viernes, 10 de abril de 2009

Tres días y tres noches

La mayoría de nosotros, hemos asumido que Jesús murió en viernes santo y resucitó de entre los muertos, al amanecer del Domingo de Pascua. Como Jesús dijo que resucitaría al tercer día, algunos cuentan parte del viernes como un día, sábado como el segundo y parte del domingo, como el tercero. Pero Cristo habló del periodo de tiempo entre su muerte y su resurrección, como tres días y tres noches. ¡Del viernes por la tarde hasta el domingo por la mañana, no hay tres días y tres noches! ¿Cuál es entonces la explicación correcta?

Cuando los fariseos se llegaron a Jesús, y le pidieron una señal de que era el verdadero Mesías, El les dijo que no les daría más señal que la del profeta Jonás. “Porque como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches” (Mt. 12:38-40 y Jonás 1:17).

En otros vv., Jesús dijo que resucitaría al “tercer día” (Mt. 16:21, Mr. 10:34 y Lc. 24:7). No hay contradicción alguna – como algunos han supuesto – entre esta expresión y la de “tres días y tres noches”. Ambas expresiones se usan en las Escrituras. Volviendo al Génesis, por ejemplo, leemos que “…Y apartó Dios la luz de las tinieblas y llamó Dios a la luz día y a las tinieblas llamó noche; y fue la tarde (tinieblas) y la mañana (luz) un día…, y fue la tarde y la mañana el día segundo…, y fue la tarde y la mañana (tres periodos de tinieblas y tres periodos de luz) el día tercero (Gn. 1:4-13). Aquí podemos ver un ejemplo de que el “tercer día” indica tres días y tres noches.

Teniendo en mente que Jesús resucito al “tercer día”, notemos que el domingo no es el tercer día después del viernes: ¡Un día después del viernes es sábado, el segundo día es el domingo y el tercer día después del viernes, sería el lunes! Marcos 8:31 dice que Jesús habría de ser muerto y resucitar después de tres días”. Es evidente que hay algo incorrecto en la creencia de que el viernes fue el día de la crucifixión o el domingo el día de la resurrección.

Debido a que hay doce horas en el día y doce en la noche (Jn. 11:9-10), “tres días y tres noches” serían 72 horas como el tiempo requerido entre la muerte y resurrección de nuestro Señor. ¿Pero fueron realmente 72 horas?

De acuerdo con las Escrituras, Jesús debía estar en la tumba no menos de 72 horas, “tres días y tres noches” y resucitó “después de tres días” (Mt. 12:40 y Mr. 8:31). No vemos razón alguna para pensar que fueron menos de 72 horas. Ni tampoco que fueran más. Jesús dijo: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré…”. El hablaba del templo de su cuerpo. El tiempo aquí expresado no puede ser más de 72 horas, pues un minuto más de las 72 horas, hubiese sido ya el cuarto día. ¡72 horas son el total completo de 3 días y 3 noches!

Jesús estuvo en la tumba no menos ni más de 72 horas. Dios es un Dios de exactitud. El hace todo a la hora propicia. No hay nada de accidental en todo lo que El hace.

Fue “venido el cumplimiento del tiempo”, no un año antes ni un año después, sino justamente a tiempo que “Dios envió a su Hijo” (Gál. 4:4). La hora de su Unigénito fue preordenada y de ella nos habló Daniel. De igual manera fue exacto el tiempo cuando Jesús fue “entregado” por los pecados del pueblo. Aquellos que trataron de matarlo antes, fallaron porque su “hora no había llegado”. No solamente el día y el año de su muerte fueron preparados de antemano, ¡sino que hasta la hora era parte del plan divino! “Padre – clamó Jesús –, la hora ha llegado…” (Jn. 17:1).

Ahora bien, ya que había una hora exacta para el nacimiento de Cristo, una hora exacta para su ungimiento, una hora exacta para el comienzo de su ministerio, una hora exacta para su muerte, no es impropio pensar que había también una hora exacta para su resurrección. Exactamente 72 horas.

¡Teniendo esto presente, podemos comprender a qué hora del día tuvo lugar la resurrección! Como Jesús estuvo en la tumba tres días y tres noches (72 horas), podemos pensar que la resurrección se realizó a la misma hora de su muerte, tres días después. En otras palabras, si hubiese sido enterrado al mediodía, resucitaría al mediodía del tercer día. Si fuese enterrado en la noche, habría resucitado la noche del tercer día. ¡Si solamente podemos hallar la hora en que fue enterrado, sabremos automáticamente a qué hora resucitó!

