sábado, 27 de enero de 2018

Editorial: Mezquindad Antijudía



Por acuerdo de las Naciones Unidas del 1 de noviembre de 2005, hoy 27 de enero es el Día Internacional de Conmemoración de las Víctimas del Holocausto.

La ONU escogió este día, porque el 27 de enero de 1945 las tropas soviéticas liberaron a los pocos sobrevivientes del campo de Auschwitz-Bikernau, el peor de todos los campos de exterminio nazis. Allí perdieron la vida 1.1 millón de personas, en su gran mayoría judíos.

El propósito fundamental de la conmemoración del Holocausto de seis millones de personas que fueron exterminadas solo por ser judías, es renovar cada año el compromiso de las naciones, los Estados y la humanidad, de no permitir que vuelva a ocurrir una monstruosidad como esa.

El Estado de Nicaragua acogió en 2009 la conmemoración anual de las víctimas del Holocausto, mediante una Resolución Legislativa de la Asamblea Nacional aprobada el 5 de noviembre de ese año y publicada en La Gaceta, Diario Oficial, del 25 del mismo mes. En los considerandos de dicha Resolución Legislativa se dice que “el Holocausto judío nos conmueve a todos (los nicaragüenses) y nos concita a reflexionar cada día sobre tan bochornoso acto de exterminio (por lo) que es necesario sensibilizar a la población nacional y mundial sobre este hecho, a fin de evitar en el futuro actos semejantes en contra de la humanidad”.

Pero al reconocer oficialmente en Nicaragua el 27 de enero como Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, los diputados (mayoritariamente liberales en ese tiempo), consignaron en la Resolución Legislativa que la Asamblea Nacional podrá celebrar, no que celebrará cada año una Sesión Especial “en la que se recuerde y rememore el Holocausto y se ore a Dios por la Paz en Jerusalén y de todas las naciones y pueblos de la tierra”. De manera que la celebración de la sesión especial es opcional, depende de la voluntad política del partido que tiene la capacidad de decisión en el órgano legislativo del Estado.

Esto le ha permitido al partido gubernamental FSLN —que domina de manera absolutista la Asamblea Nacional y sus prejuicios antiisraelíes son bien conocidos— rechazar la propuesta que presentó el jefe de bancada del PLC, diputado Miguel Rosales, de celebrar la sesión especial en memoria del Holocausto este martes 30 de enero.

Según Rosales, el argumento de los orteguistas para impedir la sesión especial es que “no es el momento internacional” para conmemorar el Holocausto. Obviamente, se refieren a que el régimen de Daniel Ortega apoyó en la ONU la condena al gobierno de los Estados Unidos, por haber reconocido a Jerusalén como capital de Israel. Pero nada tiene que ver una cosa con la otra. En el fondo de lo que se trata es de una mezquindad política antijudía del orteguismo, para no conmemorar oficialmente a las víctimas del Holocausto.

Sin embargo, los diputados que no son orteguistas y las organizaciones cívicas y religiosas que simpatizan con Israel —el único Estado democrático del Oriente Medio— podrían si quisieran rendir fuera de la Asamblea el homenaje a las víctimas del Holocausto y hacer valer, de hecho, la Resolución Legislativa del 5 de noviembre de 2009.

Fuente: La Prensa

¿Por Qué Permitió Dios el Holocausto?



Respuesta: Al tratar con el problema del mal en el mundo, nos encontramos con muchos problemas como éste. ¿Podría Dios haber evitado el Holocausto? Sí, Él podría haberlo hecho. También podría haber impedido las masacres de Stalin en la Unión Soviética, la tortura de disidentes de la Inquisición española, y el reinado de terror de Nerón. En cada caso, Dios permitió que hombres malvados ejercieran una cierta cantidad de poder durante un corto período de tiempo.

En última instancia, no sabemos las razones de lo que Dios permite. Sus caminos y pensamientos son infinitamente más altos que los nuestros (Isaías 55:8-9). Su plan soberano abarca todo el ámbito de la historia, pasado, presente y futuro, y abarcando todos los posibles cursos de acción, todas las causas y efectos, todas las potencialidades, y todas las contingencias. No hay forma de que podamos entender las complejidades de Su diseño. Por la fe, confiamos en que Su plan es el mejor plan posible para restaurar a una humanidad caída y un mundo maldito a la justicia y la bendición. 

