Aunque no podemos saber el momento exacto del Arrebatamiento, sí podemos vigilar una serie de señales proféticas que nos indicarán que estamos viviendo en la época del regreso del Señor.
Impartida el 27 de junio en el Auditorio de Radio Ondas de Luz.
¿Cómo sabemos que los tiempos del fin están sobre nosotros y que Jesucristo regresará pronto? Una de las formas más seguras en que podemos saberlo es a través de las señales de la naturaleza de los tiempos del fin. Pero, ¿hay profecías, que al principio suenan como desastres naturales, pero que en realidad son cataclismos hechos por el hombre? ¿Podrían estos llamados desastres naturales caer realmente en la categoría de Señales de la Tecnología en lugar de en Señales de la Naturaleza?
Uno de los muchos cataclismos interpretados como un acto de la naturaleza que debería ser asignado a la tecnología implica la inevitable liberación del arsenal nuclear del mundo. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento describen la destrucción de gran parte del mundo por una serie de cataclismos que suenan más nucleares que naturales.
Escrituras Nucleares
Por ejemplo, tanto en Isaías 17:1-14 como en Jeremías 49:23-27, se profetiza que Damasco será totalmente destruida en los tiempos del fin. Isaías lo expresa de esta manera: “Al tiempo de la tarde, he aquí la turbación, pero antes de la mañana el enemigo [Damasco] ya no existe. Esta es la parte de los que nos aplastan [a Israel]…” (Isaías 17:14). Por lo tanto, una de las ciudades más antiguas de nuestro planeta será destruida repentinamente en una sola noche. ¿Cómo destruyes una ciudad entera en sólo una noche? Israel tendrá que usar una bomba nuclear.
En el Evangelio de Lucas, se cita a Jesús diciendo que, en los tiempos del fin, los hombres estarán “desfalleciendo por el temor” a “la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas”. En otras palabras, los horrores de la Tribulación causarán ataques cardíacos. Y el horror particular retratado — la conmoción de las potencias del cielo — suena como la división del átomo.
En el sexto capítulo del libro de Apocalipsis, al apóstol Juan se le dio esta visión: “Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar” (Apocalipsis 6:14). El pasaje continúa diciendo que la gente se esconderá “en las cuevas y entre las peñas de los montes” (versículo 15).
Este Juicio del Sexto Sello asombrosamente describe cómo se ve una explosión nuclear, y cómo la gente se esconderá en cuevas para escapar de toda la destrucción y radiación que estas bombas harán caer sobre ellos.
La descripción de Juan de los Juicios de las Trompetas suena como si los Juicios de los Sellos se transformaran de una guerra tradicional a una guerra nuclear total: “El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde” (Apocalipsis 8:7).
Como se puede ver en estos ejemplos, muchos de los juicios de Dios durante la Tribulación suenan como el intento de un hombre del primer siglo para describir un holocausto nuclear. Mucha gente cree que las dos bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki durante la Segunda Guerra Mundial han sido las únicas armas atómicas jamás explotadas. Es cierto que son las únicas que se han usado en la guerra hasta la fecha. Pero, en los últimos 70 años, más de 2,500 ojivas nucleares han sido detonadas en pruebas. Nueve países han almacenado un estimado de 15,000 armas nucleares, con 1,800 siempre en alerta y preparadas para su lanzamiento inmediato.
El hecho de que el mundo no se haya aniquilado a sí mismo en un holocausto nuclear demuestra que la mano restrictiva de Dios está manteniendo a raya las peores inclinaciones destructivas de la humanidad. Pero, ese tiempo terminará cuando, en el Rapto de la Iglesia, se levante la influencia restrictiva de Dios. El resultado será que, durante los primeros tres años después de que comience la Tribulación, la mitad de la población del mundo perecerá.
Un holocausto nuclear está a punto de ser desatado sobre este mundo, y un día pronto. Mientras tanto, el mundo duerme felizmente, sin darse cuenta de la constante amenaza de la auto-aniquilación nuclear.
