“¿Qué pasará con aquellos que nunca han escuchado el Evangelio?” Ésta es una de las preguntas más frecuentes que me hacen. Las personas creen que Dios es justo y no pueden reconciliar esa creencia con la idea de que Él puede consignar al Infierno a una persona a la que nunca se le dio la oportunidad de escuchar el Evangelio.
Por lo tanto, cada vez más, muchos cristianos están concluyendo que debe haber muchos caminos a Dios y que judíos, musulmanes, budistas y otros sinceros lograrán llegar al Cielo.
Preguntas Cruciales
¿Qué tiene la Biblia que decir acerca de este asunto tan importante? ¿Están condenados a una eternidad en el Infierno aquellos que vivan y mueran sin escuchar el Evangelio? ¿Y qué acerca de los que han puesto su fe en el dios de alguna religión distinta al Cristianismo y que luchan para vivir vidas rectas? ¿También están condenados al Infierno? ¿Es posible que Dios se haya revelado a Sí Mismo de maneras diferentes a pueblos diferentes y, por lo tanto, haya muchos caminos diferentes a Dios? ¿Podría ser cierto el rótulo que vi en una clase de Escuela Dominical en una iglesia que decía: “Nuestro Dios es demasiado grande como para ser confinado a una religión”?
Lo que Jesús tenía que decir
Comencemos nuestra búsqueda de una respuesta a estas preguntas dando un vistazo a lo que Jesús tenía que decir:
Hablando al apóstol Tomás, Jesús dijo, “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” – Juan 14:6
Después de escoger a sus doce apóstoles, Jesús les dijo, “A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos” – Mateo 10:32-33
Hablando a 70 discípulos que estaban siendo enviados a proclamar el reino de Dios, Jesús dijo, “El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió” – Lucas 10:16
Al inicio de Su ministerio, estando en Jerusalén, Jesús pronunció un sermón acerca de Su relación con Dios el Padre, y en él dijo, “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” – Juan 5:24
En Su última cena con los apóstoles, Jesús oró, “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” – Juan 17:3
Y luego, por supuesto, está la declaración más famosa de Jesús acerca del tema de la salvación, las palabras que le dijo a Nicodemo, un líder espiritual judío que era un miembro del Concilio del Sanedrín, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” – Juan 3:16
¿Qué conclusión podemos sacar de estas declaraciones? Propongo las siguientes:
1. Jesús es el único y exclusivo camino a Dios.
2. Los que pongan su fe en Jesús como Señor y Salvador serán salvos.
3. Los que rechacen a Jesús serán condenados, porque los que rechazan a Jesús son culpables de rechazar a Dios.
4. La esencia de la salvación es una relación personal con Jesús.
Lo que los apóstoles tenían que decir
Estas conclusiones están basadas en los escritos de los apóstoles, como podrá ver en las siguientes declaraciones:
En el primer sermón del Evangelio alguna vez predicado, Pedro hizo una audaz afirmación: “Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo”. Pedro luego mandó a su audiencia a “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:36 y 38).
Al poco tiempo después de esto, Pedro fue arrestado y arrastrado ante el Concilio Sanedrín, el mismo grupo de líderes judíos que habían condenado a muerte a Jesús. En su declaración ante ellos, dijo, “sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos… Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:10 y 12).
El apóstol Pablo afirmó el punto de Pedro en una carta que escribió a Timoteo: “Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos…” (1 Timoteo 2:3-6).
De forma similar, el apóstol Juan confirmó que Jesús es la única esperanza de salvación cuando escribió: “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? [Mesías] Este es anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo, tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo, tiene también al Padre” (1 Juan 2:22-23). Juan repitió este principio cuando añadió: “…Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11-12).
