jueves, 29 de octubre de 2020

La Tormenta Perfecta (parte 1 de 4)

Nuestra Sociedad en Caos

Por Dr. David R. Reagan


La primera vez que recuerdo haber escuchado el término, “tormenta perfecta”, fue en 1991, cuando los meteorólogos le dieron ese nombre a una tormenta muy fuerte frente a las costas de Nueva Escocia. La tormenta fue producida por un frente frío del noroeste que convergió con un ciclón que descendía desde el noreste. La tormenta se dirigió al sur, hacia Nueva Inglaterra, donde convergió con el Huracán Grace. Esta convergencia de un frente frío, un ciclón y un huracán produjo la “tormenta perfecta”. 

La tormenta recibió mucha publicidad porque produjo olas de hasta 30 pies de altura, que inundaron la casa de vacaciones del Presidente George H. W. Bush, en Kennebuckport, Maine, causando daños importantes. Recibió aún más atención cuando viró de regreso hacia su punto de partida frente a la costa de Nueva Escocia, donde produjo olas de hasta 100 pies. Fue en esta zona que el barco pesquero, Andrea Gail, se hundió, matando a sus seis tripulantes. Esta tragedia inspiró el libro, y la película posterior, La Tormenta Perfecta (2000).

Nuestra Tormenta Social

Hoy, aquí en los Estados Unidos estamos experimentado otra “tormenta perfecta” de un tipo diferente que es mucho más peligrosa. Es una tormenta que nos golpeó repentina y abrumadoramente. Primero, vino la pandemia de coronavirus que produjo un desplome bursátil de 8,000 puntos. Luego, vino un cierre de la economía, seguido de disturbios y saqueos generalizados en las calles. Millones se han quedado sin trabajo, miles de empresas se están declarando en quiebra, y millones de personas están incumpliendo con sus pagos de alquiler e hipoteca.

En un momento, nuestra nación estaba sentada en la cima del mundo disfrutando de uno de los mayores resurgimientos económicos de la historia. Luego, en lo que pareció un aviso de un momento, nos sumergimos en el caos económico, social y político. 

Una vez fui testigo de un colapso social similar de la noche a la mañana en Rusia, en 1992. Cuando llegué a Moscú, apenas podía creer lo que veía. La nación estaba sumida en un caos absoluto. Sólo unos meses antes, ésta había sido la nación más poderosa del planeta Tierra, con más armas nucleares que cualquier otro país. 

"Desunión Soviética", portada de la revista Time del 12 de marzo de 1990.

Encontré todas las tiendas en Moscú vacías — y quiero decir completamente vacías de comida y ropa. Miles de personas estaban de pie en las aceras con mesas plegables llenas de artículos para intercambiar. La gente intercambiaba productos alimenticios como leche y papas por jeans, camisas y ropa interior. En el hotel de primera clase donde me hospedaba, la única comida que tenían para servir eran papas, y una Coca Cola tenía que ser compartida con otras tres personas. 

Al ver este espectáculo desgarrador, el Señor habló a mi corazón y me dijo que regresara a Estados Unidos y compartiera la devastación que Él puede derramar en un instante, sin importar cuán poderosa sea la nación — tal como lo hizo con Babilonia en los tiempos del Antiguo Testamento.

Me dijo que enfatizara que Su juicio sobre nuestra nación sería mucho peor. Después de todo, el pueblo ruso había estado bajo una dictadura totalitaria durante 70 años, durante los cuales los cristianos habían sido severamente perseguidos y la distribución de Biblias había sido prohibida. 

Por el contrario, durante ese mismo período de tiempo, Dios había derramado abundantes bendiciones sobre nuestra nación. Además, tenemos iglesias en cada esquina, un promedio de cinco Biblias en cada hogar, y tenemos el Evangelio siendo proclamado por radio y televisión.