Reconociendo los Tiempos
Las señales de los tiempos del fin de la naturaleza y la tecnología son simplemente dos de las muchas categorías de señales que apuntan al hecho de que Jesucristo regresará pronto. Sabiendo que este maravilloso regreso del Rey es inminente, ¿cómo debemos aplicar esta verdad a nuestras propias vidas?
Primero, consuélese sabiendo que Dios lo tiene todo bajo control — que tiene un plan majestuoso y que los hijos de Dios juegan un papel vital en ese plan. La vida, por lo tanto, no es carente de sentido, sino que tiene un propósito. Los cristianos estamos llamados a servir a Dios en estos tiempos oscuros, así que sírvale con sus todos sus talentos únicos, dones, tiempo, dinero y experiencia.
Para aquellos de ustedes que aún no han aceptado a Jesucristo como su Salvador, pero que ahora reconocen que estamos viviendo en los tiempos del fin, esa comprensión debería actuar como un reloj despertador sonando para despertarlos al hecho de que al mundo no le queda mucho tiempo. La convergencia de todas las señales del tiempo del fin claramente indica que todos estamos viviendo en tiempo prestado.
Por lo tanto, abrace el hecho de que Dios amó tanto al mundo de que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea no se perezca, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). ¡No pase otro momento sin haber aceptado a Jesucristo como su Salvador personal!
El “Acuerdo del Siglo” del Presidente Trump, que presentó en enero para la paz entre Israel y los palestinos, estaba muerto a su llegada. Era, de hecho, un acuerdo absurdo.
La paz entre las naciones requiere que ambas partes estén dispuestas a negociar. El Presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbás, ni siquiera asistió a la ceremonia. De hecho, durante los días previos al evento, incluso se negó a hablar por teléfono con el Presidente Trump.
Los Detalles
El “acuerdo” preveía el intercambio de algunos territorios en Cisjordania (Judea y Samaria) por tierra en el Desierto del Néguev, a lo largo de la frontera con Egipto. Los asentamientos de Israel en territorio “ocupado” permanecerían. Jerusalén continuaría siendo la capital indivisible de Israel. Los palestinos establecerían su capital en la frontera oriental de Jerusalén. Jordania conservaría su autoridad de status quo sobre el Monte del Templo, bajo soberanía Israelí. A los “refugiados” palestinos se les prohibiría regresar a Israel.
Las zonas palestinas estarían completamente desmilitarizadas. Israel sería responsable por la seguridad de ambas áreas, con un control absoluto sobre el Valle del Jordán.
Aunque en la propuesta hay referencias constantes a un “Estado palestino”, las referencias son sólo semánticas. La realidad es que el acuerdo no crea tal Estado. A lo sumo, daría lugar a lo que podría llamarse una “Entidad Palestina”.
Para endulzar el acuerdo, a los palestinos se les ofreció un plan de desarrollo económico de 50 mil millones de dólares.
Los Requisitos
Pero las exigencias impuestas a los palestinos, aunque necesarias, eran totalmente irrealistas. Para completar el acuerdo y obtener el dinero, tendrían que dejar de incitar el terrorismo y pagar a los terroristas. Tendrían que limpiar su corrupción gubernamental y comenzar a respetar los derechos humanos.
Además, tendrían que proporcionar libertad de religión y de prensa. Y, por supuesto, los palestinos tendrían que reconocer la existencia del Estado de Israel.
No hace falta decir que todos estos requisitos son cosas que los palestinos no tienen intención de hacer.
Hechos Ignorados
La propuesta de paz de Trump ignora varios hechos incontrovertibles y, por lo tanto, está condenada al fracaso, como todos los planes de dos Estados similares antes de ella.
El primer hecho que el Presidente ignoró es que los palestinos no quieren una solución de dos Estados. Ya han rechazado tales propuestas varias veces en el pasado, y continuarán haciéndolo porque su verdadero deseo es la aniquilación de Israel, y no se conformarán con nada menos.
