Hay tres cosas que cada uno de nosotros necesita hacer con el fin de defender la justicia.
Un Llamado a la Acción
En primer lugar, necesita pedirle a Dios que ponga un asunto en su corazón. Usted no puede oponerse activamente a toda la maldad, porque es mucha. Debe enfocar su tiempo y energía. Piense en ello de esta forma: Si usted derrama agua sobre el suelo, ésta corre en cualquier dirección; pero si la vierte sobre un canal que corre sobre un molino de agua, usted puede generar electricidad.
Así pues, pídale a Dios que ponga en su corazón la carga de un tema en particular. Usted podría despertar en la noche llorando por los que están atados por el homosexualismo. O, mientras ora, usted podría empezar a sentir un gran sentido de compasión por las mujeres que estén considerando un aborto.
Una vez que Dios le dé la carga, entonces cambie su oración y empiece a preguntar lo que Él quiere que usted haga al respecto. Recuerde, Dios no llama a todos a hacer la misma cosa.
Tome, por ejemplo, el tema del aborto. Él podría llamar a una persona a que sea un soldado de vanguardia que se siente en la puerta de una clínica y que se arriesgue a ser arrestado. Él podría llamar a otro para que se mantenga al otro lado de la calle y ore o sirva como un consejero de acera. Él podría motivar a otro para que escriba cartas a los periódicos y a los políticos. El podría llamar a otros para que sirvan como contribuyentes financieros. Él aun podría llamarlo para que adopte a un bebé que alguien quiera abortar.
Finalmente, después de que el Señor haya identificado su asunto y le haya dicho lo que tenga qué hacer, entonces siga ese lema popular que dice, “¡Sólo hazlo!”. Él le dará los dones que necesita para hacer el trabajo y le dará las oportunidades. Recuerde, Él está buscando activamente en la tierra personas que le hayan entregado su corazón a Él para mostrar Su poder a favor de ellos (2 Crónicas 16:9). Donald K. Campbell, autor de Jueces: Líderes en Tiempos de Crisis, escribió, “El requisito de la utilidad no es la habilidad, sino la disponibilidad y la confianza en el poder capacitador de Dios”.
Así es como Pablo lo dijo: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio” (1 Timoteo 1:12).
Un Monje que Desafió a un Imperio
En el Siglo IV, había un monje llamado Telémaco. Vivía solo como un ermitaño en el desierto buscando a Dios. Un día se convenció de que él era egoísta y no desinteresado y decidió que pasaría el resto de su vida sirviendo a las personas, permitiéndole a Dios tocarlas por medio de él.
El se dirigió hacia Roma. Llegó cuando los romanos estaban celebrando una victoria militar sobre los godos. Los prisioneros de guerra estaban desfilando por las calles. Escuchó que iba a haber una gran celebración de victoria en el Coliseo y decidió ir.
Estaba sorprendido de encontrar a 50,000 personas vitoreando mientras los prisioneros de guerra peleaban entre ellos hasta la muerte en los juegos de gladiadores (Tenga en mente que Roma se había convertido oficialmente en cristiana para esta época). Telémaco no pudo soportar lo que estaba viendo. Estaba moralmente ultrajado y decidió tomar acción.
Descendió corriendo los escalones, saltó el muro de contención y se puso entre dos gladiadores, señalándoles que detuvieran su combate. La multitud estaba enfurecida. Empezaron a cantar por la vida del monje. Finalmente, el comandante de los juegos cedió a la lujuria de sangre de la multitud y dio la señal para que Telémaco fuera masacrado.
Telémaco separa a los gladiadores y pierde su propia vida.
Repentinamente, un silencio cayó sobre la multitud, a medida que las personas empezaban a darse cuenta de que habían alentado el asesinato de un hombre piadoso – un ministro de Cristo. Los juegos terminaron y no se reanudaron jamás. Edward Gibbon, en su libro, La Decadencia y la Caída del Imperio Romano escribió: “Su muerte fue más útil a la Humanidad que su vida”.
Nunca subestime lo que una persona puede lograr cuando esa persona es llamada y facultada por Dios.
[Nota: Este ensayo fue tomado del libro del Dr. Reagan, Viviendo para Cristo en los Tiempos del Fin (written in English), páginas 174-175].
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article:
Are you standing for righteousness?
Cortesía de:
The Christ in Prophecy Journal Blog