martes, 6 de septiembre de 2022

Libro: Islam y Cristianismo – Índice

¿Dos Caminos Hacia el Mismo Dios?

Por Dr. David R. Reagan


Contenido

Prefacio

Los Autores

Parte 1 

Introducción

Por Dr. David R. Reagan

Capítulo 1: La Naturaleza del Islam


Parte 2

Robo de Identidad

Por Marko Kiroglu

Capítulo 2: ¿Son Jehová y Alá el Mismo Dios?

Capítulo 3: ¿Es Alá el Padre Amoroso de la Biblia?

Capítulo 4: ¿Cuál es la Opinión de Alá Sobre la Biblia?

Capítulo 5: ¿Es Isa el Jesús de la Biblia?


Parte 3 

Profecía Islámica del Tiempo del Fin

Por Dr. David R. Reagan

Capítulo 6: El Jesús Islámico de los Tiempos del Fin


Parte 4 

El Destino del Islam

Por Cnel. Tim Moore

Capítulo 7: ¿Triunfará el Islam Sobre el Mundo?


Parte 5 

La Salvación de los Musulmanes

Por Nathan Jones

Capítulo 8: Cómo Testificar a un Musulmán

Conclusión


Haga clic en la siguiente imagen si desea adquirir el libro (por el momento disponible sólo en inglés)


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Estimado lector: Gracias a las ofrendas de amor de nuestros colaboradores, podemos poner gratuitamente a su disposición este material exclusivo de nuestro Ministerio. Si siente de parte del Señor apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos, para descubrir cómo podrá hacerlo.

Libro: Islam y Cristianismo

¿Dos Caminos Hacia el Mismo Dios?

Por Dr. David R. Reagan

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  • ¿Son COMPATIBLES el cristianismo y el islam? 
  • ¿Los cristianos y los musulmanes ADORAN AL MISMO DIOS? 
  • ¿Son el CRISTIANISMO Y EL ISLAM caminos que conducen al mismo Dios?
  • ¿Son las sagradas escrituras islámicas, conocidas como el Corán, INSPIRADAS POR DIOS? 
  • ¿Es el JESÚS DEL ISLAM el mismo que el JESÚS DE LA BIBLIA?
  • ¿Son los fundamentalistas islámicos representativos del verdadero islam, o son una terrible aberración de una RELIGIÓN AMANTE DE LA PAZ?

Encuentre las respuestas a estas preguntas en detalle y MÁS, a medida que este libro despega las capas para revelar la verdad sobre el Dios de Abraham, Isaac y Jacob que dice: “¿Hay algún Dios fuera de mí, o hay alguna otra Roca? No conozco ninguna” (Isaías 44:8).

El Dr. David R. Reagan es un autor prolífico de muchos libros, artículos y otros materiales sobre la profecía bíblica del tiempo del fin. Rindiéndose al llamado de Dios en su vida en medio de una exitosa carrera académica en Derecho Internacional y Política, fundó el Ministerio Cordero y León, cuya misión es proclamar el pronto regreso de Jesucristo. Un orador sobresaliente en muchas conferencias y otros eventos, su inconfundible voz retumbante, su risa contagiosa y su tremenda pasión por compartir el Evangelio y las buenas nuevas del regreso de Cristo, ha señalado a innumerables almas a Jesús como su Señor y Salvador.

Si bien el Dr. Reagan se retiró como Director y Evangelista Sénior del Ministerio Cordero y León, continúa sirviendo escribiendo y apareciendo ocasionalmente como invitado en el programa de televisión del Ministerio, Cristo en la Profecía, así como enseñando en su iglesia local.

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Traducido por Donald Dolmus
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lunes, 5 de septiembre de 2022

Libro: ¿Cuál es la Diferencia Entre un Milenio y un Milpiés? – Capítulo 11

Nuestra Bienaventurada Esperanza 
La razón para exclamar: "¡Maranata!" 

Por Dr. David R. Reagan

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Asistía a la iglesia cada vez que se abría la puerta durante los primeros 30 años de mi vida. Sin embargo, al final de ese tiempo, si me hubiera preguntado qué sucede cuando muere, le habría dado una respuesta patética.

Le habría dicho que, cuando muere, su alma se duerme y permanece en la tumba hasta que el Señor regrese. Al regreso del Señor, su alma resucitará y será juzgada, y será consignado al infierno, o se le permitirá entrar al Cielo.

Mi concepto del cielo era el de un mundo espiritual donde los salvos pasan la eternidad como espíritus incorpóreos, flotando en las nubes, tocando arpas.

Una Idea Equivocada

No hace falta decir que no podía emocionarme mucho con todo eso. Ciertamente no me gustaba la idea de estar inconsciente en una tumba durante eones de tiempo. Tampoco podía desarrollar ningún entusiasmo por la perspectiva de ser un espíritu incorpóreo sin identidad o personalidad particular. ¡Y la idea de tocar un arpa por toda la eternidad era francamente escandalosa, porque me habían enseñado que la música instrumental en la adoración era una abominación!

Por lo tanto, pueden imaginar la sensación de conmoción que sentí cuando comencé a estudiar la profecía bíblica y descubrí que todas estas ideas mías sobre la vida después de la muerte eran ajenas a la Palabra de Dios. Pero mi conmoción rápidamente dio paso a la euforia, cuando descubrí lo que el Señor realmente tiene reservado para mí.

El Punto de Vista Bíblico

Aprendí de la Palabra de Dios que, cuando los que somos cristianos morimos, nuestros espíritus nunca pierden su conciencia (Filipenses 1:21-23; 2 Corintios 5:8). En cambio, nuestros espíritus plenamente conscientes son llevados inmediatamente a la presencia de Jesús por Sus santos ángeles (Lucas 16:22).

Nuestros espíritus permanecen en la presencia del Señor hasta que Él aparezca por Su Iglesia en lo que se llama el Rapto. En ese momento, Él trae nuestros espíritus con Él, resucita nuestros cuerpos, reúne nuestros espíritus con nuestros cuerpos, y luego glorifica nuestros cuerpos, perfeccionándolos y haciéndolos eternos (1 Tes. 4:13-18).

Regresaremos con Él al Cielo en nuestros cuerpos glorificados, donde seremos juzgados por nuestras obras para determinar nuestros grados de recompensa (2 Corintios 5:10). Cuando se complete este juicio, participaremos en una gloriosa fiesta de bodas para celebrar la unión de Jesús y Su Novia, la Iglesia (Ap. 19:7-9).

Testigos de Gloria

Al concluir la fiesta, irrumpimos de los cielos con Jesús, regresando con Él a la tierra en gloria (Colosenses 3:4; Ap. 19:14). Somos testigos de Su victoria en Armagedón, exclamamos “¡Aleluya!”, cuando Él es coronado Rey de reyes y Señor de señores, y nos deleitamos en Su gloria cuando comience a reinar sobre toda la tierra desde el Monte Sion en Jerusalén (Zacarías 14:1-9; Ap. 19:17-21).

