El Arca Perdida
Nadie sabe a ciencia cierta que pasó con el Arca. La última vez que se menciona en las Escrituras es en 2 Crónicas 35:3. Este pasaje deja en claro que el Arca seguía existiendo en la época del avivamiento espiritual dirigido por el joven rey Josías. 22 años después de la muerte de Josías, Judá cayó ante los babilonios (586 a.C.) y el Arca desapareció.
La mayoría de los eruditos creen que simplemente fue destruida cuando el Templo fue quemado. Otros creen que fue capturado como un trofeo de guerra, llevada a Babilonia y, probablemente, fundida por su oro. Pero muchos creen que sobrevivió y que en la actualidad está oculta en alguna parte.
La Teoría de la Destrucción
Aquellos que creen que el Arca se perdió cuando los babilonios conquistaron Jerusalén y destruyeron el Templo señalan a 2 Reyes 24:13 y el pasaje paralelo en 2 Crónicas 36:18. Ambos afirman que “todos los utensilios de la casa de Dios, grandes y pequeños, y los tesoros de la casa de Dios”, fueron llevados a Babilonia. Pero los sabios judíos han argumentado siempre que el Rey Salomón anticipó ataques contra Jerusalén y el Templo y que, por lo tanto, construyó una bóveda para el Arca que estaba ubicada en lo profundo del Monte del Templo y protegida por laberintos y pasajes secretos.1 Además, señalan que cuando los judíos fueron liberados de la cautividad babilónica por Ciro, el Arca no se menciona en la lista de tesoros del Templo que fueron dados a aquellos que regresaban a Jerusalén (Esdras 1:5-11).
La idea de una bóveda secreta debajo del Monte del Templo es ciertamente plausible. Por otra parte, la existencia de tal escondite está implícito en 2 Crónicas 35, donde se nos dice que el Rey Josías ordenó a los sacerdotes levitas que restauraran el Arca al Templo. Evidentemente había sido removida durante el reinado del malvado rey Manasés, quien profanó el Templo con altares dedicados a dioses extraños (2 Crónicas 33:1-5).
Evidencia adicional de que el Arca pudo haber sido destruida por los babilonios, es el hecho de que el Arca nunca fue restaurada al Lugar Santísimo cuando el Segundo Templo fue construido después del regreso de los judíos de la cautividad babilónica. Cada año, en Yom Kippur, cuando el Sumo Sacerdote entraba al Lugar Santísimo, rociaba la sangre en una porción del lecho de la roca que sobresalía del suelo – supuestamente la roca sobre la cual el Arca había descansado tradicionalmente. Esta roca era llamada “la piedra de fundamento”.2 El hecho de que el Lugar Santísimo permaneció vacío sin el Arca es atestiguado por el historiador romano, Tácito. Él declara que cuando el general romano, Pompeyo, conquistó a Judá en el 63 a.C., entró al Lugar Santísimo y lo encontró completamente vacío.3
Los sabios judíos contra argumentan que la razón por la que el Arca nunca fue restaurada al Lugar Santísimo en el Segundo Templo es debido a que los judíos nunca fueron independientes después que regresaron a su tierra. Primero estuvieron bajo el control persa, y luego fueron conquistados por los romanos. Mantienen que debido a esta dominación extranjera, el Arca fue dejada en su escondite durante el periodo del Segundo Templo (516 a.C. al 70 AD).