En resumen, a diferencia del pueblo ruso, no tenemos excusa ante Dios por nuestra rebelión desenfrenada contra Él y Su Palabra. El versículo que el Señor puso en mi corazón para esta nación fue Lucas 12:48, que dice que a aquellos a quienes se les da mucho, mucho se espera de ellos. 

Burla Pública de las Advertencias Proféticas

He estado proclamando ese mensaje a lo largo y ancho desde entonces — en libros, artículos de revistas, sermones, programas de televisión y producciones de video. Y descubrí desde el principio que la gente no quería escuchar el mensaje.

Eso no es nada nuevo. Las voces proféticas que Dios envió a las naciones a lo largo de los tiempos del Antiguo Testamento fueron tratadas de la misma manera. La gente se mofaba de ellas, se burlaban y las abucheaban, las acosaban, e incluso intentaban matarlas.  

Cuando Jeremías comenzó a advertir al pueblo de Judá del inminente juicio de Dios, no se arrepintieron. En cambio, se rieron de él y respondieron exclamando: “¡Templo del SEÑOR, templo del SEÑOR! ¡Este es el templo del SEÑOR!” (Jeremías 7:4, RVA-2015). Lo que querían decir, por supuesto, era que no creían que Dios alguna vez permitiría que alguien destruyera el templo. Después de todo, la Gloria Shejiná de Dios residía en el templo. 

Del mismo modo, he descubierto que los estadounidenses tienden a responder de la misma manera a las advertencias de la ira inminente de Dios sobre esta nación. “¡Nunca a Estados Unidos!”, cantan. ¡Estoy convencido de que muchos creen que Dios está sentado en Su trono envuelto en una bandera estadounidense!

Agitador en Mineápolis, 17 de abril de 2020 (Associated Press, foto de Julio Cortez).

Cómo Trata Dios con las Naciones Rebeldes

La Biblia claramente revela un patrón definido de cómo Dios trata con una nación que ha bendecido, cuando ésta comienza a volverse contra Él. Primero, envía voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. En nuestro caso, Dios comenzó a hacer eso a mediados de la década de 1970, cuando levantó voces como David Wilkerson, Francis Schaeffer, Aleksandr Solzhenitsyn and Donald Wildmon. Desde ese momento, el Señor ha demostrado gran paciencia con nosotros, al continuar enviándonos advertencias proféticas, a pesar de nuestra negativa a arrepentirnos.

Cuando nos encaprichamos y resistimos obstinadamente los llamados al arrepentimiento, el Señor comenzó a bombardearnos con juicios correctivos para llamar nuestra atención — juicios como los ataques del 11/9 (2001), el Huracán Katrina (2005), la Caída de la Bolsa de Valores de 2008, y la elección de Barack Obama en 2008. Y ahora, la “tormenta perfecta”.

En la segunda parte de esta mirada a la “tormenta perfecta”, que se cierne sobre Estados Unidos, examinaremos cómo la destrucción viene desde adentro. 

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

Original article:

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miércoles, 28 de octubre de 2020

Observaciones del Editor: De Cara al 2021

Por Dr. David R. Reagan


No sé quién será elegido para servir como nuestro próximo Presidente. Pero hay dos cosas que sé con certeza. Primero, sé que Dios tiene el control. Segundo, sé que Estados Unidos está bajo el juicio de Dios.

La soberanía de Dios es algo de lo que los incrédulos se burlan. La mayor tragedia es que la mayoría de los cristianos profesantes parecen saber poco al respecto. Después de todo, muchas, sino la mayoría, de las iglesias están escuchando mensajes basados en psicología en lugar de los fundamentos bíblicos.

Pero puede estar seguro de que Dios está en control. Incluso cuando las cosas parecen estar completamente fuera de control, Dios está en Su trono. El Salmo 2 dice que, mientras los líderes políticos del mundo conspiran contra el Creador y Su Ungido, el Mesías, ¡Dios se sienta en los cielos y se ríe! No se está riendo porque no le preocupa. No, se está riendo porque tiene todos los eventos del mundo bajo control. La conclusión es que Dios tiene la sabiduría y el poder para orquestar toda la maldad de Satanás y del hombre para el triunfo de Su Hijo, Jesús.