Participamos en ese reinado durante mil años, ayudándole con la instrucción, administración y aplicación de Sus leyes perfectas (Daniel 7:13-14, 18, 27; Ap. 20:1-6). Vemos la tierra regenerada y la naturaleza reconciliada (Isaías 11:6-9). Vemos abundar la santidad y la tierra inundada de paz, rectitud y justicia (Miqueas 4:1-7).

Al final del Milenio, somos testigos de la liberación de Satanás para engañar a las naciones. Vemos la naturaleza verdaderamente despreciable del corazón del hombre, cuando millones de personas se unen a Satanás en su intento de derrocar el trono de Jesús. Pero exclamaremos “¡Aleluya!” de nuevo, cuando seamos testigos de la destrucción sobrenatural por parte de Dios de los ejércitos de Satanás, y veamos a Satanás mismo arrojado al lago de fuego, donde será atormentado para siempre (Ap. 20:7-10).

A continuación, seremos testigos del Juicio del Gran Trono Blanco, cuando los injustos sean resucitados para comparecer ante Dios. Veremos la santidad y la justicia perfectas en acción, cuando Dios pronuncie Su terrible juicio sobre esta congregación de condenados que han rechazado Su don de amor y gracia en Jesucristo (Ap. 20:11-13).

Jesús será plenamente vindicado cuando toda rodilla se doble y toda lengua confiese que Él es el Señor. Entonces los injustos recibirán su justa recompensa cuando sean arrojados al lago de fuego (Ap. 20:14-15).

Testigos de una Nueva Creación

A continuación, seremos testigos del espectáculo de fuegos artificiales más espectacular de toda la historia.

Seremos llevados a la Nueva Jerusalén, la mansión eterna preparada por Jesús para Su Novia, y desde allí veremos cómo Dios renueva esta tierra con fuego, quemando toda la inmundicia y la contaminación dejada por la última batalla de Satanás (2 Pedro 3: 12-13).

Así como los ángeles se regocijaron cuando Dios creó el universo, nos regocijaremos cuando veamos a Dios sobrecalentar esta tierra y remodelarla como una bola caliente de cera en la Tierra Nueva, la tierra eterna, el paraíso donde viviremos para siempre en la presencia de Dios (Ap. 21:1-7).

Qué glorioso momento será cuando seamos descendidos a la Tierra Nueva dentro de la fabulosa Nueva Jerusalén (Ap. 21:2). Dios descenderá del Cielo para morar con nosotros (Ap. 21:3). Él proclamará: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas” (Ap. 21:5).

Veremos a Dios cara a cara (Ap. 22:4). Él enjugará todas nuestras lágrimas (Ap. 21:4). La muerte ya no existirá (Ap. 21:4). Se nos darán nuevos nombres (Ap. 2:17), y existiremos como personalidades individuales revestidos por cuerpos perfectos e inmortales (Filipenses 3:21). Y creceremos eternamente en el conocimiento y amor de nuestro Creador infinito, honrándolo con nuestros talentos y dones.

¡Sí que puedo emocionarme con eso!

El Estado Intermedio

Algunas de las mayores confusiones sobre la vida después de la muerte se relacionan con el estado intermedio entre la muerte y la eternidad. Algunas personas defienden un concepto llamado “sueño del alma”. Argumentan que tanto los salvos como los no salvos están inconscientes después de la muerte hasta el regreso de Jesús.

Pero la Biblia deja muy claro que nuestro espíritu no pierde la conciencia al morir. Lo único que “se duerme” es nuestro cuerpo, en un sentido simbólico (ya que algún día se despertará cuando resucite). Pablo dice en 2 Corintios 5:8, que preferiría estar “ausentes del cuerpo, y presentes al Señor”. En Filipenses 1:21, observa: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia”. Luego agrega en el versículo 23 que su deseo es “partir y estar con Cristo”. ¡Pablo ciertamente no esperaba estar en una tumba en coma después de morir!

Entonces, si nuestros espíritus retienen su conciencia después de la muerte, ¿a dónde van? La Biblia enseña que, antes de la resurrección de Jesús, los espíritus de los muertos iban a un lugar llamado Hades (“Seol” en el Antiguo Testamento). Los espíritus existían allí conscientemente en uno de los dos compartimentos, ya sea el Paraíso o Tormentos. Este concepto se representa gráficamente en la historia de Jesús del hombre rico y Lázaro (Lucas 16:19-31).

Figura 10: El Hades o Seol antes de la Cruz

La Biblia indica que, después de la muerte de Jesús en la Cruz, Él descendió al Hades para declarar las buenas nuevas de que Él había derramado Su sangre por los pecados de la humanidad (1 Pedro 3:18-19 y 4:6).

La Biblia también indica que, después de Su anuncio, Jesús ascendió al Cielo, llevándose con Él las almas que estaban en el Paraíso (Efesios 4:8-9; 2 Corintios 12:1-4). A partir de entonces, los espíritus de los santos muertos son descritos somo si estuvieran en el Cielo ante el trono de Dios (ver Ap.6:9 y 7:9).

Figura 11: El Paraíso trasladado al Cielo después de la Cruz.

Los espíritus de los muertos justos no podían ir directamente al Cielo antes de la Cruz, porque sus pecados no estaban perdonados. En cambio, sus pecados fueron simplemente cubiertos por su fe. El perdón de sus pecados tenía que esperar el derramamiento de la sangre del Mesías (Levítico 17:11; Romanos 5:8-9; Hebreos 9:22).

El Cuerpo Intermedio

Durante el estado intermedio, entre la muerte y la resurrección, ¿cuál es la naturaleza de la existencia de los salvos y los perdidos? ¿Se convierten en espíritu puro en la naturaleza? La respuesta es no, no en absoluto.

Sólo Dios es espíritu (Juan 4:24). El hombre, como los ángeles, fue creado para tener un cuerpo. Como Pablo lo expresa en 2 Corintios 5:3, “no seremos hallados desnudos”.

Cuando nos despojamos de nuestros cuerpos mortales en la muerte, con la separación del espíritu del cuerpo, la Biblia enseña claramente que recibimos un cuerpo espiritual intermedio — intermedio entre nuestro cuerpo mortal actual y el cuerpo inmortal que recibiremos en el momento en que resucitemos. La evidencia de este hecho se puede encontrar en varios lugares de la Biblia.

