jueves, 13 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 9 (parte 2 de 2)

Los Milagros de Jesús

Por Dr. David R. Reagan

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Cuatro Milagros en un Día

El evangelio de Mateo registra cuatro milagros que Jesús realizó en Capernaum, todos en un solo día. El primero se refería a la hija del jefe de la sinagoga, un hombre llamado Jairo. Se acercó a Jesús, se inclinó y anunció que su hija acababa de morir. Con gran fe, afirmó, “. . . ven y pon tus manos sobre ella, y vivirá” (Mateo 9:18-19).

Jesús comenzó a seguir a Jairo a su casa, pero no era fácil, porque había una multitud de personas que lo seguían a dondequiera que iba. En medio de esa multitud había una mujer que había estado sufriendo de una hemorragia durante 12 años. Ella se acercó por detrás a Jesús, y tocó el borde de su manto, pensando: “Si tocare solamente su manto, seré salva” (Mateo 9:20-22).

Cuando ella tocó Su manto, Jesús sintió que poder fluyó de Él. Se volvió y le dijo: “Ten ánimo, hija, tu fe te ha salvado” (Mateo 9:22).

Jesús se dirigió a la casa de Jairo, y cuando llegó, encontró a muchas personas allí llorando y lamentándose en voz alta (Mateo 9:23-26). Él les dijo: “Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme” (Mateo 9:24). Esta declaración llevó a la gente a ridiculizarlo y reírse de Él. Pero su risa no duró mucho porque, para su asombro, inmediatamente resucitó a la niña de entre los muertos.

Cuando Jesús salió de la casa de Jairo, dos ciegos comenzaron a seguirlo gritando: “¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!” (Mateo 9:27-31). Ese clamor mismo, “¡Hijo de David!”, fue un reconocimiento de Jesús como el Mesías prometido.

Jesús les preguntó: “¿Creéis que puedo hacer esto?”. Ellos dijeron: “Sí, Señor”. Jesús respondió: “Conforme a vuestra fe os sea hecho”. Y su vista fue restaurada al instante (Mateo 9:27-30).

El cuarto milagro en ese día extraordinario ocurrió inmediatamente después de la curación de los dos ciegos. Un hombre mudo, poseído por demonios, fue llevado a Jesús para que lo sanara. Jesús inmediatamente echó fuera al demonio, y el hombre comenzó a hablar. La Biblia dice que la multitud comenzó a maravillarse, diciendo: “Nunca se ha visto cosa semejante en Israel” (Mateo 9:32-33).

Jesús realizó muchos otros milagros en Capernaum, tal como lo hizo en los otros dos pueblos donde enfocó Su ministerio.

Corazín

Uno de ellos era un pueblo llamado Corazín. Está ubicado en las colinas de Galilea, a unas 3 millas al norte del Mar de Galilea y a 900 pies sobre él. A diferencia de los otros dos pueblos donde Jesús enfocó Su ministerio, Capernaum y Betsaida, Corazín no era un pueblo de pescadores. Las personas que vivían allí se ganaban la vida cultivando trigo.

La Biblia no registra ningún milagro específico que Jesús haya realizado en Corazín, pero sabemos que realizó muchos porque Corazín se menciona en Mateo 11:20 como uno de los pueblos donde “había hecho mucho de sus milagros”.

Me encanta visitar la ciudad de Corazín, porque está fuera de los caminos trillados, y sus restos son esencialmente lo que existía en la época de Jesús. La pieza central de la ciudad es una sinagoga restaurada donde Jesús habría enseñado. Cerca de la entrada de la sinagoga hay un asiento de honor reservado para invitados especiales y líderes religiosos. Era llamada “la silla de Moisés”. Jesús se refirió a ella en Mateo 23:1-2, cuando dijo: “Los escribas y los fariseos se han sentado en la silla de Moisés. De modo que hagan y observen todo lo que les digan; pero no hagan conforme a sus obras...”.

Cuando llevo grupos de peregrinación a Corazín, siempre me tomo el tiempo para sentarlos bajo una hermosa arboleda cerca de la sinagoga, y luego uso ese entorno único para enseñar sobre el poder sanador de Jesús.

Comienzo ese servicio señalando que “Jesús es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hebreos 13:8). Así como sanó en el primer siglo, Él sana hoy.

Luego llamo a la gente a pasar al frente para orar. A lo largo de los años, Dios nos ha bendecido con varias sanidades. Una que recuerdo en particular fue experimentada por el director de medios de nuestro ministerio en ese momento, un hombre llamado Don Gordoni.

Una Sanidad Moderna

Don había sufrido durante muchos años una alergia al gluten, lo que significaba que no podía comer nada que contuviera trigo. En una ocasión, mientras dirigía el servicio de sanidad en Corazín, Don estaba ocupado filmándolo para un video que estábamos preparando sobre Israel. Cuando regresamos al autobús, Don me preguntó si podíamos esperar unos minutos porque había algo que tenía que hacer. Le dije que esperaríamos, y regresó en unos 10 minutos.

Más tarde esa tarde le pregunté a Don qué necesitaba hacer en Corazín. Dijo que había decidido regresar a la arboleda donde habíamos llevado a cabo el servicio de sanidad, porque quería orar por su propia sanidad. Dijo que mientras oraba, recibió una fuerte convicción de que había sido sanado. En consecuencia, me informó que iba a comer algunos productos de trigo esa noche.

¡Ese anuncio puso a prueba mi fe! Me apresuré a recordarle a Don que él era la única persona que sabía cómo operar la cámara de video, y que necesitábamos desesperadamente que estuviera sano. Pero Don estaba convencido, así que esa noche comió productos de trigo, ¡y los ha estado comiendo desde entonces!

Betsaida

El tercer pueblo en el triángulo de ministerio de Jesús, fue el pueblo de Betsaida. El nombre significa “pueblo del pescador”. Esta era la ciudad natal de Pedro, Andrés y Felipe. Pedro se mudó a Capernaum después de casarse. Al ser un pueblo de pescadores, como Capernaum, estaba situado muy cerca de la orilla del Mar de Galilea.