Pero  podemos entender esto: el permiso de Dios no es lo mismo que Su aprobación. Dios permitió que Adán comiera del árbol prohibido, pero no aprobó la acción. De la misma manera, que Dios permitiera el Holocausto de ninguna manera sugiera Su aprobación del mismo. Dios es afligido por la pecaminosidad del hombre y la dureza de su corazón.

También sabemos que Dios ha hecho todo lo posible para redimirnos del pecado que nos destruiría. Él dio a Su único Hijo, quien sacrificó Su vida por nuestro pecado y tomó nuestro castigo. Todos los que se vuelven a Jesús en fe son salvados. El pecado en este mundo, y los horrores tales como el Holocausto, son el resultado directo de la continua rebelión de la humanidad contra Dios. 

Si bien nada puede justificar el Holocausto, sí vemos al menos una cosa buena que provino de la Segunda Guerra Mundial: Israel ahora existe como una nación. El Holocausto fue la razón principal por la que el Libro Blanco de 1939 fue rescindido, lo que liberó a los judíos para inmigrar a Israel. El hecho de que, a partir de 1948, los judíos tengan una identidad nacional restaurada, ayuda a cumplir profecías bíblicas como las de Ezequiel 37 y Mateo 24. Derrotar al nazismo y dar la tierra de Israel de regreso a los judíos es un ejemplo clásico de Dios frustrando el plan de Satanás y ocasionando el bien a pesar a del mal.

En todas Sus obras, Dios es justo (Salmo 145:17). La culpa del Holocausto recae directamente sobre los hombros de la humanidad pecaminosa. El Holocausto fue el producto de decisiones pecaminosas hechas por hombres pecaminosos contra un Dios santo. Si el Holocausto demuestra algo, es la depravación total del hombre. Tan sólo catorce años después de “la guerra para terminar con todas las guerras” (la Primera Guerra Mundial), Hitler ascendió al poder. Lo que es aun más chocante es que millones lo siguieron, permitiendo sus horribles políticas y siguiendo un camino hacia la destrucción nacional.

Y mientras el nazismo se apoderaba de Alemania, ¿dónde estaban las iglesias europeas? Algunas, es cierto, se mantuvieron firmes contra el mal en medio de ellas, y algunos eclesiásticos, como Dietrich Bonhoeffer, pagaron el precio máximo por disentir. Pero eran la minoría. La mayoría de las iglesias de la época aceptaron las reglas del Partido Nazi y permanecieron en silencio mientras los judíos eran masacrados. ¿Dónde estaban los líderes mundiales? Aparte de Winston Churchill de Inglaterra, los políticos del mundo tomaron la ruta del aislamiento o el apaciguamiento. Ninguno funcionó. ¿Dónde estaba la gente buena y decente? Edmund Burke a menudo es citado diciendo, “Todo lo que se necesita para que el mal triunfe en el mundo es que suficientes hombres buenos no hagan nada”. Aunque hubo algunos cuantos alemanes y algunos europeos como Oscar Schindler y Terrie ten Boom y su familia, quienes arriesgaron sus vidas para salvar a miles de judíos de la aniquilación, la mayoría permaneció en silencio y el Holocausto se produjo. La pregunta no es tanto, “¿Por qué permitió Dios el Holocausto?”, sino, “¿Por qué lo permitimos nosotros?”.

Dios le da a la humanidad la libertad de elección. Podemos elegir seguirlo y defender la rectitud, o podemos rebelarnos contra Él y perseguir el mal. El problema reside en el corazón del hombre. “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9). Hasta que el corazón del hombre se vuelva a Dios, el mundo seguirá siendo testigo de “limpiezas étnicas”, genocidios, y atrocidades como el Holocausto. 


Artículos relacionados:
Dios y los judíos
El error de la teología del reemplazo
El Antisemitismo: Sus raíces y perseverancia

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article
Why did God allow the Holocaust?

miércoles, 24 de enero de 2018

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Subtitulado por Helena Aillón

La Ira de Dios: ¿Mito o Realidad? – Parte 3 de 3



     
El Significado de la Ira

¿Convierte esto a Dios en un “monstruo”? ¡No! Al contrario, la ira de Dios demuestra Su bondad, porque, ¿cómo podría un Dios bueno ignorar la maldad del pecado y permitir que quede impune? Su ira contra el mal demostrará Su justicia. 