“Nuestro Dios está en los cielos y puede hacer lo que le parezca” (Salmos 115:3, NVI).

“En las manos del Señor el corazón del rey es como un río: sigue el curso que el Señor le ha trazado” (Proverbios 21:1, NVI).

La forma en que Dios trata con naciones rebeldes, particularmente con las que ha bendecido grandemente, también es desconocida para la mayoría de los cristianos profesantes. Como explicarán en detalle los artículos de esta edición, Dios primero envía voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. Si son ignoradas, Dios luego enviará juicios correctivos. Y si también son ignorados, Dios entregará a la nación a la destrucción, ya sea por fuerzas externas o internas. 

Nuestra nación se encuentra actualmente en medio de lo que los teólogos llaman “juicio de abandono”. Éste es cuando Dios da un paso atrás, baja su cobertura de protección alrededor de la nación y permite que el pecado se multiplique, lo que resulta en que la nación se destruya a sí misma. 

Los pecados de nuestra nación son tan atroces, que el juicio de Dios permanecerá sobre nosotros sin importar quién gane las elecciones. Si los demócratas ganan, nuestra destrucción nacional se acelerará debido a sus programas impíos.  Si los republicanos ganan, el ritmo se ralentizará, pero no se detendrá. Ya hemos ido demasiado lejos en la renuncia a los valores judeocristianos en los que esta nación se basó. 

Ésta es una nación que le ha dado la espalda a Aquel que nos ha bendecido tan abundantemente. Nuestra sociedad se ha secularizado e incluso paganizado. Nuestras iglesias están llenas de apostasía. Le estamos agitando nuestro puño a Dios y escupiendo en Su cara —  como lo hicimos, por ejemplo, al iluminar la Casa Blanca con los colores del Movimiento de la Perversión Sexual , para celebrar la legalización del entre personas del mismo sexo por nuestra Corte Suprema.

Nuestra nación se está hundiendo. La pregunta crucial es si se hundirá o no con ella. ¿Ha puesto su fe en Jesús como su Señor y Salvador? Si es así, entonces tiene esperanza, porque tiene la promesa del Rapto y la vida eterna. Si ha rechazado la gracia que Dios ha extendido por medio de Su Hijo, entonces está condenado.

“El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que se niega a creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36, RVR-1995).

¿Está bajo la gracia o la ira? Si está bajo la gracia, no tiene nada que temer y mucho que esperar. Si está bajo la ira, su futuro es sombrío. ¡Huya de la ira que vendrá huyendo a los brazos amorosos de Jesús ahora!


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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El Contenido del Evangelio de Salvación

Por Dr. Charlie Bing



Cuando compartimos el evangelio claramente, debemos tener dos grandes inquietudes:

Primera, debemos ser absolutamente claros acerca de la condición para la salvación: creer. Esa creencia debe estar libre de cualquier obra, compromiso, o idea de mérito de nuestra parte, para que la gracia siga siendo gracia.

La segunda inquietud es que debemos ser claros acerca del contenido del evangelio, o en lo que se tiene que creer. El contenido del evangelio es la persona y la obra de Jesucristo, que son inseparables como el objeto de la fe que salva.

La Persona de Jesucristo

Somos salvos por Alguien, el Señor Jesucristo. No sólo cualquier Jesús, sino el enviado de Dios, quien es el Hijo de Dios. Existen muchas cosas implícitas en la designación Señor Jesucristo como la deidad, la humanidad, y la misión mesiánica. Si bien es posible que alguien no comprenda una Cristología en su totalidad, debe haber cierta comprensión de la unicidad y autoridad divina de Jesús. El evangelio de Juan, reconocido por su intención evangelista (Jn. 20:30-31), enfatiza la deidad de Jesús más que cualquier otro libro de la Biblia (por ejemplo, Jn. 1:1-3, 14, 18; 5:17-21; 6:69; 7:38; 8:19, 58; 10:30; 20:28). En Juan, la persona de Jesucristo es el objeto de la fe en varios contextos evangelísticos (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:29, 47; 9:35-37; 11:25-26).