De nuevo, las conclusiones que pueden sacarse de estas declaraciones son obvias:
1. Jesús era el Mesías – el Salvador – prometido por Dios.
2. No hay salvación en ninguna otra persona excepto en Jesús.
3. Los que rechazan a Jesús son culpables de rechazar al Padre.
La confirmación de estas conclusiones puede encontrarse en un sermón pronunciado por Juan el Bautista en el que proclamó: “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él” (Juan 3:36). La declaración de Juan deja en claro que Dios debe lidiar con el pecado, ya que Él es un Dios justo (Salmo 37:28 e Isaías 61:8). Él se ocupa del pecado en una de dos maneras, con gracia o con ira. Si una persona está bajo la gracia o bajo la ira depende de si ha puesto o no su fe en Jesús como su Señor y Salvador. Aquellos que lo han hecho, tienen la promesa de la vida eterna. Aquellos que rechazan hacerlo, experimentarán la ira de Dios.
El deseo de Dios con respecto a la Salvación
¿Pero no dijo Pablo en 1 Timoteo 2:3 que Dios “desea que todos los hombres sean salvos”? Sí, él dijo eso, y Pedro lo repitió en 2 Pedro 3:9, donde él afirmó que “El Señor no desea que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”.
No hay duda de que es la perfecta voluntad de Dios de que todos sean salvos. Pero en Su voluntad permisiva, Dios permite que la gente rechace a Su Hijo y, de esta forma, estar perdidos. En otras palabras, Dios no obliga a nadie a ser salvo. Y por causa de la naturaleza depravada de la Humanidad, la vasta mayoría de los que han vivido estará perdida y será consignada al Infierno como su destino eterno.
Jesús mismo enfatizó esta verdad en Su sermón pronunciado en el Monte de las Bienaventuranzas, en Galilea. Jesús declaró categóricamente: “…ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan… No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:13-14 y 21).
La Naturaleza del Hombre
Una vez más, la Biblia hace hincapié que la naturaleza fundamental del Hombre es malvada, porque nacemos con una naturaleza pecaminosa que nos pone en rebelión contra la santidad de Dios. Como dijo el profeta Jeremías: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas” (Jeremías 17:9). De forma similar, el Rey David escribió: “No hay quien haga el bien… Todos se desviaron… No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmo 14:1-3). El apóstol Pablo afirmó esta verdad en su carta a los Romanos cuando citó en detalle la declaración de David (Romanos 3:10-18).
El mensaje bíblico es inflexible de que debido a nuestra depravación natural, no tenemos ninguna esperanza aparte de la fe en un Salvador, y Jesús es ese Salvador. Isaías lo resumió en esta forma en una profecía acerca del Mesías prometido: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él [el Mesías] el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6).
El mensaje de las Escrituras es claro. Sólo hay un camino a Dios y ése es a través de Jesús de Nazaret. No hay ninguna esperanza en las falsas religiones modernas del Judaísmo Rabínico, Islam, Budismo, Hinduismo, o en cualquiera de la multitud de religiones naturales como el Animismo. Ésta es la forma en la que el gran cuarteto evangélico sureño, Los Imperiales, expresaron este concepto en su singular canción, “El Viejo Buda”, compuesta por Mark Farrow:
Un hombre Buda fue
Y quien hizo el bien
Tan solo por aquellos
Que le seguían a él
Estoy seguro que Mahoma
El camino quería saber
Mas no será delante de ellos
Ante quien me postraré
Coro:
No, no será el viejo Buda
Quien me guiará
Ni será el señor Mahoma
Quien me lleve a su hogar
No será el viejo Buda
Quien me llene de su luz
Mas será el Rey de reyes
Y Su nombre es Jesús
Oh, yo no odio a nadie
Por favor no piensen mal
Sé que hay un mensaje
En este cantar
Sólo Cristo es el camino
A la patria celestial
No podrá salvar tu alma
Un Testigo de Jehová
Una pregunta importante
Esto nos lleva a una pregunta crucial: ¿Existen excepciones a la regla de que usted debe poner su fe en Jesús con el fin de ser salvo?
La respuesta es sí. La mayoría de los teólogos cristianos concuerdan en que hay tres grupos de personas que han sido salvados sin poner su fe en Jesús.
El primer grupo está compuesto de aquellos niños que han muerto antes de la edad de responsabilidad. La Biblia no declara específicamente esta verdad. Se llega a ella a través de la deducción a partir de declaraciones bíblicas.
