El Significado de la Ira
¿Convierte esto a Dios en un “monstruo”? ¡No! Al contrario, la ira de Dios demuestra Su bondad, porque, ¿cómo podría un Dios bueno ignorar la maldad del pecado y permitir que quede impune? Su ira contra el mal demostrará Su justicia.
El profeta Nahúm lo resumió mejor. Hablando del amor de Dios, dijo, “El Señor es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en él confían” (Nahúm 1:7). Pero unos pocos versículos antes Nahúm había hablado también de la santidad y la ira de Dios:
2) “El SEÑOR es Dios celoso y vengador; El SEÑOR es vengador y lleno de indignación; se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos.
3) El SEÑOR es tardo para la ira y grande en poder, y no tendrá por inocente al culpable”.
(Nahúm 1:2-3)
La ira de Dios nunca está motivada principalmente por el deseo de castigar. Por el contrario, está diseñada para traer a la gente al arrepentimiento, para que puedan ser salvas. Incluso en Su ira, Dios se acuerda de la misericordia.
Dios demuestra Su misericordia en la ira al no derramar nunca Su ira sin advertencia. Él trató de advertirles a Sodoma y a Gomorra a través de Abraham. Él le advirtió al mundo de Noé a través de la predicación de Noé durante 120 años. Él envió a Jonás y a Nahúm para advertirle a la ciudadana pagana de Nínive.
Considere también cómo Él envió profeta tras profeta para llamar a las naciones de Israel y de Judá al arrepentimiento (2 Crónicas 36:15-16):
15) Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.
16) Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.
La misericordia de Dios en la ira también se manifiesta en el hecho de que Él siempre conduce a Su derramamiento final de la ira a través de una serie de juicios progresivos. Estos juicios se describen en detalle en Deuteronomio 28:15-57.
Esta característica de la ira de Dios se demuestra en las profecías concernientes a la Tribulación. En lugar de simplemente derramar Su ira sobre las naciones rebeldes del mundo, destruyéndolas en un instante de abrumadora catástrofe, Él somete al mundo a una serie de juicios que se incrementan secuencialmente en alcance e intensidad (Apocalipsis 6, 8-9, 16).
Aunque la mayoría de las personas se niegan a arrepentirse a estos juicios (Apocalipsis 9:20-21), hay “una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas” que se arrepienten y responden a Jesús en fe (Apocalipsis 7:9).
Estas respuestas radicalmente diferentes a la ira de Dios ilustran el punto que a menudo hace Billy Graham: “El mismo sol que derrite la mantequilla también endurece la arcilla”. La ira de Dios derrite algunos corazones en arrepentimiento, pero tiene el efecto de endurecer los corazones de muchos otros.
La Ira y los Redimidos
Muchos cristianos responden negativamente a la profecía bíblica. No es inusual escuchar a un cristiano decir algo como esto: “No quiero escuchar nada sobre profecía porque está demasiado llena de pesimismo”.
Bueno, hay mucho pesimismo para aquellos que se niegan a responder al regalo de amor de Dios en Jesús. Pero hay sólo buenas noticias para los redimidos.
El Antiguo Testamento termina con un pasaje que presenta tanto la tristeza como el gozo de la profecía del tiempo del fin. Malaquías dice que cuando el Señor regrese, el día será “como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa” (Malaquías 4:1). Ésa es la mala noticia.
Pero considere las buenas noticias: “Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada” (Malaquías 4:2).
No hay razón para que cualquier hijo de Dios tema la ira de Dios. Pablo escribió que, dado que hemos sido justificados por la sangre de Cristo, “por él seremos salvos de la ira” (Romanos 5:9). Y, en un versículo sumamente reconfortante, Pablo les dijo a los tesalonicenses que Jesús “librará” a los redimidos “de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:10). La razón, explicó Pablo, es que “no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9).
Una Súplica
¿Está bajo la gracia o la ira? La decisión es suya. Jesús viene pronto. Cuando Él aparezca, ¿será su Esperanza Bienaventurada o su Santo Terror? ¿Clamará para que los montes caigan sobre usted? O, ¿saldrá saltando de alegría como un becerro liberado de un establo?
Dios le ama y quiere que acepte a Su Hijo como su Salvador, para que pueda estar bajo la gracia y pueda participar en un evento que ocurrirá cuando Jesús regrese (Isaías 35:10):
Y los redimidos de Jehová volverán,
Y vendrán a Sion con alegría;
Y gozo perpetuo será sobre sus cabezas;
Y tendrán gozo y alegría,
Y huirán la tristeza y el gemido.
Lea la parte 1 aquí
Lea la parte 2 aquí
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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