En una llanura al sur de la ciudad se encuentra el sitio tradicional del único milagro de Jesús que se registra en los cuatro Evangelios: La alimentación de los 5,000.

Jesús fue confrontado allí con una gran multitud de personas que habían venido a escuchar Sus enseñanzas y experimentar Su poder sanador (Lucas 9:10-17). Tenían hambre, y Él sintió compasión por ellos. Sus discípulos comenzaron a buscar comida, pero todo lo que pudieron encontrar fue un niño que tenía cinco panes y dos peces.

Jesús ordenó a la multitud que se sentara en la hierba. Luego tomó los cinco panes y los dos peces, y mirando hacia el cielo, bendijo la comida. Luego se distribuyó la comida, y cuando todos terminaron de comer, ¡sobraron doce canastas de comida!

La Biblia dice que 5,000 hombres fueron alimentados ese día, “sin contar las mujeres y los niños” (Mateo 14:21). Entonces, ¡lo que comúnmente se conoce como la alimentación de los 5,000 realmente equivalía a la alimentación de al menos 15,000 personas!

Ese fue un milagro bastante espectacular, pero hubo otros dos que Jesús realizó que fueron igualmente espectaculares — los cuales ocurrieron en el Mar de Galilea.

El Mar de Galilea

Al principio de Su ministerio, Jesús y sus discípulos decidieron cruzar el Mar de Galilea en un bote. Jesús estaba cansado, así que bajó a la barca y se durmió. Mientras dormía, una de las tormentas repentinas y violentas por las que el lago es famoso, de repente descendió de las montañas circundantes y el bote comenzó a inundarse de agua (Mateo 8:23-27).

Los discípulos del Señor lo despertaron y clamaron: “¡Señor, sálvanos, que perecemos!”. Jesús respondió regañándolos y preguntándoles: “¿Por qué teméis, hombres de poca fe?”. Entonces Jesús reprendió a los vientos, y el mar se calmó perfectamente. Los hombres se maravillaron de esto y preguntaron: “¿Qué hombre es este, que aun los vientos y el mar le obedecen?”.

Al final de Su ministerio, Jesús nuevamente dejó a sus discípulos asombrados, cuando vino caminando hacia ellos en el lago. Una vez más se vieron atrapados en una tormenta, cuando de repente vieron al Señor caminando hacia ellos en la superficie del mar. Al principio pensaron que era un fantasma. Pero luego les habló y reconocieron Su voz (Mateo 14:22-27).

Fue entonces cuando Pedro se emocionó y saltó del bote. Comenzó a caminar hacia Jesús, cuando de repente se asustó. En ese momento, comenzó a hundirse. Él gritó: “¡Señor, sálvame!”. Jesús lo sacó del agua y le preguntó: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (Mateo 14:28-31).

Cuando Jesús subió a la barca, el viento se detuvo y los discípulos comenzaron a adorarlo, diciendo: “¡Verdaderamente eres Hijo de Dios!” (Mateo 14:32-33).

La Dureza de los Corazones

Los milagros de Jesús fueron muy convincentes para Sus discípulos y para algunas personas de Galilea. Pero las Escrituras indican que la gran mayoría no estaba convencida. Demostraron ser buscadores de emociones, muy parecidos a muchas personas hoy en día, que buscan celosamente milagros en lugar del hacedor de milagros, Jesús.

Para darles un ejemplo de lo que estoy hablando, el día después de que Jesús alimentó a los 5,000, ¡las multitudes le pidieron que hiciera un milagro para que pudieran creer en Él! (Juan 6:30).

Es un triste comentario sobre la condición caída de la humanidad. Lo mismo sucedió durante el tiempo de Moisés. Dios realizó milagro tras milagro a través de él, sin embargo, se nos dice en Salmos 78 que los hijos de Israel continuamente pusieron a Dios a prueba, hablaron en contra de Dios y “no dieron crédito a sus maravillas” (Salmo 78:32).

Jesús predijo esta actitud incrédula en Su historia sobre el hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31). Ambos hombres murieron y fueron al Hades, pero a compartimentos separados. Lázaro fue al Paraíso, el hombre rico a Tormentos. Había un abismo entre ellos que no podían cruzar. Podían verse y comunicarse. El hombre rico gritó y suplicó que se le permitiera regresar y advertir a sus cinco hermanos del lugar de tormento donde había sido enviado a causa de sus pecados. Pero se le negó con estas palabras: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:31).

En cumplimiento de estas palabras, Jesús más tarde levantó de entre los muertos a un hombre llamado Lázaro, después de haber estado en la tumba durante cuatro días, y los líderes religiosos judíos reaccionaron haciendo que Jesús fuera clavado en una cruz (Juan 11:1-44).

Es por eso que la historia de Jesús en Galilea termina tan tristemente. Cuando salió del área por última vez, pronunció una maldición sobre las tres ciudades donde había derramado Su corazón y Su compasión milagro tras milagro. Esto es lo que dijo (Mateo 11:21-24):

21) ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que se hubieran arrepentido en cilicio y en ceniza . . . 

23) Y tú, Capernaum, que eres levantada hasta el cielo, hasta el Hades[a] serás abatida; porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en ti, habría permanecido hasta el día de hoy. 

24) Por tanto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma, que para ti.

Usted puede creer o no creer, pero creo que los milagros de Jesús afirman que Él era Dios hecho carne. Y quiero asegurarles que Jesús todavía está haciendo milagros hoy, el mayor de los cuales son las transformaciones de vidas.

Un Milagro de Transformación

Como ejemplo del poder milagroso de Dios en acción hoy, permítanme señalarles la vida de mi querido amigo y compañero ministro, Jack Hollingsworth. Él es la persona que sirve como el cantante destacado en nuestro programa de televisión, “Cristo en la Profecía”.

Jack vivió en las calles como un borracho sin hogar durante 20 años. En 1988 entró en un centro de desintoxicación en Lexington, Kentucky, donde conoció a una pequeña dama llamada Sally. Ella tenía sólo 4’10” de altura, pero era dura y había tratado con estafadores alcohólicos durante años. Ella conocía todos sus trucos. Y, como dije, ella era una cliente difícil. Debido a eso, y debido a su altura (410), le habían dado el nombre de “Escopeta”.

