años después, Jeremías también advirtió que Jerusalén sería destruida (Jeremías 7:12-15). Hablando por el Señor, Jeremías declaró, “Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador” (Jeremías 9:11).
Cuando el pueblo se negó a creer en sus palabras e incluso trató de matarlo como un traidor, Jeremías les recordó la anterior profecía de Miqueas (Jeremías 26:18). Pero el pueblo aún se negó a arrepentirse, y las profecías se cumplieron en el año 587 a. C., cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad y su templo.
Jerusalén Gentil
Después de 70 años de cautividad en Babilonia, los judíos regresaron a Jerusalén y reconstruyeron su templo y su ciudad. Pero se negaron a recibir a su Mesías, y por eso el Señor dio un segundo grupo de profecías concernientes a un período de tiempo cuando Jerusalén caería bajo el control gentil.
Jesús mismo pronunció estas importantes profecías durante la última semana de Su vida. Mientas estaba sentado en el Monte de los Olivos hablando con Sus discípulos, Él señaló a Jerusalén y su tempo y dijo: “En cuanto a estas cosas que ven, vendrán días cuando no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Lucas 21:6).
Más tarde, en el mismo discurso, Jesús declaró que la ciudad sería rodeada por ejércitos que procederían a desolarla (Lucas 21:20). Refiriéndose a los judíos en la ciudad en ese momento, dijo, “Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones…” (Lucas 21:24a).
Estas profecías se cumplieron 40 años más tarde, cuando los romanos, bajo Tito, destruyeron completamente la ciudad, incluido el templo.
Pero note que Jesús hizo otra profecía acerca de la ciudad en el mismo discurso. Él dijo: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24b). Los romanos fueron seguidos por los bizantinos, y ellos fueron sucedidos, en orden, por los musulmanes, los cruzados, los mamelucos, los turcos, los británicos y los jordanos.
Tal como Jesús profetizó, la ciudad sufrió un largo período de control gentil hasta el 7 de junio de 1967, cuando — por primera vez en 1,897 años — los judíos recuperaron la soberanía sobre la ciudad. Fue en ese día que el rabino Shlomo Goren fue al Muro Occidental y exclamó: “Les proclamo el comienzo de la Era Mesiánica”.
El tercer grupo de profecías acerca de la ciudad explica por qué dijo estas palabras.
Jerusalén del Tiempo del Fin
Cuatrocientos años antes de Jesús, el profeta Zacarías dio una extraordinaria serie de profecías acerca de los eventos que afectarían a Jerusalén en los tiempos del fin, justo antes de lo que llamamos la Segunda Venida del Mesías. Estas profecías están registradas en Zacarías 12:1-6. Específicamente, las profecías son las siguientes:
- Los judíos estarán de regreso en la tierra de Israel.
- Los judíos estarán de regreso en la ciudad de Jerusalén.
- El ejército israelí será como “brasero de fuego entre leña”.
- Jerusalén se convertirá en el punto focal de la política mundial.
- Todas las naciones del mundo se unirán contra Jerusalén.
¡Por favor observe que éstas son profecías que se han cumplido! El judío está de regreso en su tierra y su ciudad. A pesar del minúsculo tamaño de la nación, sus fuerzas militares son consideradas entre las más poderosas del mundo. Realmente han sido como una “tea de fuego entre las gavillas” en guerra tras guerra.
Israel se convirtió en el punto focal de la política mundial en 1973, durante la Guerra de Yom Kippur. Cuando Occidente vino en ayuda de Israel, los árabes lanzaron un boicot petrolero (¿recuerdan aquellas largas filas en las gasolineras?), que hizo que las naciones occidentales se pusieran de rodillas. El resultado fue que todas las naciones de Europa Occidental retiraron su apoyo a Israel y tomaron una posición neutral o se alinearon con los árabes en su determinación de aniquilar al Estado judío.