La Biblia nos dice que Jesús murió poco después de la “hora novena”. Es decir, las tres de la tarde.1 (Mt. 27:46-50; Mr. 15:34-37 y Lc. 23:44-46). De acuerdo al horario bíblico, cada día terminaba y comenzaba al amanecer (Lv. 23:32). Y como nuestro Señor fue crucificado en la “preparación”, el día antes del gran sábado, se tomaron medidas especiales para asegurar que su cuerpo fuera quitado antes del atardecer, antes de que comenzara la fiesta del sábado: “Entonces los judíos, por cuanto era la víspera de la Pascua, para que los cuerpos no quedasen en la cruz en el sábado, pues era el gran día del sábado, rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y fuesen quitados… Mas cuando vinieron a Jesús, como lo vieron muerto ya…” (Jn. 19:31-33). Fue entonces bajado de la cruz y sepultado en la tumba de José de Arimatea. “Porque aquel sepulcro estaba cerca” (Jn. 19:42). Estas cosas tuvieron lugar “cuando fue la tarde”. La palabra griega traducida “tarde” es opsios, que significa “al atardecer” (Mr. 15:42).

1. Las horas del día están divididas en la Biblia en cuatro partes, comenzando al amanecer y terminando al atardecer. La hora tercera sería aproximadamente las 9 de la mañana, la sexta serían las 12 del mediodía. La novena serían las 3 de la tarde y la hora doceava serían las 6 de la tarde.

De modo que como la resurrección de Cristo tuvo lugar tres días después, pero a la misma hora que fue sepultado, ¡sabemos a qué hora resucitó! Fue sepultado al atardecer, de modo que su resurrección sucedió al atardecer, tres días después. ¡Sabemos con seguridad que la resurrección no tuvo lugar al amanecer! Lo que es evidente en el hecho de que cuando vinieron a visitarlo, después del sábado (sábado regular) “muy de mañana, el primer día de la semana” (Mr. 16:2), la tumba ya estaba vacía. ¡Tampoco resucitó Jesús durante la noche, pues no fue enterrado durante la noche! Estuvo en el sepulcro tres días y tres noches pero se levantó al tercer día, ¡no por la noche!

¿En qué día aconteció la resurrección? La Biblia nos dice que María Magdalena vino a la tumba, “muy de mañana, el primer día de la semana, siendo aún oscuro (Jn. 20:1-2). Los escritores de los evangelios nos cuentan varias visitas diferentes hechas por los discípulos a la tumba, el domingo en la mañana. En cada ocasión, hallaron la tumba vacía. Un ángel dijo: “No está aquí, porque ha resucitado como dijo” (Mt. 28:6).


"No está aquí, porque ha resucitado"

De modo que las Escrituras indican que Jesús resucitó antes del amanecer y como no estaba la tumba muy temprano el domingo, podemos deducir que la resurrección tuvo lugar al atardecer del día anterior. De acuerdo con este punto, la resurrección se realizó al atardecer del sábado por la noche.

Pero, ¿acaso no dice la Biblia que Jesús resucitó el primer día de la semana, muy temprano? La Biblia nos dice que el primer día de la semana fue cuando los discípulos descubrieron que había resucitado (Mt. 28:1-6, Mr. 16:2-6; Lc. 24:1-2 y Jn. 20:1-2).

¡Pero ninguno de estos versículos enseña que ésta fue la hora de la resurrección! ¡En cada ocasión, la tumba estaba vacía! ¡Ya había resucitado!

Algunos han enseñado, sin embargo, que Marcos 16:9 enseña que la resurrección fue el domingo en la mañana. Aquí está el versículo: “Mas como Jesús resucitó por la mañana el primer día de la semana, apareció primeramente a María Magdalena de la cual había echado siete demonios”. Pero este versículo no dice que Jesús hubiera resucitado el primer día de la semana. Fíjense bien. ¿Dice que en el primer día de la semana estaba resucitado o que resucitó a esa hora? ¡No! Dice que al llegar el primer día de la semana “ya había resucitado”. Esta frase está en tiempo antipretérito.

La palabra griega aquí escrita “resucitó” es Anastas y tiene el significado “habiendo resucitado”, que es en pasado. La palabra griega no indica que Cristo resucitó en la mañana del primer día de la semana; al contrario, expresa que ya había resucitado.

Un estudio de Marcos 16:9 y los versículos que siguen hasta el 14, demuestran que Marcos está relatando acerca de varias “apariciones” que hizo Jesús durante el primer día de la semana. El contenido explica claramente que no estaba hablando del día en que tuvo lugar la resurrección1.

1. Acerca del orden lógico de tales apariciones según los cuatro relatos evangélicos continuados, véase el discurso 16 del Vol. I de Biblioteca del Predicador, por Samuel Vila.

Hallamos perfecta armonía en las Escrituras si reconocemos que Jesús fue sepultado el miércoles antes del anochecer y resucitó el sábado antes del amanecer del domingo. Así cumplió su señal de tres días y tres noches y se levantó al tercer día.

