"El Reino Pacífico", por Edward Hicks.
Un gran número de los profetas del Antiguo Testamento dirigió su atención a los detalles del Reino Mesiánico, proporcionando una visión general y comprensiva de la vida durante esa época. Esta sección estará dedicada a aquellos pasajes que se ocupan de las características generales del Reino Mesiánico, que serán ciertas para los judíos y gentiles por igual.
A. Salmo 15:1-5
Jehová, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién morará en tu monte santo? El que anda en integridad y hace justicia, Y habla verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, Ni hace mal a su prójimo, Ni admite reproche alguno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menospreciado, Pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, no por eso cambia; Quien su dinero no dio a usura, Ni contra el inocente admitió cohecho. El que hace estas cosas, no resbalará jamás.
Este pasaje describe la rectitud que caracterizará a un ciudadano en el Reino. Aunque no todos los individuos en el Reino se caracterizarán necesariamente con esta clase de rectitud, la mayoría sí lo serán.
B. Salmo 24:1-6
De Jehová es la tierra y su plenitud; El mundo, y los que en él habitan. Porque él la fundó sobre los mares, Y la afirmó sobre los ríos. ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, Ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, Y justicia del Dios de salvación. Tal es la generación de los que le buscan, De los que buscan tu rostro, oh Dios de Jacob.
Este pasaje describe el establecimiento del Reino y la rectitud que caracterizará a un hombre que estará relacionado correctamente con Dios en esa época.
C. Isaías 2:2-4
Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra.
En este pasaje, Isaías describe una de las características principales del Reino Mesiánico, la de la paz universal. Mientras que las diferencias entre naciones surgirán, tales diferencias ya no serán dirimidas por conflictos militares, sino sólo por la Palabra del Señor desde Jerusalén. Aun el arte de la guerra será olvidado.
D. Isaías 11:6-9
Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
La paz universal descrita en el pasaje anterior se extenderá incluso al reino animal. Todos los animales regresarán al estado edénico y se convertirán en vegetarianos (vs. 6-7). Los más antiguos enemigos, el hombre y la serpiente, serán capaces de vivir en compatibilidad en aquel día (v. 8), porque el conocimiento de Dios se impregnará a lo largo de todo el mundo, afectando al hombre y a los animales por igual (v. 9).
E. Isaías 65:17-25
Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo; y nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor. No habrá más allí niño que muera de pocos días, ni viejo que sus días no cumpla; porque el niño morirá de cien años, y el pecador de cien años será maldito. Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.
Este pasaje comienza con el anuncio de la creación de cielos nuevos y una tierra nueva (v. 17). Estos cielos nuevos y tierra nueva no deben ser confundidos con los de Apocalipsis 21-22. El último describe los cielos nuevos y la tierra nueva del Orden Eterno, mientras que el pasaje de Isaías describe los del Reino Mesiánico, el cual será una renovación de los cielos y tierra actuales. Los de Apocalipsis no son una renovación, sino todo un nuevo orden. Por lo tanto, para el Milenio, habrá una renovación total de los cielos y la tierra. El hecho de que se usa el término crear, muestra que ésta será una renovación milagrosa, posible sólo para Dios. El resultado de esta renovación será una continuación de muchas cosas del orden antiguo y un número de cosas nuevas. Un buen ejemplo de lo antiguo y de lo nuevo va a ser visto en lo que las Escrituras dicen acerca de la Tierra de Israel. Israel también va a sufrir el proceso de renovación. Algunas cosas del orden antiguo permanecerán, tales como el Mar Mediterráneo y el Mar Muerto. Pero un número de cosas serán totalmente nuevas, tales como la excesiva montaña elevada (la más alta del mundo) en el centro del país. Tras este anuncio de cielos nuevos y una tierra nueva, hay una descripción de la Jerusalén milenial (vv. 18-19). La Jerusalén milenial será estudiada en detalle en el capítulo 19, Israel en el Reino Mesiánico.
El versículo 20 es especialmente significativo, ya que discute la vida y la muerte en el Reino. Este versículo enseña varias cosas. Primera: ya no habrá ninguna mortalidad infantil en el Milenio; todo aquel que nazca en el Reino alcanzará una cierta edad. Segunda: la edad específica en la que uno puede morir es la edad de cien años. Con la mortalidad infantil removida, todo aquel nacido en el Milenio vivirá al menos hasta su centésimo año de vida. Debido a la prolongación de la vida en el Milenio, aquéllos que mueran a la edad de cien años serán considerados como habiendo muerto jóvenes. Tercera: este versículo limita a las personas que mueran a la edad de cien años a aquellas que son pecadoras; es decir, los incrédulos, pues sólo ellos serán considerados malditos. Así que, entonces, la muerte en el Reino será sólo para los incrédulos.
