miércoles, 30 de noviembre de 2011
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domingo, 27 de noviembre de 2011
¿Está la comprensión bíblica reservada para una élite?
Capítulo 2 del libro: ¿Qué Amor es Éste?
Por Dave Hunt
Los calvinistas enfatizan que su teología descansa sobre una sólida exégesis bíblica, estando “firmemente basada… en la Palabra de Dios”. Algunos han ido tan lejos como para afirmar que “esta enseñanza era considerada como la verdad por los apóstoles”, e incluso que “Cristo enseñó las doctrinas que han llegado a ser conocidas como los cinco puntos del Calvinismo”. De acuerdo con la Biblia misma, sin embargo, nadie debería aceptar tales afirmaciones sin verificarlas en las Escrituras.
Cualquier doctrina que afirme estar basada en la Biblia debe ser comprobada cuidadosamente contra la Biblia. Además, cualquiera que conozca la Biblia debería ser capaz de hacer eso. Depender de algún supuesto experto bíblico para una evaluación de las opiniones de otro sería estar dando vueltas en círculos. No importa cuál opinión uno aceptó, el resultado final sería el mismo: uno aún sería cautivo de la opinión humana. Cada individuo debe verificar personalmente todas las opiniones directamente con la Biblia. Sin embargo, estaba siendo aconsejado a permanecer callado sobre la base que sólo aquellos con calificaciones especiales eran competentes para contrastar el Calvinismo contra la Biblia, una idea que en sí misma contradecía la Escritura.
Los habitantes de la ciudad de Berea, aunque ni siquiera eran cristianos cuando Pablo les predicó por primera vez el Evangelio, “escudriñaban cada día las Escrituras para ver si estas cosas [las que Pablo les predicaba] eran así” (Hechos 17:11), y fueron elogiados como “nobles” por hacerlo. Sin embargo, los calvinistas insisten que se requiere una preparación especial (y aparentemente extensa) para llegar a ser alguien calificado para examinar esa peculiar doctrina a la luz de la Biblia. ¿Por qué?
Después de todo, la misma Biblia declara que un “joven” puede entender sus instrucciones y, por tanto, “limpiar su camino” (Salmo 119:9). Aun un niño puede conocer las Sagradas Escrituras por medio de la instrucción en el hogar impartida por su madre y por su abuela (2 Timoteo 1:5; 3:15). Si una habilidad especial fuera necesaria para probar el Calvinismo contra la Escritura, sin duda que sería una prueba en sí misma que esta peculiar doctrina no provino de una exégesis bíblica válida. Algo tan enigmático, por definición misma, no podría haberse derivado de la Biblia, quien sí misma afirmar estar escrita para los sencillos:
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte …a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:26-29).
¿Es el Calvinismo tan difícil de entender?
¿Realmente debería ser el Calvinismo insondable para el cristiano común? Ese mismo hecho, si fuera cierto, sería una prueba adicional de que el Calvinismo no se derivó de las Escrituras. ¿Cómo podría algo tan complicado posiblemente provenir de aquello que toda persona es capaz de meditar día y noche (Salmo 1:1-2)? Si la alimentación esencial que la Palabra de Dios provee debe ser el sustento diario para la vida espiritual de todo hombre (Deuteronomio 8:3), ¿podría el Calvinismo haber provenido de la Biblia y sin embargo ser indigerible para el cristiano ordinario?
Muchos, cuya obvia sinceridad fue apreciada, me estaban diciendo que a pesar de que cito a Juan Calvino directamente de sus escritos, junto con citas de líderes calvinistas de hoy en día, aún era muy probable que yo tergiversara al Calvinismo porque yo no lo entendía. Aun después de una detallada discusión reciente con amigos calvinistas que duró tres horas, ellos aún me dijeron, “Tú no entiendes el Calvinismo”. Si el Evangelio fuera así de complicado, ¿quién podría ser salvo?