La Tradición Judía
Como se indicó anteriormente, la tradición judía es que el Arca fue colocada en una bóveda subterránea en la época del asedio babilonio de Jerusalén y que permanece ahí hasta este día. Esta tradición es afirmada por varios pasajes en el Talmud. Los sabios judíos también creen que sepultados con el Arca existen otros tesoros del Templo tales como el Tabernáculo de Moisés (el templo tienda usado durante la peregrinación por el desierto y el periodo de los Jueces), el altar del incienso, la vara de Aarón, la olla de maná y las tablas de Moisés.4
En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, los judíos recuperaron el control de la Ciudad Antigua de Jerusalén por primera vez en la historia moderna. Las esperanzas se elevaron entre muchos de los judíos ortodoxos de que este evento trascendental les daría la oportunidad de explorar debajo del Monte del Templo para buscar la bóveda que contiene el Arca. Sin embargo, el General Moshe Dayán, actuando bajo su propia autoridad, decidió casi inmediatamente entregar de regreso el control del Monte a las autoridades musulmanas. Hizo esto para prevenir cualquier intento de destruir el Domo de la Roca. También consideró que tal gesto les indicaría a los árabes que los israelíes querían vivir en paz con ellos. Dayán era un judío secular, y el Monte del Templo significaba poco para él.
Desde ese entonces, Israel ha tenido soberanía sobre el Monte del Templo, pero ha cedido el control del mismo a las autoridades musulmanas. Esto ha hecho que sea imposible para los judíos llevar a cabo excavaciones arqueológicas en, o debajo, del Monte del Templo.
El Domo del Espíritu, en la cima del Monte del Templo, es el lugar que algunos arqueólogos creen fue el lugar real del Lugar Santísimo.
En 1981, algunos rabinos judíos comenzaron a limpiar los escombros de un área cercana a la zona del Muro de los Lamentos con el fin de establecer una sinagoga. En el proceso descubrieron lo que se llama La Puerta de Warren. Era una puerta que había sido descubierta un siglo antes por el explorador británico Charles Warren durante una investigación subterránea, pero que nunca había sido excavada en su totalidad. Se creyó que ésta era la puerta que conducía al área más cercana del Lugar Santísimo. La puerta estaba sellada, pero los rabinos la abrieron y empezaron a hacer un túnel debajo del Monte del Templo hacia el área que estaba debajo del Lugar Santísimo. Pero antes de que pudieran llegar muy lejos, fueron descubiertos por las autoridades musulmanes y fueron forzados a detenerse.
El Rabinato judío actual adopta la postura de que el Arca está ubicada definitivamente en una bóveda debajo del Monte del Templo, pero han dictaminado que ningún judío puede entrar a la bóveda hasta que el Mesías aparezca y revele la ubicación exacta del Lugar Santísimo.5
Una de las autoridades principales de la cristiandad en el tema del Arca es Randall Price, un experto de la profecía bíblica y un profesor de Estudios Judaicos en la Universidad Liberty en Lynchburg, Virginia. Él ha concluido que el Arca aún sigue existiendo y se encuentra debajo del Monte del Templo.6
La Tradición de Jeremías
Una de las tradiciones más antigua y fuerte con respecto al destino del Arca es una que se encuentra en el libro apócrifo de 2 Macabeos, que fue escrito durante el periodo inter-Testamentario. Ésta argumenta que Jeremías huyó de Jerusalén con el Arca y la enterró en una cueva en el Monte Nebo, que está ubicado en la moderna nación de Jordania.
La narrativa en ese libro dice:
“…el profeta Jeremías, obedeciendo a órdenes del Cielo, se hizo acompañar por el Arca de la Alianza con su toldo y fue al cerro donde Moisés había subido y desde el cual había contemplado la tierra prometida. Allí Jeremías encontró una caverna; metió en ella el Arca, el toldo que la cubría y el altar del incienso y luego tapó la entrada con piedras” (2 Macabeos 2:4-5).
Los dos libros de Macabeos no son parte del canon bíblico aceptado y, por lo tanto, no son considerados como inspirados por Dios. La historia acerca de Jeremías podría ser cierta, o podría ser simplemente una leyenda.
La Tradición Vaticana
Hay algunas personas que creen que el Arca del Pacto está en el Vaticano. Basan su creencia en el hecho de que el arco que se construyó en Roma en honor de la victoria de Tito sobre los judíos contiene un friso que muestra a los cautivos judíos cargando una gran menorá, que es un candelabro de siete brazos.