La Provisión de Jesucristo

Como el Hijo de Dios, Jesús nos salva por lo que hizo por nosotros; Él proveyó para nuestra mayor necesidad. Después de todo, somos salvos de algo y para algo. Como pecadores separados de Dios, necesitábamos que alguien pagara la pena que nosotros no podíamos pagar. Jesús pagó ese precio al morir en la cruz. Por supuesto, un salvador muerto no podía a nadie, así que Jesús se levantó de entre los muertos. Su resurrección muestra que el precio ha sido pagado, que Dios aceptó el pago, y que Él vive para darnos la vida eterna. Jesús hizo posible que pasemos de muerte a vida, si aceptamos Su provisión (Jn. 5:24).

La persona de Jesús no puede separarse de Su obra. Jesús es el “Cordero de Dios” que quita el pecado del mundo (Jn. 1:29). Él dio Su vida por nosotros (por ejemplo, Jn. 6:51; 10:11-18) como el supremo sacrificio por nuestros pecados (Heb. 10:5-10). Isaías 53 habla proféticamente acerca de la muerte sustitutiva de Jesús (Is. 53:3-12) y Su resurrección (Is. 53:10-12).

Una vez más, existen muchas complejidades insondables y profundas que rodean la muerte y resurrección de Jesús, que una persona inconversa pueda no comprender de inmediato. Sin embargo, parece que debe haber al menos la comprensión más simple de que somos pecadores separados de Dios, que Jesús removió la barrera causada por el pecado a través de Su muerte y resurrección, y que ahora vive para darnos Su vida. Es por eso que vemos la predicación de la cruz y de la resurrección en la iglesia primitiva (por ejemplo, Hch. 2:23-24, 36; 3:18-20; 4:2, 10; 5:29-31; 10:39-40; 13:29-30; 17:3; 26:22-23) y por qué esos grandes hechos fueron reiterados en las epístolas (por ejemplo,  Ro. 3-8, 1 Cor. 1:18-24; 2:1-2; 15:1-4; Ga. 3:1; Ef. 1:20; Fil 2:8-9; Col. 2:12- 14; Hebreos; 1 Pe.1:3, 18-21; 3:18).

La Promesa de Jesucristo

Ciertamente es concebible que una persona pueda comprender los hechos acerca de la persona y la obra de Cristo y, sin embargo, no ser salva porque no los aplica a su propia condición espiritual. Creemos en Cristo para algo, y eso es la vida eterna. Dios nos ha prometido que cualquiera que cree en Cristo Jesús como Aquel que murió y resucitó tendrá vida eterna (por ejemplo, Jn. 1:12; 3:16; 5:24; 6:40, 47; 7:38; 10:26-29; 11:25-26; 12:44-50; 20:31). Una persona debe creer, o ser persuadida, de que la promesa es verdadera, y que es verdadera para él.

La vida eterna tiene muchas implicaciones que una persona puede no comprender por completo. Abarca la seguridad eterna, el perdón de pecados, la justificación, el nuevo nacimiento, la glorificación, y otras verdades maravillosas que se aclararán con la instrucción de la Palabra de Dios. La vida eterna también se define  como conocer a Dios a través de Cristo (Jn. 17:3). Una persona debe creer en la promesa de Dios para algún aspecto salvífico de esta vida eterna.