En primer lugar, está el ejemplo del hijo del Rey David que le nació de Betsabé. Cuando el niño murió siete días después de haber nacido, David proclamó por inspiración del Espíritu Santo que aunque el niño no podía volver a él, un día él iría a estar con el niño (2 Samuel 12:23).
La idea de que aquellos que mueren antes de la edad de responsabilidad serán salvados está reforzada en el Nuevo Testamento en las palabras de Jesús en Mateo 19:13-14:
“Entonces le fueron presentados unos niños, para que pusiese las manos sobre ellos, y orase; y los discípulos les reprendieron. Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”.
Este principio de no hacer responsables a los niños por sus pecados antes de que conozcan la diferencia entre lo bueno y lo malo también está reflejado en una historia del libro de Deuteronomio. Cuando los israelitas se resistieron a entrar a la Tierra Prometida debido a que tenían temor de que serían derrotados por los cananeos, Dios los castigó por no confiar en Él haciendo que vagaran en el desierto hasta que la generación rebelde hubiera muerto (vea Números 13 y 14).
El Señor proclamó que sólo a dos personas de la generación actual les sería permitido entrar a la tierra – a saber, Caleb y Josué, los dos espías de los doce que trajeron de regreso un informe positivo diciendo que creían que el Señor derrotaría a sus enemigos (Deuteronomio 1:34-38). Pero entonces, se hizo otra excepción: “Y vuestros niños… que no saben hoy lo bueno ni lo malo, ellos entrarán allá [a la Tierra Prometida], y a ellos la daré, y ellos la heredarán” (Deuteronomio 1:39).
Otro argumento en favor de la salvación de los niños que han muerto antes de la edad de responsabilidad es la justicia de Dios. La Biblia afirma una y otra vez que nuestro Creador es un Dios de justicia (Sofonías 3:5). Él tiene una pasión abrumadora por la justicia (Miqueas 6:8). Y Él promete repetidamente que la justicia será una de las características del reinado milenial de Su Hijo (Isaías 42:1-4). ¿Cómo podría un Dios de perfecta justicia condenar al Infierno a los niños que nunca conocieron la diferencia entre el bien y el mal?
Los que mueran antes de la edad de responsabilidad no serán elegibles para recibir recompensas especiales por servir fielmente al Señor, pero parece que les será otorgada la vida eterna. Sin embargo, esto puede pasar sólo si la sangre de Jesús es aplicada a ellos (Hebreos 9:22).
Esta misma excepción aplicaría a los discapacitados mentales que alcanzan la adultez. Dado que son incapaces de determinar lo bueno de lo malo y también son incapaces de arrepentirse y poner su fe en Jesús, es razonable concluir que un Dios justo no los haría responsables y que aplicaría la sangre de Jesús a sus pecados.
Tengo un nietastro llamado Jason que cae en esta categoría. Cerca de la edad de tres años, un defecto genético se activó que causó que su sistema inmune atacara su cerebro. El efecto fue una lobotomía frontal que lo dejó en estado vegetativo. Desde entonces le he dedicado dos libros. Él es un recordatorio constante para mí del hecho de que vivimos en un mundo caído. No tengo ninguna duda de que un día, al morir o en el Rapto, su mente se pondrá bien y podré disfrutar su compañía eternamente.
Otra excepción
El tercer grupo que ha sido salvado aparte de la fe en Jesús son aquellas personas que vivieron y murieron antes del nacimiento y revelación de Jesús como el Hijo de Dios, pero que pusieron su fe en su Creador. Hebreos 11 nos habla que personas como Abel, Enoc, Noé y Abraham fueron justificados por su fe en Dios. Ellos no tenían las Escrituras ni algún conocimiento de Jesús, sin embargo, debido a que se relacionaron con su Creador en fe, fueron salvados. Específicamente, en Génesis 15:6 dice que debido a que Abraham le creyó al Señor, “le fue contado por justicia”.
Sin embargo, cada una de estas personas, y muchos otros como ellos, dependieron del sacrificio de Jesús para que su salvación fuera sellada. Su fe cubrió sus pecados, pero el perdón de sus pecados dependía del sacrificio de una persona perfecta que no merecía morir. Sólo la sangre de tal persona podía producir el perdón de sus pecados.