Sally confrontó a Jack con Jesús, y cuando él respondió diciendo que no quería escuchar nada de esas “cosas de Jesús”, ella lo miró a los ojos y dijo: “¡En el nombre de Jesús nunca podrás emborracharte de nuevo!”. Jack se echó a reír. “Soy un borracho profesional”, le dijo, “y te mostraré si puedo emborracharme o no”. Se fue y comenzó a beber.

Dos semanas después, Jack regresó y dijo: “Cuéntame más acerca de este Jesús. He estado bebiendo desde que me fui de aquí, y no he podido emborracharme”. Sally rápidamente lo llevó al Señor. El 8 de diciembre de 1988 Jack nació de nuevo. Como él dice a menudo, “¡Cambié al viejo Jack Daniels por Juan 3:16!”.

Un año después, él y Sally se casaron. En 1993 formaron un ministerio llamado Hechos 29, y han estado en el camino desde entonces, cantando y predicando y enseñando las buenas nuevas de cómo Jesús puede transformar cualquier vida a través del poder del Espíritu Santo.2

¿Y Usted?

¿Necesita un milagro transformador? Si es así, acérquese con fe y clame a Jesús por ayuda. Verá, cuando pone su fe en Jesús como su Señor y Salvador, el Espíritu Santo comienza a morar en usted y comienza a moldearlo a la imagen de Jesús. Los borrachos se vuelven sobrios, los drogadictos son liberados, los adúlteros se vuelven fieles, los criminales se vuelven rectos, y los homosexuales se transforman.

Es lo que la Biblia llama santificación, y es un milagro. Lo insto a creer en Jesús y abrir su vida al poder milagroso de Dios.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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martes, 11 de abril de 2023

Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 9 (parte 1 de 2)

Los Milagros de Jesús

Por Dr. David R. Reagan

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Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron [a Jesús] todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados . . .  Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios . . . — Marcos 1:32 y 34.

Jesús realizó muchos milagros durante su ministerio terrenal. ¿Cuál fue la naturaleza de esos milagros? ¿Cuál era su propósito? ¿Y cómo se relacionan contigo y conmigo hoy?

Los cuatro evangelios registran 35 milagros separados de Jesús, pero éstos no fueron los únicos que realizó. 1

En el evangelio de Mateo, dice que Jesús recorrió toda Galilea enseñando en las sinagogas y “sanando toda enfermedad”. Mateo luego se pone específico, afirmando que Jesús sanó “diversas enfermedades y tormentos, endemoniados, epilépticos y paralíticos...” (Mateo 4:23-24).

El evangelio de Juan concluye con la intrigante declaración de que Jesús hizo tantas cosas, que si se registraran en detalle, “ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir” (Juan 21:25).

El Propósito de los Milagros

El propósito fundamental de los milagros de Jesús era demostrar que Él era Dios hecho carne, el Mesías prometido. En Juan 10:25 Jesús dijo: “Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí”. Más tarde, en el mismo discurso, dijo: “... creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre” (Juan 10:38).

El Testimonio de los Apóstoles

Los apóstoles señalaron los milagros de Jesús en sus sermones, para afirmar Su divinidad. Por ejemplo, en el primer sermón del evangelio, el que Pedro predicó en Pentecostés en Jerusalén, Pedro proclamó a Jesús como el Mesías, afirmando que fue “aprobado por Dios con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo por medio de él...” (Hechos 2:22).

Y más tarde, en su sermón a Cornelio y su casa en Cesarea, Pedro dijo: “Vosotros sabéis cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38).

Tipos de Milagros

Hubo varios tipos de milagros que Jesús realizó, todos los cuales fueron diseñados para ilustrar diferentes facetas de Su divinidad.

Por ejemplo, demostró que era el “Señor del Tiempo”, al convertir instantáneamente el agua en vino; e ilustró que era el “Señor de la Creación”, al multiplicar los panes y los peces. Él demostró que era el “Señor de la Naturaleza”, al calmar una tormenta y caminar sobre el agua.

Él demostró que era el “Señor de la Salud”, cuando sanó a los leprosos, restauró la vista y el oído, y liberó a las personas de la epilepsia y la parálisis. Algunas de estas curaciones se realizaron sin que Él estuviera presente, lo que demostró que era el “Señor del Espacio”.

Repetidamente expulsó demonios de las personas, proporcionando evidencia de que Él era “Señor de lo Sobrenatural”.

De la misma manera, demostró que era el “Señor de la Vida y de la Muerte”, cuando resucitó a la gente de entre los muertos, como su querido amigo Lázaro, que había estado en su tumba durante cuatro días.

El Milagro en Caná

Con estos antecedentes, visitemos algunos de los sitios donde Jesús realizó Sus milagros, y comencemos en el pueblo de Caná.

Jesús transformó este oscuro pueblo en un lugar de fama mundial. Eso es porque Él realizó Su primer milagro allí en una fiesta de bodas, y durante 2,000 años en el mundo cristiano, apenas se ha realizado una boda donde este pueblo no haya sido mencionado.

El milagro fue provocado por el hecho de que el anfitrión se quedó sin vino. Cuando esto sucedió, Jesús procedió a convertir seis vasijas de agua en vino de la más alta calidad, demostrando que Él era el Señor del tiempo (Juan 2:1-11).

El evangelio de Juan termina la historia con esta observación: “Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él” (Juan 2:11).

Otro Milagro en Caná

Por cierto, Jesús realizó otro milagro en Caná del que rara vez se oye hablar. Ocurrió más tarde en Su ministerio. Un día, mientras pasaba por el pueblo, fue confrontado por un funcionario real, miembro de la corte del rey Herodes Antipas. El hombre era de Capernaum, a unas 20 millas de distancia. Había oído hablar de los poderes sanadores de Jesús, y vino a buscarlo para pedirle que sanara a su hijo (Juan 4:46-54).