¿Por qué el Calvinismo debe ser un tema tan difícil y aparentemente esotérico que requeriría años comprenderlo? Tal actitud muy bien podría intimidar a muchos a aceptar esta creencia simplemente porque una gama tan amplia de teólogos y líderes evangélicos altamente respetados se adhieren a ella. Ciertamente, la gran mayoría de calvinistas son cristianos ordinarios. ¿Sobre qué base, entonces, sin la habilidad que aparentemente a mí me hacía falta, fueron capaces de aceptarlo?
Para familiarizarse a sí mismo con el Calvinismo, ciertamente hay recursos más que suficientes disponibles para cualquiera que esté genuinamente interesado en consultarlos. Numerosos libros acerca del tema están disponibles, tanto a favor como en contra. Los Cinco Puntos del Calvinismo, por Edwin H. Palmer, junto con libros de R.C. Sproul, John Piper, John McArthur, A.W. Pink, C.H. Spurgeon y otros, son muy recomendados por líderes calvinistas. En el otro lado, los libros de Samuel Fisk son informativos. El libro de Laurence M. Vance, La Otra Cara del Calvinismo, es un tratado exhaustivo de más de 700 páginas con cientos de notas al pie documentando sus citas. Los Institutos de la Religión Cristiana de Calvino así como otros de sus escritos y los de Agustín, John Knox y otros clásicos también están fácilmente disponibles.
Asegurándome de ser preciso e imparcial
Para asegurarme que ninguna interpretación errónea de las doctrinas bajo consideración sobreviviera en este libro, un manuscrito preliminar fue presentado a un número de amigos calvinistas y conocidos para que lo criticaran. Leer y discutir con ellos sus valiosos comentarios, por los que estoy profundamente agradecido, ha sido educativo. En ese proceso, se hizo más claro que nunca que los calvinistas ni siquiera entre ellos mismos concuerdan en todo.
La mayoría de los calvinistas coinciden en cinco puntos principales. Otros insisten que hay diez o aun más puntos relevantes. Palmer sugiere, “El Calvinismo no está restringido a cinco puntos: tiene miles de puntos”. ¡No es probable que podamos cubrir todos esos presuntos puntos en estas páginas! El mismo Palmer aborda sólo cinco.
Existen desacuerdos entre calvinistas de “cinco puntos” y de “cuatro puntos”. Por ejemplo, Lewis Sperry Chafer, fundador del Seminario Teológico de Dallas, se llamaba a sí mismo un calvinista de “cuatro puntos”, ya que rechazaba la expiación limitada. Vance señala que “muchos bautistas en la Asociación General de Iglesias Bautistas Regulares son calvinistas de cuatro puntos”. Negar un punto mientras se acepta los otros cuatro, sin embargo, ha sido llamado por los calvinistas de cinco puntos “la bendita inconsistencia”.
Es ampliamente reconocido que uno “debe sostener todos los cincos puntos del Calvinismo” porque “Los Cinco Puntos del Calvinismo están unidos. El que acepta uno de los puntos, aceptará los otros puntos”. Incluso aquellos que concuerdan en todos los cinco, sin embargo, tienen diferentes formas de entenderlos y defenderlos. Obviamente, no podemos cubrir todas las variedades de opiniones en este libro, sino que debemos atenernos a lo que la mayoría acepta como una presentación justa de sus creencias.
En el mayor interés de la precisión, citamos extensivamente no sólo al mismo Calvino, sino a otros escritos que son muy apreciados por sus colegas. Un libro del cual citamos extensivamente es La Libertad del Alfarero del apologista James R. White, el cual es respaldado por un número de líderes evangélicos de hoy, incluyendo a R.C. Sproul Jr., Jay Adams, Irwin Lutzer y muchos otros. Es un recurso especialmente valioso debido a que escrito específicamente para responder a las objeciones de Norman Geisler a ciertos puntos del Calvinismo, las cuales elevó en su libro reciente, Escogido Pero Libre. Debería haber citas más que suficientes de fuentes autorizadas para que el lector esté absolutamente seguro que el Calvinismo está siendo presentado justamente.