Algunas Incógnitas 

Si bien el contenido del evangelio es esencialmente simple y podemos compartirlo claramente, pueden existir algunas preguntas acerca de ciertas situaciones: ¿Cómo entiende un niño muy pequeño comprender el contenido del evangelio? ¿Cómo puede ser salva una persona con discapacidad mental? ¿Qué les sucede a los bebés que mueren sin ningún conocimiento del evangelio? ¿Cómo entiende un hindú los conceptos de Dios, pecado, Hijo de Dios, resurrección, y vida eterna?

Cuando compartimos el evangelio, debemos darnos cuenta de que el proceso de comunicación tiene dos componentes, el comunicador y el que lo recibe. El oyente no siempre procesa la información exactamente como lo dice el comunicador. En otras palabras, existen barreras en la comunicación del evangelio como el idioma, la interpretación cultural, la atención, la claridad, el procesamiento, la comprensión previa , y las idea religiosas preconcebidas.

A la luz de estas incógnitas, debemos reconocer humildemente que la comprensión de una persona puede no ser siempre lo que pensamos que es. Afortunadamente, el Espíritu Santo sabe lo que nosotros no sabemos. Si bien es nuestra responsabilidad compartir el evangelio con la mayor claridad posible, es Su obra convencer al oyente de Su veracidad (Jn. 16:8). Cuando compartamos el evangelio, debemos depender del Espíritu Santo para que trabaje en el oyente para darle suficiente comprensión para producir fe (Ro. 10:14-17). La forma exacta en que obra el Espíritu Santo en el entendimiento de una persona, seguirá siendo un misterio (Jn. 3:8; 6:44-45, 65). Sin embargo, nada de esto quita el hecho de que, si nos equivocamos en nuestro mensaje, el oyente estará equivocado en su fe.

Conclusión

Estamos llamados a compartir el evangelio de salvación lo que significa que compartimos la persona, la provisión, y la promesa de Jesucristo. ¿Por qué compartiríamos menos que eso? Ya sea que lo expliquemos en los términos más básicos o con gran profundidad, siempre es el Espíritu Santo quien trae el entendimiento que impulsa la fe. Predicamos el evangelio de la gracia a través de la fe sola en Cristo solo y dejamos que Dios haga el resto. Ciertamente eso requiere que lo comuniquemos claramente, y también a que oremos fervientemente.


Fuente:

jueves, 22 de octubre de 2020

Folleto: Aguardando el Reinado de Jesucristo – Parte 1

Vocabulario Profético


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Hace poco pasé tiempo con un pastor que me preguntó sobre mi papel en el Ministerio Cordero y León. Le expliqué que proclamamos el pronto regreso de Jesucristo. Discutimos brevemente el Rapto y la Segunda Venida, pero, entonces, el joven ministro afirmó que es amilenialista. Cuando le pregunté por qué, su respuesta fue reveladora. Él dijo: “Realmente no lo sé”.

El amilenialismo se ha convertido en la posición predeterminada de muchos dentro de la Iglesia — incluidos muchos evangélicos. Sin realmente ahondar en la Palabra Profética de Dios, han gravitado hacia un punto de vista que se ha convertido en la enseñanza de facto de la Iglesia. Mi joven amigo pastor admitió fácilmente que nunca ha pensado mucho en el asunto. Aunque es un proclamador reflexivo y deliberado del Evangelio, no ha estudiado la profecía bíblica lo suficiente, como para anticipar con entusiasmo el reinado terrenal de nuestro Rey.

¿Por qué hay tanta confusión e incluso ignorancia sobre un tema sobre el que la Biblia es muy clara? ¿Qué cree un amilenialista o postmilenialista clásico? ¿Realmente importa mientras estemos de acuerdo en que Jesús es el Mesías — el propio Hijo de Dios quien fue crucificado, que murió y fue sepultado, y que ahora ha resucitado a la vida eterna?

Creo que sí. Puede sonar como un montón de nimiedades sobre 1,000 años, pero va al corazón de la comprensión de las gloriosas promesas de Dios para el futuro.

