Contenido
»» Prefacio
»» Introducción
»» Video
Apocalipsis 20
»» La Guerra de Elam
Referencias
El Autor
Contenido
»» Prefacio
»» Introducción
»» Video
Referencias
El Autor
La mayoría de la gente está al tanto de una guerra del tiempo del fin profetizada en la Biblia llamada “La batalla de Armagedón”. Pero, ¿sabía que la profecía bíblica revela otras ocho guerras? ¡Ármese con la verdad de lo que dice la Palabra profética de Dios acerca de los tiempos del fin, y asegúrese de estar listo para el regreso de Jesús!
El Dr. David Reagan es un escritor prolífico, orador y maestro de la Palabra profética de Dios, con numerosos libros de gran éxito, artículos y otros materiales que se centran en los tiempos del fin.
El Ministerio Cordero y León se inició en abril de 1980, cuando David Reagan dejó una exitosa carrera académica en Derecho Internacional y Política, para perseguir el llamado que Dios puso en su corazón. Bien conocido y amado por su estilo comprometido de “decir las cosas como son”, el compromiso de Dave de compartir las Buenas Nuevas del pronto regreso de Jesús continúa impactando almas en todo el mundo.
Si bien el Dr. Reagan ha renunciado como Director y Evangelista Sénior del Ministerio Cordero y León, continúa sirviendo escribiendo y apareciendo ocasionalmente como invitado en el programa del ministerio, Cristo en la Profecía.
Los Milagros de Jesús
Cuatro Milagros en un Día
El evangelio de Mateo registra cuatro milagros que Jesús realizó en Capernaum, todos en un solo día. El primero se refería a la hija del jefe de la sinagoga, un hombre llamado Jairo. Se acercó a Jesús, se inclinó y anunció que su hija acababa de morir. Con gran fe, afirmó, “. . . ven y pon tus manos sobre ella, y vivirá” (Mateo 9:18-19).
Jesús comenzó a seguir a Jairo a su casa, pero no era fácil, porque había una multitud de personas que lo seguían a dondequiera que iba. En medio de esa multitud había una mujer que había estado sufriendo de una hemorragia durante 12 años. Ella se acercó por detrás a Jesús, y tocó el borde de su manto, pensando: “Si tocare solamente su manto, seré salva” (Mateo 9:20-22).
Cuando ella tocó Su manto, Jesús sintió que poder fluyó de Él. Se volvió y le dijo: “Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).
Jesús se dirigió a la casa de Jairo, y cuando llegó, encontró a muchas personas allí llorando y lamentándose en voz alta (Mateo 9:23-26). Él les dijo: “Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme” (Mateo 9:24). Esta declaración llevó a la gente a ridiculizarlo y reírse de Él. Pero su risa no duró mucho porque, para su asombro, inmediatamente resucitó a la niña de entre los muertos.
Cuando Jesús salió de la casa de Jairo, dos ciegos comenzaron a seguirlo gritando: “¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” (Mateo 9:27-31). Ese clamor mismo, “¡Hijo de David!”, fue un reconocimiento de Jesús como el Mesías prometido.
Jesús les preguntó: “¿Creéis que puedo hacer esto?”. Ellos dijeron: “Sí, Señor”. Jesús respondió: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Y su vista fue restaurada al instante (Mateo 9:27-30).
El cuarto milagro en ese día extraordinario ocurrió inmediatamente después de la curación de los dos ciegos. Un hombre mudo, poseído por demonios, fue llevado a Jesús para que lo sanara. Jesús inmediatamente echó fuera al demonio, y el hombre comenzó a hablar. La Biblia dice que la multitud comenzó a maravillarse, diciendo: “Nunca se ha visto cosa semejante en Israel” (Mateo 9:32-33).
Jesús realizó muchos otros milagros en Capernaum, tal como lo hizo en los otros dos pueblos donde enfocó Su ministerio.