El profeta Nahúm lo resumió mejor. Hablando del amor de Dios, dijo, “El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían” (Nahúm 1:7). Pero unos pocos versículos antes Nahúm había hablado también de la santidad y la ira de Dios:

2) “El SEÑOR es Dios celoso y vengador; El SEÑOR es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos.

3) El SEÑOR es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable

(Nahúm 1:2-3)

La ira de Dios nunca está motivada principalmente por el deseo de castigar. Por el contrario, está diseñada para traer a la gente al arrepentimiento, para que puedan ser salvas. Incluso en Su ira, Dios se acuerda de la misericordia.

Dios demuestra Su misericordia en la ira al no derramar nunca Su ira sin advertencia. Él trató de advertirles a Sodoma y a Gomorra a través de Abraham. Él le advirtió al mundo de Noé a través de la predicación de Noé durante 120 años. Él envió a Jonás y a Nahúm para advertirle a la ciudadana pagana de Nínive. 

Considere también cómo Él envió profeta tras profeta para llamar a las naciones de Israel y de Judá al arrepentimiento (2 Crónicas 36:15-16):

15) Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.

16) Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.

La misericordia de Dios en la ira también se manifiesta en el hecho de que Él siempre conduce a Su derramamiento final de la ira a través de una serie de juicios progresivos. Estos juicios se describen en detalle en Deuteronomio 28:15-57.

Esta característica de la ira de Dios se demuestra en las profecías concernientes a la Tribulación. En lugar de simplemente derramar Su ira sobre las naciones rebeldes del mundo, destruyéndolas en un instante de abrumadora catástrofe, Él somete al mundo a una serie de juicios que se incrementan secuencialmente en alcance e intensidad (Apocalipsis 6, 8-9, 16). 

Aunque la mayoría de las personas se niegan a arrepentirse a estos juicios (Apocalipsis 9:20-21), hay “una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas” que se arrepienten y responden a Jesús en fe (Apocalipsis 7:9).

Estas respuestas radicalmente diferentes a la ira de Dios ilustran el punto que a menudo hace Billy Graham: “El mismo sol que derrite la mantequilla también endurece la arcilla”. La ira de Dios derrite algunos corazones en arrepentimiento, pero tiene el efecto de endurecer los corazones de muchos otros. 

La Ira y los Redimidos

Muchos cristianos responden negativamente a la profecía bíblica. No es inusual escuchar a un cristiano decir algo como esto: “No quiero escuchar nada sobre profecía porque está demasiado llena de pesimismo”.

Bueno, hay mucho pesimismo para aquellos que se niegan a responder al regalo de amor de Dios en Jesús. Pero hay sólo buenas noticias para los redimidos.

El Antiguo Testamento termina con un pasaje que presenta tanto la tristeza como el gozo de la profecía del tiempo del fin. Malaquías dice que cuando el Señor regrese, el día será “como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa” (Malaquías 4:1). Ésa es la mala noticia.

Pero considere las buenas noticias: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Malaquías 4:2).

No hay razón para que cualquier hijo de Dios tema la ira de Dios. Pablo escribió que, dado que hemos sido justificados por la sangre de Cristo, “por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9). Y, en un versículo sumamente reconfortante, Pablo les dijo a los tesalonicenses que Jesús “librará” a los redimidos “de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:10). La razón, explicó Pablo, es que “no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9).

Una Súplica

¿Está bajo la gracia o la ira? La decisión es suya. Jesús viene pronto. Cuando Él aparezca, ¿será su Esperanza Bienaventurada o su Santo Terror? ¿Clamará para que los montes caigan sobre usted? O, ¿saldrá saltando de alegría como un becerro liberado de un establo?

Dios le ama y quiere que acepte a Su Hijo como su Salvador, para que pueda estar bajo la gracia y pueda participar en un evento que ocurrirá cuando Jesús regrese (Isaías 35:10):

Y los redimidos de Jehová volverán, 
Y vendrán a Sion con alegría; 
Y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; 
Y tendrán gozo y alegría, 
Y huirán la tristeza y el gemido.


Lea la parte 1 aquí
Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:

lunes, 22 de enero de 2018

Video: Aprenda la Biblia en 24 Horas — Hora 5 (subtitulado)



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