Una sección de un friso del Arco de Tito en Roma que muestra a cautivos judíos marchando hacia la ciudad cargando artefactos de Jerusalén, incluyendo una enorme menorá.
Muchos asumen que la menorá es una del Templo, pero eso es poco probable por muchas razones. En primer lugar, su base es de forma octagonal con imágenes grabadas. La menorah del Templo siempre es descrita en la literatura judía teniendo una base de tres patas o triangular. Y ningún objeto en el Templo habría tenido alguna imagen grabada en ellos. Eso habría sido considerado crasa idolatría. Además, la menorá del Templo estaba hecha de oro macizo y, de esta forma, habría sido demasiada pesada como para que una o dos personas la cargaran en sus hombros, como muestra el friso.
La teoría es que los tesoros del Templo, incluyendo el Arca, fueron llevados a Roma y, finalmente, terminaron en las bóvedas del Vaticano después del colapso del Imperio Romano. Con el paso de los años, el Vaticano ha negado firmemente que tenga posesión de alguno de los tesoros del Templo.
La Tradición Etíope
Ha existido un rumor durante muchos años de que el Arca del Pacto está en la Iglesia Santa María de Sión, en Axum, Etiopía. Durante los últimos años, esta idea ha sido popularizada en los escritos de Grant Jeffrey, un escritor canadiense de profecía bíblica.
Este rumor está basado en una historia extraña de que el Arca fue contrabandeada fuera de Jerusalén por Menelik I, el supuesto hijo de una unión entre la Reina de Saba y el Rey Salomón. Supuestamente, una réplica del Arca quedó en el Lugar Santísimo en el Templo en Jerusalén. La motivación para mover el Arca fue para protegerla del Rey Manasés, uno de los reyes más malvados de la historia de Judá.7
La Iglesia de Santa María de Sion en Axum, Etiopía, donde el Arca del Pacto supuestamente está alojada.
Hay todo tipo de problemas con esta leyenda. Por un lado, es dudoso que la Reina de Saba gobernara sobre Etiopía. Es más probable que su reino fuera el moderno Yemen.
En cuanto a Menelik I, gobernó sobre Etiopía alrededor del 950 a.C., según la tradición. Manasés no se convirtió en rey de Judá hasta 253 años más tarde. Por lo tanto, la supuesta remoción de Jerusalén del Arca por Menelik, no pudo haber tenido algo que ver con tratar de protegerla del rey Manasés.
Harry Atkins, un historiador etíope, sostiene que no existe ningún registro de esta leyenda en la historia etíope hasta a finales del Siglo XIII. En esa época, había una disputa sobre quién debería ser rey y uno de los contendientes afirmaba ser un descendiente del Rey Salomón y la Reina de Saba. Atkins dice que fue en ese momento que la leyenda del Arca entró en la historia etíope.
Otra teoría con respecto al destino del Arca es que fue trasladada o raptada, siendo llevada al Cielo para evitar que cayera en las manos de los babilonios. Esta teoría se basa en una referencia al Arca en Apocalipsis 11:19. Este pasaje es un flash-forward al final de la Tribulación, cuando el Cielo se abre y Jesús regresa en ira. El escritor afirma que cuando el Cielo se abrió “el arca de Su pacto se veía en Su templo”.
Descripción de un artista del Tabernáculo Celestial siendo revelado a Moisés en el Sinaí. Se le instruyó a Moisés a modelar el tabernáculo terrenal de acuerdo a él, incluyendo el Arca del Pacto (Éx. 25:8-9). [Artista desconocido]
Aquellos que rechazan esta teoría argumentan que el Arca vista en el Cielo en este pasaje es la realidad celestial de la que el Arca del Pacto fue sólo una sombra o copia terrenal (Hebreos 8:5).