Corazín
Uno de ellos era un pueblo llamado Corazín. Está ubicado en las colinas de Galilea, a unas 3 millas al norte del Mar de Galilea y a 900 pies sobre él. A diferencia de los otros dos pueblos donde Jesús enfocó Su ministerio, Capernaum y Betsaida, Corazín no era un pueblo de pescadores. Las personas que vivían allí se ganaban la vida cultivando trigo.
La Biblia no registra ningún milagro específico que Jesús haya realizado en Corazín, pero sabemos que realizó muchos porque Corazín se menciona en Mateo 11:20 como uno de los pueblos donde “había hecho mucho de sus milagros”.
Me encanta visitar la ciudad de Corazín, porque está fuera de los caminos trillados, y sus restos son esencialmente lo que existía en la época de Jesús. La pieza central de la ciudad es una sinagoga restaurada donde Jesús habría enseñado. Cerca de la entrada de la sinagoga hay un asiento de honor reservado para invitados especiales y líderes religiosos. Era llamada “la silla de Moisés”. Jesús se refirió a ella en Mateo 23:1-2, cuando dijo: “Los escribas y los fariseos se han sentado en la silla de Moisés. De modo que hagan y observen todo lo que les digan; pero no hagan conforme a sus obras...”.
Cuando llevo grupos de peregrinación a Corazín, siempre me tomo el tiempo para sentarlos bajo una hermosa arboleda cerca de la sinagoga, y luego uso ese entorno único para enseñar sobre el poder sanador de Jesús.
Comienzo ese servicio señalando que “Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hebreos 13:8). Así como sanó en el primer siglo, Él sana hoy.
Luego llamo a la gente a pasar al frente para orar. A lo largo de los años, Dios nos ha bendecido con varias sanidades. Una que recuerdo en particular fue experimentada por el director de medios de nuestro ministerio en ese momento, un hombre llamado Don Gordoni.
Una Sanidad Moderna
Don había sufrido durante muchos años una alergia al gluten, lo que significaba que no podía comer nada que contuviera trigo. En una ocasión, mientras dirigía el servicio de sanidad en Corazín, Don estaba ocupado filmándolo para un video que estábamos preparando sobre Israel. Cuando regresamos al autobús, Don me preguntó si podíamos esperar unos minutos porque había algo que tenía que hacer. Le dije que esperaríamos, y regresó en unos 10 minutos.
Más tarde esa tarde le pregunté a Don qué necesitaba hacer en Corazín. Dijo que había decidido regresar a la arboleda donde habíamos llevado a cabo el servicio de sanidad, porque quería orar por su propia sanidad. Dijo que mientras oraba, recibió una fuerte convicción de que había sido sanado. En consecuencia, me informó que iba a comer algunos productos de trigo esa noche.
¡Ese anuncio puso a prueba mi fe! Me apresuré a recordarle a Don que él era la única persona que sabía cómo operar la cámara de video, y que necesitábamos desesperadamente que estuviera sano. Pero Don estaba convencido, así que esa noche comió productos de trigo, ¡y los ha estado comiendo desde entonces!
Betsaida
El tercer pueblo en el triángulo de ministerio de Jesús, fue el pueblo de Betsaida. El nombre significa “pueblo del pescador”. Esta era la ciudad natal de Pedro, Andrés y Felipe. Pedro se mudó a Capernaum después de casarse. Al ser un pueblo de pescadores, como Capernaum, estaba situado muy cerca de la orilla del Mar de Galilea.
En una llanura al sur de la ciudad se encuentra el sitio tradicional del único milagro de Jesús que se registra en los cuatro Evangelios: La alimentación de los 5,000.
Jesús fue confrontado allí con una gran multitud de personas que habían venido a escuchar Sus enseñanzas y experimentar Su poder sanador (Lucas 9:10-17). Tenían hambre, y Él sintió compasión por ellos. Sus discípulos comenzaron a buscar comida, pero todo lo que pudieron encontrar fue un niño que tenía cinco panes y dos peces.