  • Cuando el rey Saúl quiso saber cómo le iría en una próxima batalla, acudió a una bruja en Endor y le pidió que llamara a Samuel de entre los muertos, para que pudiera consultar con él. Evidentemente pensando que su espíritu demoníaco familiar aparecería, la bruja se sorprendió cuando Samuel apareció en su lugar y procedió a condenar a Saúl por traficar con lo oculto (1 Samuel 28:7-19). Tanto ella como Saúl reconocieron inmediatamente a Samuel cuando apareció.
  • Cuando Jesús contó la historia de Lázaro y el hombre rico, dejó en claro que se reconocieron completamente después de que murieron y sus espíritus fueron al Hades — Lázaro al compartimento llamado Paraíso, y el hombre rico al compartimento llamado Tormentos. Sus espíritus fueron incorporados en cuerpos identificables (Lucas 16:19-31).
  • En Su transfiguración, Moisés y Elías se unieron a Jesús, y los apóstoles que estaban presentes pudieron reconocer a ambos hombres mientras hablaban con Jesús (Mateo 17:1-7).
  • Cuando el apóstol Juan fue llevado al cielo, vio a una inmensa multitud de personas vestidas de blanco de pie ante el trono de Dios con ramas de palma en sus manos. Cuando preguntó quiénes eran, se le dijo que eran mártires que salían de la Gran Tribulación (Ap.  7:9-15).

En cada uno de estos casos, vemos personas muertas cuyos espíritus han sido incorporados a cuerpos reconocibles que están vestidos.

Eventos en la Muerte

Entonces, ¿qué sucede hoy cuando mueres? Si eres un hijo de Dios, tu espíritu es llevado inmediatamente a la presencia de Jesús por Sus santos ángeles. Se te da un cuerpo espiritual intermedio, y permaneces en el Cielo, en la presencia de Dios, hasta el momento del Rapto.

Cuando Jesús viene por Su Iglesia, trae tu espíritu con Él. Él resucita tu cuerpo, infundiéndolo con tu espíritu, y glorifica tu cuerpo, haciéndolo de naturaleza eterna (1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4). Reinas con Jesús por mil años y luego vives eternamente con Él en la nueva tierra (Apocalipsis 20-22).

Si no eres un hijo de Dios, entonces tu espíritu irá al Hades cuando mueras. Éste es un lugar de tormentos donde tu espíritu es retenido hasta la resurrección de los injustos, que tiene lugar al final del Reinado Milenial de Jesús. En esa resurrección eres llevado ante el Gran Trono Blanco de Dios donde eres juzgado por tus obras y luego condenado a la “segunda muerte”, que es el “lago de fuego” o infierno (Ap. 20:11-15).1

Preparándose para la Eternidad

Una cosa es cierta: “Toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que ‘¡Jesús es el Señor!’” (Isaías 45:23 y Romanos 14:11). Tu destino eterno estará determinado por el momento en que hagas esta confesión.

Si se hace antes de que mueras, entonces pasarás la eternidad con Dios. Si no, entonces harás la confesión en el juicio del Gran Trono Blanco antes de ser arrojado al Lago de Fuego. Para pasar la eternidad con Dios, tu confesión de Jesús como Señor debe hacerse ahora.

“Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo”. — Romanos 10:9

El mayor engaño de Satanás siempre ha sido la mentira de que puedes ganarte el camino al cielo realizando buenas obras. La negación de esta mentira es una de las cosas que distingue al cristianismo de todas las demás religiones del mundo. Esto se debe a que todas las demás religiones, incluidos las sectas cristianas, como los mormones y los Testigos de Jehová, enseñan que la salvación debe ganarse viviendo una buena vida y realizando ciertos ritos religiosos.

El cristianismo dice: “¡NO!” a la salvación por obras. Considere estas palabras de Efesios 2:

8) Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

9) no por obras, para que nadie se gloríe.

Por lo tanto, la salvación es por gracia a través de la fe en Jesús y no por obras. Robert Jeffress, pastor de la Primera Iglesia Bautista en Dallas, Texas, a menudo destaca este punto al observar: “Todas las demás religiones del mundo dicen: ‘¡HAZ!’. Sólo el cristianismo dice: ‘¡HECHO!’”.2 Su punto, por supuesto, es que Jesús hizo todo lo que era necesario para nuestra salvación cuando murió en la Cruz. Todo lo que debemos hacer para recibir el perdón de nuestros pecados es poner nuestra fe en Él como nuestro Señor y Salvador.

Skip Heitzig, pastor de Calvary Church en Albuquerque, Nuevo México, lo ha resumido todo de otra manera al afirmar: “Las personas buenas no van al Cielo; las personas salvas van al Cielo”.3

Una Aclaración

Nací en una familia cristiana y crecí yendo a la iglesia. Y una y otra y otra vez, escuché la declaración proclamada desde el púlpito de que “Jesús murió por tus pecados”.

No tenía idea de lo que eso significaba, ni entendía afirmaciones similares como: “Eres salvo por la sangre de Jesús”, o “Jesús lo pagó todo”. Pero confié en mis maestros y predicadores de la Biblia, así que cuando tenía 11 años, en mayo de 1950, acepté a Jesús como mi Señor y Salvador y fui bautizado. Pensaba que no necesitaba entender estas declaraciones más de lo que necesitaba entender por qué se encendía una luz cuando accionaba un interruptor.

Cuando estaba al final de mi adolescencia, comencé a hacer preguntas sobre el significado de estas afirmaciones, y la mejor explicación que recibí fue que ser salvado por Jesús era como ser condenado a muerte por cometer un asesinato y luego tener un amigo que se acercara al juez y se ofreciera como voluntario para tomar mi sentencia en mi nombre. Esa explicación ayudó, pero más tarde descubrí que necesitaba profundizar más.

Entonces, permítanme intentar ponerlo en términos bíblicos simples y comprensibles.

Las Verdades Fundamentales

La Biblia dice que todos nosotros somos pecadores. Por supuesto, sabemos eso, pero, sin la Palabra de Dios para confrontarnos con la realidad, siempre podemos lidiar con nuestros pecados justificándolos con excusas o culpando a los demás.

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros” (1 Juan 1:8).

La segunda verdad fundamental que necesitamos reconocer con respecto al pecado es que produce la muerte. Morimos porque somos pecadores. La Biblia lo pone en un lenguaje colorido: “La paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23).

Salvación Antes de la Cruz

En los tiempos del Antiguo Testamento, las personas lidiaban con sus pecados poniendo su fe en Dios, la que manifestaban al ofrecer sacrificios de animales. ¿Por qué sacrificios? Porque la Biblia enseña que la vida está en la sangre (Levítico 17:11) y "sin derramamiento de sangre no se hace remisión” (Hebreos 9:22).