Revisemos los términos proféticos relevantes antes de que examinemos los diversos puntos de vista. Luego explicaré por qué el pre-milenialismo es el punto de vista correcto y por qué importa. 

Revisión de Términos Proféticos

Muchas personas están abrumadas por las terminologías asociadas con la profecía bíblica. Los términos describen momentos y eventos específicos. Aquí hay una breve lista de términos relevantes y su significado:

Rapto — El “arrebatamiento” de la Iglesia. La Biblia dice que los cristianos que ya han muerto serán resucitados para encontrarse con el Señor en el aire, y luego los que todavía estén vivos  serán arrebatados con Jesús en el cielo en un “abrir y cerrar de ojos” (1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:51-53). La creencia de que esta remoción de la Iglesia es inminente (que no requiere eventos intermedios), conduce a lo que se llama la expectativa “Pre-Tribulación” del Rapto.

Tribulación — El período de siete años, en el que Dios derramará juicio sobre el mundo. En el Antiguo Testamento, una parte de este período es llamada el tiempo de “angustia” judía (Deuteronomio 4.:30; Jeremías 30:7; Daniel 12:1). Esto se debe a que el pueblo judío será perseguido como nunca antes por el Anticristo durante los últimos tres años y medio. La Tribulación comenzará cuando el Anticristo firme un acuerdo de paz con los judíos en Israel (Daniel 9:27). Éste terminará 2,520 días después (Apocalipsis 11:3; 12:6), cuando Jesucristo regrese a la tierra en gloria y derrote a Satanás y al Anticristo con el aliento de Su boca (2 Tesalonicenses 2:8).

Segunda Venida —  El regreso glorioso de Jesucristo a la tierra. En el momento de Su Ascensión, los ángeles testificaron que volverá de la misma manera que se fue hace casi 2,000 años (Hechos 1:9-11). Las Escrituras dicen que esto ocurrirá al final de los siete años de la Tribulación (Mateo 24:29). Jesús dijo que, cuando regrese, se sentará “en Su trono de gloria” para juzgar a las naciones — separando a las ovejas de las cabras (Mateo 25:31-33).

Milenio – Esta palabra simplemente significa mil años. Aplicada a la profecía bíblica, se refiere al reinado de 1,000 años de Jesús en la tierra, después de Su Segunda Venida. Durante este tiempo, Satanás será atado, y la tierra se inundará de paz, rectitud y justicia (Isaías 9:6-7).

Reseña 

Una manera de presentar un argumento es tergiversar las opiniones con las que uno no está de acuerdo, creando una especie de hombre de paja que pueda ser derribado fácilmente. Ésa no es mi intención. Aunque tengo grandes desacuerdos con los puntos de vista amilenial y postmilenial, tengo la intención de presentarlos de la manera más directa posible.

Amilenialismo — En pocas palabras, un amilenialista comprometido no cree que Jesús reinará sobre la tierra durante mil años. En cambio, el amilenialista clásico afirma que el reinado de Jesús es de naturaleza espiritual y comenzó en la Cruz. Además, creen que Su reinado continuará hasta Su Segunda Venida. Este punto de vista afirma que Él ya está reinando sobre todo el mundo a través de la Iglesia y que Satanás está atado ahora. Rechazando un reinado literal de 1,000 años (tanto en duración como en naturaleza), los amilenialistas niegan un futuro reinado de Jesús sobre un reino terrenal. En cambio, sostienen que el Estado Eterno comenzará inmediatamente después de Su regreso.

Cabe señalar que existe una forma extrema de amilenialismo llamada “preterismo”: en su forma más radical, este punto de vista afirma que todas las profecías del tiempo del fin se cumplieron en el año 70 d.C. — incluida la Segunda Venida de Jesús espiritualmente para reinar sobre su reino terrenal — la Iglesia. Como tal, rechaza un reinado literal de 1,000 años y espiritualiza la mayoría de las profecías bíblicas relacionadas con los tiempos del fin. No abordaré el preterismo en este folleto, porque siendo, por mucho, una posición minoritaria dentro de la Iglesia.