Algunos se han confundido por las palabras de los discípulos en el camino a Emaús: “Mas nosotros esperábamos que él fuese el que había de redimir a Israel y ahora es el tercer día desde que esto ha acontecido”. Debido a que Jesús se apareció a estos discípulos en el primer día de la semana (Lc. 24:13-15), y éste era según ellos el “tercer día”, ¿no indica esto que Jesús murió en el viernes? ¡No! ¡Un día “desde” el viernes sería sábado, dos días, sería domingo y tres días “desde” el viernes hubiera sido lunes! Obviamente, este versículo no es prueba de la crucifixión en el viernes.

Los discípulos dijeron que era el tercer día desde que “estas cosas” fueron hechas. Hablaban de "todas aquellas cosas que habían sucedido" (v. 14). Hablaban acerca de más de un acontecimiento. Sin duda, “aquellas cosas” incluían el arresto, la crucifixión, la sepultura y la puesta del sello y la guarda en la tumba de Jesús. Todas “estas cosas” no fueron “hechas” – no fueron completadas – sino hasta el jueves. Jesús, como hemos visto, fue crucificado en la “preparación” (miércoles). “El día siguiente (jueves), después de la preparación, se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos con Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche y le hurten y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero” (Mt. 27:62-66). Y por este motivo, la tumba fue sellada y guardada. Así pues, “aquellas cosas” no se terminaron hasta que la tumba fue sellada y guardada. Esto sucedió, como hemos visto, el jueves de la semana de pasión. El domingo fue el tercer día “desde que estas cosas fueron hechas”, pero no el tercer día después de la crucifixión.

"Vista panorámica del Santo Sepulcro"

Como Cristo fue crucificado según la cita del día antes del sábado, podemos comprender el porqué algunos han creído que fue el viernes el día la crucifixión. Pero el sábado que siguió a la crucifixión del Señor no era el sábado semanal, era el gran día de reposo anual, pues dice que era el “sábado grande” (Jn. 19:31). Este sábado podía caer en cualquier día de la semana.

Nota: Cuando la Biblia fue escrita originalmente, las comas eran desconocidas. La puntuación fue inventada por Aldus Manutions, en el siglo XV. Como los manuscritos originales no tenían puntuación alguna, los traductores añadieron las comas en donde pensaron que debían ir, basados en la lógica. En Mr. 16:9, notemos que la coma está situada después de la palabra mañana. El poner la coma aquí conecta al primer día de la semana con la hora de la resurrección. Pero si la coma se pone después de la palabra “resucitó”, vemos el significado correcto de las Escrituras. Recordemos que fueron las palabras de la Biblia las inspiradas, no la puntuación, que fue añadida más tarde por los hombres.

Creemos que las Escrituras indican que en el año en que Jesús fue crucificado, el sábado anual fue jueves. Jesús fue crucificado y sepultado en el día de la gran preparación (miércoles), el día siguiente fue el gran día del sábado (jueves), luego vino el viernes, día laborable, seguido por el sábado semanal. Con esta explicación, podemos comprender que Cristo fue crucificado el día antes del sábado, que se levantó de la tumba al llegar el día después del sábado y así, ¡cumplió la señal de los tres días y tres noches! Todo esto se nos aclara cuando comprendemos que había dos sábados en esa semana; el sábado semanal y el Gran Sábado Anual.

Una cuidadosa comparación de Marcos 16:1 con Lucas 23:56, nos provee más evidencia aún de que hubo dos sábados esa semana, y un día laborable entre ambos. Notemos que Marcos 16:1 dice: “Y como pasó el sábado, María Magdalena y María, la madre de Jacobo y Salomé, compraron esencias aromáticas para venir a ungirle”. Este v. indica claramente que fue “después del sábado” que estas mujeres compraron las esencias aromáticas y vueltas las aparejaron y reposaron el sábado (semanal) conforme al mandamiento (Lc. 23:56).*

* Si Jesús hubiese sido crucificado el viernes no habría habido tiempo material para pedir el cuerpo a Pilatos; recibir el permiso; bajarlo de la cruz; ponerlo en el sepulcro de José de Arimatea; ir a comprar las drogas aromáticas y prepararlas (Lo que posiblemente quiere indicar mezclarlas y distribuirlas en varios tarros para que cada una de las mujeres concertadas acarrease el suyo). Recordemos que Nicodemo vino con cien libras que juzgó necesarias para que un buen ungimiento dejara el cuerpo del Señor indemne de corrupción. Aun cuando las mujeres adquirieran una cantidad menor, no sería menos que unas cuantas libras para cada una. Esto aumenta la dificultad para realizarlo el viernes antes de la puesta del sol, que es cuando empieza el sábado judío, aun en nuestros días.