Pero el derramamiento de la sangre de los animales era insuficiente para pagar en su totalidad el castigo por nuestros pecados (Hebreos 9:12-14). Estos sacrificios sólo cubrían los pecados. No resultaban en un perdón completo. Ésa es la razón por la que antes de la Cruz, cuando los creyentes morían, sus almas iban a un compartimento llamado Paraíso, que estaba ubicado en un lugar llamado Seol (Hades en el Nuevo Testamento). No podían ir directamente al Cielo y estar en la presencia de un Dios Santo hasta que sus pecados hubieran sido completamente perdonados.

La Solución al Pecado

Entonces, ¿qué se necesitaba? Un hombre perfecto que nunca pecó. Sólo una persona que no merecía morir podía servir legítimamente como sustituto de todos los que merecíamos la muerte.

Jesús era esa persona. Vivió una vida sin pecado. Este hecho se afirma muchas veces en las Escrituras. Por ejemplo, el apóstol Pedro proclamó: “Él [Jesús] no cometió ningún pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:22). El apóstol Juan hizo la misma afirmación cuando escribió: “... no hay pecado en Él [Jesús]” (1 Juan 3:5). El autor del libro de Hebreos declaró que Jesús puede “compadecerse de nuestras debilidades”, porque fue “tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado” (Hebreos 4:15).

Entonces, Jesús fue la única persona que ha vivido que no merecía morir porque nunca pecó. Por lo tanto, cuando murió, lo hizo voluntariamente, tomando sobre Sí los pecados — pasados, presentes y futuros — de todos aquellos que ponen su fe en Él.

Salvación Desde la Cruz

Se nos dice que después de Su muerte, Jesús descendió al Hades e hizo una proclamación (1 Pedro 3:18-19). No se nos dice lo que proclamó, pero lo más probable es que fuera la declaración de que “la sangre ha sido derramada”. Eso significaba que los pecados de los que estaban en el Paraíso ya no estaban sólo cubiertos. Más bien, ahora estaban completamente perdonados. Y así, se nos dice en Efesios 4:8-10 que, cuando Jesús ascendió al Cielo, se llevó a los que estaban en el Paraíso con Él, y desde ese momento, cuando los creyentes mueren, sus almas van directamente al Cielo.

Es por eso que Romanos 6:23 no termina con la declaración de que: “La paga del pecado es muerte”. El versículo continúa declarando triunfalmente, “mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Y eso, mis amigos, es justificación para exclamar: “¡ALELUYA!”.

“Al que no conoció pecado [Jesús], por nosotros [Dios] lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21).

Además, las increíbles bendiciones que se prometen en la Palabra Profética de Dios a aquellos que ponen su fe en Jesús, son suficientes para que cada creyente comience cada nuevo día exclamando en su corazón: “¡MARANATA!”. Ésta es una frase aramea que significa: “¡El Señor viene!” o “Señor nuestro, ¡ven!” (1 Corintios 16:22).


“Sólo el que conoce la profecía puede morar en la calma de la eternidad ahora”. Charles L. Feinberg, Millennialism (Chicago, IL: Moody Press, 1980) página 30.


Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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viernes, 2 de septiembre de 2022

Libro: ¿Cuál es la Diferencia Entre un Milenio y un Milpiés? – Capítulo 10 (parte 2 de 2)

La Interpretación de la Profecía 
¡Dejemos de jugar! 

Por Dr. David R. Reagan

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8 Prolepsis — Otra clave importante para interpretar la profecía bíblica es observar el marco de tiempo de lo que está leyendo. Ésta es probablemente la clave más ignorada para entender el libro de Apocalipsis. Sin embargo, es de vital importancia.

Observar el marco de tiempo es crucial cuando se lee cualquier tipo de literatura. El libro de Apocalipsis en este sentido no es diferente de una novela. Cuando está leyendo una novela, siempre tiene que ser consciente del marco de tiempo del pasaje que está leyendo. ¿Está en el pasado, en el presente o en el futuro?

Por ejemplo, es posible que se encuentre con una analepsis mientras lee una novela. De repente, es transportado en el tiempo a algo que sucedió hace años. Luego, podría ser impulsado de regreso al presente y leer algunos eventos que están ocurriendo en la historia del libro. El libro podría incluso contener una prolepsis.

Las prolepsis no son tan comunes en la literatura secular regular como lo son en la literatura espiritual. La Biblia está llena de prolepsis porque Dios sabe lo que va a suceder en el futuro y, a través de la revelación de Su Espíritu Santo, les da a Sus profetas conocimiento sobrenatural acerca de los eventos futuros.

La prolepsis es un recurso literario muy común en el libro de Apocalipsis. Aunque el libro de Apocalipsis está básicamente en orden cronológico en el sentido de que los eventos principales que describe ocurren uno tras otro; sin embargo, hay muchos lugares en su historia donde se adelanta a los eventos que van a ocurrir en el futuro. Debe ser muy sensible a esto si quiere entender lo que está sucediendo en el libro.

Las prolepsis se dan en el libro de Apocalipsis principalmente por una razón: para dar consuelo al lector. Hay tantos eventos horribles revelados en el libro con respecto al derramamiento de la ira de Dios, que de vez en cuando el escritor parece obligado a detenerse y dar una prolepsis al final de la Tribulación, para asegurarle al lector que Jesucristo va a ser completamente victorioso.

Tomemos, por ejemplo, el capítulo 13 de Apocalipsis, que contiene descripciones detalladas del Anticristo (versículos 1-8) y su secuaz diabólico, el Falso Profeta (versículos 11-15). El capítulo termina declarando que nadie podrá comprar o vender durante la segunda mitad de la Tribulación sin jurar lealtad a los dos monstruos (versículos 16-18) Para brindar esperanza al lector, el capítulo 14 es una prolepsis al triunfo de Jesús en Su Segunda Venida. El capítulo es como un adelanto cinematográfico de lo que está por venir.

Al final de cada una de las tres series de juicios en Apocalipsis, hay una prolepsis a la Segunda Venida de Jesús, para asegurarle al lector que todo va a salir bien. Los Juicios de los Sellos en el capítulo 6 terminan con tal prolepsis en los versículos 12-17. Los Juicios de las Trompetas en los capítulos 8 y 9 son seguidos por una visión de la Segunda Venida del Señor en el capítulo 10. Los Juicios de las Copas en el capítulo 16 también terminan con una prolepsis al regreso del Señor (versículos 15-21).

9 Estudiar el Antiguo Testamento — El conocimiento del Antiguo Testamento es absolutamente esencial para entender las profecías del Nuevo Testamento. La iglesia en la que crecí, como la mayoría de las iglesias protestantes, sólo estudiaba el Nuevo Testamento. Rara vez leíamos el Antiguo Testamento, y mucho menos lo estudiábamos.

