La Convulsión de la Naturaleza
El mensaje de los desastres naturales
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Hemos llegado a una categoría muy importante de las señales del tiempo del fin — las Señales de la Naturaleza — y, sin embargo, es la categoría que recibe menos respeto. Hay dos razones para esto, una que es conceptual, y otra que es filosófica.
El problema conceptual reside en el hecho de que siempre hemos tenido señales de la naturaleza. Así que, cuando son confrontadas con las señales de la naturaleza profetizadas, mucha gente encoge sus hombros y pregunta: “¿Qué hay de nuevo? Siempre ha habido tornados, huracanes, y terremotos”.
Lo que pasan por alto es que Jesús dijo que estas señales serían como “dolores de parto” (Mateo 24:8). Eso significa que aumentarán en frecuencia e intensidad cuanto más cerca esté el regreso del Señor. Y eso es exactamente lo que está pasando hoy.
El problema filosófico que mucha gente tiene con las señales de la naturaleza es debido al hecho de que nuestro pensamiento ha sido moldeado por el racionalismo científico occidental hacia la creencia de que para que algo exista, tienes que ser capaz de verlo, medirlo, pesarlo, y diseccionarlo.
Por el contrario, la Biblia enseña que hay toda una esfera de lo sobrenatural que normalmente no puede ser percibida por los sentidos. Esta esfera incluye ángeles, demonios y la operación del Espíritu Santo. También incluye la intervención de Dios de tiempo en tiempo a través de los desastres naturales
Dios y las Señales de la Naturaleza
Algunas veces Dios usa las señales de la naturaleza para subrayar la importancia de grandes eventos. Así pues, en el nacimiento de Jesús, Dios colocó una luz especial en el cielo, probablemente una manifestación de Su gloria shejiná. Cuando Jesús fue crucificado, la tierra experimentó tres horas de oscuridad y un gran terremoto. Y la Biblia dice que, cuando Jesús regrese, el mundo experimentará el mayor terremoto en su historia. Toda isla se moverá, los valles se levantarán, las montañas serán hundidas, y la ciudad de Jerusalén será levantada como una joya, posiblemente convirtiéndose en el lugar más alto de la tierra (Apocalipsis 16: 18-21 e Isaías 40: 3-5).
Muy a menudo, Dios usa las señales de la naturaleza como juicios correctivos para llamar a las naciones al arrepentimiento. Tanto la Biblia como la historia atestiguan el hecho de que Dios tiene un patrón para tratar con las naciones. Para empezar, Él es quien establece las naciones, y Él es quien las derriba (Daniel 2:20-21). Cuando una nación se rebela contra Dios, Él responde primero levantando voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. Estas no son personas con conocimiento sobrenatural del futuro. Simplemente tienen el don del discernimiento para ver dónde una nación le está fallando a Dios. Para decirlo de otra manera, ellos saben cómo aplicar las Escrituras a los eventos contemporáneos.
Si una nación se niega a escuchar las voces proféticas, Dios enviará juicios correctivos. Éstos pueden tener muchas formas. Deuteronomio 28 menciona el fracaso económico, la rebelión de la juventud, una epidemia de divorcios, confusión en el gobierno, dominación extranjera y derrota militar. El capítulo también menciona desastres naturales como la sequía, la pérdida de cosechas y pestilencia.
Finalmente, si una nación se enfrenta a Dios y no responde positivamente a Sus llamados al arrepentimiento, llegará a un punto de no retorno —a menudo referido como "cuando la herida se convierte en incurable" (Nahum 3:19, Jeremías 30:12 y Miqueas 1: 9). En este punto, el Señor llevará a la nación del juicio a la destrucción. Esa destrucción puede ocurrir rápidamente, como con Babilonia y la Unión Soviética, o puede ocurrir gradualmente durante un período de tiempo, como con el Imperio Romano.
Ejemplos de Juicios Correctivos
Hay muchos ejemplos de juicios correctivos en la Biblia que involucran desastres naturales. Tomemos por ejemplo las plagas con las cuales Dios afligió a Egipto, para convencer al Faraón que debía liberar a los hijos de Israel del cautiverio. El Señor envió plagas de ranas, mosquitos, moscas y langostas. Además, contaminó el agua de la nación, afligió al ganado con pestilencia, golpeó a la gente con llagas y forúnculos, envolvió la tierra en una espesa oscuridad, y finalmente tomó las vidas de los primogénitos, tanto de hombres como del ganado.
Cuando el rey Acab condujo a los israelitas a la adoración de un dios pagano, el Señor levantó al profeta Elías para llamar al rey y su pueblo al arrepentimiento. Cuando ignoraron a Elías, el Señor puso un juicio correctivo sobre la tierra en forma de una sequía severa de tres años y medio (1 Reyes 17 y 18).