El hombre le rogó a Jesús que fuera con él a Capernaum, para sanar a su hijo antes de que muriera. Jesús respondió diciendo: “Ve; tu hijo vive”. El hombre le creyó a Jesús, e inmediatamente se dirigió a casa. Antes de que pudiera llegar a Capernaum, fue recibido por los sirvientes de la casa, quienes le informaron que su hijo había sido sanado.

El Testimonio de los Milagros de Caná

Cuando Jesús transformó el agua en vino, demostró que era Señor tanto del tiempo como de la materia. Él no necesitaba jugo de uva, ni necesitaba esperar el proceso de fermentación.

Cuando sanó al hijo del sirviente real, Jesús demostró que era el Señor de la salud y el espacio. Él no necesitaba estar físicamente presente, ni necesitaba tocar al niño.

Un Milagro Relacionado con un Hombre de Caná

Una de las iglesias en Caná se llama la Capilla de San Bartolomé. Honra a un apóstol de Jesús que vino del pueblo. Su nombre era Natanael, pero a menudo se le conoce en las Escrituras como Bartolomé (Mateo 10:3).

Natanael es el hombre que, cuando escuchó por primera vez acerca de Jesús de boca de su amigo Felipe, dijo: “¿De Nazaret puede salir algo?” (Juan 1:46). Pero, cuando conoció a Jesús, quedó tan profundamente impresionado, que exclamó: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49).

La razón por la que Jesús tuvo un impacto tan grande en Natanael es porque Jesús lo saludó con un milagro de conocimiento. Le dijo a Natanael: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño!” (Juan 1:47). Cuando Natanael respondió preguntando cómo lo conocía Jesús, Jesús dijo: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (Juan 1:48).

La confesión de Natanael de Jesús como Dios en la carne es la segunda registrada en las Escrituras. La primera vino de la boca de Juan el Bautista cuando Jesús apareció en el

Río Jordán para ser bautizado. Juan proclamó: "¡He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!" (Juan 1:29).

El Problema con Nazaret

El comentario burlón de Natanael sobre Nazaret se basó en el hecho de que era un pequeño pueblo rústico de sólo unas 200 personas, y era el pueblo donde Jesús había crecido con sus padres. Por lo tanto, era difícil para Natanael creer que alguien significativo pudiera provenir de un lugar así.

Las Escrituras revelan un punto interesante acerca de Nazaret que se relaciona con el poder milagroso de Jesús. La Biblia dice que Jesús no pudo realizar ningún milagro poderoso en su ciudad natal de Nazaret “a causa de su incredulidad” (Mateo 13:58).

Su incredulidad probablemente estaba arraigada en el hecho de que Jesús era un muchacho de la ciudad natal, a quien la mayoría de ellos había conocido toda su vida. Al igual que Natanael, a ellos también les resultaba difícil creer que alguien de su aldea pudiera ser un poderoso hacedor de milagros.

Independientemente de su motivación, esta fascinante declaración acerca de su incredulidad, que restringió el poder de Jesús, es algo que debemos tener en cuenta cuidadosamente, porque señala que tú y yo, por más débiles que seamos, podemos limitar el poder de Dios en nuestras vidas por nuestra incredulidad.

Un Ejemplo Personal

En ese sentido, nunca olvidaré una experiencia personal que me ilustró vívidamente este punto. Estaba celebrando una reunión en una iglesia muy tradicional en Nashville, Indiana, un pintoresco pueblo a unas 45 millas al sur de Indianápolis. Al final del servicio de adoración el domingo por la mañana, ofrecí una invitación para cualquiera que necesitara sanidad. Una persona vino al frente y me pidió que orara para que fuera curado de cáncer.

Debido a que había discernido espiritualmente un nivel muy alto de incredulidad entre los asistentes, decidí hacer algo que nunca antes había hecho. Anuncié la necesidad de oración de la persona, y luego pedí a todos aquellos que creían que el Señor podía sanarlo que levantaran la mano. Hubo una larga pausa incómoda, y luego un hombre cerca de la parte de atrás levantó la mano. Le pedí que se presentara. Una vez más, les pedí a aquellos que creían que Dios podía sanar (no que lo haría, sino que podía) que levantaran la mano. Otra larga pausa. Se levantaron más manos.

Terminamos con seis personas que expresaron su creencia en el poder sanador de Dios. Luego les pedí que formaran un círculo alrededor de la persona que pedía oración y que se tomaran de las manos. Le expliqué que estábamos creando un escudo de fe para protegernos de la incredulidad. Luego procedimos a orar por la persona.

Nunca olvidaré el resultado. El Espíritu Santo cayó con gran poder, y la gente comenzó a pasar al frente por docenas para orar. Nunca había visto algo así en una de mis reuniones.

Francamente, casi entré en shock. ¡También lo hicieron algunos de los miembros más serios de la congregación!

¡Los teléfonos debieron haber sonado de las paredes esa tarde, porque esa noche tuvimos una multitud más grande que el domingo por la mañana! Era obvio que muchos habían venido por pura curiosidad. Una vez más, el Espíritu se movió con gran poder y, de nuevo, muchos vinieron al frente para ser ministrados.

Se corrió la voz de que íbamos a tener un “Fiestón del Espíritu Santo”, y la asistencia continuó creciendo. Para la última noche, miércoles, teníamos casi 400 personas presentes. ¡La ciudad tenía sólo 740 residentes!

El Enfoque Geográfico de los Milagros de Jesús

Cuando la ciudad natal de Jesús, Nazaret, lo rechazó al principio de Su ministerio, trasladó su base de operaciones a Capernaum, ubicada en la costa norte del Mar de Galilea.

A partir de entonces, Jesús enfocó Su ministerio en un triángulo de ciudades: Capernaum, Corazín y Betsaida. La mayoría de Sus milagros galileos se realizaron en estas tres ciudades.

Milagros en Capernaum 

El primer milagro que Jesús realizó en Capernaum fue la curación del siervo de un centurión romano. Este soldado de un ejército de ocupación se acercó a Jesús con humildad y le pidió que sanara a un siervo que estaba al borde de la muerte. Jesús accedió a hacerlo y le pidió al soldado que lo llevara a su casa. Pero el centurión respondió: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará” (Mateo 8:8).