Con respecto a la última profecía citada anteriormente, en los últimos años, todas las naciones del mundo han venido contra Israel. Esto incluye a los Estados Unidos bajo los presidentes George H. W. Bush, Bill Clinton, George Bush y Barack Obama. El presidente Donald Trump, quien finalmente reconoció a Jerusalén como la capital de Israel, no obstante mostró su determinación de obligar a Israel a entregar gran parte de su territorio central de Judea y Samaria.
Zacarías enumera algunas otras profecías del tiempo del fin con respecto a Jerusalén que aún no se han cumplido. Estas emocionantes profecías están contenidas en Zacarías 12:8-10. Declaran que el Señor defenderá a Jerusalén contra sus enemigos y que el resultado de todas las batallas del tiempo del fin será el arrepentimiento de un gran remanente de los judíos que “mirarán a Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por Él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10). En respuesta, el Señor salvará este remanente al abrir una fuente de salvación en Jerusalén “para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1)
En el capítulo 14, Zacarías describe en detalla cómo el Señor rescatará a Jerusalén en el último momento, cuando parece no haber esperanza: “Entonces saldrá el Señor y combatirá contra aquellos pueblos, como combatió en el día de la batalla” (Zacarías 14:3). Él hablará una plaga sobrenatural que matará a todos los soldados enemigos de golpe (Zacarías 14:12). El versículo 9 nos dice que el resultado de este día trascendental será la coronación de Jesús como “rey sobre toda la tierra”.
Esta maravillosa promesa nos introduce a la cuarta categoría de profecías que se relacionan con Jerusalén.
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Libro: El Plan de Dios para las Edades (2da. Ed.) – Capítulo 13 (parte 2 de 2)
Babilonia en la Profecía
¿Será el cuartel general del Anticristo?
El Destino de Babilonia
Con respecto a Babilonia siendo destruida y nunca más reconstruida, echemos un vistazo a Isaías 13:
17) Voy a provocar a los medos [los caldeos] contra ellos. . .
19) Y Babilonia, hermosura de los reinos, gloria del orgullo de los caldeos, será como cuando Dios destruyó a Sodoma y a Gomorra.
20) Nunca más será poblada ni habitada de generación en generación. . .
Aquellos que argumentan a favor de la reconstrucción de Babilonia descartan este pasaje por varias razones. Primero, argumentan que es una profecía del tiempo del fin que se refiere a la destrucción de Babilonia al final de la Tribulación.
Pero esto simplemente no es cierto. El contexto habla claramente de la conquista de Babilonia por los medos. Ciertamente hay profecías del tiempo del fin acerca de Babilonia en Isaías 13, pero ésta no es una de ellas. Las profecías del tiempo del fin a menudo se mezclan con las profecías contemporáneas. Por ejemplo, en Lucas 21 algunas de las profecías sobre la destrucción de Jerusalén pertenecen al año 70 d. C., mientras que otras se refieren a los tiempos del fin.
La Naturaleza de la Destrucción de Babilonia
La segunda forma en que la gente trata de descartar el significado claro de Isaías 13:17-20 es argumentar que no podía referirse a la conquista de Babilonia por parte de los medos porque esa victoria fue tan sorprendente y rápida que no resultó en la destrucción de la ciudad. “El pasaje dice que Babilonia será destruida de la misma manera que Sodoma y Gomorra, y eso significa destrucción repentina y total”.
Es cierto que los medos conquistaron la ciudad de una manera relativamente incruenta y no devastadora. Supuestamente, represaron el río Éufrates, que atravesaba el centro de la ciudad. Entonces, mientras los gobernantes babilonios estaban en medio de una fiesta de borrachos, ¡los ejércitos de los medos simplemente caminaron por el lecho seco del río, debajo de los muros!
¡Pero el pasaje no dice que Babilonia será derrocada como Sodoma y Gomorra! Esta alegación se basa en una interpretación que el texto no justifica. Lea el pasaje cuidadosamente. Simplemente dice que después de que los medos conquisten la ciudad, “será como cuando Dios destruyó a Sodoma y Gomorra”.