Después de 30 años de asistencia fiel a la iglesia, yo era bíblicamente ignorante con respecto al Antiguo Testamento. No podría haber encontrado el libro de Sofonías sin un índice si mi vida hubiera dependido de ello. Me hubiera avergonzado descubrir que no había ningún libro de Ezequías. Me habían dicho una y otra vez que “el Antiguo Testamento fue clavado en la Cruz”. En consecuencia, consideraba que el Antiguo Testamento era irrelevante.

En vista de tal ignorancia del Antiguo Testamento — una condición que es común en toda la cristiandad — no es de extrañar que el cristiano promedio tenga tantas dificultades para entender la profecía del Nuevo Testamento como el libro de Apocalipsis. No conocemos la profecía del Antiguo Testamento, pero es la clave para entender las profecías en el Nuevo Testamento.

La profecía del Antiguo Testamento encaja con la profecía del Nuevo Testamento como una mano en un guante. No hay manera, por ejemplo, de que alguna vez entienda Apocalipsis, si no está completamente familiarizado con Daniel.

Finalmente llegué a un punto en mi estudio del libro de Apocalipsis en el que simplemente no podía avanzar en mi entendimiento, hasta que volví al Antiguo Testamento y comencé a estudiar a los Profetas Mayores y Menores. A medida que comencé a absorber los escritos de estos profetas, comencé a entender el libro de Apocalipsis como nunca antes lo había entendido.

Permítanme darles un ejemplo de lo que estoy hablando. Hay una declaración que debo haber escuchado docenas de veces desde el púlpito cuando era niño: “Sólo hay un capítulo en la Biblia que habla de un futuro reinado de Jesucristo, y ése es el capítulo 20 de Apocalipsis”. Muchos predicadores llegarían a la increíble conclusión de que, dado que solo un capítulo menciona un futuro reinado del Señor en la tierra, ¡debe significar otra cosa! Luego procederían a espiritualizar el significado de sentido llano de Apocalipsis 20, negando que el Señor alguna vez regresará a la tierra para reinar.

Puede imaginar lo sorprendido que me quedé al descubrir más tarde que el Antiguo Testamento contiene más de quinientas profecías sobre la Segunda Venida de Jesús, muchas de las cuales se relacionan específicamente con Su reinado en la tierra. Hay trescientas profecías acerca de Su Primera Venida, pero más de quinientas acerca de Su Segunda Venida. Hay profecía tras profecía tras profecía sobre el regreso de Jesús a esta tierra para reinar en gloria y majestad desde Jerusalén. Apocalipsis 20 no es el único lugar en la Biblia que habla de un futuro reinado de Jesucristo. Es un capítulo de muchos que se centran en el futuro reinado del Señor.

Un ejemplo de la profecía del Antiguo Testamento que apunta al reinado de Jesús se encuentra en Isaías 24, comenzando con el versículo 21. Hablando de los tiempos del fin, Isaías dice: “Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra”. ¿Quién es “el ejército de los cielos en lo alto”? Eso es Satanás y sus hordas demoníacas que, se nos dice en Efesios 6, infestan la atmósfera de este planeta. El Señor los va a castigar en los cielos.

Ahora note dónde va a castigar a los reyes de este mundo: “sobre la tierra”. El versículo 22 dice: “Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados…”. Eso es hablar del Seol (hebreo), o Hades (griego), el lugar donde están retenidos los espíritus de los muertos injustos.

Lo que este pasaje está diciendo es que, cuando el Señor regrese, Él va a derramar Su ira. Él condenará a muerte a todos aquellos que lo han rechazado como Señor y Salvador. Sus espíritus serán confinados en prisión. Serán puestos en el Hades. Entonces, “después de muchos días” (el reinado de mil años de Jesús), serán castigados, porque al final del Milenio, serán resucitados, juzgados y arrojados al Lago de Fuego.

Continuando con el versículo 23, Isaías escribe: “La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, porque el Señor de los ejércitos reinará”. ¿Dónde? ¿En el cielo? No. Él reinará “en el monte de Sion y en Jerusalén”. Ésa es una ubicación geográfica en el planeta tierra.

No sé qué tendría que hacer Dios para convencernos de que Jesús va a reinar en Jerusalén. Lo dice muy claramente aquí mismo en este pasaje de Isaías. Incluso nos dice uno de los propósitos del reinado del Señor. Consideremos de nuevo el versículo 23. Isaías dice que el Señor “manifestará su gloria delante de sus ancianos”. Jesús fue humillado en la historia la primera vez que vino. Cuando regrese, recibirá honor y gloria.

Otro ejemplo de profecía milenial en el Antiguo Testamento se puede encontrar en el tercer capítulo del libro de Joel, uno de esos llamados Profetas Menores (¡menor en longitud, no en contenido!). Joel habla en el versículo 14 de la Batalla de Armagedón: “Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor”.

¿Y qué pasa? “El Señor ruge desde Sion y da su voz desde Jerusalén. Tiemblan los cielos y la tierra, pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel” (Joel 3:16). Y añade: “Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios”. ¿Cuándo? Cuando Él esté “habitando en Sion, mi santo monte” (Joel 3:17). El libro de Joel termina con el Señor regresando como un león para derramar Su ira sobre los enemigos de Dios y morar en Sion — en Jerusalén. ¿Qué podría ser más claro?

Una de las imágenes más poderosas e inspiradoras de todo el Antiguo Testamento con respecto al reinado venidero de Jesús se encuentra en el cuarto capítulo de Miqueas. Comienza en el versículo uno con estas palabras: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de monte”. (En la profecía bíblica, la palabra “monte” es un símbolo de un reino, a menos que el monte se nombre específicamente).

Por lo tanto, las primeras palabras de esta profecía apuntan a un reino del Señor que se establecerá en los postreros tiempos, un reino que será el principal de todos los reinos en esta tierra. “Será establecido por cabecera de montes” —las naciones— “y correrán a él los pueblos” (Miqueas 4:1).

A medida que la profecía de Miqueas continúa, identifica la ubicación geográfica del reino del Señor: “Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Miqueas 4:2). Una vez más, la ubicación geográfica del reino se hace muy clara, y está aquí en esta tierra.

La profecía continúa con imágenes inspiradoras de la paz y la prosperidad que inundarán la tierra durante el reinado del Señor. Concluye en el versículo 7 con estas palabras: “Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre”. ¿Dónde reinará el Señor? ¿En el cielo? No. Desde el Monte Sion. Eso es Jerusalén.

Estos ejemplos de la profecía del Antiguo Testamento dejan muy claro cuán tonto es decir que Apocalipsis 20 es el único capítulo de la Biblia que menciona un reinado terrenal del Señor. La lección es evidente: la profecía del Antiguo Testamento es indispensable para entender la profecía del Nuevo Testamento.