Cuando Jesús escuchó estas palabras, la Biblia dice: “Se maravilló y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe . . . Ve, y como creíste, te sea hecho” (Mateo 8:10-13).

Este centurión era lo que los judíos llamaban “un gentil justo”. Era un hombre de fe. También era un hombre muy generoso, porque la Biblia dice que fue él quien suministró los fondos para construir la sinagoga que existía en Capernaum en la época de Jesús (Lucas 7:1-5).

El segundo milagro que Jesús realizó en Capernaum ocurrió en la casa del apóstol Pedro. Por cierto, la casa de Pedro es probablemente el lugar donde Jesús mismo vivió. La historia de ese milagro está registrada en tres de los Evangelios. Así es como se describe en el Evangelio de Marcos (Marcos 1:29-31):

Al salir de la sinagoga, vinieron a casa de Simón y Andrés, con Jacobo y Juan. Y la suegra de Simón estaba acostada con fiebre; y en seguida le hablaron de ella. Entonces él se acercó, y la tomó de la mano y la levantó; e inmediatamente le dejó la fiebre . . .

Ella no sólo fue sanada instantáneamente, sino que se levantó y, en su alegría, ¡comenzó a servir comida a los hombres!

Esta sanidad debe haber causado un gran revuelo, porque Marcos agrega esta observación: “Cuando llegó la noche . . . le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados . . . Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios . . .” (Marcos 1:32-34).

El tercer milagro específico, que la Biblia menciona que Jesús realizó en Capernaum, también ocurrió en una casa privada. La Biblia dice que Jesús estaba enseñando en una casa que estaba llena de oyentes entusiastas. Mientras hablaba, algunos hombres trajeron a un paralítico para que lo sanara. Como no podían entrar por la puerta, debido al tamaño de la multitud, subieron al techo y bajaron al hombre en una camilla (Marcos 2:1-12).

Cuando Jesús fue testigo de su gran fe y persistencia, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados” (Marcos 2:5). Ahora bien, ésa fue una declaración revolucionaria, ya que Dios es el único que puede perdonar pecados. El punto, por supuesto, es que, al hacer tal declaración, Jesús estaba afirmando Su divinidad.

Los fariseos que estaban presentes, reconocieron este hecho inmediatamente y dijeron: “¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Marcos 2:7). Jesús, sabiendo lo que pensaban los fariseos, dijo a la multitud: “... Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados . . . A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (Marcos 2:10-11). Y el paralítico fue sanado al instante.

En respuesta a este milagro, la Biblia dice que toda la gente se asombró y comenzó a glorificar a Dios, diciendo: “¡Nunca hemos visto cosa semejante!” (Marcos 2:12).

Lea la parte 2 aquí 

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Revista Llamada de Medianoche – Abril 2023

Los cuatro días de la Redención

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Temas incluidos en esta edición:

»» Los profetas y el futuro de Israel
»» Cristianos en Tierra Santa
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»» ¿Por qué la cruz?
»» Asemejarse a Cristo

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Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 8 (parte 2 de 2)

El Jesús Pre-Encarnado

Por Dr. David R. Reagan

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Pregunta: Si Jesús no es un ángel, entonces, ¿por qué se le dio el título de “el Ángel del Señor” en Sus apariciones pre-encarnadas?

Respuesta: El título es una expresión de cariño y una descripción del papel principal de Jesús en estas apariciones. Así como mi esposa es mi “ángel”, así también el Hijo es el “ángel” del Padre. Jacob usó este tipo de terminología cuando bendijo a sus hijos en su lecho de muerte. Al bendecir a José, se refirió a Dios como “el Ángel que me liberta de todo mal” (Génesis 48:15-16).

De nuevo, el término, ángel, significa “mensajero”. Y ése es el papel que Jesús jugó con mayor frecuencia en Sus apariciones pre-encarnadas. Por lo tanto, el título era muy apropiado. 

Las imágenes se trasladan al Nuevo Testamento, en una visión que Juan registra en Apocalipsis 10. A Juan se le da una prolepsis al final de la Tribulación. Él ve a un “ángel fuerte” que desciende del Cielo. El ángel tiene el título de propiedad de la tierra en su mano. Pone un pie en la tierra y el otro en el mar y levanta el título de propiedad en el aire, como un símbolo de su reclamo de toda la creación para sí mismo.

No creo que haya alguna duda de que este “ángel” es Jesús. Está vestido con una nube, coronado con un arco iris, y tiene su “rostro como el sol” — todos los cuales son símbolos de la deidad (vea Apocalipsis 1:13-16). Sus pies son como “columnas de fuego”, que indican que ha venido en juicio — y todo juicio ha sido dado a Jesús (Juan 5:22). Lo más importante es que Él tiene abierto en Su mano el título de propiedad de la tierra (Apocalipsis 10:2), un título del que se nos dice en Apocalipsis 5:5-7 que sólo Jesús es digno de abrir.

Algunos se oponen a la identificación de este ángel con Jesús, porque Él hace un juramento por el nombre de Dios (Apocalipsis 10:6). Ellos preguntan, “¿Cómo puede Dios jurar por Dios?”. Pero, en Hebreos 6:13, se nos dice que cuando Dios hizo Sus promesas a Abraham “juró por sí mismo”. Vemos lo mismo en Jeremías 22:5, donde Dios dice, “por mí mismo he jurado”.

Es muy apropiado que las imágenes de “el Ángel del Señor” se usen en el libro de Apocalipsis, porque es un libro impregnado de las Escrituras hebreas. Apocalipsis contiene más de 300 citas o referencias a pasajes del Antiguo Testamento, más que cualquier otro libro del Nuevo Testamento.

Pregunta: ¿Cuál era el nombre pre-encarnado de Jesús? ¿Podría haber sido “Israel”, a la luz de 2 Crónicas 7:14, Éxodo 4:22, y Oseas 11:1?

2 Crónicas 7:14 — “Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren…”

Éxodo 4:22 — “Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito”.

Oseas 11:1 — “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”.

