jueves, 18 de mayo de 2017

Libro: Confiando en Dios — Capítulo 7

Luchando con Dios 

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice


Aunque el trabajo que me habían ofrecido era excepcional, tenía algunas fuertes reservas sobre él. La universidad estaba relacionada con una denominación que tenía una reputación muy liberal. No podía entusiasmarme en recaudar dinero para para ayudar a la propagación del liberalismo teológico.

Planteé este punto al nuevo presidente de la universidad, que me había ofrecido el trabajo. Me aseguró que la escuela no compartía el punto de vista liberal de la denominación que la apoyaba. “Estamos ubicados en una zona conservadora”, señaló, “y debemos mantener una postura conservadora si queremos atraer el apoyo de las iglesias que nos rodean”.

Una Experiencia en el Desierto

Pronto iba a descubrir que, en religión, así como en la política, los términos “conservador” y “liberal” son altamente subjetivos. Rápidamente me di cuenta que lo que el presidente de la universidad consideraba “conservador”, no era para mí más que puro liberalismo.

Debido a que sospechaba desde el principio, me negué a trasladar a mi familia a Oklahoma. Decidí conseguir un apartamento y comprobar la situación. Durante los siguientes seis meses viví solo, viajando a Dallas los fines de semana.

No me di cuenta de ello en el momento, pero Dios me había maniobrado exactamente hasta el lugar donde Él me quería — solo y aislado —. Él estaba determinado a obtener toda mi atención. Él me había preparado para una experiencia en el desierto. 

Confundido Otra Vez

La desilusión con el nuevo trabajo se estableció casi en el momento en que llegué al campus. La escuela había sido completamente secularizada. Estaba relacionada con la iglesia sólo de nombre. Los profesores de religión se burlaban abiertamente de la Biblia. Los fundamentalistas eran ridiculizados. Mis peores sospechas demostraron ser ciertas.

Estaba desconcertado de nuevo. ¿Por qué Dios me había dirigido a este lugar? Estaba bordeando la desesperación, cuando decidí ponerme de rodillas. Comencé a orar con un celo que nunca antes había experimentado.

Cada noche derramaba mi corazón ante Dios. “Oh Señor, ¿por qué estoy aquí? Estoy tan solo, tan vacío, tan confundido. ¿Cuál es tu voluntad para mí? ¿Qué debo hacer para recibir la paz? Ten misericordia de mí, oh Señor. Ten misericordia. Muéstrame lo que quieres que haga. Estoy cansado de huir de Ti. Estoy agotado de estar fuera de Tu voluntad. Cierra todas las puertas que no quieres que pase. Deja abierta sólo la puerta por la que quieres que entre, y luego dame el valor y fe para pasar por ella. ¡Por favor, querido Dios, muéstrame Tu voluntad!”.

Noche tras noche continué orando y llorando delante del Señor. Finalmente, una noche, estaba tan exhausto que me callé y simplemente me arrodillé junto a mi cama en silencio. Fue entonces cuando escuché la voz de Dios — no audiblemente —. Era su Espíritu testificando al mío. El mensaje era claro y preciso: “Renuncia a tu trabajo. Abandónalo en fe y predica, ‘Jesús viene pronto’. Predica, ‘Huyan de la ira venidera’”.

Un Mensaje Desafiante

Era un mensaje de “buenas noticias, malas noticias para mí. La buena noticia era el llamado a predicar la pronta venida de Jesús. El Espíritu Santo me había conducido a un estudio intensivo de la profecía bíblica, que me había llevado a la conclusión de que estamos viviendo en la época del regreso del Señor. El mensaje era fuerte en mi corazón. De hecho, como Jeremías, estaba ardiendo en mi pecho (Jeremías 20:9). Era un mensaje que ardientemente quería proclamar. 

La mala noticia era que el Señor quería que lo hiciera por fe. Eso me mató del susto. Había enseñado mucho acerca de la fe y había predicado sobre la fe. Pero en realidad nunca había hecho algo por fe. Descubrí que hay un salto entre predicar y hacerlo. 

Así que, en vez de decir, como Isaías, “Heme aquí Señor, envíame”, comencé a poner excusas como lo hizo Moisés cuando dijo, “Heme aquí Señor, envía a Aarón”. Di rodeos por todo el lugar.

“Pero Señor”, dije, “¿cómo me voy a mantener? Todavía estoy pagando la deuda de mi negocio. Y tengo una hija que está a punto de comenzar la universidad. ¿Cómo pagaré su matrícula?”.

