Jesús en la Profecía Simbólica
El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía. — Apocalipsis 19:10
“¡El Antiguo Testamento es tan difícil de entender!”. Ése es un lamento que he escuchado una y otra vez. Y es comprensible.
Después de todo, el Antiguo Testamento está lleno de historias arraigadas en una antigua cultura judía, con la que la mayoría de nosotros no estamos familiarizados. Esas historias también están situadas en un entorno geográfico en el Medio Oriente que nos es ajeno. Y las historias se refieren constantemente a civilizaciones como los hititas y los babilonios, de las que sabemos poco.
Sin embargo, un conocimiento práctico del Antiguo Testamento es esencial para una comprensión adecuada del Nuevo Testamento. No hay manera, por ejemplo, de entender los principios espirituales del libro de Hebreos sin alguna apreciación de las leyes sacrificiales del Pacto Mosaico. O considere el hecho de que el libro de Apocalipsis contiene más de 300 referencias a las escrituras del Antiguo Testamento y, sin embargo, ni una sola se identifica específicamente. Un ejemplo se puede encontrar en el tema del libro, expresado en Apocalipsis 1:7: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá: aun los que le traspasaron. Todas las tribus de la tierra harán lamentación por él...”. Este pasaje se compone de dos versículos del Antiguo Testamento puestos uno al lado del otro sin ninguna referencia a ninguno de ellos: Daniel 7:13 y Zacarías 12:10.
El Evangelio de Mateo estaba dirigido al pueblo judío, y debido a eso, cita constantemente las profecías del Antiguo Testamento que Jesús cumplió. Todo el concepto del Rapto de la Iglesia sigue el modelo de las prácticas matrimoniales judías del Antiguo Testamento. El compromiso continuo de Dios con la salvación del pueblo judío, como se expresa tan poderosamente en Romanos 9 al 11, es incomprensible aparte de la enseñanza del Antiguo Testamento de que los judíos son el Pueblo Escogido de Dios, escogidos para ser testigos de Él ante el mundo. Y volviendo al “misterioso” libro de Apocalipsis, una de las razones más importantes por las que es tan incomprensible para tantos cristianos es porque no se puede entender aparte del libro de Daniel. Los dos encajan como una mano en un guante.
Motivaciones para Estudiar el Antiguo Testamento
Entonces, ¿cómo se puede motivar a los cristianos a estudiar las Escrituras hebreas? Primero, es mostrarles, como he ilustrado anteriormente, que el Antiguo Testamento es esencial para una comprensión del Nuevo. Segundo, los animo a leer el Antiguo Testamento en una paráfrasis moderna, como The Living Bible.1 O bien, recomiendo que lo lean en una Biblia de estudio excepcional, como la nueva Biblia de Estudio ESV2 (Versión Estándar en Inglés), que contiene una gran cantidad de notas, mapas e ilustraciones que ayudan al lector a comprender la cultura, la geografía y la historia relevantes.
Pero la motivación más importante que trato de proporcionar es animar a las personas a buscar a Jesús mientras leen el Antiguo Testamento. Como ya he demostrado en el capítulo 1, hay muchas profecías específicas en el Antiguo Testamento concernientes a la Primera Venida del Mesías. En el capítulo 13, mostraré que hay aún más profecías — al menos el doble — sobre la Segunda Venida del Mesías. Y en el capítulo 8, señalaré que hay muchas apariciones pre-encarnadas de Jesús que están registradas en las Escrituras Hebreas.
Además de todos estos pasajes del Antiguo Testamento concernientes al Mesías, también hay muchas profecías simbólicas que apuntan al Mesías. La mayoría de las personas no son conscientes de éstas, sin embargo, se pueden encontrar en todos los libros del Antiguo Testamento, si sólo sabe cómo buscarlas.3
Profecía Simbólica
La profecía simbólica a menudo se conoce como “profecía en tipo”. Pablo se refiere a este tipo de profecía en Romanos 5:14, donde señala a Adán como “figura del que había de venir”. El autor de Hebreos también se refiere a ella cuando afirma que el Sumo Sacerdote y el Tabernáculo eran una “sombra de las cosas celestiales” (Hebreos 8:5).
Los Evangelios relatan que Jesús pasó parte de los 40 días entre Su resurrección y ascensión enseñando las Escrituras a Sus discípulos. Lucas dice: “Les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras” (Lucas 24:45). Sospecho que gran parte de Su enseñanza se centró en la profecía en tipo. Lo más probable es que haya pasado por la Torá, rollo por rollo, y les mostró cómo encontrarlo en cada columna, escondido en los tipos proféticos.
Hay cuatro clases principales de tipos proféticos: personas, eventos históricos, ceremonias y objetos inanimados.
Personas como Tipos
Casi todas las personas principales en el Antiguo Testamento son tipos de Cristo en el sentido de que algunos eventos en sus vidas profetizaron cosas que le sucederían a Jesús.
Tomemos a José, por ejemplo. Fue rechazado por sus hermanos. Fue dado por muerto, pero fue “resucitado” del pozo en el que había sido arrojado. Tomó una novia gentil, y luego redimió a sus hermanos de su hambre.
Del mismo modo, Jesús fue rechazado por Sus hermanos (los judíos), experimentó la muerte y la resurrección, ahora está tomando una Novia gentil (la Iglesia), y pronto regresará para salvar a un remanente de Sus hermanos de su hambre espiritual.