Respuesta: Dios el Padre ama los nombres, porque es un Dios personal (1 Pedro 5:7). Él mismo tiene un nombre personal, Yahvé, que le reveló a Moisés en la zarza ardiente (Éxodo 6:2-3). Este nombre se usa en las Escrituras hebreas 6,668 veces. Desafortunadamente, está camuflado en la mayoría de las traducciones en inglés, por el uso de la palabra LORD (SEÑOR) — todo en mayúsculas.

Durante los tiempos bíblicos, Dios a menudo cambió los nombres de las personas a medida que sus papeles cambiarían. Cuando llamó al hombre que iba a ser el padre del pueblo judío, Él cambió su nombre de Abram, que significa “padre exaltado”, a Abraham, que significa “padre de una multitud” (Génesis 17:5). Del mismo modo, Él cambió el nombre de la esposa de Abraham, de Sarai a Sara, que significa “princesa” (Génesis 17:15). Cuando el terco y engañoso Jacob finalmente se entregó al Señor, su nombre fue cambiado a Israel, que significa “el que lucha con Dios” (Génesis 32:28). 

En los tiempos del Nuevo Testamento, el nombre de Saulo fue cambiado a Pablo, y el nombre de Simón a Pedro (Hechos 13:9; Marcos 3:16). En Apocalipsis 2:17 se nos dice que cuando los redimidos se presenten ante el tribunal de Jesús, cada uno recibirá una piedra blanca (un símbolo de inocencia), en la que se escribirá un nuevo nombre. Sí, vamos a tener nombres nuevos en el Estado Eterno. Estos nombres probablemente se relacionarán con nuestras vidas cristianas. Así, algunos podrían llamarse Fe, mientras que otros podrían llamarse Perseverancia o Amor.

El nombre de Jesús — Yeshúa en hebreo — significa “la salvación del Señor” (Mateo 1:21). Su nombre expresa el propósito de Su Primera Venida. Se nos dice en Apocalipsis 19:12 que, cuando Él regrese a reinar, se le dará un nuevo nombre. Este nombre, sin duda, se relacionará con su nuevo papel como Rey de reyes. Jeremías 23:6 insinúa que Su nuevo nombre podría ser Yahvé-Tsidkenu, que significa “La Justicia del Señor”. Ése sería un nombre apropiado, porque Él regresará para traer paz, rectitud y justicia a este mundo.

Considerando todos estos puntos, ciertamente tiene sentido asumir que Jesús podría haber tenido algún otro nombre antes de encarnarse. Pero cuál pudo haber sido, la Biblia no lo revela. “Ángel del Señor” es un título, no un nombre.

Ciertamente no era Israel, porque ese nombre significa “uno que lucha con el Señor”. ¿Cómo podría ser ése el nombre de alguien que coexiste en perfecta unidad con Dios el Padre? De hecho, Jesús dijo que Él y el Padre son Uno (Juan 10:30).

En Éxodo 4:22, Dios le dijo a Moisés que le dijera a Faraón, “Israel es mi hijo, mi primogénito”. Esta fraseología fue seleccionada con el fin de enfatizarle al Faraón cuán importante era el pueblo judío para Dios. Pero es una metáfora, similar al concepto del Nuevo Testamento de que la Iglesia es la Novia de Cristo (Efesios 5:25-26; Apocalipsis 19:7).

Oseas 11:1 cita a Dios el Padre diciendo, “Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo”. De nuevo, el Señor está hablando metafóricamente de Israel como Su hijo, tal como se refiere a Israel en otras partes como Su esposa (vea Jeremías 3:1-5; 31:32; Ezequiel 16:15-34).

En 2 Crónicas 7:14, Dios se refiere a Israel como “mi pueblo, que lleva mi nombre” (NTV). Literalmente, este pasaje dice, “Mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado”. El punto aquí no es que el nombre de Dios es Israel. Más bien, el punto es que el pueblo judío es el pueblo de Yahvé.

Pregunta: ¿Qué otras funciones cumplió el Ángel del Señor, además de la de mensajero?

Respuesta: Entregar mensajes fue ciertamente su función principal. Se le apareció al profeta Balaam y le dio órdenes (Números 22:22-35). Le dio instrucciones a Gedeón, para que liberara a Israel de los madianitas (Jueces 6). Profetizó el nacimiento de Sansón (Jueces 13), y le ordenó a David que construyera un altar en Jerusalén (1 Crónicas 21:18).

A veces proveía orientación. Dirigió a los hijos de Israel en el desierto, como una columna de nube durante el día y de fuego durante la noche (Éxodo 14; Jueces 2:1). Dirigió a Elías cuando huyó al Monte Horeb (1 Reyes 19).

Ocasionalmente, se desempeñó como un vengador, ejecutando juicio sobre los enemigos de Israel. Cuando los asirios amenazaron con destruir a Jerusalén, fue el Ángel del Señor quien mató a 185,000 de ellos en una noche, obligando a los restantes a retirarse (2 Reyes 19:35). 

En otra ocasión, Su juicio estuvo dirigido al pueblo judío. Esto ocurrió cuando el rey David orgullosamente decidió llevar a cabo un censo sin el permiso de Dios. El Ángel del Señor fue enviado para ejecutar una pestilencia sobre la tierra. Cuando David le suplicó a Dios que pusiera fin al castigo, el Ángel del Señor le ordenó que construyera un altar en la era de Ornán. David compró la tierra, construyó el altar, hizo sacrificios para el Señor, y la pestilencia terminó (1 Crónicas 21:1-27).

Pregunta: Una de las personas más misteriosas de la Biblia es un hombre llamado Melquisedec, quien es descrito como “el rey de Salem” y “sacerdote del Dios Altísimo”. Algunos han postulado que podría haber sido una aparición preencarnada de Jesús. ¿Está de acuerdo?

Respuesta: Creo que lo era. 1 Se enfrentó a Abraham después de haber peleado una guerra contra una alianza de reyes y haberlos derrotado. Cuando Abraham regresaba a casa con el botín que había ganado en la guerra, de repente fue confrontado por Melquisedec, quien le pronunció una bendición. Abraham respondió dándole una décima parte de todas las posesiones que tenía con él.