10 Enfoque en Jesús — La última clave que quiero mencionar es mantener sus ojos en Jesús. Éste es un punto que simplemente no puedo enfatizar lo suficiente. Mire de nuevo el primer versículo de Apocalipsis: “Esta es la Revelación de Jesucristo”. De principio a fin, es la revelación de Jesús.

Hay tantos maestros de profecía que ignoran esta verdad. Ha visto sus anuncios en el periódico. Los anuncios suelen estar decorados con imágenes extrañas de bestias con siete cabezas. Y los anuncios están llenos de preguntas tentadoras. “¿Suma el nombre de Barack Obama 666? ¿Es el Papa Francisco el Falso Profeta? ¿Hay una bestia informática en Bélgica? ¿Se están reuniendo los buitres en Jerusalén?”. Tales maestros se especializan en lo sensacional. Se enfocan en cualquier cosa menos en Jesucristo.

No es de extrañar que tanta gente se haya desentendido de la profecía bíblica, habiendo decidido que es un patio de recreo para fanáticos. Desafortunadamente, es un patio de recreo para muchos fanáticos, pero no tiene por qué ser eso. Pueden ser pastos verdes para los discípulos, si mantiene sus ojos en Jesús.

Cuando lea el libro de Apocalipsis, busque a Jesús. Recuerde eso: ¡busque a Jesús! Cuanto más lo busque, más lo verá. Y si mantiene sus ojos enfocados en Jesús, entenderá el libro de Apocalipsis. Una vez más, Apocalipsis 19:10 dice rotundamente, “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.

Jesús mismo enfatizó este punto a Sus discípulos. Durante los 40 días entre Su resurrección y Su ascensión, Él recorrió las Escrituras Hebreas con Sus discípulos para mostrarles “que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44).

Un Desafío

Le pregunto: ¿Cómo interpreta la profecía bíblica? ¿La aborda como promesas literales sobre el futuro, o la ves como expresiones poéticas que no tienen un significado específico? ¿Considera que es realidad o ficción? ¿Es culpable de jugar con la Palabra de Dios para justificar las tradiciones y doctrinas sagradas de los hombres?

Lo desafío a interpretar la Palabra de Dios — toda ella — por su significado de sentido llano. Al hacerlo, es muy probable que se encuentre desafiado a descartar viejas doctrinas y adoptar otras nuevas. Éste será un proceso doloroso, pero será fructífero, porque será bendecido con la verdad de la Palabra de Dios.

Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. — Juan 8:31-32


“Si una persona no interpreta literalmente las declaraciones claras de la profecía, no hay regla por la cual se pueda establecer un consenso de significado; la existencia de una amplia diversidad de interpretaciones muestra el fracaso de este enfoque. Se pueden ofrecer hasta cincuenta interpretaciones diferentes para un solo pasaje de Apocalipsis que podría entenderse fácilmente si se interpretara de forma natural”. — John F. Walvoord, “Entendiendo la Profecía”. 15 de junio de 2009 ( https://insight.org).

“En cuanto al reino, Israel lo tenía, bajo el Antiguo Testamento, en su forma externa; los gentiles lo tienen, bajo el Nuevo Testamento, en su forma interna; en la era venidera, judíos y gentiles juntos, lo tendrán, ambas formas en uno, un solo reino del Mesías, espiritual, visible y glorioso, con Israel todavía como el pueblo central, el preludio de la Nueva Jerusalén y las naciones caminando a su luz para siempre”. — Nathaniel West, The Thousand Years in Both Testaments (1899), republicado en 1993 por Kregel Publications como The Thousand Year Reign of Christ, página 5.


Lea la parte 1 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: ¿Cuál es la Diferencia Entre un Milenio y un Milpiés? – Capítulo 10 (parte 1 de 2)

La Interpretación de la Profecía 
¡Dejemos de jugar! 

Por Dr. David R. Reagan

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Cuando comencé a predicar, repetía como un loro lo que había escuchado desde el púlpito toda mi vida. Con respecto a la profecía, era la declaración de que “no hay un solo versículo en la Biblia que siquiera implique que Jesús alguna vez pondrá Sus pies en esta tierra de nuevo”.

Había descubierto Zacarías 14 cuando tenía 12 años y me había asombrado que dijera que el Mesías regresaría un día al Monte de los Olivos, que el monte se partiría cuando Sus pies lo tocaran, y que se convertiría en “rey sobre toda la tierra” (versículo 9). Pero mi pastor me había asegurado que esos versículos no significaban lo que decían.

Más tarde, un evangelista viajero que vino a mi iglesia me reforzó el punto de vista del pastor. Cuando le pregunté sobre el significado de Zacarías 14: 1-9, instantáneamente proclamó que era “¡APOCALÍPTICO!”. Por lo tanto, me aseguró que no debía tomar el pasaje literalmente.

Ahora bien, no tenía idea de lo que significaba “Apocalíptico”. Sonaba como una especie de enfermedad. Pero el evangelista era un graduado de un seminario, así que supuse que sabía de lo que estaba hablando.

A partir de entonces, cuando una persona desafiaba mi predicación amilenial, preguntándome el significado de Zacarías 14, yo les respondía con la palabra: “¡Apocalíptico!”. Por lo general, corrían hacia la puerta asustados. No sabían de lo que estaba hablando (y yo tampoco).

Entonces, un día me senté y leí todo el libro de Zacarías. ¿Y adivinen qué? ¡Todo mi argumento se fue por el desagüe!

Descubrí que el libro contiene muchas profecías sobre la Primera Venida de Jesús, y descubrí que todas esas profecías significaban lo que decían. De repente se me ocurrió que, si las profecías de la Primera Venida de Zacarías significaban lo que decían, entonces ¿por qué sus promesas de la Segunda Venida no deberían significar lo que dicen?

La Regla del Sentido Llano

Ése fue el día que dejé de jugar con la Palabra Profética de Dios. Empecé a aceptarlo por su significado de sentido llano. Decidí que, si el sentido llano tiene sentido, no buscaría otro sentido, para no terminar con un sinsentido.

Un buen ejemplo del enfoque sin sentido es la interpretación generalmente aceptada de Apocalipsis 7:1-8. Este pasaje habla de 144,000 judíos siendo ungidos por Dios al comienzo de la Tribulación. Parece que son designados como mensajeros especiales de Dios para proclamar el Evangelio durante la Tribulación.

Sin embargo, ¡más del 80 por ciento de todos los comentarios que he consultado sobre este pasaje afirman que los 144,000 judíos son un símbolo de la Iglesia ¿Cómo podría ser eso posible? El pasaje dice que son judíos. Incluso afirma que consistirán en 12,000 judíos de cada tribu de Israel. Incluso entra en el detalle de nombrar a cada tribu de la cual se seleccionarán los hombres.

¿Qué más tendría que hacer Dios para convencernos de que él está hablando de 144,000 judíos? ¿Tendría que poner el mensaje en luces de neón en los cielos?

