Cuando los fariseos se llegaron a Jesús, y le pidieron una señal de que era el verdadero Mesías, El les dijo que no les daría más señal que la del profeta Jonás. “Porque como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches” (Mt. 12:38-40 y Jonás 1:17).
En otros vv., Jesús dijo que resucitaría al “tercer día” (Mt. 16:21, Mr. 10:34 y Lc. 24:7). No hay contradicción alguna – como algunos han supuesto – entre esta expresión y la de “tres días y tres noches”. Ambas expresiones se usan en las Escrituras. Volviendo al Génesis, por ejemplo, leemos que “…Y apartó Dios la luz de las tinieblas y llamó Dios a la luz día y a las tinieblas llamó noche; y fue la tarde (tinieblas) y la mañana (luz) un día…, y fue la tarde y la mañana el día segundo…, y fue la tarde y la mañana (tres periodos de tinieblas y tres periodos de luz) el día tercero” (Gn. 1:4-13). Aquí podemos ver un ejemplo de que el “tercer día” indica tres días y tres noches.
Teniendo en mente que Jesús resucito al “tercer día”, notemos que el domingo no es el tercer día después del viernes: ¡Un día después del viernes es sábado, el segundo día es el domingo y el tercer día después del viernes, sería el lunes! Marcos 8:31 dice que Jesús habría de ser muerto y resucitar “después de tres días”. Es evidente que hay algo incorrecto en la creencia de que el viernes fue el día de la crucifixión o el domingo el día de la resurrección.
Debido a que hay doce horas en el día y doce en la noche (Jn. 11:9-10), “tres días y tres noches” serían 72 horas como el tiempo requerido entre la muerte y resurrección de nuestro Señor. ¿Pero fueron realmente 72 horas?
De acuerdo con las Escrituras, Jesús debía estar en la tumba no menos de 72 horas, “tres días y tres noches” y resucitó “después de tres días” (Mt. 12:40 y Mr. 8:31). No vemos razón alguna para pensar que fueron menos de 72 horas. Ni tampoco que fueran más. Jesús dijo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré…”. El hablaba del templo de su cuerpo. El tiempo aquí expresado no puede ser más de 72 horas, pues un minuto más de las 72 horas, hubiese sido ya el cuarto día. ¡72 horas son el total completo de 3 días y 3 noches!
Jesús estuvo en la tumba no menos ni más de 72 horas. Dios es un Dios de exactitud. El hace todo a la hora propicia. No hay nada de accidental en todo lo que El hace.
Fue “venido el cumplimiento del tiempo”, no un año antes ni un año después, sino justamente a tiempo que “Dios envió a su Hijo” (Gál. 4:4). La hora de su Unigénito fue preordenada y de ella nos habló Daniel. De igual manera fue exacto el tiempo cuando Jesús fue “entregado” por los pecados del pueblo. Aquellos que trataron de matarlo antes, fallaron porque su “hora no había llegado”. No solamente el día y el año de su muerte fueron preparados de antemano, ¡sino que hasta la hora era parte del plan divino! “Padre – clamó Jesús –, la hora ha llegado…” (Jn. 17:1).
Ahora bien, ya que había una hora exacta para el nacimiento de Cristo, una hora exacta para su ungimiento, una hora exacta para el comienzo de su ministerio, una hora exacta para su muerte, no es impropio pensar que había también una hora exacta para su resurrección. Exactamente 72 horas.
¡Teniendo esto presente, podemos comprender a qué hora del día tuvo lugar la resurrección! Como Jesús estuvo en la tumba tres días y tres noches (72 horas), podemos pensar que la resurrección se realizó a la misma hora de su muerte, tres días después. En otras palabras, si hubiese sido enterrado al mediodía, resucitaría al mediodía del tercer día. Si fuese enterrado en la noche, habría resucitado la noche del tercer día. ¡Si solamente podemos hallar la hora en que fue enterrado, sabremos automáticamente a qué hora resucitó!