Ése es el porqué los santos del Antiguo Testamento no iban directamente al Cielo cuando morían. Iban, en cambio, a un lugar llamado el Seol (Hades en el Nuevo Testamento), y sus almas residían en un compartimento llamado el “seno de Abraham” o el “Paraíso”. Ellos no podían ser introducidos a la presencia de un Dios Santo hasta que sus pecados fueran perdonados.
Después de la muerte de Jesús en la Cruz, Él descendió al Hades e hizo una proclamación (1 Pedro 3:19). No se nos dice específicamente qué dijo Él, pero muy probablemente fue, “¡La sangre ha sido derramada!” Estoy seguro que esas palabras han de haber producido un coro de “¡Aleluyas!” También se nos dice que cuando Jesús ascendió al Cielo, Él “se llevó consigo a los cautivos” (Efesios 4:8). En otras palabras, Él vació el Hades de aquellos que eran salvos. El Paraíso fue movido del Hades al Cielo, una realidad que Pablo luego afirmó cuando dijo que había sido llevado al “tercer cielo”, al que él identificó como el Paraíso (2 Corintios 12:1-4).
¿Otra excepción?
Esto nos lleva de regreso a una de las preguntas con las que comenzamos: ¿Qué acerca de aquellos que viven y mueren hoy en día sin haber escuchado nunca el Evangelio? ¿Están destinados al Infierno?
Creo personalmente que el mismo principio que aplicó a las personas viviendo en los tiempos del Antiguo Testamento antes de la Primera Venida de Jesús, aplica a ellos. Su destino dependerá de si alguna vez respondieron a Dios en fe o no.
La Biblia dice que todas las personas tienen un conocimiento instintivo de que Dios existe (Romanos 2:14-15). Además, la Biblia dice que podemos darnos cuenta de la existencia de Dios observando la complejidad y belleza de la creación (Salmo 19:1-6).
Debido a que Dios es un Dios justo (Salmo 89:14), creo que Él nos responsabilizará de lo que sabíamos. Aquellos que fueron expuestos al Evangelio y lo rechazaron, estarán perdidos. Aquellos que tienen sólo el testimonio del instinto y la creación y que rechacen ese testimonio, también estarán perdidos. Pero aquellos que escuchen el Evangelio y pongan su fe en Jesús serán salvos. Y aquellos que respondan al testimonio del instinto y la creación poniendo su fe en su Creador también serán salvos. Sin embargo, este último grupo sólo será salvo haciendo que la sangre de Jesús sea aplicada a ellos como fue el caso con los santos del Antiguo Testamento.
Una declaración controversial
Creo que esto es lo que Billy Graham tenía en mente en mayo de 1997, cuando hizo una declaración muy controversial durante una entrevista que estaba siendo conducida por Robert Schuller.1 Él dijo que él creía que Dios está “llamando gente del mundo para Su nombre” – incluyendo el mundo musulmán, el mundo budista, el mundo cristiano y el mundo incrédulo. Añadió, “Aun podrían no conocer el nombre de Jesús, pero conocen en su corazón que necesitan algo que no tienen, y se vuelven a la única luz que tienen, y creo que son salvados, y que ellos van a estar con nosotros en el Cielo”. Schuller respondió preguntando, “Lo que te escucho decir es que es posible de que Jesucristo llegue al corazón humano, al alma y a la vida, aun si ellos han nacido en oscuridad y nunca han sido expuestos a la Biblia. ¿Es ésta una interpretación correcta de lo que estás diciendo?”.
La respuesta de Graham fue, “Sí, lo es… He conocido a personas en varias partes del mundo en situaciones tribales, que nunca han visto una Biblia o escuchado acerca de una Biblia y nunca han escuchado de Jesús, pero ellos han creído en sus corazones de que hay un Dios y han intentado vivir una vida que era muy separada de la comunidad circundante en la que vivían”.
Estos comentarios de Graham produjeron una avalancha de condenación hacia él. La gente lo acusó de creer en muchos caminos diferentes a Dios. Es ciertamente fácil ver cómo sus comentarios pudieron haber sido malinterpretados, pero creo que esto es exactamente lo que pasó.
