martes, 18 de febrero de 2020

Dando de Gracia

Por Dr. Charles C. Bing


La gracia difícilmente puede ser más práctica en la vida del cristiano que cuando toca nuestras finanzas, especialmente lo que damos. Bajo la Ley, dar era obligatorio y requería varios diezmos (décimas) y ofrendas. Bajo la Ley del Antiguo Testamento, los creyentes daban para poder ser bendecidos; bajo la gracia del Nuevo Testamento, los creyentes dan porque ya están bendecidos. Jesucristo nos liberó de los requisitos de la Ley para que podamos responder a Su maravilloso regalo de la vida eterna. Mientras que dar legalistamente se enfoca en el acto externo y en la cantidad, dar de gracia se enfoca en el motivo interno.

La enseñanza bíblica más importante acerca de dar motivados por la gracia se encuentra en 2 Corintios 8 y 9. Estos capítulos contienen muchos principios acerca de las motivaciones, la cantidad, los efectos, y las recompensas de dar por gracia.

Motivos internos para dar de gracia

El Apóstol Pablo elogió la actitud y la motivación de los macedonios, quienes dieron tan generosamente. Sus donaciones nos sirven como un buen ejemplo.

1. Debemos estar dispuestos a dar libremente. 2 Cor. 8:3; 9:2

2. Debemos, primero, de entregarnos a nosotros mismos a Dios. 2 Cor. 8:5

3. Debemos dedicarnos a ayudar a otros. 2 Cor. 8:4-5

4. Debemos de ser motivados por el amor a los demás. 2 Cor. 8:7

5. Debemos de dar lo que hemos propuesto en nuestro corazón. 2 Cor. 9:7

6. Debemos de dar alegremente. 2 Cor. 9:5,7

Cantidades para dar de gracia

En lugar de tener un porcentaje fijo como un diezmo, el dar motivado por la gracia es la respuesta del creyente en agradecimiento a Dios por las muchas bendiciones recibidas.

1. Podemos dar sin importar cuánto dinero tengamos. 2 Cor. 8:2-3

2. Podemos dar generosa y sacrificialmente. 2 Cor. 8:3; 2 Cor. 9:5-6,11,13

3. Debemos dar de acuerdo a cómo nos ha bendecido Dios. 2 Cor. 8:12 (comp. 1 Cor. 16:2)

Efectos de dar de gracia

Muy a menudo, cuando se dan algunos regalos, nosotros no vemos el impacto total que estos tienen. Pablo explicó los efectos de la generosidad de los macedonios y mostró cómo los regalos que dieron en respuesta a la gracia de Dios tuvieron un efecto en cadena.

1. Satisfacemos las necesidades de otras personas. 2 Cor. 8:14; 9:12

2. Con nuestro ejemplo, promovemos la fe, el amor, y la adoración a Dios de los beneficiarios. 2 Cor. 9:2,13

3. Aumentamos los frutos de justicia. 2 Cor. 9:10

4. Motivamos a los beneficiarios a agradecer a Dios. 2 Cor. 9:12

5. Le damos la gloria a Dios. 2 Cor. 9:13

6. Fortalecemos nuestro vínculo de oración y amor con los beneficiarios. 2 Cor. 9:14

Recompensas por dar de gracia

Aunque no damos para obtener ganancia, la Biblia claramente nos enseña que dar generosamente añade tesoros en el cielo lo que da dividendos, o recompensas al dador.

1. Vamos a cosechar abundantes bendiciones de Dios. 2 Cor. 9:6

2. Vamos a tener una experiencia especial del amor y la gracia de Dios. 2 Cor. 9:7-8

3. Vamos a tener siempre en abundancia para más buenas obras en el futuro. 2 Cor. 9:8-11

Conclusión

Sin duda, en la Biblia existen más principios acerca del dar. Estos capítulos forman una unidad compacta que muestra lo que significa estar motivados a dar generosamente por la gracia de Dios. Dar de gracia es una manera que tenemos para agradecer a Dios por Su “don inefable” (2 Cor. 9:15).

Fuente:

Lea también: 

lunes, 17 de febrero de 2020

El Vigilante: Dentro de la Antigua Tel Be'er Sheva, Casa de Abraham, Isaac y Jacob


Erick Stakelbeck y Elliot Chodoff visitan las antiguas ruinas de Tel Be'er Sheva para ver dónde vivían, trabajaban y adoraban al Señor los Patriarcas bíblicos Abraham, Isaac y Jacob.

Revista Llamada de Medianoche – Febrero 2020

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miércoles, 12 de febrero de 2020

Interpretando Hebreos: Comenzando con los Lectores

Por Dr. Charles C. Bing



Muchos encuentran a Hebreos como un libro difícil de interpretar. Tal vez la mayor dificultad es la interpretación de los cinco pasajes de las advertencias (2:1-4; 3:7-4:13; 6:1-8; 10:26-39; 12:25-29). Muchos comentarios tratan a estas como advertencias para los incrédulos entre los lectores. Esto considera al público objetivo de las advertencias a aquellos que profesan, pero no poseen, la fe. Pero, ¿es esto consistente con la evidencia en el texto? La mayoría está de acuerdo en que el resto del libro claramente les habla a creyentes. ¿Existe alguna aparente disparidad entre la manera en que esas advertencias se abordan y el resto de la epístola?