Las excusas siguieron una tras otra. Bombardeé al Señor con preguntas. La única respuesta que recibí fue la misma orden: “Renuncia a tu trabajo. Abandónalo en fe y predica, ‘Jesús viene pronto’. Predica ‘Huyan de la ira venidera’”.

El Señor no estaba interesado en mis preguntas. Su única preocupación era mi obediencia.

Continuando Resistiendo

Pero no estaba listo para obedecer. Quería luchar. Intenté mi viejo truco de un arreglo. “Está bien, Señor”, dije, “Te encontraré a medio camino. Hallaré una iglesia donde pueda predicar. De esa forma tendré un ingreso asegurado. Luego saldré durante la semana a otras Iglesias y proclamaré el pronto regreso de Tu Hijo”.

El Señor no estaba impresionado. Su única respuesta fue una pregunta: “¿Es eso fe?”. Sabía que no lo era. Pero no tenía la fe para hacer lo que Él quería que hiciera. Seguí luchando con Él. 

Cuando recuerdo la lucha y considero mi increíble terquedad y mi falta de fe, sólo puedo alabar a Dios por ser tan paciente y lleno de benignidad. En lugar de lavarse Sus manos de mí con disgusto, comenzó a darme una confirmación sobrenatural de Su voluntad para mi vida. Esa confirmación iba a cambiar radicalmente mi vida, al impulsarme al centro de Su voluntad.

Traducido por Donald Dolmus

Estimado lector: Sus contribuciones voluntarias serán de gran ayuda para que este libro sea traducido en su totalidad al español. Si siente de parte de Dios apoyar este proyecto, escríbame a mi correo electrónico, para indicarle cómo podrá hacerlo.

miércoles, 17 de mayo de 2017

La Pesadilla de Hitler (en pdf)

¿Podría suceder en Estados Unidos?


Haga clic sobre la imagen para descargar el archivo



Ahora quiero llamar su atención a otra importante voz profética que Dios ha llamado para advertir a nuestra nación — a saber, Erwin Lutzer, el pastor de La Iglesia Moody en Chicago, Illinois .

Él ha estado hablando con fuerza y valientemente durante varios años, sin temor de aquellos dedos que podría pisar.

Como ejemplos de lo que está diciendo a nuestra nación, me gustaría señalarle dos fuentes en particular. Una de ellas es un sermón suyo que puede encontrar en el sitio web de la iglesia. Se titula, “La Crisis Espiritual de Estados Unidos” (disponible sólo en inglés). La otra es un libro excepcional que fue publicado en 2010. Se titula, “Cuando una Nación se Olvida de Dios: 7 Lecciones que Debemos Aprender de la Alemania Nazi”.

La Curva Exponencial (en pdf)

¿Es una señal de que Jesús regresará pronto?


Haga clic en la imagen para descargar el archivo




¿Ha observado cómo casi todo en la vida parece estarse acelerando? El conocimiento ha explotado. Estamos viajando más rápido y más lejos que nunca antes. La comunicación instantánea y mundial se ha vuelto algo común. Y el poder a nuestra disposición es alucinante.

Una Señal de los Tiempos

La Biblia enseña que esta aceleración de la vida que estamos experimentando será una señal de los tiempos del fin — una señal que indicará el pronto regreso del Señor —.

Considere Daniel 12:4. En este versículo, el Señor le dice a Daniel que una de las señales de los tiempos del fin será una aceleración de los viajes y el conocimiento. Esto es lo que este verso dice en la paráfrasis de la Biblia Viviente: “Daniel, mantén esta profecía en secreto…Séllala, de modo que no será entendida hasta los tiempos del fin, cuando los viajes y la educación se incrementarán enormemente”.

El mismo concepto de la aceleración del tiempo del fin se halla en el Nuevo Testamento. Jesús habló acerca de él cuando habló con Sus discípulos acerca de las señales de los tiempos del fin que anunciarían Su regreso (Mateo 24:5 ss.). Él mencionó una gran variedad de señales — espirituales, de la naturaleza, de la sociedad y de la política mundial — y luego dijo que estas señales serían como “dolores de parto” (Mateo 24:8).

Toda madre sabe que a medida que el nacimiento de un bebé se acerca, los dolores de parto aumentan de dos formas. Ellos aumentan en frecuencia e intensidad. De este modo, Jesús estaba diciendo que entre más nos acerquemos al momento de Su regreso, más frecuentes e intensas se volverán las señales. Habrá más terremotos, y éstos serán más intensos. De igual forma, cosas como la hambruna, las pestilencias y las guerras aumentarán en frecuencia e intensidad.