Postmilenialismo — Este punto de vista acepta la realidad de un reino literal de 1,000 años aquí en la Tierra, pero afirma que Jesús no estará presente. En cambio, reinará a través de la Iglesia y no regresará a la Tierra hasta el final de los mil años, momento en el cual el reino le será presentado por la Iglesia. El postmilenialismo espera que la Iglesia gane poder político a medida que evangeliza toda la tierra y cada nación se convierte al cristianismo. Según este punto de vista, “Cristo regresará a un mundo verdaderamente cristianizado”. La Iglesia entregará el reino idílico que ha creado y ha estado administrando durante 1,000 años literales, y Jesús cerrará la historia humana.

Premilenialismo — Este punto de vista acepta que Jesús regresará a la Tierra en gloria, acompañado por los santos de la Era de la Iglesia, en sus cuerpos glorificados. Derrotará al Anticristo y atará a Satanás. Después del Juicio de las Ovejas y las Cabras, los creyentes mortales que han vivido hasta el final de la Tribulación, entrarán al Reino Milenial en sus cuerpos físicos y repoblarán la Tierra. Jesús reinará personalmente durante 1,000 años literales — gobernando con vara de hierro e inundando la tierra con paz, rectitud y justicia. Los santos glorificados reinarán con Él. Al final de esos mil años edénicos, Satanás será liberado para engañar al mundo por última vez — para demostrar que el pecado del hombre se debe a su naturaleza inherente, no a su ambiente. Los premilenialistas discrepan entre ellos  en cuanto al momento del Rapto de la Iglesia. La mayoría lo coloca antes de la Tribulación, otros a la mitad o cerca del final, y algunos los combinan con la Segunda Venida al final de la Tribulación.

Con esta amplia descripción general de los principales puntos de vista, consideremos cómo los conceptos erróneos sobre el reino del Mesías se infiltraron en la Iglesia. 


Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe

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martes, 20 de octubre de 2020

Folleto: Aguardando el Reinado de Jesucristo – Introducción

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En abril de 2020, el Ministerio Cordero y León celebró su cuadragésimo aniversario. El Señor llamó a David Reagan en 1980 a dar un paso de fe y proclamar audazmente el pronto regreso de Jesús.

A lo largo de los años, la profundidad y la amplitud de la enseñanza que Cordero y León ofrece han crecido enormemente. Hemos hablado de la Palabra Profética de Dios a lo largo de la Escritura, lo que ha despertado una fe expectante y un evangelismo urgente. Hemos ayudado a las personas a comprender la continua importancia del pueblo judío, y hemos llevado a muchos peregrinos a Israel. Pero nuestro mensaje central sigue siendo el pronto de Jesús.

Incluso mientras atravesamos una  transición en el liderazgo del Ministerio Cordero y León, el enfoque y el propósito impulsor, que Dave Reagan ha mantenido fielmente, continuarán. Con eso en mente, y discerniendo de que estamos viviendo en la época del regreso del Señor, es apropiado presentar y reconfirmar claramente las creencias fundamentales de nuestro mensaje. 

Como Juan el Bautista, clamamos con valentía en el desierto: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas” (Marcos 1.2-3, citando Isaías 40:3). Nuestro mensaje se centra en el inminente regreso de Jesús por Su Iglesia en el Rapto, seguido por siete años de terror llamados la Tribulación, y culminando con Su gloriosa Segunda Venida acompañado por Sus santos. Cuando regrese, Jesús reinará durante mil años, trayendo paz, rectitud y justicia. 

Este folleto explicará por qué soy premilenialista. Ruego que lo lleve a una fe más profunda y a regocijarse por nuestro Rey que pronto regresará.


¡Vayan con Dios!
Tim Moore
Verano de 2020


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