¿Y por qué este pasaje siempre es torcido más allá del reconocimiento por los espiritualizadores que están decididos a hacer que represente a la Iglesia? La respuesta es fácil. La mayoría de los teólogos cristianos son defensores de la Teología del Reemplazo, que afirma que Dios se desentendió del pueblo judío cuando rechazaron a Jesús como su Mesías, y los ha reemplazado con el “Nuevo Israel” — es decir, la Iglesia. Por lo tanto, dado que Dios no tiene ningún propósito para los judíos, este pasaje de Apocalipsis debe estar hablando de alguien que no sean los judíos.

Difícil de creer, ¿no? Cuando la gente insiste en espiritualizar las Escrituras de esta manera, las Escrituras terminan significando lo que quieren que signifiquen.

El Peligro de Espiritualizar

Permítanme darles un ejemplo clásico de los absurdos con los que pueden terminar cuando comienzan a espiritualizar o alegorizar la Palabra de Dios.

Agustín de Hipona, quien desarrolló el punto de vista amilenial en el siglo V, al espiritualizar la profecía del tiempo del fin, amaba jugar con las Escrituras para obligarlas a significar lo que él deseaba. Considere lo que hizo con Ezequiel 44:1-2.

Este pasaje profético dice que llegará un día en que la Puerta Oriental se cerrará. Y, en base a lo que se dice en Ezequiel 43:1-2, se supone que la puerta permanecerá cerrada hasta que el Mesías regrese. Ésa es la interpretación literal de lo que dicen estos versículos.

La primera parte de la profecía se cumplió en 1541, cuando Solimán el Magnífico reconstruyó los muros de Jerusalén y decidió sellar la Puerta Oriental, porque los rabinos judíos le dijeron que, cuando venga el Mesías, entrará en Jerusalén a través de la Puerta Oriental.

Increíblemente, ¡Agustín alegorizó por completo estos versículos para significar que María y José nunca consumaron su matrimonio!1 Interpretó que la puerta cerrada era un símbolo de la vagina de María a través de la cual el Mesías pasó y luego se cerró, lo que resultó en la virginidad perpetua de María.

Claves para la Comprensión

Creo que Dios sabe cómo comunicarse. Creo que Él dice lo que quiere decir y quiere decir lo que dice. No creo que tenga que tener un doctorado en hermenéutica, o una imaginación hiperactiva, para entender la Biblia. Lo esencial, en cambio, es un corazón honesto y la llenura del Espíritu de Dios (1 Corintios 2:10-16).2

1 La Actitud Apropiada — Una clave crucial es acercarse a las Escrituras con la fe un niño. El Dr. Henry Morris aborda este tema en su gran comentario sobre Apocalipsis, llamado The Revelation Record (El Registro de Apocalipsis). 3 Él dice: “Apocalipsis no es difícil de entender. Es difícil de creer. Si lo cree, lo entenderá”.4

Por ejemplo, el libro de Ezequiel contiene siete capítulos (40-46) que describen en detalle el Templo del Milenio y sus procedimientos de adoración. Pero la idea de cualquier tipo de templo judío en el futuro es un anatema para aquellos que han adoptado la Teología del Reemplazo. Por lo tanto, se sienten obligados a espiritualizar estos siete capítulos para que signifiquen otra cosa — ¡como afirmar que son una representación simbólica de la gloria de la Iglesia!

2 El Significado de los Símbolos — “Pero, ¿qué pasa con los símbolos?”, preguntan algunos. Otra clave crucial es tener en cuenta que un símbolo representa algo, de lo contrario no sería un símbolo. Siempre hay una realidad literal o un significado de sentido llano detrás de cada símbolo.

La novia de Salomón se refiere a sí misma como “la rosa de Sarón”. ¿Y si se hubiera llamado a sí misma la “planta rodadora de Texas”? La imagen que evoca una rosa es algo hermoso y encantador; una planta rodadora es fea y desarraigada.

La Biblia es su propia mejor intérprete en cuanto al significado de los símbolos que utiliza. A veces los símbolos se explican claramente, como cuando Dios le revela a Ezequiel el significado de los símbolos en su visión del valle de huesos secos (Ezequiel 37:11-14).

Dios le dijo a Ezequiel que su visión de los huesos secos que se unían era una profecía de que, en los tiempos del fin, el pueblo judío sería reunido del mundo y una vez más existiría como nación en su patria (Ezequiel 37:21-22). Sin embargo, ¡no puedo decirles cuántos sermones he escuchado usando este pasaje como un ejemplo de renovación de la Iglesia!

De la misma manera, al apóstol Juan se le dijo el significado de ciertos símbolos que vio en su visión de Patmos de un Jesús glorificado de pie entre siete candelabros con siete estrellas en su mano derecha (Ap. 1:12-16). Jesús mismo explicó que los siete candelabros representaban a las siete iglesias a las que iba a dictar cartas, y las siete estrellas representaban a los ángeles de esas iglesias, muy probablemente a los pastores, ya que la palabra, ángel, significa mensajero.

En otras ocasiones, una simple búsqueda de las Escrituras revelará el significado de un símbolo. Considere la declaración en Apocalipsis 12:14, donde dice que el remanente judío escapará del Anticristo al desierto en “las dos alas de la gran águila”.

¿Es ésta un águila literal? O, como algunos escritores de profecías han afirmado, ¿es un puente aéreo proporcionado por los Estados Unidos, cuyo símbolo nacional es un águila?

Una búsqueda en la concordancia mostrará que el mismo simbolismo se usa en Éxodo 19:4 para describir la huida de los hijos de Israel cuando escaparon de Egipto. Este simbolismo se usa nuevamente en Deuteronomio 32:11 para describir el cuidado de Dios del pueblo judío mientras vagaban por el desierto. El símbolo, como dejan claro estos pasajes, es una referencia poética al cuidado amoroso y sobrenatural de Dios.

3 La Importancia del Contexto — Otra clave para entender la profecía es aquella que se aplica a la interpretación de todas las Escrituras. Es el principio de que el significado de las palabras está determinado por su contexto.

Varias veces me he encontrado con un buen ejemplo de este problema en libros en los que los autores estaban tratando de probar que Jesús nunca regresará para reinar sobre esta tierra. Tal posición, por supuesto, requirió que los escritores espiritualizaran el capítulo 20 de Apocalipsis, donde dice seis veces que habrá un reinado del Señor que durará mil años.

En su intento desesperado de desestimar los mil años, estos autores generalmente se referían al Salmo 50:10, donde dice que Dios es dueño de “el ganado sobre mil colinas” (NBLA). Luego preguntaban: “¿Hay sólo mil colinas en el mundo?”. Su respuesta era: “¡Por supuesto que no!”. Luego procedían a explicar que el término se usa en sentido figurado. Pero, luego dieron un salto cuántico en la lógica al proclamar, “por lo tanto, el término, ‘mil’, siempre se usa simbólicamente”.