El Concepto Matemático

En matemáticas, esta aceleración es llamada una “curva exponencial”. Este término proviene de lo que ocurre cuando un rápido crecimiento es trazado en un gráfico. Cuando graficamos el crecimiento o el declive de algo, la tasa de cambio se vuelve exponencial cuando ésta comienza a incrementarse o a decrecer tan rápido que la línea del trazado se hace vertical.

Ahora bien, el punto es que la Biblia indica que la curva exponencial será una de las señales de los tiempos del fin, y mi tesis es que estamos viviendo en medio de la curva exponencial. Por lo tanto, estamos viviendo en los tiempos del fin.

Revista Llamada de Medianoche — Mayo 2017

¿El futuro himno nacional de Israel?

Haga clic sobre la imagen para descargar la revista


Temas incluidos en esta edición: 

»» 2017: el año de la lucha palestina contra la Declaración Balfour
»» Estado Islámico sueña con atentados en Israel
»» UNESCO asesta otro golpe a Israel
»» La epístola a los filipenses
»» ¿Podía Saulo decidir por sí mismo?

Entre otros

Para poder descargar y leer esta revista, necesitará tener instalado el programa gratuito Adobe Reader.


Si desea obtener materiales adicionales, visita la página web del Ministerio Llamada de Medianoche:

martes, 16 de mayo de 2017

Libro: Confiando en Dios - Capítulo 6

Descubriendo a Dios

Haga clic sobre la imagen para ir al Índice


Dios había conseguido mi atención, pero todavía no me tenía. Durante mis años de huir del Señor, había desarrollado muchas actitudes, pensamientos y hábitos pecaminosos. Estaba en esclavitud al orgullo y la lujuria. Luchaba diariamente con un mal temperamento. Todavía soñaba con el éxito mundano. 

Todavía tenía un largo camino por recorrer, antes de que pudiera convertirme en un siervo útil del Señor. Tenía que conocer a Dios como un Dios personal, cariñoso y poderoso. Tenía que llegar a conocerme a mí mismo — a realmente conocerme — al afrontar honestamente mis faltas. Tuve que aprender cómo entregarme a la voluntad de Dios y, luego, cómo vivir en el poder de Su Espíritu más bien que en el poder de mi carne.

Viendo la Biblia de Manera Diferente

El Señor comenzó el proceso al darme un apetito insaciable por Su Palabra. Había crecido en una iglesia que creía en la Biblia. Teológicamente proclamábamos a la Biblia como la revelada Palabra de Dios, y permanecíamos bajo la autoridad de las Escrituras. Pero, en la práctica, poníamos nuestras tradiciones por encima de la Palabra. Jugábamos con la Escritura. 

Cuando la Palabra contradecía nuestras doctrinas, espiritualizábamos o dispensacionalizábamos el pasaje. La espiritualizábamos diciendo que el pasaje no significaba lo que decía. La dispensacionalizábamos argumentando que el pasaje había dejado de ser válido al final del Siglo I. 

También solíamos usar la Biblia como un manual de debate. En lugar de leerla para buscar la verdad o simplemente para permitir que el Espíritu Santo ministrara nuestros corazones, nos acercábamos a ella como si fuera el Código Anotado de Texas. Buscábamos por textos de prueba para justificar nuestras doctrinas y para demostrar que otros estaban equivocados. Cuando empecé a leer la Biblia de nuevo, el Espíritu me dirigió a leer de una manera diferente. En lugar de buscar por textos de prueba, me encontré leyendo por el puro placer de ello. Mientras leía, comencé a hacer algunos descubrimientos sorprendentes. Por ejemplo, la profecía comenzó a tener sentido, si sólo creía lo que decía. 

De hecho, toda la Biblia empezó a tener más sentido para mí, cuando comencé a aceptar que significaba lo que decía y como aplicable para mí hoy. Como un académico entrenado, siempre me había acercado a la Biblia como literatura para ser analizada, categorizada y teologizada. Ahora me daba cuenta que ella fue escrita para ser creída y obedecida.

Fue difícil, pero empecé a dejar de lado la racionalización, la espiritualización, y la dispensacionalización. Cuando lo hice, descubrí que la Palabra comenzó a transformarme. Por primera vez, mis ojos fueron abiertos a mis propios defectos en lugar de los defectos de los otros. Una y otra vez fui tuve que ponerme de rodillas en arrepentimiento. La Palabra se convirtió en un espejo espiritual que reflejaba mis insuficiencias comparadas con la perfección de Jesús.