Un Llamado a la discusión abierta
La presciencia de Dios, la predestinación/elección, la elección humana, la soberanía de Dios y la responsabilidad del hombre son ampliamente alegados ser misterios más allá de nuestra habilidad para reconciliarlos. Por tanto, algunos insisten que estos conceptos deberían ser aceptados sin ningún intento de entender o reconciliar conflictos aparentes. Se usa de forma repetida la ilustración de que a medida que nos acercamos a la puerta del Cielo vemos escrito sobre ella, “Todo aquel que quiera venir”, pero que una vez que hemos entrado vemos desde adentro las palabras, “Escogidos en Él desde antes de la fundación del mundo”. Respetamos a los muchos líderes de iglesias que continúan ofreciendo tal explicación como si ella fuera suficiente. Existen, sin embargo, muchas razones convincentes para no consentir con esa popular posición.
En primer lugar, Dios quiere que nosotros entendamos Su Palabra en lugar de alegar “misterio” sobre largas porciones de ella. Él nos la ha dado para nuestro aprendizaje. De la Palabra de Dios, el salmista dijo, “Lámpara es a mis pies y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105) y eso desea ser para cada uno de nosotros hoy. Pedro reconoció que hay “cosas difíciles de entender” y advirtió que la Escritura a veces es torcida, ocasionando la destrucción de aquellos que lo hacen (2 Pedro 3:16). Dios nunca sugiere que haya alguna parte de Su Palabra que no debamos intentar comprender plenamente. Si consideramos que muchos pasajes en la Escritura están dedicados a los temas difíciles que abordaremos, podemos esperar con confianza que la Biblia misma aclarará los problemas.
En segundo lugar, la historia de la Iglesia desde sus comienzos tempranos ha involucrado agudas diferencias de opiniones en muchos temas vitales, incluyendo el Evangelio mismo. Numerosas herejías destructoras se han desarrollado y han sido opuestas vigorosamente. Ni Cristo ni Sus apóstoles consideraron que puntos de vista divergentes fueran normales o aceptables, sino que ordenó a los creyentes a “contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3). Esa orden aplica a nosotros hoy.
En tercer lugar, no parece que nuestro Señor nos quisiera hacer retroceder para no considerar y no comprender seriamente la presciencia y la elección/predestinación así como la responsabilidad del hombre y cómo todo encaja perfectamente en la gracia soberana de Dios. Mientras que es posible que nunca veamos al Cuerpo de Cristo en perfecto acuerdo, cada uno de nosotros es responsable de entender estos asuntos tan claramente como podamos por medio del estudio diligente, y de ayudarnos unos a otros en el proceso.
Finalmente, Dios nos llama a buscarle con el fin de que podamos conocerle, aunque Sus caminos y Sus pensamientos están tan por encima de los nuestros como “como son más altos los cielos que la tierra” (Isaías 55:8-9). Ciertamente que a medida que lleguemos a conocer a Dios, mejor entenderemos Su Palabra y Su voluntad más plenamente. Dios es nuestro Salvador y conocerle es la vida eterna (Juan 17:3). Conocer a Dios debe incluir un profundo entendimiento de todo lo que Él nos ha revelado en Su Palabra.
Debemos vivir, como Cristo dijo (citando Su propia declaración como el YO SOY a Israel por medio de Moisés en Deuteronomio 8:3), no “sólo de pan, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). Salomón dijo, “Toda palabra de Dios es limpia” (Proverbios 30:5) - [énfasis añadido]. Entonces debemos considerar y buscar comprender cuidadosamente toda palabra.