El Arca Olvidada
Independientemente de lo que pasó con el Arca, las Escrituras sugieren que nunca se encontrará de nuevo. Ésta es una gran sorpresa para algunos cristianos que han asumido que se debe encontrar el Arca antes de que el Templo de la Tribulación sea construido y que el sacrificio de animales sea reinstituido. Otros simplemente han asumido que el Arca será reemplazada en el Lugar Santísimo cuando el Templo Milenial del Señor sea construido.
Pero Jeremías dice sin rodeos que “el arca del pacto del Señor… no vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la echarán de menos, ni se hará otra” (Jeremías 3:16). El contexto de este pasaje es el reinado Milenial de Jesús, por lo que no excluye la posibilidad de un descubrimiento antes de ese tiempo. De forma concebible, el Arca podría ser descubierta, y Satanás podría usar su descubrimiento para incitar la reconstrucción de un Templo donde un sistema sacrificial apóstata sería reinstituido. Sabemos que dicho Templo será construido, pero dudo que su construcción vaya a estar motivada por el descubrimiento del Arca.
El Arca No Esencial
El punto importante a tener en cuenta aquí es que el redescubrimiento del Arca no es esencial para la reconstrucción del Templo. Después de todo, el Templo fue reconstruido por Zorobabel después del cautiverio babilónico, y el Arca ya había estado perdida para esa época. No había ningún Arca en el Lugar Santísimo en el tiempo cuando Jesús adoró en el Templo.
Tampoco es necesaria el Arca para el Templo Milenial. Ezequiel describe el Templo con gran detalle (capítulos 40-42) y él nunca menciona el Arca. Hay un Lugar Santísimo (Ez. 41:4), pero está vacío, y no está separado del Lugar Santo por un velo.
Jesús ya ha entrado al Lugar Santísimo celestial en nuestro favor (Hebreos 4:14-16, 8:1-6). Él ha rasgado el velo que nos separaba de Dios, y sirve como nuestro Sumo Sacerdote, habiendo ofrecido Su propia sangre como el sacrificio perfecto por nuestros pecados (Heb. 9:11-16). Él sirve como nuestro Mediador ante el trono del Padre (Heb. 9:24-28).
Así pues, durante el Milenio, no habrá necesidad de un sumo sacerdote humano o de un Arca con un propiciatorio. Jesús servirá como rey y sumo sacerdote y, como tales, continuará sirviendo como el propiciatorio de la humanidad (Zacarías 6:12-13).
El Arca Verdadera
Con respecto a este concepto de Cristo como nuestro propiciatorio, permítame añadir una perspectiva penetrante que tomé de John MacArthur, uno de los más grandes predicadores de este país. El señaló un sencillo verso histórico que contiene una profunda verdad acerca de que Jesús es nuestro propiciatorio.
El verso es Juan 20:12. Hablando de María viendo dentro de la tumba vacía de Jesús, el verso dice, “y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto”. Lo que María vio, observó MacArthur, fue el nuevo propiciatorio, el propiciatorio perfecto.
Considere nuevamente lo que María vio. Ella observó a dos ángeles, sentado cada uno en cada extremo de la losa que había tenido el cuerpo quebrantado de nuestro Señor. Esa escena nos remite al Arca del Pacto, ¡donde dos querubines se cernían sobre su propiciatorio salpicado de sangre!
El Arca ya no es necesaria. Jesús ha cumplido todo lo que el Arca representaba. Él era Dios hecho carne. Él representó la obediencia completa a la Ley, habiendo sido perfeccionado y convirtiéndose en la fuente de nuestra salvación (Heb. 5:8-9). Su sangre fue derramada por nuestros pecados, y Su victoria está atestiguada por el hecho y el poder de Su resurrección.
Así como el Arca fue diseñada para ser un símbolo de la presencia de Dios en medio de Su pueblo, Jesús es la máxima expresión del amor, cuidado y presencia de Dios. Él es nuestra Arca. Él es nuestra Ley. Él es nuestro Maná. Él es nuestra Vara Florecida. Y, gracias a Dios, Él es nuestro Propiciatorio.