Billy Graham nunca ha enseñado que existan muchos caminos hacia Dios. En su sitio web (billygraham.org) hay dos artículos muy específicos acerca de la salvación en los que Graham afirma su a menudo declarada creencia de que Jesús es el único camino a Dios.2 En su declaración controversial, que fue expresada muy brevemente, creo que lo único que estaba diciendo es que las personas van a ser juzgadas sobre la base de lo que conocían acerca de Dios y de cómo respondieron a ese conocimiento, así como era el caso en los tiempos del Antiguo Testamento.3
Algunos podrían responder diciendo, “Si aquellos que vivan y mueran sin escuchar nunca de Jesús pueden aun ser salvos por su fe en Dios, mientras que aquellos que escuchen el Evangelio y lo rechacen estarán perdidos, ¡entonces quizás deberíamos dejar de proclamar el Evangelio!”
Pero esta declaración se basa en la suposición errónea de que el Evangelio es sólo una política de seguro contra incendios. Lo cierto es que es mucho más que eso, ya que la persona que recibe a Jesús como Señor y Salvador es bendecido con el poder interior del Espíritu Santo, recibiendo poder sobrenatural para vivir triunfantemente en un mundo de dolor y sufrimiento. La persona también es capacitada para conocer personalmente a Dios en esta vida – una bendición absolutamente invaluable.
Además, creo que cualquier persona que responda a Dios en fe basada en el instinto y el testimonio de la creación es la persona que aceptaría el Evangelio si fuera expuesta a él.
¿Todos los cristianos profesantes?
Esto nos lleva a otro grupo de personas – aquellos cristianos profesantes que nunca han nacido de nuevo. Lo que tengo en mente es lo que prefiero llamar “cristianos culturales”. Éstos son personas que afirman ser cristianos debido a que profesan creer en Jesús, pero no tienen ninguna relación personal con Él. Muchos de éstos son personas que asisten regularmente a la iglesia. Algunos son ancianos, diáconos, maestros e incluso pastores. ¿Pueden llegar al Cielo por medio de la membresía de una iglesia o por participar en ritos cristianos como el bautismo o la comunión?
La respuesta de la Biblia es un claro “¡No!”. Jesús mismo dijo que ningún hombre puede ver el reino de Dios a menos que “nazca de nuevo” (Juan 3:3). Eso significa que una persona debe poner su fe en Jesús como su Señor y Salvador personal. No es suficiente simplemente creer que Jesús vivió. La Biblia dice que aun “los demonios creen y tiemblan” (Santiago 2:19). Pero ellos han rechazado a Jesús como su Señor.
Ir a la iglesia o participar en rituales cristianos no es otro camino al Cielo. Nuestras iglesias están llenas con personas no salvas que están confiando en que sus buenas obras los llevarán al Cielo. Pero la Biblia dice, “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efesios 2:8-9).
En una entrevista que realicé recientemente con el Dr. Robert Jeffress, pastor de la Primera Iglesia Bautista en Dallas, él señaló que dos palabras resumen una de las diferencias fundamentales entre el Cristianismo y todas las otras religiones en el mundo. Esas palabras son “haga” y “hecho”. Con respecto al acceso al Cielo, todas las falsas religiones del mundo dicen, “¡HAGA!” El Cristianismo, en un marcado contraste, proclama “¡HECHO!”4 En otras palabras, el Cristianismo declara que Jesús hizo todo lo necesario para nuestra salvación por medio de Su muerte en la cruz. No hay nada que podamos añadir a eso.
Las falsas expresiones del Cristianismo requieren que usted se gane su salvación haciendo obras que ellas requieren. El verdadero Cristianismo dice que no hay nada que usted pueda hacer para ganar su salvación debido a que es un regalo gratuito de Dios por medio de la fe en Jesús como Señor y Salvador. En este sentido, el verdadero Cristianismo realmente no es una religión; en cambio, es una relación. Jesús puso en claro esto en la última cena con Sus discípulos cuando oró a Dios, diciendo, “…ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3).