Evidencia externa a las advertencias

El sentido común nos muestra que la epístola fue escrita para creyentes, como la mayoría está de acuerdo. No necesitamos decir más. Además de las advertencias, encontramos que se dirige a los lectores como “hermanos” (10:19; 13:22) y “hermanos santos” (3:1). Se les dicen cosas que sólo pueden aplicarse a los cristianos (3:1; 6:9; 5:12; 10:24- 25). Note que todos estos aparecen un poco antes o después de las secciones de las advertencias.
Exhortaciones

También, la naturaleza de las exhortaciones en el capítulo 13 muestra que, obviamente, están destinadas a los creyentes. No existe ningún intento de aplicarlas a dos grupos diferentes. De hecho, en toda la epístola, los pasajes de las advertencias nunca se introducen con una transición que indique que el autor está cambiando su atención a un grupo diferente dentro de los lectores. Implicar lo contrario es artificial y, por lo tanto, interrumpe el flujo del texto.

Evidencia interna de las advertencias

Ahora vamos a examinar cómo le habla el autor a los que quiere advertir. Su lenguaje deja en claro que ellos son cristianos.

1. Se les habla en primera persona plural, lo que muestra que el autor se identifica con ellos como creyente (la terminación “omos” en 2:1,3; 3:14,19; 4:1,3,11; 6:1,3;10:26,30,39; 12:28; y “nosotros” en 4:2; 12:28).

2. También son llamados “hermanos” (3:12). De la misma manera que en las secciones sin advertencias, esto claramente muestra su posición común en la familia de Dios.

3. Han creído (4:3; 10:39). Esto habla de una fe incondicional en Cristo como Salvador. No se le dice que casi creyeron, o que no creyeron lo suficiente.

4. Tienen la confianza cristiana (3:14; 10:35). Esto se refiere a su seguridad de los beneficios de las provisiones de Cristo. Por lo tanto, se les dice que se mantengan firmes (3:14; 4:14; 10:23) y que perseveren (10:36) en esa confianza.

5. Están en peligro de negar su fe. Aún no lo han hecno, pero podrían “deslizarse” (2:1), “apartarse del Dios vivo” (3:12), “recaer” (6:6), “retroceder” (10:39), o “desechar” (12:25). Todo este lenguaje demanda un punto de partida del cual puedan caer. El único punto en la epístola es Jesucristo y su confesión de Él.

6. Se les motiva a que entren en el reposo de Dios (4:11) y que maduren (6:1). Como en el Antiguo Testamento, el “reposo” se refiere no sólo a recibir la promesa de Dios, sino también disfrutarla. Esto es un privilegio sólo para los creyentes, así como la posibilidad de crecer a la madurez.

7. Sufrieron por su fe después de que fueron “iluminados” (10:32-34). Pudieron soportar esta persecución porque sabían que tenían una posesión celestial (10:34).

8. Nunca se les dice que tienen que creer en Cristo, lo cual pudiéramos esperar si fueran incrédulos. Sería una vergüenza que el autor hubiera omitido eso. En lugar, él dice que la epístola fue escrita para exhortar o animar a los lectores (13:22).

9. Se les describe como que han experimentado las bendiciones que vienen con la fe en Cristo. La evidencia más convincente está en 6:4-5: Fueron “iluminados”, han “gustado del don celestial”, fueron “partícipes del Espíritu Santo”, y “gustaron de la buena Palabra de Dios y los poderes del siglo venidero”. Cualquier intento de aplicar estas descripciones a los incrédulos sería forzar el texto a expensas de una buena exégesis y el sentido llano del lenguaje. También recibieron “el conocimiento de la verdad” (10:26), fueron “santificados” (10:29), “conocieron” a Dios (10:30), fueron “iluminados” (10:32), y, por implicación, son llamados “justos”' o rectos (10:38).

10. Se les dan analogías del Antiguo Testamento que, en el pasado y ahora en su presente, aplican al castigo de Dios sobre Su pueblo. En 3:16 se usa el Salmo 95 para hablar de los redimidos que salieron de Egipto y que obviamente aplica a los lectores redimidos. En 10:30 se habla de Deut. 32:36, que habla de Dios juzgando a “Su pueblo”. Que esto aplica a los creyentes es obvio en 10:31 en donde está el prospecto de caer “en” las manos de Dios. No pueden caer de Sus manos.

11. Se les exhorta a que sirvan “a Dios agradándole con temor y reverencia” (12:28), algo imposible para los incrédulos.

12. Enfrentan la perspectiva de recompensas condicionadas a su perseverancia fiel y obediencia. Pueden ser “participantes de Cristo” (3:14), entrar en el reposo de Dios (4:9,11), tener “una mejor y perdurable herencia en los cielos” (10:34), recibir “tan grande galardón” (10:35), y recibir “un reino inconmovible” (12:28).

Conclusión

La evidencia de que el autor se está dirigiendo a cristianos, tanto en la naturaleza general de la epístola y en las advertencias mismas, es abrumadora. No hay necesidad de ver como incrédulos a los que se les escriben las advertencias. Ellos no tienen necesidad de salvación, sino de una perseverancia fiel. Evidentemente, ellos eran judíos creyentes que estaban siendo tentados a disfrazar su cristianismo con el judaísmo, o revertirse del todo, por la amenaza de la persecución.

Probablemente la razón por la que muchos interpretan estas advertencias como escritas a incrédulos es por la severidad de los juicios amenazantes, especialmente aquellos que mencionan el fuego. ¿Será que la mención del fuego implica automáticamente una amenaza de condenación eterna? ¡Absolutamente no! Pero eso es materia de otro estudio.

Nosotros que creemos, tomemos en serio tanto las exhortaciones para crecer en nuestra confesión de Cristo y las advertencias acerca de descuidar nuestro crecimiento. Todo Hebreos puede aplicar para nosotros.

Fuente:

El Vigilante: Desde Belén, la Verdadera Historia de la Primera Navidad.


Erick Stakelbeck está en Belén con el historiador bíblico Aaron Eime, para visitar el sitio de la primera Navidad y aprender la verdadera historia del nacimiento de Jesús.
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