Viendo a Dios de una Nueva Manera

También comencé a descubrir algunas cosas importantes acerca de Dios. La primera y la más importante fue la revelación de que Él es el mismo ayer, hoy y siempre (Malaquías 3:6 y Hebreos 13:8).

¡Qué descubrimiento fue para mí! ¡Dios no se había jubilado! Él está vivo. Él sigue siendo el mismo Dios revelado en la Biblia — a Dios que es soberano, personal, amoroso, cariñoso, poderoso y quien todavía interviene en la historia, en respuesta a la fe de aquellos que le buscan —. Apenas podía contener mi alegría. 

Saboreando la Disciplina del Señor 

La Palabra no fue mi único maestro durante esos días difíciles después de mi fracaso empresarial. También fui formado y moldeado por la disciplina del Señor. 

Después de que vendí todos los activos de mi negocio, aún le debía al banco $60,000. Negocié un acuerdo para pagar esa deuda al aceptar pagar al banco un mínimo de $1,000 al mes. Esa obligación significaba que mi familia y yo íbamos a tener que aprender a vivir con un ingreso muy reducido. Todo nuestro estilo de vida fue transformado casi de la noche a la mañana. 

Antes del fracaso del negocio, mis ingresos habían ido en aumento rápidamente casi cada año. Pero, como la mayoría de los estadounidenses cautivados por el materialismo, no importaba lo mucho que ganara, no era suficiente. Siempre necesitaba una casa más grande o un carro más amplio. De repente, teníamos que aprender a vivir con un estilo de vida frugal. La mayor parte de lo que ganaba cada mes era para pagar la deuda. Así que vivimos principalmente del ingreso de mi esposa como una maestra de primer grado. 

Era la disciplina del Señor. No era fácil, pero era otra experiencia espiritualmente transformadora. Fuimos liberados del materialismo. Aprendimos a vivir sencillamente, a cómo contar nuestras bendiciones, a cómo estar satisfechos con lo que teníamos. Comenzamos a aprender sobre cómo confiar en el Señor para proveer para nuestras necesidades básicas.

Jugando al Cristianismo

Pero todavía éramos más o menos lo que yo llamaría “cristianos culturales”. Con esto quiero decir que mi esposa y yo habíamos nacido en familias cristianas, criados en la Iglesia, y considerábamos a los valores cristianos como una parte integral de nuestras vidas. Íbamos a la iglesia regularmente y nos asegurábamos que nuestros hijos estuvieran involucrados en todas las actividades de la iglesia. En resumen, éramos una típica familia estadounidense que va a la iglesia. 

El problema con eso es que no éramos discípulos del Señor comprometidos. Como la mayoría de los cristianos, habíamos aceptado a Jesús como Salvador, pero no como Señor. Habíamos recibido Su Espíritu en nuestras vidas, pero nunca habíamos liberado el poder del Espíritu. Para mí, el Espíritu era un residente, pero no el presidente. Él residía, pero no presidía. Mi ego estaba en el trono de mi vida. 

Todavía necesitaba mucha disciplina del Señor. Comencé a saborearla cuando decidí dar un paso más en la dirección de la voluntad del Señor para mi vida. Había estado predicando a tiempo parcial los fines de semana para una iglesia en Irving, Texas. Cuando el negocio colapsó, me pidieron que me convirtiera en su pastor de tiempo completo. Estuve de acuerdo.

Moviéndome un Paso más Cerca

Por fin, había cedido a la voluntad del Señor para mi vida. Esperaba ser bendecido poderosamente. Esperaba recibir la paz interior que desesperadamente deseaba. Me esperaba una sorpresa.

Debía aprender que el Señor no podía ministrar efectivamente a través de mí porque todavía no me había rendido completamente a Él. Había renunciado a mi carrera, pero no a mí mismo. Todavía tenía mucho pecado en mi vida con el cual me negaba a lidiar. Todavía quería hacer las cosas a mi manera.

Traté de dirigir la iglesia como si dirigiera una universidad o un negocio. Fijé metas, organicé comités e intenté manipular a las personas para que hicieran lo que yo quería. Estaba involucrado en enfrentamientos constantes. 

No estaba lleno del Espíritu. No sabía nada acerca de los dones espirituales. Yo operaba en la carne. Era todo lo que sabía hacer. 

Dios, en Su misericordia, me bendijo de muchas maneras durante los tres caóticos años que serví a esa iglesia. Como dije antes, Él me sumergió en la Palabra. Él comenzó a abrir mis ojos a las cosas del Espíritu. Él comenzó a tratar con el pecado en mi vida. Por medio de todo el conflicto, Él me enseñó más acerca de Sí Mismo, de mí y de otras personas. 