Otro buen ejemplo es Booz, en el libro de Rut. Él es un hermoso tipo profético de Jesús, porque es un Pariente-Redentor que toma una novia gentil. De la misma manera, Oseas y su tumultuosa relación con su esposa prostituta representan la relación de Dios con Su esposa infiel, Israel, y Su disposición, en Su amor perfecto, a pagar el precio de la redención para hacer posible que su esposa se reconcilie con él. Nehemías nos dice que los jueces fueron “salvadores” (Nehemías 9:27 – NVI), y en ese sentido, señalaron al Salvador supremo, el Mesías.
Josué, Jeremías y Daniel nos dan percepciones sobre la fe, el valor y la compasión del Mesías. Josué y Jesús incluso tenían exactamente el mismo nombre: Yeshúa, que significa la Salvación de Dios. “Josué” es una transliteración inglesa del nombre hebreo, Yeshúa, y “Jesús” es una transliteración del mismo nombre del griego.
Jesús identificó a Jonás como un tipo profético. Señaló que, así como Jonás había sido sepultado tres días en el vientre de un gran pez, Él también sería sepultado en la tierra durante tres días (Mateo 12:38-40).
La experiencia de Abraham al ofrecer a su hijo Isaac como sacrificio es uno de los tipos proféticos más importantes en el Antiguo Testamento (Génesis 22). Es la imagen de un padre amoroso dispuesto a sacrificar a su hijo inocente. El evento incluso tuvo lugar en el Monte Moriah, donde Jesús más tarde sería crucificado. Este evento se refiere específicamente en el Nuevo Testamento como un tipo profético que apunta simbólicamente a la muerte y resurrección de Jesús (Hebreos 11:19).
Eventos Simbólicos
La experiencia de la Pascua (Éxodo 12) es un ejemplo dramático de simbolismo histórico. Para evitar la muerte de los primogénitos, tanto de hombres como de bestias, en cada familia el día en que el Señor pasó sobre Egipto, cada familia judía tenía que sacrificar un cordero y poner su sangre en los postes de las puertas y dinteles de sus casas. Éste fue un símbolo profético de que la salvación de todos los hombres sería posible a través del sacrificio del Cordero de Dios y la apropiación de Su sangre.
Otro evento histórico con significado profético, ocurrió en el desierto, cuando los hijos de Israel fueron atacados por serpientes ardientes (Números 21:4-9). Una serpiente de bronce fue colocada en un poste y levantada para que todos la vieran. A los mordidos por las serpientes se les dijo que miraran a la serpiente de bronce para ser sanados.
Esa serpiente de bronce era un tipo de Cristo. Así como los israelitas mordidos por las serpientes ardientes murieron, así los hombres mordidos por la serpiente del pecado de Satanás deben sufrir la muerte espiritual. Y así como la serpiente de bronce fue levantada para su salvación, de la misma manera, Jesús fue levantado en una asta para salvar a los hombres de sus pecados (Juan 3:14).
Tanto el bronce como las serpientes son símbolos bíblicos del pecado. Jesús es tipificado como una serpiente de bronce en una asta, porque Él tomó los pecados de la humanidad sobre Sí mismo mientras estaba en la Cruz.
Finalmente, los mordidos por las serpientes sólo tenían que mirar con fe a la serpiente de bronce para ser sanados. Y de la misma manera, los pecadores sólo necesitan mirar a Jesús con fe para ser salvos.
La historia temprana de la nación judía es la historia de Jesús en tipo profético. Los hijos de Israel nacieron en Canaán, descendieron a Egipto, emergieron a través del Mar Rojo (el bautismo de Moisés), soportaron pruebas en el desierto y luego entraron en la Tierra Prometida. Del mismo modo, Jesús nació en Canaán, descendió a Egipto, emergió públicamente en Su bautismo, fue tentado en el desierto y luego abrió el camino al Cielo.
Tipos Ceremoniales
Las siete fiestas de Israel son un buen ejemplo de simbolismo ceremonial. Jesús fue crucificado en la Fiesta de la Pascua como nuestro “cordero sacrificial”. Él se convirtió en nuestro “pan sin levadura”, cuando Su cuerpo sin pecado descansó en la tierra en ese día de fiesta. Él resucitó de entre los muertos en la Fiesta de las Primicias, y la Iglesia fue establecida en la Fiesta de Pentecostés.
Las tres fiestas incumplidas (Trompetas, Expiación y Tabernáculos) deben, de la misma manera, señalar eventos que aún no han ocurrido — muy probablemente, el Rapto, la Segunda Venida y el Reinado Milenial de Jesús.
Muchas de las ceremonias de la Ley de Moisés están profundamente impregnadas de una tipología simbólica relacionada con la Primera Venida. Todos los diversos tipos de ofrendas por el pecado (Levítico 1-6) apuntaban al adorador al Mesías, que serviría como la ofrenda perfecta y suficiente por todos nuestros pecados.
Éste es uno de los temas del libro de Hebreos. Comparando el sacrificio de animales bajo la Ley con el sacrificio de Jesús, el libro de Hebreos dice: “Porque si la sangre de machos cabríos y de toros, y la ceniza de la vaquilla rociada sobre los impuros, santifican para la purificación del cuerpo, ¡cuánto más la sangre de Cristo, quien mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará nuestra conciencia de las obras muertas para servir al Dios vivo!” (Hebreos 9:13-14).
Lea la parte 2 aquí
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)