La edición de septiembre 2015 de la revista Carisma, destacó historias en su portada sobre profecía bíblica. Colectivamente, fueron presentadas como “La Gran Convergencia”.
Me alegré de ver a una importante revista cristiana presentar profecía bíblica en su portada. Desafortunadamente, la mayoría de los artículos en la revista estaban dedicados a tonterías sensacionalistas como las Lunas de Sangre, el Shemitá, y el Enigma de Newton. Estos artículos reflejan un tipo de fanatismo profético que le da a todo el campo de la escatología una mala reputación.
La Teoría de la Luna de Sangre señalaba al 28 de septiembre como una fecha crucial. La Teoría del Shemitá destacaba el 23 de septiembre. Y el Enigma de Newton también se centraba en el 23 de septiembre. De ahí la “convergencia” mostrada en la portada de la revista.
Todo esto demostró ser “mucho ruido y pocas nueces”.
Eso no fue ninguna sorpresa para mí, ya que todo estaba basado en especulaciones humanas en lugar de en profecías bíblicas.
Tome por ejemplo las Lunas de Sangre. En un artículo que publicamos en la edición de Marzo-Abril 2014 de nuestra revista Lamplighter, llegué a la conclusión de que toda la Teoría de la Luna de Sangre carecía de alguna base factual. El autor de la teoría, Mark Biltz, indicó que cuatro lunas de sangre en fila durante un período de tiempo de dos años (llamado una tétrada) es un fenómeno muy raro que ha ocurrido sólo 87 veces desde la época de Cristo. Aun más raro es cuando estas cuatro lunas de sangre caen en días de fiesta judías. Eso ha pasado sólo ocho veces desde el Siglo I.
Biltz afirmó que las últimas tres de las tétradas en fiestas habían servido como presagios de eventos importantes entre el pueblo judío y, por lo tanto, concluyó que la siguiente, programada para el 2014-2015, serviría como una advertencia de un gran evento en Israel.
Ahora deténganse y piense acerca de esto por un momento. Las primeras cinco tétradas en fiestas no tuvieron algún significado profético en absoluto. Y lo que los proponentes de esta teoría convenientemente pasaron por alto es que dos de las primeras tres no tuvieron importancia como presagios de algo. La que ocurrió en 1493-1494 vino después de la expulsión de los judíos de España en 1492, y la de 1949-1950 también vino después del restablecimiento de Israel en 1948.
Esto deja sólo la tétrada en fiesta de 1967-1968 como teniendo alguna importancia, dado que la Guerra de los Seis Días comenzó y terminó después de la primera luna de sangre en esa secuencia.
Así que, de hecho, sólo una de ocho tétradas en fiestas ha tenido alguna importancia profética. Eso no es un buen historial. Y tenga en cuenta que cuando usted dice “algo importante está a punto de pasar” en Israel durante cualquier período de tiempo de dos años, no se está arriesgando mucho. Tampoco es verdadera profecía hablar tan vagamente. Las profecías contenidas en la Biblia son muy específicas y precisas.
Y luego está la ridícula “profecía” llamada El Enigma de Newton. Sir Isaac Newton, el gran científico del Siglo XVII, interpretó que la profecía de Daniel de las 70 Semanas de Años (Daniel 9:25-27) significaba que la Tribulación comenzaría 49 años proféticos (años de 360 días) después de que Jerusalén fuera restablecida como la capital de Israel. Eso ocurrió el 7 de junio de 1967, y 17,640 días después (49 años x 360 años de días) sería el 23 de septiembre de 2015, el Día de la Expiación.
El problema es que la interpretación de Newton de la profecía de Daniel completamente la desordena. Daniel habla de siete semanas de años (49 años), seguidas de 62 semanas de años (483 años), seguidas por una semana de años (7 años). Para llegar a su cálculo, Newton decidió colocar los 49 años después de los 483 años, cuando no hay absolutamente ninguna justificación contextual para hacerlo.
Eso nos deja con la Teoría del Shemitá de Jonathan Cahn para el desplome de la economía estadounidense el 23 de septiembre. Como señalé en un artículo de la edición de enero-febrero de 2015 de nuestra revista Lamplighter, el primer error de Cahn fue tomar una ley dada a Israel solamente (Levítico 25:20-21) y aplicarla a una nación gentil. Su segundo error fue su decisión arbitraria de iniciar su conteo de años Shemitá en 1917, cuando la Declaración Balfour fue emitida, en lugar de 1948 cuando la nación de Israel fue restablecida.
Obviamente, él eligió 1917 ya que esto le permitió colocar los años Shemitá en un par de veces cuando el mercado de valores se desplomó. En otras palabras, su cálculo de años Shemitá es manipulado. Además, uno de los rabinos principales de Israel ha declarado que la ley del Shemitá ni siquiera empezará a aplicar a Israel otra vez hasta que más de los judíos del mundo haya regresado a esa nación.
La lección de todo esto es que tenemos que centrar nuestra atención en las profecías del tiempo del fin de la Biblia y no en las especulaciones fantasiosas de los hombres.
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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