La Razón más Imperiosa
Es una suposición general que cualquier otro desacuerdo que podamos tener, cuando se trata del Evangelio de nuestra salvación, tanto los calvinistas como los no calvinistas están totalmente de acuerdo. Sin embargo, muchos calvinistas discrepan, afirmando que el Evangelio bíblico es el Calvinismo. Por ejemplo: “El plan de salvación de Dios revelado en las Escrituras consiste de que lo que popularmente es conocido como los Cinco Puntos del Calvinismo”. Loraine Boettner declara, “La gran ventaja de la Fe Reformada es que en el marco de los Cinco Puntos del Calvinismo ésta establece claramente lo que la Biblia enseña con respecto al camino de la salvación”. Otros insisten que “si usted no conoce los Cinco Puntos del Calvinismo, usted no conoce el Evangelio, sino alguna perversión de él…”. B.B. Warfield afirmó, “El Calvinismo es evangelicalismo en su expresión más pura y estable”.
¡Tales afirmaciones de que los Cinco Puntos del Calvinismo conforman el Evangelio suscitan las preocupaciones acerca del Calvinismo a un nuevo nivel! Si se requiere tanto estudio especial para entender el Calvinismo y si años de estudio bíblico aún lo dejan a uno ignorante acerca de este tema, y si el Calvinismo es el Evangelio de nuestra salvación, ¿entonces dónde deja eso a las multitudes que piensan que son salvos pero que son ignorantes del Calvinismo? Esta pregunta puede parecer divisiva, pero no puede ser ignorada.
Otra grave preocupación surge con respecto a la proclamación del Evangelio como Cristo ordenó. Los calvinistas insisten que su doctrina no disminuye el celo con el que el Evangelio debe ser predicado. Para apoyar esta afirmación, nombran a algunos de los grandes predicadores y misioneros que fueron acérrimos calvinistas, tales como George Whitefield, Adoniram Judson, William Carey y otros. Y es cierto que, aunque saben que muchos a los cuales les predican no están entre los elegidos, algunos calvinistas en efecto predican ardientemente para que los elegidos puedan escuchar y creer.
Indudablemente, sin embargo, el celo de tales hombres y mujeres en llevar el Evangelio al mundo no podía ser debido a su Calvinismo sino sólo a pesar de él. Creer que aquellos que serán salvos han sido fijados por el decreto de Dios, que ningún otro puede ser salvo y que los elegidos deben ser regenerados por el acto soberano de Dios sin el Evangelio o cualquier persuasión de algún predicador o por alguna fe en Dios de su parte, difícilmente podría proveer motivación para predicar ardientemente el Evangelio. No importa cuánto el calvinista intente argumentar lo contrario, tal creencia sólo puede reducir el celo que una persona de otra manera podría tener para alcanzar a los perdidos con el Evangelio de la gracia de Dios en Cristo.
Enfrentando un Verdadero Dilema
El Evangelio que Pedro y Pablo y los otros apóstoles predicaron era para todos en las audiencias que enfrentaron, a dondequiera que fueron: no fue un mensaje que sólo los elegidos podían creer. Pedro le dijo a Cornelio y su familia y amigos, “Y nos mandó [Cristo] que predicásemos al pueblo [no a un grupo selecto],…que…todos los que en él creyeren [de entre la gente a la cual Él predicó], recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:42-43).
En contraste, el evangelio de Calvino dice que Cristo murió y que Su sangre hace expiación sólo por los elegidos. ¿Puede ser éste el mismo Evangelio que Pablo predicó? Pablo le proclamó a las audiencias, “Nosotros les anunciamos a ustedes [todos ustedes] las buenas nuevas” (Hechos 13:32). Las “buenas nuevas” del Evangelio que Pablo predicó hicieron eco de que lo que el ángel del Señor les había dicho a los pastores al momento del nacimiento de Cristo: “he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo…” (Lucas 2:10). Estas noticias de gran gozo se referían al hecho de que “el Salvador del mundo” (Lucas 2:11; Juan 4:42) había nacido. El evangelio de Calvino, sin embargo, dice que Cristo no es el Salvador del mundo, sino sólo de los elegidos.