Jesús ordenó a la multitud que se sentara en la hierba. Luego tomó los cinco panes y los dos peces, y mirando hacia el cielo, bendijo la comida. Luego se distribuyó la comida, y cuando todos terminaron de comer, ¡sobraron doce canastas de comida!
La Biblia dice que 5,000 hombres fueron alimentados ese día, “sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:21). Entonces, ¡lo que comúnmente se conoce como la alimentación de los 5,000 realmente equivalía a la alimentación de al menos 15,000 personas!
Ese fue un milagro bastante espectacular, pero hubo otros dos que Jesús realizó que fueron igualmente espectaculares — los cuales ocurrieron en el Mar de Galilea.
El Mar de Galilea
Al principio de Su ministerio, Jesús y sus discípulos decidieron cruzar el Mar de Galilea en un bote. Jesús estaba cansado, así que bajó a la barca y se durmió. Mientras dormía, una de las tormentas repentinas y violentas por las que el lago es famoso, de repente descendió de las montañas circundantes y el bote comenzó a inundarse de agua (Mateo 8:23-27).
Los discípulos del Señor lo despertaron y clamaron: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Jesús respondió regañándolos y preguntándoles: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”. Entonces Jesús reprendió a los vientos, y el mar se calmó perfectamente. Los hombres se maravillaron de esto y preguntaron: “¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”.
Al final de Su ministerio, Jesús nuevamente dejó a sus discípulos asombrados, cuando vino caminando hacia ellos en el lago. Una vez más se vieron atrapados en una tormenta, cuando de repente vieron al Señor caminando hacia ellos en la superficie del mar. Al principio pensaron que era un fantasma. Pero luego les habló y reconocieron Su voz (Mateo 14:22-27).
Fue entonces cuando Pedro se emocionó y saltó del bote. Comenzó a caminar hacia Jesús, cuando de repente se asustó. En ese momento, comenzó a hundirse. Él gritó: “¡Señor, sálvame!”. Jesús lo sacó del agua y le preguntó: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:28-31).
Cuando Jesús subió a la barca, el viento se detuvo y los discípulos comenzaron a adorarlo, diciendo: “¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!” (Mateo 14:32-33).
La Dureza de los Corazones
Los milagros de Jesús fueron muy convincentes para Sus discípulos y para algunas personas de Galilea. Pero las Escrituras indican que la gran mayoría no estaba convencida. Demostraron ser buscadores de emociones, muy parecidos a muchas personas hoy en día, que buscan celosamente milagros en lugar del hacedor de milagros, Jesús.
Para darles un ejemplo de lo que estoy hablando, el día después de que Jesús alimentó a los 5,000, ¡las multitudes le pidieron que hiciera un milagro para que pudieran creer en Él! (Juan 6:30).
Es un triste comentario sobre la condición caída de la humanidad. Lo mismo sucedió durante el tiempo de Moisés. Dios realizó milagro tras milagro a través de él, sin embargo, se nos dice en Salmos 78 que los hijos de Israel continuamente pusieron a Dios a prueba, hablaron en contra de Dios y “no dieron crédito a sus maravillas” (Salmo 78:32).
Jesús predijo esta actitud incrédula en Su historia sobre el hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31). Ambos hombres murieron y fueron al Hades, pero a compartimentos separados. Lázaro fue al Paraíso, el hombre rico a Tormentos. Había un abismo entre ellos que no podían cruzar. Podían verse y comunicarse. El hombre rico gritó y suplicó que se le permitiera regresar y advertir a sus cinco hermanos del lugar de tormento donde había sido enviado a causa de sus pecados. Pero se le negó con estas palabras: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:31).
En cumplimiento de estas palabras, Jesús más tarde levantó de entre los muertos a un hombre llamado Lázaro, después de haber estado en la tumba durante cuatro días, y los líderes religiosos judíos reaccionaron haciendo que Jesús fuera clavado en una cruz (Juan 11:1-44).