Padeciendo una Crisis Familiar

Cerca del final de ese ministerio, probé la disciplina del Señor de nuevo en un evento traumático que involucró a nuestra hija menor. Ella se involucró con las drogas. Toda su personalidad cambió. Se volvió temperamental y tempestuosa. Su trabajo escolar decline. Las discusiones familiares se volvieron más frecuentes. 

Todos los signos de la participación en drogas estaban allí, pero no los reconocimos. No pudimos comenzar a concebir que una de nuestras hijas podría estar teniendo problemas con las drogas. Esa fue la clase de pesadilla que afligía a otras familias, no a la nuestra. Pero sí nos afligió. Un día culminó con nuestra hija huyendo de casa. Ella sólo tenía 16 años. Desapareció por completo. Durante tres meses no supimos si estaba viva o muerta.

Durante esos horribles días de espera y duda — días de llanto y de búsqueda — Satanás nos atacó con todo lo que podía usar. Fuimos abrumados por la autocondenación. Nos sentimos juzgados y censurados por algunos de nuestros amigos. Cada reportaje parecía contener una historia de horror acerca de la muerte por mutilación de alguien que se había fugado de casa. Un documental especial de la televisión indicó que la mayoría de las chicas terminaban como prostitutas.

Nos sentíamos totalmente impotentes. En nuestra impotencia, nos volvimos a Dios como nunca antes. Mi esposa y yo uníamos nuestras manos y nos poníamos de rodilla, y clamábamos a Dios por misericordia. Admitimos nuestra incapacidad para hacer frente a la situación y, como niños pequeños, clamábamos a nuestro Padre por ayuda.

Una Transformación Espiritual

Mientras nos vaciábamos de nosotros mismos y nos humillábamos delante del Señor, experimentamos la llenura de Su Espíritu. Recibimos una paz que estaba más allá de la comprensión humana. Teníamos la seguridad de que nuestra hija estaba en Sus manos y que todo saldría bien, si tan sólo nos apoyáramos en el poder de Su Espíritu y confiáramos en Su misericordia.

Mi esposa y yo estábamos más cerca uno del otro. Resentimientos prolongados se evaporaron. La mezquindad se disipó. El amor fue renovado. Dios estaba obrando poderosamente por medio de una tragedia para sanar nuestro matrimonio y para renovar y profundizar nuestra relación con Él. 

Nuestra hija fue encontrada vivita y coleando, viviendo y trabajando en una pequeña ciudad en Indiana. Habíamos camino por el valle de sombra de muerte y descubrimos que el Señor camina contigo cada paso del camino si tan sólo se lo permitimos. 

Sintiéndome Confundido

Mi experiencia con la llenura del Espíritu me motivó a iniciar un estudio intensivo del Espíritu Santo y de los dones espirituales. No me tomó mucho tiempo descubrir que yo no tenía los dones espirituales para ser pastor. No tenía el corazón de un pastor. No tenía el amor y la paciencia para pastorear un rebaño del pueblo de Dios.

Para cuando hice ese descubrimiento, ya estaba agotado por operar en la carne y terriblemente confundido. ¿Por qué Dios me había llamado al ministerio sin darme los dones para ser un ministro efectivo? Simplemente no podía entenderlo. Había huido del Señor tan rápido como pude correr durante casi 20 años. Entonces, cuando dejé de correr y cedí a Su voluntad, Él permitió que fallara de nuevo. ¿Era Él una especie de sadista cósmico?

Decidí abandonar todo el asunto. Renuncié con disgusto y regresé a mi carrera en la educación superior, y acepté una posición como vicepresidente de desarrollo de una universidad privada, relacionada con la iglesia en Oklahoma. 

Decidí que había malinterpretado a Dios. No lo había hecho. Dios simplemente había estado tratando de enseñarme algunas cosas que desesperadamente necesitaba saber si alguna vez iba a ser un siervo efectivo Suyo. 

Ahora Él me estaba preparando para ponerme a través de una experiencia del desierto, que estaba designada a moverme al centro de Su voluntad. 

Lea también:
»» Capítulo 5
»» Capítulo 7


Traducido por Donald Dolmus

Estimado lector: Sus contribuciones voluntarias serán de gran ayuda para que este libro sea traducido en su totalidad al español. Si siente de parte de Dios apoyar este proyecto, escríbame a mi correo electrónico, para indicarle cómo podrá hacerlo.
Share/Bookmark