En este sentido, me siento obligado a declarar, respetuosamente, que ésta es un área donde Billy Graham parece haberse desviado del Evangelio. Digo esto debido a que él ha puesto muy en claro en sus escritos y sus declaraciones públicas que él cree que la Iglesia Católica es una expresión verdadera del Cristianismo.5
Esto es lamentable debido a que su aprobación del Catolicismo ha hecho que muchos católicos se sientan cómodos y seguros en su fe. Y aunque estoy seguro que hay algunos católicos que verdaderamente han puesto su fe en Jesús, la vasta mayoría no lo ha hecho debido a que la Iglesia Católica siempre ha enseñado la salvación por obras – lo que convierte a la religión del Catolicismo en una forma falsa del Cristianismo.6
Desde una perspectiva bíblica y cristiana, no existe escape a la conclusión de que Jesús es el único camino a Dios, ya sea por medio de la fe directa en Él o al hacer que la sangre de Jesús sea aplicada a una persona que ha respondido a Dios en fe por medio del testimonio del instinto y la naturaleza.
Argumentar que hay otros caminos a Dios, como algunos líderes apóstatas cristianos están haciendo hoy en día, es negar que el sacrificio de Jesús era necesario para el perdón de pecados. Si realmente hay otros caminos a Dios, entonces Jesús vino a la tierra a sufrir una terrible muerte sin ningún propósito. Todo su sacrificio fue en vano. O somos salvos por la sangre de Jesús o no lo somos.
Una promesa gloriosa con respecto al futuro
Una cosa que sabemos con seguridad es que cada persona en la tierra que esté viva al final de la Tribulación escuchará el Evangelio antes de la Segunda Venida de Jesús. Sabemos esto porque Jesús dijo que esto ocurriría (Mateo 24:14). Esa profecía está siendo cumplida parcialmente hoy por medio del uso de la tecnología moderna. Las computadoras están siendo utilizadas para producir traducciones rápidas de la Biblia. Los satélites están siendo usados para transmitir sermones del Evangelio a nivel mundial.
Pero el cumplimiento final de la profecía ocurrirá cerca del final de la Gran Tribulación cuando Dios enviará a un ángel que circunnavegará el globo y proclamará el Evangelio a toda persona que quede viva en ese momento (Apocalipsis 14:6-7).
¡Qué gracia tan gloriosa!
Notes
1) Television interview of Billy Graham by Robert Schuller, May 31, 1997, On Doctrine at www.ondoctrine.com/10grahab.htm.
2) See, for example, Billy Graham's article, "Why do Christians believe Jesus is the only way of salvation?" (www.billygraham.org/MyAnswer_Article.asp?ArticleID=4822). See also, "The Only Way?" (www.billygraham.org/News_Article.asp?ArticleID=354).
3) Graham's consistency in clearly preaching that Jesus is the only way to Heaven is clearly demonstrated in a video clip that can be found on YouTube. The clip, which runs 7 minutes, shows excerpts from 7 sermons delivered between 1957 and the present in which he affirms over and over again that Jesus is the only way to God. The video clip can be found at www.youtube.com/watch?v=VWv1jiWC4b0. As of March 5, 2010, the video was mislabeled, "Billy Graham denies Jesus..." It should be labeled, "Billy Graham affirms Jesus as the only way to God."
4) Two video interviews with Dr. Jeffress have been published as a video album by Lamb & Lion Ministries. The album is titled, "Absolute Truth" and can be ordered from our online resource center or by calling 1-800-705-8316 .
5) John Ashbrook, "Billy Graham's Catholic Connection,"
cnview.com/on_line_resources/billy_graham_catholic_connection.htm. This is just one of many examinations on the Internet of Graham's endorsement of Catholicism. There are also video interviews of him endorsing the Catholic faith.
6) Graham takes this position because he says "Catholics believe in Jesus." But, again, do they simply believe he existed (as do Muslims), or do they believe in the sense of trusting Him, and Him alone, for their salvation? If their trust is truly in Jesus, then why are they instructed to pray to Mary? A great source for unbiblical Catholic beliefs is pro-gospel.org/x2.
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article:
Are there many roads to God?
Cortesía de:
Lamb & Lion Ministries (lamblion.com)
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