miércoles, 17 de enero de 2018

El Renacimiento del Idioma Hebreo (pdf)

Israel en la Profecía Bíblica


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martes, 16 de enero de 2018

Observaciones del Editor: Decisiones Difíciles


Dave y Ann en 2009 con su perra, Lizzie


Todos nosotros enfrentamos decisiones difíciles de vez en cuando. Hace poco me enfrenté a una de las decisiones más difíciles de mi vida — a saber, colocar o no a mi querida esposa, Ann, en un centro de cuidado de la memoria —.

Hasta los 61 años, Ann siempre había sido bendecida con una salud excepcionalmente buena. Por ejemplo, nunca había tenido una operación de ningún tipo, ni siquiera una amigdalotomía o una apendicetomía. Y esto sigue siendo cierto hasta el día de hoy. Pero, en 2002, ella sufrió un ataque severo y repentino de fibromialgia.  Ella estaba enseñando primer grado en ese momento y había acumulado 185 días de licencia por enfermedad (¡porque ella nunca estaba enferma!).

Ella se vio obligada a retirarse inmediatamente, después de 30 años de enseñar, debido a que enseñar primer grado es muy estresante, y el estrés intensifica los efectos de la fibromialgia. En 2009, ella desarrolló el Síndrome de Fatiga Aguda. Y, en 2011, comenzó a exhibir manifestaciones de demencia. Finalmente, fue diagnosticada con el Síndrome de Benson, una condición neurológica extremadamente rara que causa demencia y ceguera.

A pesar de todo, Ann mantuvo una actitud muy positiva. Cuando yo comentaba cuánto lamentaba su sufrimiento, ella siempre respondía: “Hay personas que están sufriendo mucho más que yo”.

Durante los últimos tres años y medio, Ann tuvo que tener cuidadores. El Señor le proveyó dos cuidadores maravillosos durante el día, uno para los días de la semana, y el otro para los fines de semana. Yo servía en esa capacidad durante las tardes, noches y mañanas. Para hacer eso, reduje mis compromisos para hablar fuera de la ciudad a uno por mes, y dejé de dirigir nuestros peregrinajes a Israel. Mis dos hijas maravillosas, Ruth y Rachel, comenzaron a quedarse con Ann cuando yo tenía que salir de la ciudad. Y Tim Moore asumió la responsabilidad de organizar nuestros viajes a Tierra Santa.

Recientemente, los cuidadores vinieron a mí y me dijeron que había llegado el momento para que Ann fuera colocada en un centro de atención. Mis hijas estuvieron de acuerdo. Sabía que tenían razón, pero me rompió mi corazón el siquiera considerarlo. Lo pospuse todo lo que pude, y luego el día finalmente llegó.

Después de trasladarla al centro, regresé a casa con un corazón apesadumbrado, y pronto descubrí  que, sin Ann, ya no era un hogar. Era sólo una casa vacía y solitaria.

Voy al centro todas las tardes y le sirvo a Ann su cena. Luego la llevo a su cuarto y le leo las Escrituras, un libro devocional, y un libro de cuentos sobre perros. Oramos juntos. Ella parece haberse ajustado bien — mucho mejor que yo —.

El sufrimiento de los justos siempre ha sido el desafío más grande para mi fe. Y ahora me ha tocado a mí personalmente. Lo manejo diariamente alabando a Dios por todas Sus bendiciones. Le agradezco por 57 años de matrimonio y por el hecho de que Ann no está sufriendo dolor físico. También estoy agradecido por las herencias de sus padres y los míos, que me están haciendo posible proporcionarle el mejor cuidado posible.  

He estado volviendo a estudiar el libro de Job, y éste me ha recordado que algunos sufrimientos se deben al pecado, algunos están diseñados para refinarnos en rectitud, y algunos — como en el caso de Ann — es para cumplir los propósitos perfectos de Dios.

Mientras tanto, sigo recordándome a mí mismo que “los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada” (Romanos 8:18). Mis hijas recientemente pusieron una larga paráfrasis de este versículo en la pared del cuarto de Ann. Dice: “¡El dolor que has estado sintiendo no se puede comparar con el gozo que viene!”.

Mi corazón exclama: “¡Maranatha!”.


Nota del traductor: Estimados lectores: Pido sus oraciones a favor del Dr. Reagan, de su esposa y de su familia. Que la voluntad del Señor sea hecha en la vida de nuestra hermana Ann, y que sea Él dando consuelo, fortaleza y esperanza a todos sus seres queridos. Recuerden que la oración del justo puede mucho.

Artículos relacionados:
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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Libro: Israel en la Profecía Bíblica — Acerca del Autor


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lunes, 15 de enero de 2018

Libro: Israel en la Profecía Bíblica — Capítulo 3

La Milagrosa Preservación de los Judíos


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Uno de mis mentores espirituales cuando yo tenía 20 años, era un gran hombre de Dios llamado Carl Ketcherside (1908-1989). Lo escuché en una sesión de preguntas y respuestas una vez cuando le preguntaron, “¿Cuál cree que es la mayor evidencia de que la Biblia provino de Dios?”. 