Comparando este pasaje con lo que es declarado acerca de la salvación en otros pasajes, todo el concepto de la vida y la muerte en el Reino puede ser resumido a continuación. Cuando el Reino comience, todos los hombres naturales, tanto judíos como gentiles, serán creyentes. Los judíos en su totalidad serán salvos justo antes de la Segunda Venida del Mesías. Todos los incrédulos gentiles (cabros) morirán durante el intervalo de 75 días entre la Tribulación y el Milenio, y sólo los creyentes gentiles (ovejas) serán capaces de entrar al Reino. Sin embargo, en el proceso de tiempo, habrá nacimientos de judíos y gentiles en el Reino. Estas personas naturales recién nacidas continuarán heredando la naturaleza pecaminosa de sus padres naturales y también tendrán necesidad de regeneración. Aunque Satanás está confinado, reduciendo así la tentación, la naturaleza pecaminosa es muy capaz de rebelarse contra Dios aparte de la actividad satánica. Al tiempo, habrá personas no salvas viviendo en el Reino con necesidad de regeneración. Como en el pasado, los medios de salvación serán por gracia a través de la fe y el contenido de la fe será la muerte del Mesías por el pecado y Su posterior resurrección. Los nacidos en el Reino tendrán hasta su centésimo año para creer. Si no lo hacen, morirán en su centésimo año. El incrédulo no podrá vivir después de su primer siglo de vida. Sin embargo, si creen, vivirán a lo largo del Milenio y nunca morirán. Por lo tanto, la muerte en el Milenio será sólo para los incrédulos. Esa es la razón por la que la Biblia en ninguna parte habla de una resurrección de santos mileniales. Esta es la razón por la que se dice que la resurrección de los santos de la Tribulación completa la primera resurrección (Ap. 20:4-6). También es evidente por el Nuevo Pacto de Jeremías 31:31-34 que no habrá incrédulos judíos en el Reino, todos los judíos nacidos durante el Reino aceptarán al Mesías antes de su centésimo año. La incredulidad será sólo entre los gentiles y, por lo tanto, la muerte existirá sólo entre los gentiles.
Los versos 21-24 continúan describiendo la vida en el Reino como un tiempo de paz y prosperidad personal. Será un tiempo para edificar y plantar. Al que construya y plante se le garantiza el disfrute de las labores de sus manos, porque muchos de los efectos de la maldición serán removidos (vv. 21-22a). La vida estará caracterizada por la longevidad (v. 22b), ausencia de calamidad y agitación (v.23) y respuesta instantánea de Dios (v. 24). Al igual que en Isaías 11:6-9, el reino animal estará en paz entre sí y con el hombre (v. 25).
F. Miqueas 4:1-5
Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado. Aunque todos los pueblos anden cada uno en el nombre de su dios, nosotros con todo andaremos en el nombre de Jehová nuestro Dios eternamente y para siempre.
Los tres primeros versos de este pasaje son los mismos que se encuentran en Isaías 2:2-4, que hablan del Monte de la Casa de Jehová convirtiéndose en el centro de atención de la población del mundo gentil; el Reino caracterizándose como un tiempo de enseñanza mesiánica y la ausencia de guerra mientras la paz universal permea a todo el Reino. Miqueas añade que el Reino será un tiempo de paz y prosperidad personal (v. 4), con la completa lealtad de Israel hacia Dios (v. 5).
Resumen
Para resumir las características generales del Reino Mesiánico, será un tiempo cuando Satanás estará atado, lo que causará una reducción del pecado y la muerte, aunque ninguno de estos dos será eliminado en ese tiempo. Éste será un tiempo de prosperidad universal y personal y de paz entre el hombre y el hombre, entre animal y animal y entre el hombre y el animal, con muchos (pero no todos) de los efectos de la maldición removidos. Será una época caracterizada por la verdad, santidad y rectitud, con la justicia siendo dispersada continuamente desde Jerusalén. Será un tiempo de labor en edificar y plantar, con resultados garantizados y disfrute prometido de estas labores.
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Premilenialismo
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article:
General Characteristics of the Messianic Kingdom