Inmediatamente vemos dos indicadores de deidad. Primero, pronunció una bendición sobre Abraham. Segundo, Abraham pagó un diezmo a esta persona misteriosa, que se menciona sólo una vez más en las Escrituras Hebreas en el Salmo 110.

Algunos argumentan que él era simplemente el rey de un lugar llamado Salem, probablemente un nombre antiguo de Jerusalén. Pero si es así, ¿por qué Abraham le pagaría un diezmo? Además, tenga en cuenta que cuando las Escrituras dicen que Él era el “rey de Salem”, lo que realmente se está diciendo es que Él es el “rey de la paz”, no necesariamente el rey de alguna ubicación geográfica. También debe notarse que su nombre significa “rey de justicia”.

El escritor de Hebreos parece no dejar ninguna duda de que Melquisedec era Jesús en una aparición preencarnada. Él afirma que, después de que Jesús obedeció perfectamente a Su Padre, al ir a la cruz y morir por los pecados de la humanidad, Él fue “declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec” (Hebreos 5:10).

El libro de Hebreos procede a describir a Melquisedec como una persona “sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre” (Hebreos 7:3). Ésta es una descripción de la deidad.

Apariciones Favoritas

Mi aparición pre-encarnada favorita de Jesús, que está registrada en las Escrituras hebreas, se encuentra en el Salmo 2, un salmo escrito por David (Hechos 4:25). En él, Jesús se le aparece a David y le habla de un decreto que ha sido emitido por Dios el Padre. Jesús le dice a David que Dios el Padre lo ha declarado como Su Hijo y ha prometido darle todas las naciones del mundo como Su herencia, y que un día Él gobernará sobre ellas con vara de hierro (Salmos 2:7-9).

Una aparición similar se puede encontrar en una visión experimentada por el profeta Daniel. Vio al “Hijo del Hombre” (el Mesías) siendo presentado al “Anciano de Días” (Dios el Padre). Y al Hijo le fue dado “dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvan” (Daniel 7:13).

Una Maravillosa Promesa

La Biblia está llena de promesas maravillosas para aquellos que han puesto su fe en Jesús. Una de las más reconfortantes se refiere al Ángel del Señor. Se encuentra en Salmos 34:7 —

El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende”.

Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: Jesús: El Cordero y el León – Capítulo 8 (parte 1 de 2)

El Jesús Pre-Encarnado

Por Dr. David R. Reagan

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Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro . . . [cuando] se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza . . . [y] lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! . . . — Éxodo 3:1-2, 4.

Si Jesús verdaderamente era Dios hecho carne, entonces era un ser eterno — y eso plantea la cuestión de Su existencia pre-encarnada antes de que Él se hiciera carne.

¿Hay alguna mención de Jesús en las Escrituras antes de que naciera en Belén? La respuesta sorprendente para muchas personas es, sí, hay muchas referencias a Jesús y a las apariciones de Él aquí en esta tierra antes de Su encarnación.

Hace varios años, recibí una carta de un hombre de Champaign, Illinois, en la que me hacía una serie de preguntas muy interesantes acerca de Jesús antes de encarnarse. Desde entonces, un número de otras personas me han contactado con una variedad de preguntas sobre el mismo tema. A continuación se enumeran las preguntas y mis respuestas a ellas.

Preguntas y respuestas

Pregunta: ¿Qué evidencia bíblica hay de que Jesús existió antes de su encarnación?

Respuesta: En el primer capítulo del Evangelio de Juan, se nos dice que: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios . . . y el Verbo se hizo carne . . .” (Juan 1-4,14). Si el Verbo estaba con Dios antes de que se hiciera carne, entonces obviamente existía antes de Su encarnación.

En Salmos 110:1, David escribió: “El SEÑOR [Yahvé] dijo a mi Señor: ‘Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies’”. Dios luego agrega otra promesa de que a aquel a quien Él llama Señor se le concederá “un poderoso cetro desde Sion”, que le permitirá gobernar sobre Sus enemigos (Salmo 110:2).

Aquí tenemos a Yahvé, el Padre, hablándole a otro individuo a quien llama “Señor”. Y Él le hace a esta persona exactamente la misma promesa que se le hace al Mesías en Salmos 2:6-8 y Daniel 7:13-14 — es decir, que un día gobernará sobre todas las naciones del mundo. Esto, por lo tanto, tiene que ser Dios el Padre hablando a Jesús antes de Su encarnación.

Pero realmente no tenemos que adivinar de quién está hablando David en el Salmo 110, porque este Salmo se cita directa o indirectamente en 22 versículos del Nuevo Testamento, y cada vez se aplica al Mesías. En una ocasión, cuando Jesús fue confrontado por los fariseos, les preguntó de quién estaba hablando David en este Salmo. Ellos respondieron: “El hijo de David”. Jesús respondió, preguntando: “¿Pues cómo David en el Espíritu le llama ‘Señor’?”. Se quedaron sin palabras. Jesús luego agregó: “Pues si David le llama ‘Señor’, ¿cómo es su hijo?” (Mateo 22:41-46).

Jesús mismo enfatizó su pre-existencia. Les dijo a Sus discípulos que había venido del Cielo (Juan 6:62). Les dijo a los líderes espirituales judíos que “antes de que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Esta afirmación, que Él existía antes de Abraham, enfureció a los líderes judíos, y trataron de apedrearlo, porque reconocieron que Él estaba afirmando ser Dios.

Estas afirmaciones de Jesús de ser Dios encarnado, cumplieron las profecías acerca del Mesías contenidas en las Escrituras hebreas. Mientras profetizaba que el Mesías nacería en Belén, Miqueas también declaró que Aquel nacido allí sería de naturaleza eterna (Miqueas 5:2). E Isaías, hablando del Mesías prometido, dijo que Él sería el “Dios Fuerte [y] Padre Eterno” (Isaías 9:6).

Pregunta: ¿Hizo Jesús apariciones antes de Su encarnación?

Respuesta: Definitivamente. Un buen ejemplo se encuentra en Isaías 6. El rey Uzías, quien había reinado durante 52 años en Judá, acababa de morir, e Isaías, quien probablemente era sólo un adolescente en ese momento, fue al templo para llorar la muerte del rey.