La Biblia nos dice que Jesús murió poco después de la “hora novena”. Es decir, las tres de la tarde.1 (Mt. 27:46-50; Mr. 15:34-37 y Lc. 23:44-46). De acuerdo al horario bíblico, cada día terminaba y comenzaba al amanecer (Lv. 23:32). Y como nuestro Señor fue crucificado en la “preparación”, el día antes del gran sábado, se tomaron medidas especiales para asegurar que su cuerpo fuera quitado antes del atardecer, antes de que comenzara la fiesta del sábado: “Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado, pues era el gran día del sábado, rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados… Mas cuando vinieron a Jesús, como lo vieron muerto ya…” (Jn. 19:31-33). Fue entonces bajado de la cruz y sepultado en la tumba de José de Arimatea. “Porque aquel sepulcro estaba cerca” (Jn. 19:42). Estas cosas tuvieron lugar “cuando fue la tarde”. La palabra griega traducida “tarde” es opsios, que significa “al atardecer” (Mr. 15:42).
1. Las horas del día están divididas en la Biblia en cuatro partes, comenzando al amanecer y terminando al atardecer. La hora tercera sería aproximadamente las 9 de la mañana, la sexta serían las 12 del mediodía. La novena serían las 3 de la tarde y la hora doceava serían las 6 de la tarde.
De modo que como la resurrección de Cristo tuvo lugar tres días después, pero a la misma hora que fue sepultado, ¡sabemos a qué hora resucitó! Fue sepultado al atardecer, de modo que su resurrección sucedió al atardecer, tres días después. ¡Sabemos con seguridad que la resurrección no tuvo lugar al amanecer! Lo que es evidente en el hecho de que cuando vinieron a visitarlo, después del sábado (sábado regular) “muy de mañana, el primer día de la semana” (Mr. 16:2), la tumba ya estaba vacía. ¡Tampoco resucitó Jesús durante la noche, pues no fue enterrado durante la noche! Estuvo en el sepulcro tres días y tres noches pero se levantó al tercer día, ¡no por la noche!
¿En qué día aconteció la resurrección? La Biblia nos dice que María Magdalena vino a la tumba, “muy de mañana, el primer día de la semana, siendo aún oscuro” (Jn. 20:1-2). Los escritores de los evangelios nos cuentan varias visitas diferentes hechas por los discípulos a la tumba, el domingo en la mañana. En cada ocasión, hallaron la tumba vacía. Un ángel dijo: “No está aquí, porque ha resucitado como dijo” (Mt. 28:6).
"No está aquí, porque ha resucitado"
De modo que las Escrituras indican que Jesús resucitó antes del amanecer y como no estaba la tumba muy temprano el domingo, podemos deducir que la resurrección tuvo lugar al atardecer del día anterior. De acuerdo con este punto, la resurrección se realizó al atardecer del sábado por la noche.
Pero, ¿acaso no dice la Biblia que Jesús resucitó el primer día de la semana, muy temprano? La Biblia nos dice que el primer día de la semana fue cuando los discípulos descubrieron que había resucitado (Mt. 28:1-6, Mr. 16:2-6; Lc. 24:1-2 y Jn. 20:1-2).
¡Pero ninguno de estos versículos enseña que ésta fue la hora de la resurrección! ¡En cada ocasión, la tumba estaba vacía! ¡Ya había resucitado!
Algunos han enseñado, sin embargo, que Marcos 16:9 enseña que la resurrección fue el domingo en la mañana. Aquí está el versículo: “Mas como Jesús resucitó por la mañana el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena de la cual había echado siete demonios”. Pero este versículo no dice que Jesús hubiera resucitado el primer día de la semana. Fíjense bien. ¿Dice que en el primer día de la semana estaba resucitado o que resucitó a esa hora? ¡No! Dice que al llegar el primer día de la semana “ya había resucitado”. Esta frase está en tiempo antipretérito.
La palabra griega aquí escrita “resucitó” es Anastas y tiene el significado “habiendo resucitado”, que es en pasado. La palabra griega no indica que Cristo resucitó en la mañana del primer día de la semana; al contrario, expresa que ya había resucitado.
Un estudio de Marcos 16:9 y los versículos que siguen hasta el 14, demuestran que Marcos está relatando acerca de varias “apariciones” que hizo Jesús durante el primer día de la semana. El contenido explica claramente que no estaba hablando del día en que tuvo lugar la resurrección1.