Y eso es exactamente lo que sucedió. La ciudad fue conquistada por los medos en 539 a. C. A partir de entonces, entró en un fuerte declive. Cuando Alejandro Magno llegó 200 años después, estaba en ruinas. Anunció sus intenciones de reconstruirla, pero murió repentinamente antes de que pudiera hacer algo. Sus generales abandonaron la ciudad y trasladaron la capital al río Tigris, donde construyeron una nueva ciudad llamada Selucia. Babilonia llegó a ser como Sodoma y Gomorra — un montón de ruinas — y ha estado en esa condición desde entonces, tal como fue profetizado en Isaías 13.
La Reconstrucción de Saddam
Pero aquellos que creen que Babilonia será reconstruida contrarrestan afirmando que su reconstrucción fue iniciada por Saddam Hussein.
Es cierto que Saddam construyó uno de sus muchos palacios presidenciales allí, en las afueras de la antigua ciudad. Pero no reconstruyó la ciudad para habitarla. Todo lo que hizo fue restaurar algunas de las ruinas del palacio de Nabucodonosor como atracción turística. Las fotos satelitales modernas del sitio todavía muestran que es un montón de ruinas deshabitadas. Por supuesto, con técnicas de construcción modernas, el Anticristo podría construir rápidamente una sede internacional en el sitio, pero Isaías 13:20 dice que, una vez que sea conquistada por los medos, “nunca más será poblada ni habitada de generación en generación”.
Las Referencias en Apocalipsis
Entonces, ¿qué pasa con las referencias en el libro de Apocalipsis que indican claramente que Babilonia será la sede del Anticristo durante la Tribulación? El problema es que se usa un término calificativo que hace altamente cuestionable que el significado sea literalmente Babilonia.
El pasaje es Apocalipsis 17:5. En la Nueva Versión Estándar Americana, la traducción introduce al lector a “un misterio, Babilonia la Grande”. Las versiones King James y New King James traducen el significado como “Misterio Babilonia la Grande”. De cualquier manera, el uso de la palabra calificativa, misterio, indica fuertemente que Babilonia debe ser tomada simbólicamente. Esta conclusión se ve reforzada por Apocalipsis 11:8, donde Jerusalén se refiere simbólicamente como la ciudad “que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto”. Note nuevamente el uso de la palabra “en sentido espiritual” como un aviso de que el autor está hablando simbólicamente.
De la misma manera, Pedro usa Babilonia como un símbolo de Roma en 1 Pedro 5:13. Estaba escribiendo desde Roma, y cierra la epístola enviando saludos desde “la iglesia que está en Babilonia”. Esta declaración deja claro que entre los cristianos del primer siglo, Babilonia era un apodo para Roma.
Tenga en cuenta que, cuando Juan escribió Apocalipsis, él era un prisionero romano. Por lo tanto, no podía hacer ninguna referencia despectiva a Roma en sus escritos, por lo que usó el apodo de Babilonia e incluso enfatizó que era una palabra clave al referirse a ella como “Misterio Babilonia”.
Que Juan tenía a Roma en mente se indica más adelante en el capítulo 17 de Apocalipsis en dos lugares. En el versículo 9 se refiere a ella como la ciudad de los “siete montes”. En el contexto del primer siglo, esto sólo podía referirse a Roma, que era conocida como “la ciudad de las siete colinas”. En el versículo 18, Juan se refiere a la ciudad como “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. Una vez más, esto sólo podría haber sido Roma en un entorno del primer siglo.
Un Desafío
Entonces, ahí lo tienen — un resumen de todos los argumentos a favor y en contra sobre si la capital del Anticristo del tiempo del fin será o no la antigua Babilonia o la Roma moderna. Lo desafío a ser un buen bereano (Hechos 17:10-11). Profundice en las Escrituras, estudie diligentemente y saque sus propias conclusiones.
Lo importante a tener en cuenta es que realmente no hace ninguna diferencia si será Babilonia o Roma, porque de cualquier manera, Dios Todopoderoso va a destruir la ciudad, su rey y todas sus actividades pecaminosas en una hora de un día (Apocalipsis 18:8, 10).
Lea la parte 1 aquí
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)