Isaías fue sorprendido por una visión en la que vio al Señor — el Rey de reyes — “sentado sobre un trono alto y sublime” (Isaías 6:1). En Juan 12:41, se nos dice que lo que Isaías vio fue a Jesús en “su Gloria” — la gloria que tenía antes de encarnarse (Filipenses 2:5-8).

Otro ejemplo se puede encontrar en Génesis 18 donde Abraham experimenta una visita de tres extraños que de repente aparecen y le informan que su esposa, Sara, va a dar a luz a un hijo (Génesis 18: 1-15). Uno de los hombres es identificado como "el Señor" (Génesis 18:13-14). Los otros dos eran probablemente ángeles que lo acompañaban.

Josué experimentó una visita similar de una persona misteriosa que apareció de la nada (Josué 5:13-15). El hombre se identificó como el capitán de las huestes del Señor. Josué cayó sobre su rostro y adoró a esta persona, y cuando lo hizo, se le dijo que se quitara los zapatos porque el suelo a su alrededor era santo. Josué estaba obviamente en presencia de la deidad. Por el contrario, cuando el apóstol Juan intentó adorar a un simple ángel, se le prohibió expresamente hacerlo (Apocalipsis 22:8-9).

Pregunta: He oído que “el Ángel del Señor”, de quien a menudo se hace referencia en el Antiguo Testamento, era realmente Jesús haciendo apariciones pre-encarnadas. ¿Es esto cierto?

Respuesta: “El Ángel del Señor” es mencionado 56 veces en 51 versículos en las Escrituras hebreas. La primera referencia se encuentra en Génesis 16:7-12, donde dice que “el Ángel del Señor” se le apareció a Hagar, mientras huía al desierto de la ira de la esposa de Abraham. El Ángel le dijo que volviera a casa, y luego le reveló que estaba embarazada y que el nombre de su hijo sería Ismael.

Un estudio de las apariciones posteriores del Ángel del Señor deja muy en claro que fueron apariciones pre-encarnadas de Jesús.

Un buen ejemplo se encuentra en Éxodo 3. Allí se nos dice que el Ángel del Señor se le apareció a Moisés en la zarza ardiente (versículo 2). Luego se nos dice que el Ángel habló a Moisés y dijo, “Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob” (versículo 6).

En Éxodo 23 se nos dice que Dios el Padre le habló a Moisés y le dijo que iba a enviar un ángel para guiar y proteger a los hijos de Israel en el desierto. Él se refiere a este ángel como “mi Ángel” y declara que “mi nombre está en él” (Éxodo 23:20-23). Obviamente, éste no es un ángel ordinario.

Jueces 13 declara que el Ángel del Señor se le apareció a Manoa y su esposa para informarles que tendrían un hijo llamado Sansón. Cuando Manoa le preguntó al Ángel Su nombre, Él respondió, “¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable?” (Jueces 13:18). Manoa entendió el punto de esta declaración inmediatamente, porque se volvió a su esposa y le dijo, “Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto” (Jueces 13:22).

La deidad del Ángel también es atestiguada por el hecho de que, en dos ocasiones, aceptó adoración. Cuando se les apareció a Moisés (Éxodo 3:1-5) y a Josué (Josué 5:14-15), les dijo que quitaran sus sandalias, porque estaban en un “lugar santo”.

Pregunta: Pero, ¿no podrían estas apariciones de Dios en la forma de “el Ángel del Señor” haber sido Dios el Padre mismo en lugar de Jesús?

Respuesta: No, porque hay muchos informes de personas que vieron al Ángel del Señor, y Juan 1:18 dice, “A Dios nadie le vio jamás”. El versículo luego hace un punto muy importante: “el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer [a Dios]”. Así pues, según Juan, las personas en los tiempos del Antiguo Testamento, que vieron a Dios, realmente vieron a Jesús en una forma pre-encarnada “declarando” a Dios.

Esta conclusión es confirmada por una declaración que Dios el Padre hizo a Moisés en el Monte Sinaí: “No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá” (Éxodo 33:20). Del mismo modo, Pablo declara en 1 Timoteo 6:16 que Dios el Padre “…habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver”.

En Génesis 32, se nos dice que Jacob luchó con un “hombre” (versículo 24), que se identificó a sí mismo como Dios (versículo 28). De hecho, Jacob dice, “Vi a Dios cara a cara…” (versículo 30). Puesto que sabemos por Juan 1:18 que nadie ha visto a Dios el Padre, Jacob debe estar hablando de Jesús en una aparición pre-encarnada. Esto queda en claro en Oseas 12:3-4, donde se nos dice que el Dios-Hombre con quien Jacob luchó era “el Ángel”. En el versículo 5 Oseas identifica al Ángel como “Jehová es Dios de los ejércitos…”.

En Malaquías 3:1, en una profecía sobre la Primera Venida del Mesías, Dios el Padre es citado prometiendo enviar a Su Hijo: “He aquí, yo envío mi mensajero...”. La palabra traducida “mensajero” es la palabra hebrea, malakh, que literalmente significa “ángel”.

Una prueba más de que el Ángel del Señor era Jesús pre-encarnado, es el hecho de que el Ángel dejó de aparecer después de que Jesús se encarnó. En ese punto del tiempo, el ángel Gabriel asumió la responsabilidad de servir a Dios como el principal mensajero de Dios.

Pregunta: El título, “el Ángel del Señor”, ¿significa que Jesús es un ángel poderoso como Gabriel o Miguel?

Respuesta: No, para nada. De hecho, se nos dice de forma rotunda que Jesús es “superior a los ángeles” (Hebreos 1:4), porque Él es el unigénito Hijo del Padre (Hebreos 1:1-5). Por lo tanto, los ángeles le adoran (Hebreos 1:6-7). 

También, los ángeles fueron creados en un punto en el tiempo (Salmos 148:1-6), mientras que Jesús ha existido eternamente (Juan 1:1-14). De hecho, la Biblia afirma que Jesús mismo fue quien creó a los ángeles (Colosenses 1:16).

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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