El Tipo Bíblico de los Estados Unidos
Juicios Correctivos
A lo largo de la historia de Judá, mientras los profetas advertían, Dios respaldaba sus advertencias con juicios correctivos. La nación sufrió calamidades como invasiones de langostas (el libro de Joel), fuertes terremotos (Amós 1:1) y plagas (Ezequiel 5:11–12).
Además, hubo derrotas en batallas (2 Crónicas 35:20–24), y la nación a menudo existió como un estado vasallo, al que se le exigía pagar un fuerte tributo a la potencia extranjera controladora (2 Crónicas 28:16–21).
Otro tipo de juicio correctivo que Dios usó con frecuencia fue darle a la nación el tipo de líderes que se merecía. Isaías mencionó esto cuando advirtió al pueblo de Judá que, si se negaban a arrepentirse, Dios les pondría “jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores, y el pueblo será oprimido” (Isaías 3:4).
La historia de Judá refleja claramente este juicio en acción, que culminó cuando Dios proporcionó al peor rey en la historia de la nación — Manasés — quien gobernó durante 55 años (2 Crónicas 33:1–20). Del mismo modo, como nuestra nación ha entregado su corazón al materialismo y se ha olvidado de Dios, hemos estado plagados de líderes débiles o francamente malvados durante los últimos 30 años.
Como mencioné anteriormente, George H. W. Bush llegó al poder entusiasmado con “El Nuevo Orden Mundial”, e inmediatamente apuñaló a Israel por la espalda, al obligarlos a aceptar la política de apaciguamiento suicida de intercambiar tierra por paz.
El presidente Clinton continuó imponiendo la política de apaciguamiento a Israel, mientras que en el país comenzó a alentar el Movimiento de la Perversión Sexual.
George W. Bush siguió presionando a Israel, obligándolo a retirarse de Gaza. Y aunque puso freno al Movimiento de la Perversión Sexual, permitió que su Congreso Republicano se alimentara del comedero del dinero, negándose a vetar sus medidas de gasto fuera de control y permitiendo que la deuda nacional aumentara exponencialmente.
Luego vino lo que yo llamo el “Manasés de Estados Unidos”: Barack Obama. Un cristiano cultural, un musulmán encubierto y un antisemita virulento que trató a Israel como basura y los traicionó con su infame Acuerdo con Irán. Además, promovió el aborto y dio todo su apoyo a la perversión sexual, cuando celebró la decisión del Tribunal Supremo sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo iluminando la Casa Blanca con los colores del Movimiento de la Perversión Sexual.
El Señor, en Su gracia y misericordia, nos dio una segunda “ventana de gracia” (la primera fue Ronald Reagan) con la milagrosa elección de Donald Trump. Podemos regocijarnos por:
- Su actitud positiva hacia Israel.
- Su fuerte postura contra el aborto.
- Sus nombramientos de jueces conservadores a nuestras cortes.
- Su paquete de estímulo pro-empresarial.
- Su apoyo a la 2da Enmienda.
- Su aplicación de las leyes de inmigración.
- Su negativa a promover el Movimiento de la Perversión Sexual.
Pero Donald Trump no “hizo que Estados Unidos volviera a ser grande” (MAGA, por sus siglas en inglés), ni podrá hacerlo en el futuro. Sólo Dios puede hacer eso, y puede estar seguro de que Él no permitirá que eso suceda mientras agitamos nuestro puño colectivo hacia Él.
La Variedad de Juicios Correctivos
Los juicios correctivos que Dios usó contra Judá fueron de naturaleza muy variada. El rey Salomón presentó una lista de ellos cuando dedicó el Templo, advirtiendo al pueblo que sufrirían los juicios si no eran fieles a la Palabra de Dios (1 Reyes 8:33–45; 2 Crónicas 6:24–33). Las listas más definitivas se encuentran en las advertencias que Moisés dio a los hijos de Israel antes de que entraran en la Tierra Prometida. Se pueden encontrar en Levítico 26:14–39 y Deuteronomio 28:15–37.
En la lista de Deuteronomio, Moisés identificó diez juicios específicos. Además de los ya mencionados, mencionó ciudades en caos (versículo 16), políticas gubernamentales confusas (versículo 20), problemas con la juventud (versículos 18, 32 y 41) y una epidemia de divorcio (versículo 30).
Judá sufrió todas estas aflicciones, pero al igual que Estados Unidos hoy, los judíos se negaron a creer que tuvieran algún significado sobrenatural. Somos aún peores, porque somos víctimas del Racionalismo Científico Occidental, que niega lo sobrenatural. Así, si una voz profética hoy día afirma que Dios nos habla a través de calamidades naturales como granizadas, tornados, incendios forestales o terremotos, consideramos que esa persona es ingenua o trastornada.4
Pero Dios no ha cambiado (Malaquías 3:6 y Hebreos 13:8). Todavía habla a través de juicios correctivos y, como he señalado anteriormente (páginas __), Él ha estado llamando a los estadounidenses al arrepentimiento a través de ellos.