Es por eso que la historia de Jesús en Galilea termina tan tristemente. Cuando salió del área por última vez, pronunció una maldición sobre las tres ciudades donde había derramado Su corazón y Su compasión milagro tras milagro. Esto es lo que dijo (Mateo 11:21-24):
21) ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza . . .
23) Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades[a] serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy.
24) Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.
Usted puede creer o no creer, pero creo que los milagros de Jesús afirman que Él era Dios hecho carne. Y quiero asegurarles que Jesús todavía está haciendo milagros hoy, el mayor de los cuales son las transformaciones de vidas.
Un Milagro de Transformación
Como ejemplo del poder milagroso de Dios en acción hoy, permítanme señalarles la vida de mi querido amigo y compañero ministro, Jack Hollingsworth. Él es la persona que sirve como el cantante destacado en nuestro programa de televisión, “Cristo en la Profecía”.
Jack vivió en las calles como un borracho sin hogar durante 20 años. En 1988 entró en un centro de desintoxicación en Lexington, Kentucky, donde conoció a una pequeña dama llamada Sally. Ella tenía sólo 4’10” de altura, pero era dura y había tratado con estafadores alcohólicos durante años. Ella conocía todos sus trucos. Y, como dije, ella era una cliente difícil. Debido a eso, y debido a su altura (410), le habían dado el nombre de “Escopeta”.
Sally confrontó a Jack con Jesús, y cuando él respondió diciendo que no quería escuchar nada de esas “cosas de Jesús”, ella lo miró a los ojos y dijo: “¡En el nombre de Jesús nunca podrás emborracharte de nuevo!”. Jack se echó a reír. “Soy un borracho profesional”, le dijo, “y te mostraré si puedo emborracharme o no”. Se fue y comenzó a beber.
Dos semanas después, Jack regresó y dijo: “Cuéntame más acerca de este Jesús. He estado bebiendo desde que me fui de aquí, y no he podido emborracharme”. Sally rápidamente lo llevó al Señor. El 8 de diciembre de 1988 Jack nació de nuevo. Como él dice a menudo, “¡Cambié al viejo Jack Daniels por Juan 3:16!”.
Un año después, él y Sally se casaron. En 1993 formaron un ministerio llamado Hechos 29, y han estado en el camino desde entonces, cantando y predicando y enseñando las buenas nuevas de cómo Jesús puede transformar cualquier vida a través del poder del Espíritu Santo.2
¿Y Usted?
¿Necesita un milagro transformador? Si es así, acérquese con fe y clame a Jesús por ayuda. Verá, cuando pone su fe en Jesús como su Señor y Salvador, el Espíritu Santo comienza a morar en usted y comienza a moldearlo a la imagen de Jesús. Los borrachos se vuelven sobrios, los drogadictos son liberados, los adúlteros se vuelven fieles, los criminales se vuelven rectos, y los homosexuales se transforman.
Es lo que la Biblia llama santificación, y es un milagro. Lo insto a creer en Jesús y abrir su vida al poder milagroso de Dios.
Lea la parte 1 aquí
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Los Milagros de Jesús
Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron [a Jesús] todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados . . . Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios . . . — Marcos 1:32 y 34.
Jesús realizó muchos milagros durante su ministerio terrenal. ¿Cuál fue la naturaleza de esos milagros? ¿Cuál era su propósito? ¿Y cómo se relacionan contigo y conmigo hoy?
Los cuatro evangelios registran 35 milagros separados de Jesús, pero éstos no fueron los únicos que realizó. 1
En el evangelio de Mateo, dice que Jesús recorrió toda Galilea enseñando en las sinagogas y “sanando toda enfermedad”. Mateo luego se pone específico, afirmando que Jesús sanó “diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, epilépticos y paralíticos...” (Mateo 4:23-24).
El evangelio de Juan concluye con la intrigante declaración de que Jesús hizo tantas cosas, que si se registraran en detalle, “ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).
