Durante el gobierno de Obama, Israel fue tratado con desprecio. Obama lanzó su presidencia viajando al Medio Oriente, donde se disculpó con el mundo árabe por nuestro apoyo a Israel y dejó en claro que las políticas de nuestra nación con respecto al Medio Oriente cambiarían. Y no perdió tiempo en cumplir esa promesa cuando comenzó a maltratar a los israelíes y a su líder, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu. Para cuando Obama dejó el cargo, estaba tratando a Israel como república bananera del Tercer Mundo. Expresó su abierto desprecio por los líderes de la nación y condenó su posesión de las tierras altas de Judea y Samaria (lo que el mundo llama “Cisjordania”). Uno de sus últimos esfuerzos en el cargo fue diseñar una resolución de las Naciones Unidas para condenar a Israel. ¿Es de extrañar que su sucesora designada, Hillary Clinton, perdiera la elección?
La Reversión de Trump
El Presidente Trump puso fin a nuestro maltrato a Israel. Revirtió todas las políticas negativas de Obama para el Medio Oriente, y detuvo la política de apaciguamiento de tierra por paz que había sido impuesta sobre Israel por los gobiernos de Bush y Clinton. Lo más significativo es que reconoció a Jerusalén como la capital de Israel.
Pero, desde entonces, ha comenzado a vender un “plan de paz” que tendría como resultado la creación de un Estado palestino en el corazón de Israel. No entiende que el problema no es político y que no puede resolverse mediante un “acuerdo”. Es un problema espiritual que se resolverá sólo cuando el Príncipe de Paz regrese. Además, el Presidente no parece entender que los palestinos nunca aceptarán una solución de “dos Estados”, a menos que lo vean como una mejor plataforma de lanzamiento para su asalto final contra el Estado judío. La conclusión es que los árabes no quieren otro Estado palestino (el primero es la nación de Jordania). Lo que quieren es la aniquilación del Estado judío.
El Presidente Trump también debe proceder con mucha cautela, porque la Biblia dice en Joel 3:1-2 que cualquier nación involucrada en los tiempos del fin en la división de la tierra de Israel sufrirá la ira de Dios.
Otra cosa que la profecía del tiempo del fin deja muy claro es que las políticas favorables de Trump hacia Israel no durarán, porque la Biblia dice sin rodeos que todas las naciones del mundo vendrán contra Israel (Zacarías 12:3). Tal como está ahora, no hay duda de que nuestra nación se volteará en su apoyo de Israel en el momento en que los demócratas recuperen la Casa Blanca. The New York Post afirmó recientemente que los principales demócratas se han “dado la vuelta” tan a la izquierda, tan rápidamente, en cuanto a Israel, “que es difícil imaginarlos regresando a un lugar sano”. The Post añadió: “Los judíos, que votan por los demócratas en cantidades abrumadoras, necesitan finalmente despertar a la realidad de que su partido desprecia al único Estado judío del mundo”.
El Mensaje de Katrina
Creo que el mensaje de Katrina, y otros desastres naturales similares, es que Dios está en Su trono. El está en control. Él no puede ser burlado. El no tolerará la división de Su Tierra Santa. Ni tolerará la repugnante inmoralidad que se burla de todo lo que es decente y moral.
Dios ama a nuestra nación. Él nos ha bendecido más que a cualquier otra nación. Su Palabra dice que aquellos a quienes mucho se les da, mucho se les demandará (Lucas 12:47-48). Su Palabra también dice que Él disciplina a aquellos a los que ama (Hebreos 12:7).
Otra cosa que Su Palabra deja claro es que cuando Él envía disciplina, el propósito nunca es castigar. En vez de eso, el propósito es llamarnos al arrepentimiento, de manera que podamos ser salvos. Así es como el profeta Isaías lo expresó: “Cuando la tierra experimenta Tus juicios, los habitantes del mundo aprenden justicia” (Isaías 26:9b, NASB).
Una Experiencia Personal
Conozco la verdad de esta declaración de primera mano. En mayo de 1953, cuando tenía 15 años, un tornado de fuerza 5 golpeó mi ciudad natal, Waco, en Texas. Es el tornado más mortífero hasta el día de hoy en la historia de Texas. Mató a 114 personas e hirió a 597. Atravesó el centro de la ciudad y arrasó 5 edificios históricos con facilidad. Cuando el tornado desapareció, la ciudad parecía como si hubiese sido atacada con una bomba atómica.
Durante tres meses a partir de entonces, las iglesias de Waco estuvieron repletas de multitudes de gente, que permanecían de pie en su interior buscando como hacer frente a la tragedia. La gente se vio obligada a pensar en la eternidad. Pero, a medida que el dolor se calmó, la gente volvió a sus viejos caminos, y la asistencia a la iglesia disminuyó otra vez.