Pablo pudo y honestamente dijo a todos los que conoció, “Cristo muró por ti”. En total contraste, un libro que durante mucho tiempo hemos recomendado a los lectores declara, “Como un cristiano reformado, el escritor [el autor] cree que los consejeros no deben decir a cualquier paciente no salvo que Cristo murió por él, ya que ellos no pueden decir eso. Ningún hombre sabe, excepto Cristo mismo quiénes son Sus elegidos por los que Él murió” (énfasis añadido). Obviamente, el mensaje de salvación de Calvino para unos cuantos selectos no trae “gran gozo” a “todo el pueblo”.
Palmer escribe, “Pero gracias a Dios que la muerte de Cristo fue una garantía absoluta que cada uno de los elegidos será salvo”. ¡Así que hay un gran gozo sólo para los elegidos! ¡En cuanto al resto, el evangelio de Calvino de que Dios ya ha predestinado su condenación difícilmente podría ser “noticias de gran gozo”! Ésta es la forma en la que Calvino lo expresó:
Para muchos esto parece un tema complicado, porque consideran muy incongruente que del gran cuerpo de la humanidad algunos deban ser predestinados a la salvación, y otros a la destrucción… De aquí concluimos que todos aquellos que no se reconocen parte del pueblo peculiar de Dios son desgraciados [¡no llenos de gozo!], pues siempre están en un continuo temor.
¿Qué evangelio es éste? Debido a la importancia eterna de esa pregunta para el mundo entero al cual Cristo nos ordenó llevar el Evangelio, estamos obligados a examinar estrechamente el Calvinismo a la luz de la Escritura. ¿Podría realmente ser cierto, como insiste Arthur C. Custance, que “el Calvinismo es el Evangelio y enseñar el Calvinismo de hecho es predicar el Evangelio”?
¿Está el Calvinismo fundamentado en el texto claro de la Escritura? ¿O requiere interpretar palabras y frases comunes como todos, todos los hombres, mundo, todo el que tenga sed, todo hombre, y todo aquel que para que signifiquen “los elegidos”? ¿Se requiere una interpretación peculiar de la Escritura para apoyar esta doctrina?
Nuestra preocupación es por la defensa del carácter del Dios verdadero, el Dios de misericordia y amor cuyas “misericordias son sobre todas sus obras” (Salmo 145:9). La Biblia declara que Él “no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9); “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).Ése es el Dios de la Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis.
El examen y la discusión abiertos de temas importantes, especialmente del Evangelio y la naturaleza misma del carácter de Dios, sólo pueden ser saludables para el Cuerpo de Cristo. Es mi oración que mi investigación y su comparación con la Santa Palabra de Dios, expresada en las siguientes páginas, traerá una provechosa y necesaria clarificación.
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La Teología Reformada y la Regeneración
Los estudiantes de las Sagradas Escrituras ofrecen diferentes puntos de vista del procedimiento divino en cuanto al nuevo nacimiento. Este debate no es un ejercicio meramente académico, sino uno que tiene consecuencias de largo alcance. Un entendimiento bíblico claro en esta área es de gran ayuda para el cristiano serio. La Teología Reformada actual enseña que la regeneración, o el nuevo nacimiento, tiene que preceder a la fe. Sostiene que, puesto que el hombre no regenerado está muerto y es incapaz de responder al Evangelio, él tiene primero que “nacer de nuevo” para que pueda recibir el don de la fe. Esta obra de regeneración de Dios sólo tendrá lugar en las vidas de los elegidos cuando Dios los atrae irresistiblemente. Todo esto tiene que suceder en este orden, de otro modo la salvación bíblica, se dice, ya no es de Dios por Su gracia, sino del hombre por esfuerzo propio.
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jueves, 24 de noviembre de 2011
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Nota del Administrador: La última noticia nos muestra cuánto necesitan los judíos reconocer a Jesús como su Mesías.
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