El Propósito de los Milagros
El propósito fundamental de los milagros de Jesús era demostrar que Él era Dios hecho carne, el Mesías prometido. En Juan 10:25 Jesús dijo: “Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí”. Más tarde, en el mismo discurso, dijo: “... creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre” (Juan 10:38).
El Testimonio de los Apóstoles
Los apóstoles señalaron los milagros de Jesús en sus sermones, para afirmar Su divinidad. Por ejemplo, en el primer sermón del evangelio, el que Pedro predicó en Pentecostés en Jerusalén, Pedro proclamó a Jesús como el Mesías, afirmando que fue “aprobado por Dios con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo por medio de él...” (Hechos 2:22).
Y más tarde, en su sermón a Cornelio y su casa en Cesarea, Pedro dijo: “Vosotros sabéis cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).
Tipos de Milagros
Hubo varios tipos de milagros que Jesús realizó, todos los cuales fueron diseñados para ilustrar diferentes facetas de Su divinidad.
Por ejemplo, demostró que era el “Señor del Tiempo”, al convertir instantáneamente el agua en vino; e ilustró que era el “Señor de la Creación”, al multiplicar los panes y los peces. Él demostró que era el “Señor de la Naturaleza”, al calmar una tormenta y caminar sobre el agua.
Él demostró que era el “Señor de la Salud”, cuando sanó a los leprosos, restauró la vista y el oído, y liberó a las personas de la epilepsia y la parálisis. Algunas de estas curaciones se realizaron sin que Él estuviera presente, lo que demostró que era el “Señor del Espacio”.
Repetidamente expulsó demonios de las personas, proporcionando evidencia de que Él era “Señor de lo Sobrenatural”.
De la misma manera, demostró que era el “Señor de la Vida y de la Muerte”, cuando resucitó a la gente de entre los muertos, como su querido amigo Lázaro, que había estado en su tumba durante cuatro días.
El Milagro en Caná
Con estos antecedentes, visitemos algunos de los sitios donde Jesús realizó Sus milagros, y comencemos en el pueblo de Caná.
Jesús transformó este oscuro pueblo en un lugar de fama mundial. Eso es porque Él realizó Su primer milagro allí en una fiesta de bodas, y durante 2,000 años en el mundo cristiano, apenas se ha realizado una boda donde este pueblo no haya sido mencionado.
El milagro fue provocado por el hecho de que el anfitrión se quedó sin vino. Cuando esto sucedió, Jesús procedió a convertir seis vasijas de agua en vino de la más alta calidad, demostrando que Él era el Señor del tiempo (Juan 2:1-11).
El evangelio de Juan termina la historia con esta observación: “Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2:11).
Otro Milagro en Caná
Por cierto, Jesús realizó otro milagro en Caná del que rara vez se oye hablar. Ocurrió más tarde en Su ministerio. Un día, mientras pasaba por el pueblo, fue confrontado por un funcionario real, miembro de la corte del rey Herodes Antipas. El hombre era de Capernaum, a unas 20 millas de distancia. Había oído hablar de los poderes sanadores de Jesús, y vino a buscarlo para pedirle que sanara a su hijo (Juan 4:46-54).
El hombre le rogó a Jesús que fuera con él a Capernaum, para sanar a su hijo antes de que muriera. Jesús respondió diciendo: “Ve; tu hijo vive”. El hombre le creyó a Jesús, e inmediatamente se dirigió a casa. Antes de que pudiera llegar a Capernaum, fue recibido por los sirvientes de la casa, quienes le informaron que su hijo había sido sanado.
El Testimonio de los Milagros de Caná
Cuando Jesús transformó el agua en vino, demostró que era Señor tanto del tiempo como de la materia. Él no necesitaba jugo de uva, ni necesitaba esperar el proceso de fermentación.
Cuando sanó al hijo del sirviente real, Jesús demostró que era el Señor de la salud y el espacio. Él no necesitaba estar físicamente presente, ni necesitaba tocar al niño.