Su respuesta: “Las páginas amarillas de la guía telefónica”. Sobra decir que todos estábamos aturdidos por esta respuesta.

Cuando el interrogador le preguntó qué quería decir, Carl dijo, “Mira los nombres de los bancos, los nombres de las tiendas por departamento, los nombres de los abogados y doctores y contadores. Verá un nombre judío tras otro. Dios prometió que Él preservaría al pueblo judío, y lo ha hecho”.

De igual manera, hace más de 300 años, el Rey Luis XIV de Francia (1638-1715) le pidió a Blaise Pascal (1623-1662), el gran filósofo cristiano, que le diera prueba de la existencia de Dios. Pascal respondió, “¡Los judíos, su Majestad, los judíos!”.

Ketcherside y Pascal se estaban refiriendo al cumplimiento de profecías bíblicas acerca de los judíos, siendo una de las más excepcionales el hecho de que, a pesar de su dispersión mundial y persecución sin precedentes, mantendrían su identidad y serían preservados como una nación de personas reconocible. 

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La Preservación del Pueblo Judío: La Promesa de Dios


Retrato de un Rabino, por Isidor Kaufmann


De Vuelta a la Pregunta Básica

Así pues, nos encontramos aún lidiando con la pregunta con que comenzamos: ¿Cómo sobrevivieron los judíos? Y realmente hay sólo una respuesta: “Sobrenaturalmente”. Salmo 124 lo resume mejor:

1. “Si el SEÑOR no hubiera estado por nosotros”, dígalo, por favor, Israel,

2. “Si el SEÑOR no hubiera estado por nosotros cuando se levantaron contra nosotros los hombres,

3. Entonces nos habrían tragado vivos cuando se encendió su furor contra nosotros;

4. Entonces las aguas nos habrían inundado; el torrente habría pasado sobre nosotros; 

5. Entonces las aguas tumultuosas habrían pasado sobre nosotros”.

6. Bendito sea el SEÑOR, que no nos entregó como presa a los dientes de ellos.

7. Nuestra alma escapó como un pájaro de la trampa de los cazadores. Se rompió la trampa, y nosotros escapamos.

8. Nuestro socorro está en el nombre del SEÑOR, que hizo los cielos y la tierra.

Aunque este pasaje probablemente habla específicamente acerca de la supervivencia de los hijos de Israel durante sus andanzas por el desierto bajo el liderazgo de Moisés, éste expresa un principio eterno concerniente a la relación de Dios con el pueblo judío. El autor del Salmo 121 lo expresó de esta manera: “He aquí, no se adormecerá ni se dormirá el que guarda a Israel” (Salmo 121:4).

La Promesa de Dios de Preservar a Su Pueblo

Los profetas hebreos fueron muy precisos acerca del hecho de que Dios siempre preservaría al pueblo judío. Considere esta profecía simbólica de Isaías, quien escribió hace 2,700 años, 700 años antes del nacimiento de Jesús (Isaías 49:14-16):

14) Pero Sion dijo: Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.

15) ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.

16) He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros.

Hablando más específicamente, Isaías escribió estas palabras acerca de la preservación de los judíos (Isaías 41:10-11):

10) No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.

11)  He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo.

Del mismo modo, el profeta Jeremías, quien escribió  75 años después de Isaías, declaró que Dios preservaría al pueblo judío (Jeremías 30:11):

“Porque yo estoy contigo para salvarte, dice el SEÑOR. Ciertamente haré exterminio en todas las naciones entre las cuales te he dispersado; pero en ti no haré exterminio, sino que te castigaré con justicia. De ninguna manera te daré por inocente”.

Una profecía más gráfica de Jeremías con respecto a la preservación de los judíos se puede encontrar en Jeremías 31:35-37:

35) Así ha dicho el SEÑOR, quien da el sol para luz del día, y la luna[a] y las estrellas para luz de la noche, el que agita el mar de manera que rugen sus olas —el SEÑOR de los Ejércitos es su nombre—: 

36) “Si esas leyes faltaran delante de mí, dice el SEÑOR, entonces la descendencia de Israel dejaría de ser nación delante de mí perpetuamente”.

37) Así ha dicho el SEÑOR: “Si se pueden medir los cielos arriba y se pueden explorar los cimientos de la tierra abajo, entonces yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice el SEÑOR.

Entonces, ¿cuándo dejará de existir el pueblo judío? Cuando el sol deje de salir y de ponerse, cuando las estaciones del año dejen de venir, y sólo después de que todos los cielos y las profundidades de los océanos hayan sido explorados. En resumen, el pueblo judío está aquí para quedarse.

¿Necesito informarle que estas profecías se han cumplido? A pesar de su dispersión, su persecución y los sanguinarios pogromos previos al Holocausto, 6.5 millones de judíos viven  en Israel hoy (un poco más que el número de muertos en el Holocausto), con otros 7.5 millones en otros países. 

Ahora, puede entender por qué la continua existencia del pueblo judío es una prueba positiva de que hay un Dios y que la Biblia es Su Palabra. 


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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