1. Acerca del orden lógico de tales apariciones según los cuatro relatos evangélicos continuados, véase el discurso 16 del Vol. I de Biblioteca del Predicador, por Samuel Vila.
Hallamos perfecta armonía en las Escrituras si reconocemos que Jesús fue sepultado el miércoles antes del anochecer y resucitó el sábado antes del amanecer del domingo. Así cumplió su señal de tres días y tres noches y se levantó al tercer día.
Algunos se han confundido por las palabras de los discípulos en el camino a Emaús: “Mas nosotros esperábamos que él fuese el que había de redimir a Israel y ahora es el tercer día desde que esto ha acontecido”. Debido a que Jesús se apareció a estos discípulos en el primer día de la semana (Lc. 24:13-15), y éste era según ellos el “tercer día”, ¿no indica esto que Jesús murió en el viernes? ¡No! ¡Un día “desde” el viernes sería sábado, dos días, sería domingo y tres días “desde” el viernes hubiera sido lunes! Obviamente, este versículo no es prueba de la crucifixión en el viernes.
Los discípulos dijeron que era el tercer día desde que “estas cosas” fueron hechas. Hablaban de "todas aquellas cosas que habían sucedido" (v. 14). Hablaban acerca de más de un acontecimiento. Sin duda, “aquellas cosas” incluían el arresto, la crucifixión, la sepultura y la puesta del sello y la guarda en la tumba de Jesús. Todas “estas cosas” no fueron “hechas” – no fueron completadas – sino hasta el jueves. Jesús, como hemos visto, fue crucificado en la “preparación” (miércoles). “El día siguiente (jueves), después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos con Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche y le hurten y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero” (Mt. 27:62-66). Y por este motivo, la tumba fue sellada y guardada. Así pues, “aquellas cosas” no se terminaron hasta que la tumba fue sellada y guardada. Esto sucedió, como hemos visto, el jueves de la semana de pasión. El domingo fue el tercer día “desde que estas cosas fueron hechas”, pero no el tercer día después de la crucifixión.
"Vista panorámica del Santo Sepulcro"
Como Cristo fue crucificado según la cita del día antes del sábado, podemos comprender el porqué algunos han creído que fue el viernes el día la crucifixión. Pero el sábado que siguió a la crucifixión del Señor no era el sábado semanal, era el gran día de reposo anual, pues dice que era el “sábado grande” (Jn. 19:31). Este sábado podía caer en cualquier día de la semana.
Nota: Cuando la Biblia fue escrita originalmente, las comas eran desconocidas. La puntuación fue inventada por Aldus Manutions, en el siglo XV. Como los manuscritos originales no tenían puntuación alguna, los traductores añadieron las comas en donde pensaron que debían ir, basados en la lógica. En Mr. 16:9, notemos que la coma está situada después de la palabra mañana. El poner la coma aquí conecta al primer día de la semana con la hora de la resurrección. Pero si la coma se pone después de la palabra “resucitó”, vemos el significado correcto de las Escrituras. Recordemos que fueron las palabras de la Biblia las inspiradas, no la puntuación, que fue añadida más tarde por los hombres.
Creemos que las Escrituras indican que en el año en que Jesús fue crucificado, el sábado anual fue jueves. Jesús fue crucificado y sepultado en el día de la gran preparación (miércoles), el día siguiente fue el gran día del sábado (jueves), luego vino el viernes, día laborable, seguido por el sábado semanal. Con esta explicación, podemos comprender que Cristo fue crucificado el día antes del sábado, que se levantó de la tumba al llegar el día después del sábado y así, ¡cumplió la señal de los tres días y tres noches! Todo esto se nos aclara cuando comprendemos que había dos sábados en esa semana; el sábado semanal y el Gran Sábado Anual.