Un Milagro Relacionado con un Hombre de Caná
Una de las iglesias en Caná se llama la Capilla de San Bartolomé. Honra a un apóstol de Jesús que vino del pueblo. Su nombre era Natanael, pero a menudo se le conoce en las Escrituras como Bartolomé (Mateo 10:3).
Natanael es el hombre que, cuando escuchó por primera vez acerca de Jesús de boca de su amigo Felipe, dijo: “¿De Nazaret puede salir algo?” (Juan 1:46). Pero, cuando conoció a Jesús, quedó tan profundamente impresionado, que exclamó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49).
La razón por la que Jesús tuvo un impacto tan grande en Natanael es porque Jesús lo saludó con un milagro de conocimiento. Le dijo a Natanael: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño!” (Juan 1:47). Cuando Natanael respondió preguntando cómo lo conocía Jesús, Jesús dijo: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (Juan 1:48).
La confesión de Natanael de Jesús como Dios en la carne es la segunda registrada en las Escrituras. La primera vino de la boca de Juan el Bautista cuando Jesús apareció en el
Río Jordán para ser bautizado. Juan proclamó: "¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29).
El Problema con Nazaret
El comentario burlón de Natanael sobre Nazaret se basó en el hecho de que era un pequeño pueblo rústico de sólo unas 200 personas, y era el pueblo donde Jesús había crecido con sus padres. Por lo tanto, era difícil para Natanael creer que alguien significativo pudiera provenir de un lugar así.
Las Escrituras revelan un punto interesante acerca de Nazaret que se relaciona con el poder milagroso de Jesús. La Biblia dice que Jesús no pudo realizar ningún milagro poderoso en su ciudad natal de Nazaret “a causa de su incredulidad” (Mateo 13:58).
Su incredulidad probablemente estaba arraigada en el hecho de que Jesús era un muchacho de la ciudad natal, a quien la mayoría de ellos había conocido toda su vida. Al igual que Natanael, a ellos también les resultaba difícil creer que alguien de su aldea pudiera ser un poderoso hacedor de milagros.
Independientemente de su motivación, esta fascinante declaración acerca de su incredulidad, que restringió el poder de Jesús, es algo que debemos tener en cuenta cuidadosamente, porque señala que tú y yo, por más débiles que seamos, podemos limitar el poder de Dios en nuestras vidas por nuestra incredulidad.
Un Ejemplo Personal
En ese sentido, nunca olvidaré una experiencia personal que me ilustró vívidamente este punto. Estaba celebrando una reunión en una iglesia muy tradicional en Nashville, Indiana, un pintoresco pueblo a unas 45 millas al sur de Indianápolis. Al final del servicio de adoración el domingo por la mañana, ofrecí una invitación para cualquiera que necesitara sanidad. Una persona vino al frente y me pidió que orara para que fuera curado de cáncer.
Debido a que había discernido espiritualmente un nivel muy alto de incredulidad entre los asistentes, decidí hacer algo que nunca antes había hecho. Anuncié la necesidad de oración de la persona, y luego pedí a todos aquellos que creían que el Señor podía sanarlo que levantaran la mano. Hubo una larga pausa incómoda, y luego un hombre cerca de la parte de atrás levantó la mano. Le pedí que se presentara. Una vez más, les pedí a aquellos que creían que Dios podía sanar (no que lo haría, sino que podía) que levantaran la mano. Otra larga pausa. Se levantaron más manos.
Terminamos con seis personas que expresaron su creencia en el poder sanador de Dios. Luego les pedí que formaran un círculo alrededor de la persona que pedía oración y que se tomaran de las manos. Le expliqué que estábamos creando un escudo de fe para protegernos de la incredulidad. Luego procedimos a orar por la persona.
Nunca olvidaré el resultado. El Espíritu Santo cayó con gran poder, y la gente comenzó a pasar al frente por docenas para orar. Nunca había visto algo así en una de mis reuniones.