La paciencia de Dios con Judá finalmente se acabó. Tomó mucho tiempo porque Él es “misericordioso y clemente, lento para la ira y grande en misericordia y verdad” (Salmo 86:15). Dios no quiere que ninguno perezca, sino “que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9).
Por fin, después de muchos años de advertencias, Dios afligió a los judíos con el mayor juicio correctivo contenido en todas las advertencias de Moisés: el exilio (Deuteronomio 28:36–57). Dios usó a los caldeos como su martillo de ira. Conquistaron Jerusalén, destruyeron el Templo, masacraron al pueblo y tomaron en cautiverio a la crema y nata de la sociedad, llevándolos a Babilonia.
Pero, incluso después de que Dios misericordiosamente permitió que los judíos regresaran a su tierra natal 70 años después, todavía no habían aprendido a ponerlo a Él primero en sus vidas. Pusieron los cimientos de un nuevo Templo y luego perdieron interés en el proyecto, centrándose en cambio en la construcción de sus casas personales.
Fue entonces cuando Dios una vez más levantó una voz profética y enfatizó su mensaje con juicios correctivos. El profeta fue Hageo, quien los desafió a alinear sus prioridades y poner la construcción de la casa de Dios en primer lugar. El profeta exclamó (Hageo 1:5–6):
Meditad bien sobre vuestros caminos. Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto.
Sorprendentemente, por una vez la gente respondió positivamente al mensaje de Hageo y los juicios, y se pusieron a trabajar en la reconstrucción del Templo. Sin embargo, su obediencia no duró mucho, como se indica en el libro de Malaquías. Durante los siguientes 400 años, se alejaron más y más de Dios, lo que los llevó a rechazar a Su Mesías. En ese momento, Dios una vez más implementó su mayor juicio correctivo, al velar de su exilio mundial que ha durado casi 2,000 años.
Esta increíble paciencia de nuestro Creador frente a la creciente maldad es lo que llevó a la esposa de Billy Graham, Ruth, a decir: “¡Si Dios no trae juicio pronto sobre Estados Unidos, tendrá que regresar y disculparse con Sodoma y Gomorra!”.5
La paciencia del Señor se resume bellamente en 2 Crónicas 36:15–16, donde se nos dice que, debido a que Dios tuvo compasión del pueblo de Judá y Su Templo, advirtió al pueblo una y otra vez a través de voces proféticas y juicios correctivos. Pero el pueblo “se burló de sus mensajeros, menospreció sus palabras y se burló de Sus profetas hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio”.
Una Pregunta Crucial
Esto nos lleva a una pregunta muy importante: ¿Por qué los Estados Unidos deberían ser tratados de manera diferente? La respuesta, por supuesto, es que Dios no nos trata de manera diferente. Ha levantado voces proféticas para llamarnos al arrepentimiento y ha enviado juicios correctivos.
Nuestra respuesta ha sido doble: incredulidad y patriotismo, cuando la respuesta necesaria es el arrepentimiento.
Con respecto a la incredulidad, simplemente no podemos creer que Dios alguna vez destruirá a nuestra nación. Seguimos recordándole a Dios que “somos una nación cristiana”, cuando eso ya no es cierto. Necesitamos enfrentar el hecho brutal de que si Dios destruiría la ciudad de Jerusalén, a la que Jeremías se refirió como “el trono de Dios” (Jeremías 3:17), y si Él también destruiría el Templo judío donde Su Gloria Shejiná habitaba, Él no dudará en destruir nuestra nación si rehusamos arrepentirnos de nuestra rebelión contra Él y Su Palabra.
En cuanto al patriotismo, ésta ha sido nuestra mayor respuesta a las calamidades que Dios nos ha impuesto para llamarnos al arrepentimiento. Por ejemplo, después de los horribles ataques del 11 de septiembre, mi esposa notó una explosión de calcomanías que decían: “¡Dios bendiga a Estados Unidos!”. Un día se volvió hacia mí y me dijo: “Esas calcomanías están erradas, porque Dios ya ha bendecido a Estados Unidos”.
Entonces, diseñó lo que consideró una pegatina más apropiada:
Los ataques del 11 de septiembre fueron una llamada de atención para nuestra nación. Pero, en lugar de despertar a la necesidad del arrepentimiento, reaccionamos como un hombre adormecido que presiona el botón de repetición de su despertador, se da la vuelta y se vuelve a dormir.
Una Realidad Aleccionadora
A pesar de la insondable paciencia de Dios, llega un momento en que Él debe lidiar con el pecado, porque, como lo expresó el profeta Nahum: “Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable” (Nahum 1:3).
Eso, mis amigos, es exactamente dónde estamos hoy en Estados Unidos. Nuestra nación sigue avanzando hacia Gomorra, lo que nos lleva de vuelta a nuestra pregunta central: “¿Hay alguna esperanza para Estados Unidos?”.
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Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)