La Pandemia
Hay un viejo dicho que contiene sabiduría: “Cuando te encuentres en un agujero, ¡deja de cavar!”.
Durante las últimas semanas, nuestra nación ha sido empujada a un agujero. Después de experimentar un auge económico durante los últimos años, de repente nos encontramos enfrentando una crisis de salud pública, una potencial calamidad económica, y un futuro incierto. ¿Cómo deberían reaccionar los cristianos ante un aluvión de noticias negativas y temores crecientes?
En primer lugar, debemos recordarnos constantemente — y a nuestros hermanos creyentes — que nuestra esperanza no está en nuestra cuenta corriente, nuestro 401K (plan de ahorro para la jubilación), nuestra reserva de alimentos y necesidades o cualquier otra persona o cosa. Nuestra esperanza está en Cristo solo.
Parados firmemente en esa Roca de la Verdad, necesitamos decir la verdad — entre nosotros y ante un mundo que se tambalea por el miedo.
Los Juicios Correctivos de Dios
Cuando hablamos de la ira de Dios, el mundo se ofende. Visualizan a Dios como un monstruo, que derrama el juicio inmerecido sin misericordia.
Me acordé de esto recientemente cuando el representante estatal de Kentucky, Chris Fugate (quien también es pastor bautista) abrió una sesión diaria de la legislatura con una oración en la que habló del juicio de Dios contra el pecado y nuestra necesidad de arrepentirnos por los pecados individuales y corporativos. Los legisladores izquierdistas en Kentucky estaban indignados de que alguien hablara de juicio o llamara al arrepentimiento.
Pero la Escritura es clara. El apóstol Pablo declaró que el Dios vivo y verdadero no tolerará el pecado para siempre — y no será burlado (Gálatas 6:7-8). Pero, incluso en medio de la ira, Él siempre recuerda la misericordia (Habacuc 3:2). Y, Él es paciente, y no desea que nadie perezca, sino que todos lleguen al arrepentimiento (2 Pedro 3:9).
Esa paciencia y misericordia son evidentes en toda la Biblia. Cuando Dios anunció el juicio sobre un mundo lleno de iniquidad, en forma de un diluvio mundial, comisionó a Noé como pregonero de justicia (2 Pedro 2:5). Mientras construía el arca, Noé llamaba a la gente al arrepentimiento — tanto a través de sus acciones obedientes como de su predicación.
Jonás llegó a comprender la profundidad del amor de Dios por los perdidos. Comprendieron la precariedad de su situación y se arrepintieron en silicio y ceniza — y Dios se arrepintió de Su juicio.
Una Respuesta Adecuada al Juicio
Jesús desafió el pensamiento equivocado de los hombres que plantearon una pregunta sobre la matanza de algunos galileos (Lucas 13:1). Él preguntó, “¿Pensáis que estos galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos?” (Lucas 13:2). En lugar de menospreciar la tragedia o señalar la pecaminosidad de esas personas, habló de la condición de toda la humanidad: “…si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3).
Entonces, siguiendo el ejemplo de Noé y Jonás y Pablo y Jesús, debemos decir la verdad a los que están pereciendo — llamándolos al arrepentimiento y la salvación en Jesús. No es el momento de ofrecer clichés de esperanza vacía. A medida que la tormenta arrecia, debemos señalar el único fundamento de la Iglesia: Jesucristo, su Señor.
Al igual que la palabra de la cruz, tal mensaje seguirá siendo una insensatez ofensiva para muchos de los que están pereciendo, pero, para otros, representará el poder de Dios (1 Corintios 1:18).
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe
Original article:
Tough faith in a time of anxiety