No es así. Depende del contexto. En el Salmo 50, el término es claramente simbólico. Pero, en Apocalipsis 20, no es así. Una vez más, los mil años se mencionan seis veces. ¿Qué tendría que hacer el Señor para convencernos de que quiere decir mil años? ¡Preste atención al contexto!

Permítanme darles un ejemplo secular de lo que estoy hablando. Considere las siguientes dos oraciones:

  • El Presidente va a pronunciar hoy un discurso desde la Casa Blanca.
  • La Casa Blanca anunció hoy que el presidente irá a Oriente Medio.

La primera oración usa el término, “Casa Blanca”, literalmente. En la segunda oración, el mismo término se usa simbólicamente, ya que la Casa Blanca es un edificio que no puede hablar.

4 Reconciliar Pasajes — Una clave adicional para entender la profecía es una que también se aplica a todas las Escrituras. Es el principio de buscar todo lo que la Biblia tiene que decir sobre un punto en particular.

Evite que una doctrina dependa de un versículo aislado. Todos los versículos sobre un tema en particular deben ser buscados, comparados y luego reconciliados.

Permítanme darles un ejemplo profético. 2 Pedro 3:10 dice que, cuando el Señor regrese, “los cielos pasarán con grande estruendo . . . y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”. Ahora, si éste fuera el único versículo en la Biblia acerca de la Segunda Venida, podríamos concluir con confianza que los cielos y la tierra serán quemados el día que Jesús regrese.

Pero, hay muchos otros versículos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que dejan muy claro que el Señor reinará sobre toda la tierra antes de que sea consumida por el fuego. Esos versículos deben ser considerados junto con el pasaje en 2 Pedro 3 con el fin de obtener la visión general correcta. A ningún profeta se le da una visión completa de los acontecimientos del tiempo del fin.

5 Pre-Cumplimiento — Un problema especial relacionado con la interpretación profética es que las profecías a menudo se cumplen previamente en tipo simbólico antes de que se cumplan por completo.

En este sentido, estoy seguro de que el pueblo judío debe haber sentido que Antíoco Epífanes cumplió las profecías de Daniel sobre un líder tiránico que perseguiría severamente a los judíos. Pero, 200 años después de Antíoco, Jesús tomó esas profecías de Daniel y les dijo a Sus discípulos que aún no se habían cumplido.

Otro ejemplo es la señal que Isaías le dio al rey Acaz para asegurarle que la ciudad de Jerusalén no caería en manos de los sirios que la tenían bajo asedio. La señal era que una mujer joven daría a luz a un hijo cuyo nombre se llamaría Emanuel (Isaías 7:1-19). El pasaje ciertamente implica que tal niño nació en ese momento.

Pero, cientos de años después, Mateo, por inspiración del Espíritu Santo, se remontó a la profecía de Isaías y proclamó que su cumplimiento final se encontraba en el nacimiento virginal de Jesús (Mateo 1:22-23).

6 Tiempo Comprimido — Otra característica peculiar de la literatura profética se llama “telescopía”. Esto ocurre cuando un profeta comprime el intervalo de tiempo entre dos eventos proféticos. Este fenómeno es muy común.

La razón de ello tiene que ver con la perspectiva del profeta. A medida que mira hacia el futuro y ve una serie de eventos proféticos, le parecen como si estuvieran en una secuencia inmediata.

Es como mirar hacia abajo en una cadena montañosa y ver tres picos, uno detrás del otro, cada uno secuencialmente más alto que el que está enfrente. Los picos parecen estar uno contra el otro porque la persona que los ve no puede ver los valles que los separan.

En Zacarías 9:9-10, hay un pasaje con tres profecías que están comprimidas en dos versículos, pero están ampliamente separadas en el tiempo. El versículo 9 dice que el Mesías vendrá humildemente sobre un burro. La primera parte del versículo 10 dice que el pueblo judío será apartado. La segunda parte del versículo 10 dice que el Mesías reinará sobre todas las naciones.

Estos tres eventos — la entrada de Jesús en Jerusalén sobre un burro, el apartamiento de Israel y el reinado de Cristo — parecen ocurrir en una rápida sucesión, pero, en realidad, hubo 40 años entre los dos primeros eventos, y ha habido más de 2,000 años hasta ahora entre el segundo y el tercer evento. Otra forma de ver el fenómeno de la telescopía es enfocarse en lo que se llaman “brechas proféticas”. Éstas son los períodos de tiempo entre los eventos proféticos de los picos de montaña.

Debido a que los rabinos del Antiguo Testamento no podían ver la brecha entre la primera y la segunda venida del Mesías, algunos teorizaron que habría dos Mesías — un “Mesías ben José”, que sufriría, y un “Mesías ben David”, que conquistaría. Desde nuestra perspectiva del Nuevo Testamento podemos ver que los profetas del Antiguo Testamento estaban hablando de un Mesías que vendría dos veces. Podemos ver la brecha entre las dos venidas.

7 El Tiempo Proléptico — Uno de los aspectos más complicados de la interpretación profética es lo que se llama el tiempo proléptico. Aquí es donde Dios habla de un evento futuro como si ya hubiera sucedido.

Esto ocurre con frecuencia porque Dios no está atrapado por el tiempo como lo estamos nosotros. Él ve el pasado, el presente y el futuro. Y cuando Él quiere que algo suceda en el futuro, lo considera hecho, y por lo tanto, a menudo hablará de ello en tiempo pasado. Una expresión de este fenómeno se puede encontrar en Isaías 46:

9) Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, 

10) que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero; 

11) que llamo desde el oriente al ave, y de tierra lejana al varón de mi consejo. Yo hablé, y lo haré venir; lo he pensado, y también lo haré.

Un ejemplo clásico de expresión proléptica se puede encontrar en el Salmo 2. El salmo comienza describiendo a los líderes políticos del mundo que maldicen a Dios y se niegan a acatar Su Palabra. En respuesta, Dios declara: “Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte” (Salmos 2:6). Lo que Dios está diciendo aquí es que tratará con todos los líderes corruptos del mundo cuando Su Hijo comience Su reinado desde Jerusalén, ¡pero lo presenta como algo ya logrado!

Otro buen ejemplo del tiempo proléptico se puede encontrar en Apocalipsis 13:8, donde se nos dice que Jesús fue sacrificado “desde la fundación del mundo” (NVI). Jesús no fue sacrificado antes de la Creación. Fue clavado en una cruz alrededor del año 30 d. C. Pero era la intención de Dios antes de la Creación, por lo que se presenta como un evento consumado antes de que realmente sucediera en la historia.

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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