Francamente, casi entré en shock. ¡También lo hicieron algunos de los miembros más serios de la congregación!
¡Los teléfonos debieron haber sonado de las paredes esa tarde, porque esa noche tuvimos una multitud más grande que el domingo por la mañana! Era obvio que muchos habían venido por pura curiosidad. Una vez más, el Espíritu se movió con gran poder y, de nuevo, muchos vinieron al frente para ser ministrados.
Se corrió la voz de que íbamos a tener un “Fiestón del Espíritu Santo”, y la asistencia continuó creciendo. Para la última noche, miércoles, teníamos casi 400 personas presentes. ¡La ciudad tenía sólo 740 residentes!
El Enfoque Geográfico de los Milagros de Jesús
Cuando la ciudad natal de Jesús, Nazaret, lo rechazó al principio de Su ministerio, trasladó su base de operaciones a Capernaum, ubicada en la costa norte del Mar de Galilea.
A partir de entonces, Jesús enfocó Su ministerio en un triángulo de ciudades: Capernaum, Corazín y Betsaida. La mayoría de Sus milagros galileos se realizaron en estas tres ciudades.
Milagros en Capernaum
El primer milagro que Jesús realizó en Capernaum fue la curación del siervo de un centurión romano. Este soldado de un ejército de ocupación se acercó a Jesús con humildad y le pidió que sanara a un siervo que estaba al borde de la muerte. Jesús accedió a hacerlo y le pidió al soldado que lo llevara a su casa. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará” (Mateo 8:8).
Cuando Jesús escuchó estas palabras, la Biblia dice: “Se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe . . . Ve, y como creíste, te sea hecho” (Mateo 8:10-13).
Este centurión era lo que los judíos llamaban “un gentil justo”. Era un hombre de fe. También era un hombre muy generoso, porque la Biblia dice que fue él quien suministró los fondos para construir la sinagoga que existía en Capernaum en la época de Jesús (Lucas 7:1-5).
El segundo milagro que Jesús realizó en Capernaum ocurrió en la casa del apóstol Pedro. Por cierto, la casa de Pedro es probablemente el lugar donde Jesús mismo vivió. La historia de ese milagro está registrada en tres de los Evangelios. Así es como se describe en el Evangelio de Marcos (Marcos 1:29-31):
Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella. Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre . . .
Ella no sólo fue sanada instantáneamente, sino que se levantó y, en su alegría, ¡comenzó a servir comida a los hombres!
Esta sanidad debe haber causado un gran revuelo, porque Marcos agrega esta observación: “Cuando llegó la noche . . . le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados . . . Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios . . .” (Marcos 1:32-34).
El tercer milagro específico, que la Biblia menciona que Jesús realizó en Capernaum, también ocurrió en una casa privada. La Biblia dice que Jesús estaba enseñando en una casa que estaba llena de oyentes entusiastas. Mientras hablaba, algunos hombres trajeron a un paralítico para que lo sanara. Como no podían entrar por la puerta, debido al tamaño de la multitud, subieron al techo y bajaron al hombre en una camilla (Marcos 2:1-12).
Cuando Jesús fue testigo de su gran fe y persistencia, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Marcos 2:5). Ahora bien, ésa fue una declaración revolucionaria, ya que Dios es el único que puede perdonar pecados. El punto, por supuesto, es que, al hacer tal declaración, Jesús estaba afirmando Su divinidad.
Los fariseos que estaban presentes, reconocieron este hecho inmediatamente y dijeron: “¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Marcos 2:7). Jesús, sabiendo lo que pensaban los fariseos, dijo a la multitud: “... Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados . . . A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Marcos 2:10-11). Y el paralítico fue sanado al instante.
En respuesta a este milagro, la Biblia dice que toda la gente se asombró y comenzó a glorificar a Dios, diciendo: “¡Nunca hemos visto cosa semejante!” (Marcos 2:12).
Lea la parte 2 aquí
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Los cuatro días de la Redención
Temas incluidos en esta edición: