Hemos estado involucrados en la III Guerra Mundial desde los ataques del 11 de septiembre en 2001. Necesitamos hacer frente a ese hecho, y tenemos que reconocer quién es el enemigo. Y ese enemigo no es el terrorismo.
Decir que nuestro enemigo es el terrorismo equivale a decir que nuestro enemigo en la II Guerra Mundial era botes U y aviones kamikaze. No, nuestro enemigo era la Alemania nazi aliada con el Japón imperial.
Nuestro enemigo en la III Guerra Mundial no es el terrorismo — ése es simplemente el método de guerra que nuestro enemigo está usando —. Nuestro verdadero enemigo no es ni siquiera “fundamentalistas islámicos” o “musulmanes radicales”. Nuestro enemigo es el Islam.
El Islam es y siempre ha sido una religión de la espada. Mark Gabriel, un ex musulmán y ex profesor de historia islámica en la Universidad Al-Azhar en El Cairo, dice, “La historia del Islam es un río de sangre”.
El Islam no sólo se ha extendido a través del uso de la violencia, sino que también mantiene su poder sobre sus víctimas mediante el uso de ésta. En la mayoría de los países musulmanes hoy en día, la conversión al Cristianismo se castiga con la muerte. La libertad de religión es negada en las naciones controladas por musulmanes.
La palabra misma, Islam, significa “sumisión” o “rendición”. El Corán exhorta a los judíos y a los cristianos a someterse a Alá o si no, a enfrentar la muerte. La sumisión sin la conversión sólo es posible pagando un pesado impuesto, llamado yizia.
La idea políticamente correcta de que el “Islam es una religión de paz” es francamente risible, como se ilustra a continuación en la caricatura editorial de Rick McKee, del Augusta Chronicle.
«Examen sobre eventos actuales
Una el grupo terrorista brutal y sanguinario
con su correspondiente afiliación religiosa
Opción A: La Religión de Paz».
Cuando Ronald Reagan era Presidente, no dudó en definir claramente a nuestro enemigo. Hablando a la Asociación Nacional de Evangélicos en marzo de 1983, él proclamó, “Hay pecado y maldad en el mundo, y estamos ordenados por la Escritura y por el Señor Jesús a oponernos a ellos con todas nuestras fuerzas”. Luego procedió a identificar a nuestro enemigo como la Unión Soviética, que él llamó “el imperio del mal”. Los liberales se volvieron locos, afirmando que él estaba siendo “provocativo”. No, él estaba siendo realista y veraz, y procedió a poner a ese imperio del mal de rodillas.
Nuestro actual Presidente debe seguir el ejemplo de Reagan y hacer frente a reconocer al enemigo que quiere destruirnos y al Cristianismo.
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)