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Escribí la primera edición de este libro en 1999, y fue publicado en el año 2000.
A medida que nos acercábamos al comienzo del nuevo siglo, tuve un fuerte sentido de presentimiento. Estaba muy preocupado por dos acontecimientos que habían ocurrido en mi vida y que habían comenzado a acelerarse durante los últimos 30 años del siglo XX. Los dos acontecimientos eran la secularización de la sociedad y la corrupción de la iglesia — mejor resumidos en dos palabras: Anarquía y Apostasía —.
Creciente Rebelión Civil
La anarquía puede parecer una palabra extrema, pero no lo es. Se define en el Diccionario Merriam-Webster como “un estado de desorden debido a la ausencia o al no reconocimiento de la autoridad”. Es lo que existía en Israel durante el tiempo de los Jueces cuando “cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Es lo que está aumentando en nuestra sociedad hoy, y alrededor del mundo.
Hemos expulsado a Dios de la vida de nuestra sociedad, y el resultado es una avalancha de violencia e inmoralidad indiscriminadas. Hemos perdido nuestro compás moral, y estamos criando una generación de pigmeos morales.
Creciente Error Espiritual
Lo mismo es cierto de la furiosa apostasía dentro de la Iglesia. El término, evangélico, ha perdido su significado, ya que algunos que dicen ser evangélicos están proclamando que hay muchos caminos al Cielo y que no hay Infierno.
Una Segunda Reforma está sucediendo en la Iglesia hoy, pero, a diferencia de la primera, que se basó en un llamado a regresar a la Biblia, esta nueva reforma está llamando a las personas a abandonar la Biblia a favor de sus propios sentimientos y creencias.
A medida que la Iglesia se debilita cada vez más por su podredumbre interna, la sociedad continúa sumiéndose en la oscuridad.
Creciente Velocidad
Lo que me ha asombrado en los años transcurridos desde que escribí la primera edición de este libro, es la velocidad a la que la anarquía y la apostasía han aumentado. Ambas están en una curva exponencial.
Tampoco es sólo un fenómeno estadounidense. Vemos una creciente rebelión civil y apostasía espiritual en todo el mundo, que produce un nivel cada vez mayor de inmoralidad y violencia.
Y uno de los subproductos es una creciente intensidad de persecución, acoso, violencia y asesinato dirigido a los cristianos.
Creciente Preocupación
¿Cómo puede un cristiano lidiar con estos acontecimientos? La respuesta fundamental es que aquellos que profesan a Jesús mantengan sus ojos enfocados en Él. Pero esto es más fácil decirlo que hacerlo. Esperanzadamente, este libro provee algunas guías útiles.
Puede que no haya mucha esperanza para el mundo, pero hay una gran esperanza para aquellos que son verdaderamente creyentes nacidos de nuevo en Jesús como su Señor y Salvador.
Y, de hecho, a medida que el mundo se vuelve cada más secularizado y paganizado, y que líderes cristianos apóstatas insisten en sustituir sus opiniones por la Palabra de Dios, aquellos de nosotros que somos cristianos creyentes en la Biblia, podemos estar seguros de que estamos viviendo en la época del regreso del Señor — porque la Biblia dice que Jesús regresará cuando el mundo vuelva a ser tan malo como lo era en los días de Noé (Mateo 24:37).
Creciente Gratitud
Como ahora estoy en los años del ocaso de mi vida, siento una gratitud cada vez mayor por la gracia y la misericordia del Señor hacia mí y mi familia. Estoy tan agradecido de que Él nunca se rindió conmigo durante los 20 años que huí de Su llamado a mi vida — una historia que se relata en mi libro, Confiando en Dios: Aprendiendo a Andar por Fe (1987, 3ra edición en 2015). Y estoy sumamente agradecido porque Él me ha guardado durante los años desde que me rendí a Él.
Quiero agradecer al personal excepcional del Ministerio Cordero y León, por todo el apoyo y aliento que me dieron durante la escritura de este libro. La única forma en la que puedo escribir es aislarme y enfocarme totalmente en la escritura. Cuando lo hago, esto pone una carga extra en todos los miembros de mi personal, ya que deben cubrir cartas, mensajes de correo electrónico, y llamadas telefónicas que yo normalmente manejaría.
Hay dos miembros del personal que merecen un agradecimiento especial. Uno es Kay Bien, quien revisó el texto. El otro es director financiero del ministerio, George Collich, Jr., quien realizó el tedioso trabajo de verificar todas las referencias de la escritura.
Otra persona con la que estoy agradecido es Jim Fletcher, fundador y director de un ministerio llamado Prophecy Matters. Él fue quien vino con la idea del libro y me animó a escribirlo.
También quiero agradecerles a los fideicomisarios del Ministerio Cordero y León, quienes han sido tan solidarios y alentadores. Estoy particularmente en deuda con el actual presidente de nuestro consejo, James Hugg, por haberme insistido constantemente a lo largo de los años a escribir más.
También debo mucho a mi mentor de profecía bíblica, Tim LaHaye. Cuando me interesé por primera vez en profecía bíblica en 1967, su libro, Revelation Illustrated and Made Plain, fue el primer libro que leí acerca de la Palabra Profética de Dios. Después de comprometerme con el ministerio de tiempo completo en 1980, me familiaricé personalmente con Tim, y él ha servido como un aliento constante desde ese momento.
Quiero expresar mi agradecimiento a los miles de radioescuchas y televidentes que, a lo largo de los años, me han enviado una gran variedad de artículos, principalmente sobre la sociedad estadounidense, la Iglesia, e Israel. He usado muchos de éstos en mi programa, “Cristo en la Profecía”, y he incluido algunos de ellos en este libro. El único problema es que estos artículos son usualmente arrancados de una revista o cortados de un periódico y a menudo llegan sin ninguna indicación de su fuente o su fecha precisa. Donde esto demuestra ser el caso con una referencia en este libro, lo he indicado en las notas finales.
También debo mencionar que tengo una gran deuda de gratitud a Ann, mi esposa de más de 50 años. Ella es una gentil, cariñosa y de voz suave ex maestra de primer grado, ¡quién sabe cómo lidiar conmigo cuando actúo como un niño de primer grado! Alabo a Dios por su amor y compañía y por su constante aliento. Sobre todo, estoy en deuda con mi Señor y Salvador, Jesús de Nazaret, quien murió por los pecados del mundo para que aquellos que pongan su fe en Él puedan reconciliarse con Dios el Padre.
Y estoy agradecido más allá de las palabras suficientes que, cuando llegué al final de mí mismo, Jesús estaba allí, dispuesto a perdonar, y olvidar, y confiarme un ministerio. ¡Qué gracia! Lo alabo por Su misericordia.
Dave Reagan
Allen, Texas
Marzo de 2015
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