El segundo hecho que hace imposible el acuerdo del Presidente es que la disputa del Medio Oriente no es política. Más bien, es espiritual y no se puede resolver con maniobras y acuerdos políticos.
El tercer hecho que el Presidente no parece entender es que nunca habrá paz en el Medio Oriente hasta que el Príncipe de la Paz, Jesús, regrese para reinar sobre todo el mundo.
Hay un cuarto hecho que es muy siniestro. Es la advertencia en las Escrituras que Dios derramará Su juicio sobre todas las naciones en los tiempos del fin que se involucren en dividir Su tierra (Joel 3:2).
Realidades del Medio Oriente
La verdad del asunto es que ya existe un Estado palestino. Se llama Jordania. Constituye dos tercios de la tierra de Palestina que los británicos le prometieron a los judíos en la Declaración Balfour de noviembre de 1917. Los británicos luego renegaron de su promesa a favor de los judíos, para obtener el favor de los árabes y conseguir acceso a su petróleo. Dos tercios de las personas que viven en Jordania son palestinos.
Los así llamados refugiados palestinos son simplemente peones políticos usados por los Estados árabes para ganar simpatía mundial. La Guerra de los Seis Días de 1967 dio lugar a un millón de refugiados judíos que fueron desalojados por la fuerza de países árabes. Israel los absorbió. El mundo árabe se negó a absorber a los refugiados palestinos que huyeron de Israel, cuando los Estados árabes que atacaron a Israel les pidieron que lo hicieran.
Los árabes podrían haber declarado la existencia de un segundo Estado palestino el 14 de mayo de 1948 — el día que los israelíes establecieron su Estado. Habían sido autorizados para hacerlo por las Naciones Unidas. Pero en su lugar decidieron atacar a Israel y “hacer que el Mediterráneo se vuelva rojo con la sangre de los judíos”.
Conclusión
Abba Eban (1915-2002), Ministro de Relaciones Exteriores de Israel de 1966 a 1974, dijo una vez: “Los palestinos nunca han perdido una oportunidad de perder una oportunidad”.
Benjamín Netanyahu, el Primer Ministro en servicio más antiguo de Israel, ha dicho: “Si el mundo árabe se desarmara, tendríamos paz en el Medio Oriente. Si Israel se desarmara, Israel dejaría de existir”.
Golda Meir (1898-1978), una judía rusa que se crió en los Estados Unidos, y que se convirtió en Primer Ministro de Israel (1969-1974), una vez observó: “La paz llegará cuando los árabes amen más a sus hijos de lo que nos odian”.
En el Salmo 122 se nos ordena orar por la paz de Jerusalén. Cuando lo hace, no está orando por el “acuerdo del siglo” de Trump. No, está orando por el regreso del Rey de reyes y Señor de señores, Jesús.
¡Maranata!
Traducido por Donald Dolmus Ministerio En Defensa de la Fe Original article The Dead Deal
Al igual que las referencias a las naciones en la Tierra Nueva, el comentario en Apocalipsis 22:2 acerca de las naciones siendo sanadas por las hojas del Árbol de la Vida generalmente se pasa por alto en los comentarios o se espiritualiza en un sinsentido.
Como un ejemplo de espiritualización, considere esta explicación de Robert Hawker (1753-1827):26
Mirad a Jesús como el Árbol de la Vida…Él da doce frutos, es decir, toda variedad: Tiene perdón, misericordia, paz, gracia, amor, fortaleza, consuelo, liberación en tentaciones, recuperaciones en deslices, ayuda en momentos de necesidad, preparación para las ordenanzas, y bendiciones en el uso de ellas.
Afortunadamente, la mayoría de los comentaristas son más sensatos. La vasta mayoría toma la posición de que la palabra, “sanidad”, debería traducirse como “salud” o “servicio”. Señalan que Apocalipsis 21:4 proclama que, cuando el Estado Eterno comience, la muerte será abolida y ya no habrá más duelo, llanto o dolor. Por lo tanto, la “sanidad” provista por las hojas del Árbol de la Vida debe referirse al mantenimiento de una salud perfecta y no a la sanidad de la enfermedad.