El libro de Joel habla sobre una invasión de langostas que afligió a Judá. Ésta fue una de las peores calamidades que podrían caer sobre una sociedad agrícola. Parece que la gente comenzó a lamentarse de su "mala suerte", cuando Dios envió al profeta Joel a informarles de que el desastre no tenía nada que ver con la suerte. Joel audazmente proclamó que las langostas habían sido enviadas por Dios para llamar a la gente al arrepentimiento. Él advirtió que si no se arrepentían, el Señor enviaría algo aún peor — un ejército enemigo. La gente ignoró a Joel y a los profetas que le siguieron, y Dios finalmente envió ese ejército, llevándolos del juicio a la destrucción.
Setenta años después, cuando terminó el cautiverio en Babilonia, los judíos que regresaron a Judá sentaron las bases para un nuevo templo, pero luego rápidamente perdieron el interés en el proyecto. Ellos dirigieron su atención, más bien, a la construcción de sus casas. Durante 14 años, el fundamento del templo permaneció vacante. Finalmente, Dios levantó a un profeta anciano y que hablaba con rudeza llamado Hageo. Se enfrentó a la gente al preguntarles: "¿Habéis notado que cuando plantáis vuestros cultivos, son destruidos por la podredumbre de raíz? ¿Y que cuando los volvéis a plantar, son destruidos de nuevo por el granizo? ¿Y que cuando los volvéis a plantar, una tormenta de viento viene? ¡Dios les está hablando! Él los está llamando a arrepentirse por tener vuestras prioridades fuera de lugar y a prestar atención a la reconstrucción de Su templo." Por primera vez, la gente escuchó, obedeció y fueron bendecidos.
La Naturaleza de Dios
Dios ha continuado a lo largo de la historia usando las señales de la naturaleza para llamar a las naciones al arrepentimiento. Algunas personas dicen, “Oh no, Dios ya no hace eso porque ésta es la ‘Era de Gracia’”.
Bueno, el primer problema con esa afirmación es que implica que hubo un tiempo anterior sin gracia. El hecho del asunto es que sólo hay una forma de salvación que ha existido siempre: a saber, la gracia a través de la fe (Joel 2:32).
Además, la Biblia dice que Dios es "el mismo ayer, hoy y siempre" (Hebreos 13:8). No existe tal cosa como el Dios de ira del Antiguo Testamento y el Dios de gracia del Nuevo Testamento. Dios no cambia (Malaquías 3:6).
El Dios de ira del Antiguo Testamento es el que mostró gracia hacia la malvada ciudad de Nínive, cuando su pueblo se arrepintió en respuesta al mensaje de Jonás. El Dios de gracia del Nuevo Testamento Dios es quien advirtió a la iglesia en Tiatira que si continuaba tolerando a una falsa profetisa, "la arrojaría sobre un lecho de enfermedad y, a aquellos que cometieran adulterio con ella, en gran tribulación". Además, Él amenazó con "matar a sus hijos con pestilencia" (Apocalipsis 2:22-23).
Nuestro Dios es un Dios de gracia, misericordia y amor. Pero Él es también un Dios de santidad, rectitud y justicia. La visión equilibrada de Dios es presentada por el profeta Nahúm. Hablando de la gracia de Dios, escribió: " Jehová es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían" (Nahúm 1:7).
Pero Nahum advirtió que el mismo Dios es uno que es justo y santo y que no tolerará el pecado (Nahúm 1:2-3):
Jehová es Dios celoso y vengador; Jehová es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos. Jehová es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable. .
El Papel de Satanás
Algunos contrarrestan tratando de argumentar que las calamidades naturales provienen de Satanás y no de Dios. Pero la Biblia enseña que Dios es soberano. Satanás no es libre de hacer lo que le plazca. Cuando quiso atormentar a Job, tuvo que pedirle permiso a Dios, y cuando se le concedió el permiso, Dios estableció reglas sobre lo que podía y no podía hacer (Job 1:6-12).
La Biblia dice que Dios no nos tienta (Santiago 1:13). Sin embargo, Jesús nos enseñó a orar, "No nos metas en tentación" (Mateo 6:13) ¿Cómo se pueden reconciliar estas declaraciones? La respuesta es que, aunque Satanás es el tentador, no puede tentarnos a menos que Dios lo permita.
Nuevamente, Dios es soberano, y no sucede nada que Él no permita, ni en su perfecta voluntad perfecta ni en su voluntad permisiva. Ésa es la razón por la cual la Biblia atribuye todos los desastres naturales a Dios.
Traducido por Pablo Losa
Editado por Donald Dolmus