Nuestro Dios es verdaderamente un Dios de una sublime gracia. Incluso cuando Él derrama su ira, lo hace esperando que ella provoque arrepentimiento, de manera que la gente pueda ser salva.
Intentos de Responder Espiritualmente
Con respecto al huracán Katrina, la Gobernadora de Luisiana, Kathleen Blanco, hizo un llamado a un día de oración en todo el estado: “Al encarar la devastación causada por Katrina, al buscar a aquellos que están necesitados, al consolar a aquellos que sufren, al comenzar las largas tareas de reconstrucción, nos volvemos a Dios por fortaleza, esperanza y consuelo”.
Nobles palabras. Pero nótese, que no hubo llamado al arrepentimiento. De manera similar, el Presidente Bush convocó a un día nacional de oración. El pidió a la nación a orar por las víctimas y a alcanzarlas con compasión. De nuevo, palabras nobles, pero ninguna expresión de arrepentimiento.
El Presidente del Consejo de la Ciudad de Nueva Orleans, Oliver Thomas, fue el funcionario que más cerca estuvo de reconocer que Katrina tenía un mensaje espiritual. Refiriéndose a Sodoma y Gomorra, dijo: “Quizá Dios nos está limpiando”.
Pero la limpieza requiere una respuesta en arrepentimiento, algo a lo que Dios está llamando a toda la nación, y no sólo a la ciudad de Nueva Orleans.
La Respuesta Adecuada
Ningún gobernante de nuestra nación ha visto aún las implicaciones espirituales de un desastre tan claramente como lo hizo Abraham Lincoln, cuando evaluó la causa de la Guerra Civil. En una proclamación realizada el 30 de marzo de 1863, el Presidente hizo un llamado a un “día de oración y humillación”.
Él comenzó la proclamación observando: “Es el deber de las naciones, al igual que el de los hombres, el tener su dependencia en la autoridad soberana de Dios, el confesar sus pecados y transgresiones, en pena y humillación, pero con la esperanza certera de que el genuino arrepentimiento conduce a la misericordia y el perdón”.
El corazón de la proclamación se lee como sigue:
Y, por mucho que lo sepamos, por Su divina ley, que las naciones como individuos están sometidos a castigos y penas en este mundo, ¿no temeremos justamente que la horrible calamidad de la guerra, que ahora desola la tierra, no sea otra cosa que un castigo, infligido sobre nosotros, por nuestros pecados presuntuosos, para el necesario fin de nuestra reforma nacional como un solo pueblo?
Hemos sido los destinatarios de las más selectas bondades del cielo. Hemos sido preservados, estos muchos años, en paz y prosperidad. Hemos crecido en número, riqueza y poder, como ninguna otra nación ha crecido nunca. Pero hemos olvidado a Dios. Hemos olvidado la mano de gracia que nos ha mantenido en paz, que nos ha multiplicado, y enriquecido y fortalecido; y hemos imaginado inútilmente, en la deshonestidad de nuestros corazones, que estas bendiciones fueron producidas por alguna sabiduría superior y virtud de nuestra propia condición.
Intoxicados con un éxito ininterrumpido, ¡nos hemos vuelto demasiado autosuficientes, como para sentir la necesidad de la gracia que redime y preserva, y demasiado orgullosos para orar al Dios que nos hizo!
Nos corresponde, entonces, humillarnos ante el Poder ofendido, confesar nuestros pecados nacionales, y orar por clemencia y perdón.
¡Cómo necesitamos tal proclamación hoy! Lo triste es que nos hemos vuelto tan seculares y paganos, que si nuestro Presidente emitiera tal declaración, los miembros del Congreso probablemente traerían un juicio político contra él por la “violación de la separación de la iglesia y el Estado”.
Conclusión
Nosotros, como nación, hemos menospreciado a Dios. Lo estamos tentando para que nos lleve del juicio a la destrucción. Nuestro Dios es muy misericordioso. Él pacientemente nos está enviando una llamada de atención tras otra, porque nunca derrama Su ira sin advertencia.
Dios nos ha provisto una ventana temporal de gracia a través de la elección del Presidente Trump. Ore para que se mantenga firme en su apoyo a Israel. Ore para que comprenda la naturaleza de la crisis del Medio Oriente — que es espiritual y que no puede resolverse mediante negociaciones y acuerdos políticos. Ore para que no sea engañado y exija que Israel entregue el corazón de su tierra.
Ore también para que los ojos y los corazones de los estadounidenses y sus líderes sean abiertos al significado de los desastres naturales que están afectando implacablemente a nuestra nación. Ore para que los pastores se den cuenta del hecho de que todas las señales del tiempo del fin están convergiendo y que es urgente que comiencen a proclamar el pronto regreso de Jesús.
Ore para que la gente alrededor del mundo sea despertada a la realidad de que Dios está proclamando por medio de las Señales de la Naturaleza que Su Hijo está a punto de regresar y que estamos viviendo en tiempo prestado.
Traducido por Donald Dolmus