Una cuidadosa comparación de Marcos 16:1 con Lucas 23:56, nos provee más evidencia aún de que hubo dos sábados esa semana, y un día laborable entre ambos. Notemos que Marcos 16:1 dice: “Y como pasó el sábado, María Magdalena y María, la madre de Jacobo y Salomé, compraron esencias aromáticas para venir a ungirle”. Este v. indica claramente que fue “después del sábado” que estas mujeres compraron las esencias aromáticas y vueltas las aparejaron y reposaron el sábado (semanal) conforme al mandamiento (Lc. 23:56).*
* Si Jesús hubiese sido crucificado el viernes no habría habido tiempo material para pedir el cuerpo a Pilatos; recibir el permiso; bajarlo de la cruz; ponerlo en el sepulcro de José de Arimatea; ir a comprar las drogas aromáticas y prepararlas (Lo que posiblemente quiere indicar mezclarlas y distribuirlas en varios tarros para que cada una de las mujeres concertadas acarrease el suyo). Recordemos que Nicodemo vino con cien libras que juzgó necesarias para que un buen ungimiento dejara el cuerpo del Señor indemne de corrupción. Aun cuando las mujeres adquirieran una cantidad menor, no sería menos que unas cuantas libras para cada una. Esto aumenta la dificultad para realizarlo el viernes antes de la puesta del sol, que es cuando empieza el sábado judío, aun en nuestros días.
Mateo añade que, después que el cuerpo de Jesús fue puesto en la cueva, María Magdalena y la otra María se quedaron “sentadas dentro del sepulcro”. De haber sido el viernes de la crucifixión, habrían corrido presurosas a comprar y preparar las drogas aromáticas. Por esto Lucas indica que después de pasado el sábado (el gran sábado anual) compraron las drogas y las prepararon y, a continuación, reposaron el sábado (semanal) conforme al mandamiento. – (Nota Ed.)
El jueves fue el Gran Sábado y “después” de este sábado – el viernes – las mujeres “compraron” sus ungüentos y aromas y los prepararon. Después de prepararlos, reposaron el sábado semanal. Luego, yendo a la tumba el primer día de la semana, hallaron el sepulcro vacío. Jesús no estaba allí, ¡ya había resucitado! Verdaderamente, Jesús había cumplido la señal del tercer día, tres días y tres noches. Con esta interpretación, los diferentes términos usados en los Evangelios se complementan, no se contradicen.
T. A. Torrey, un notable evangelista y líder de un instituto bíblico, años atrás dio esta explicación de tres días y tres noches. Como esta posición no era la aceptada generalmente por sus hermanos denominacionales, él habló por convicción y no por conveniencia. Esto hace que sus palabras fueran especialmente significativas.
En su libro “Dificultades, errores y contradicciones de la Biblia”, escrito en 1907, Torrey dijo: “De acuerdo a la tradición comúnmente aceptada en la Iglesia, Jesús fue crucificado en viernes… y resucitó de entre los muertos temprano en la mañana del siguiente domingo. Muchos lectores de la Biblia se confunden al tratar de figurarse cómo se puede interpretar un intervalo entre el viernes en la tarde y el domingo en la mañana, como de tres días y tres noches. En realidad parece ser dos noches y un día con una pequeña porción de otro día”.
“La solución a esta aparente dificultad, propuesta por muchos comentaristas, es que “un día y una noche” es simplemente otra forma de decir “un día y que los antiguos judíos reconocían la fracción de un día como un día entero… Pero esta solución no puede satisfacer a muchas personas y el autor es libre de confesar que a él no le satisface en ninguna manera… más bien parece una excusa…”
“La Biblia no dice en ninguna parte que Jesús fue crucificado y murió en viernes. Se dice que Jesús fue crucificado en el día “antes del sábado”… Pero no da lugar a duda en cuanto a qué sábado se refiere en este caso… No es el sábado semanal (o sea, el viernes) sino el día antes del Sábado de Pascua, el cual cayó ese año en jueves, es decir, el día en que Jesucristo fue crucificado fue el miércoles. Juan hace esto tan claro como el día…”
“Resumiendo todo: Jesús murió poco antes del atardecer del miércoles. Setenta y dos horas después… resucitó de la tumba. Cuando las mujeres visitaron la tumba antes del amanecer del domingo la hallaron vacía…”
“No hay absolutamente nada a favor de una crucifixión en viernes, pero todas las Escrituras armonizan perfectamente con la idea de la crucifixión en miércoles. Es increíble cuántos pasajes proféticos y típicos del Antiguo Testamento son culminados y cuántas aparentes diferencias en el Evangelio se aclaran una vez que comprendemos que Jesús murió en miércoles y no en viernes”. 1
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Tomado de: “Babilonia, Misterio Religioso”, por Ralph Woodrow