Aquí hay algunas muestras representativas de esta explicación:
Clarence Larkin: “Las hojas de los árboles son para la Sanidad de las Naciones que ocuparán la Tierra Nueva. No es que haya ninguna enfermedad, sino para preservarlas en salud, como Adán habría sido preservado en salud si hubiera comido del Árbol de la Vida en el Jardín del Edén”.27
David Hocking: “Significa que el Árbol de la Vida es la clave para la salud perpetua de todas las personas que se encuentran en el Estado Eterno. Es difícil concebir la necesidad de curación en el Estado Eterno, cuando todo el dolor y la muerte han sido removidos para siempre”.28
John MacArthur: “Quizás una mejor manera de traducirlo sería “dador de vida” o “dador de salud”, ya que la palabra griega para “sanidad” también puede significar ‘terapéutico’. Las hojas del Árbol de la Vida pueden compararse a vitaminas sobrenaturales, ya que las vitaminas no se toman para tratar enfermedades, sino para promover la salud general”.29
Conclusiones
Entonces, ¿dónde estamos? ¿Qué podemos concluir con certeza? No mucho. Principalmente tenemos que especular y abstenernos del dogmatismo.
Lo único que siento que puedo personalmente con certeza es que, en el Estado Eterno, habrá naciones viviendo en la Tierra Nueva fuera de la Nueva Jerusalén.
La identidad de las naciones sólo se puede adivinar. Mi mejor conjetura es que serán los sobrevivientes creyentes de la Tribulación, que entrarán al Milenio en la carne, así como sus descendientes nacidos durante el Milenio, que aceptarán a Jesús como su Señor y Salvador. Todas estas personas vivirán hasta el final del Milenio en cuerpos naturales. Nunca se nos dice que estas personas recibirán cuerpos glorificados como los que recibirán los creyentes resucitados.
Independientemente de su identidad, creo que las naciones en la Tierra Nueva estarán en cuerpos que son capaces de reproducirse, porque la Biblia dice que nunca un habrá un final para el crecimiento y la expansión del reino eterno de Jesús (Isaías 9:6-7).
También se nos dice que aquellos de nosotros que recibamos cuerpos glorificados y cuya residencia será la Nueva Jerusalén reinaremos como sacerdotes y reyes con Jesús para siempre (Apocalipsis 5:9-10). Para hacerlo, se requiere una población a la que ministrar y reinar.
El principal problema que me queda es si las naciones de la Tierra Nueva serán capaces de pecar. La mayoría de los comentaristas creen que no lo harán, y tienen buenas razones para creer esto. De nuevo, la Biblia dice que “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6:23), y las Escrituras también nos dicen que, en el Estado Eterno, la muerte será abolida (1 Corintios 15:25-26; Apocalipsis 21:4).
Pero la prohibición de que los pecadores entren a la Nueva Jerusalén (Apocalipsis 21:27) parece indicar que las personas que componen las naciones serán capaces de cometer pecados. Y si no lo son, ¿por qué necesitarían sacerdotes y reyes? Esto es un misterio para mí, para el que no tengo respuesta.
Considere también que Dios nunca ha creado robots. Incluso los ángeles son capaces de pecar, y muchos lo hicieron cuando se unieron a la rebelión de Satanás. Todos los seres creados de Dios tienen libre albedrío. ¿Se eliminado esto de aquellos que estén en cuerpos naturales que habitarán la Tierra Nueva?
Desearía poder darle las respuestas a estas preguntas, pero no puedo. Para mí, las respuestas son un misterio.
Pero, lo que no es un misterio es que Dios ha prometido que, en el Estado Eterno, los redimidos van a ser bendecidos más allá de lo imaginable: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).
Debido a promesas como ésta, anhelo con todo mi corazón ese día en que Jesús aparecerá en los cielos y nos llamará a casa para estar con Él.