Mateo añade que, después que el cuerpo de Jesús fue puesto en la cueva, María Magdalena y la otra María se quedaron “sentadas dentro del sepulcro”. De haber sido el viernes de la crucifixión, habrían corrido presurosas a comprar y preparar las drogas aromáticas. Por esto Lucas indica que después de pasado el sábado (el gran sábado anual) compraron las drogas y las prepararon y, a continuación, reposaron el sábado (semanal) conforme al mandamiento. – (Nota Ed.)

El jueves fue el Gran Sábado y “después” de este sábado – el viernes – las mujeres “compraron” sus ungüentos y aromas y los prepararon. Después de prepararlos, reposaron el sábado semanal. Luego, yendo a la tumba el primer día de la semana, hallaron el sepulcro vacío. Jesús no estaba allí, ¡ya había resucitado! Verdaderamente, Jesús había cumplido la señal del tercer día, tres días y tres noches. Con esta interpretación, los diferentes términos usados en los Evangelios se complementan, no se contradicen.

T. A. Torrey, un notable evangelista y líder de un instituto bíblico, años atrás dio esta explicación de tres días y tres noches. Como esta posición no era la aceptada generalmente por sus hermanos denominacionales, él habló por convicción y no por conveniencia. Esto hace que sus palabras fueran especialmente significativas.

En su libro “Dificultades, errores y contradicciones de la Biblia”, escrito en 1907, Torrey dijo: “De acuerdo a la tradición comúnmente aceptada en la Iglesia, Jesús fue crucificado en viernes… y resucitó de entre los muertos temprano en la mañana del siguiente domingo. Muchos lectores de la Biblia se confunden al tratar de figurarse cómo se puede interpretar un intervalo entre el viernes en la tarde y el domingo en la mañana, como de tres días y tres noches. En realidad parece ser dos noches y un día con una pequeña porción de otro día”.

“La solución a esta aparente dificultad, propuesta por muchos comentaristas, es que “un día y una noche” es simplemente otra forma de decir “un día y que los antiguos judíos reconocían la fracción de un día como un día entero… Pero esta solución no puede satisfacer a muchas personas y el autor es libre de confesar que a él no le satisface en ninguna manera… más bien parece una excusa…”

“La Biblia no dice en ninguna parte que Jesús fue crucificado y murió en viernes. Se dice que Jesús fue crucificado en el día “antes del sábado”… Pero no da lugar a duda en cuanto a qué sábado se refiere en este caso… No es el sábado semanal (o sea, el viernes) sino el día antes del Sábado de Pascua, el cual cayó ese año en jueves, es decir, el día en que Jesucristo fue crucificado fue el miércoles. Juan hace esto tan claro como el día…”

“Resumiendo todo: Jesús murió poco antes del atardecer del miércoles. Setenta y dos horas después… resucitó de la tumba. Cuando las mujeres visitaron la tumba antes del amanecer del domingo la hallaron vacía…”

“No hay absolutamente nada a favor de una crucifixión en viernes, pero todas las Escrituras armonizan perfectamente con la idea de la crucifixión en miércoles. Es increíble cuántos pasajes proféticos y típicos del Antiguo Testamento son culminados y cuántas aparentes diferencias en el Evangelio se aclaran una vez que comprendemos que Jesús murió en miércoles y no en viernes”. 1

T. A. Torrey, “Dificultades de la Biblia”, pp. 104-109

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Diagramación por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Tomado de: “Babilonia, Misterio Religioso”, por Ralph Woodrow

martes, 7 de abril de 2009

El Gobierno Mundial

¿Dónde estarán localizados los cuarteles generales del Anticristo?

Entrada al Parlamento Europeo con su motivo de Torre de Babel


En su serie de libros “Left Behind” (“Dejados Atrás”), Tim LaHaye y Jerry Jenkins describen al Anticristo moviendo las oficinas centrales de la Naciones Unidas de Nueva York a Babilonia y cambiando el nombre de la organización a Comunidad Global.

Hay una fuerte base bíblica para creer que Babilonia será la capital del imperio mundial del Anticristo. Apocalipsis 17 describe a Babilonia como las oficinas centrales del Anticristo y Apocalipsis 18 describe la destrucción de la ciudad por Dios y la compara con la destrucción del reino mundial del Anticristo.

Pero hay un problema con estos pasajes. Apocalipsis 17 en realidad declara que la capital será “misterio Babilonia” (v. 5), que yo creo que es una clara indicación que el autor está hablando simbólicamente. Un buen ejemplo de esta misma terminología siendo usada para expresar simbólicamente una verdad puede encontrarse en Ap. 11:8, donde Jerusalén está referenciada como “la grande ciudad que en sentido espiritual se llama Sodoma y Egipto”.

De igual forma, Pedro usa el término Babilonia para referirse simbólicamente a Roma en 1 Pedro 5:13. Él se refiere a la iglesia en Roma como “la que está en Babilonia”. Este versículo aclara que Babilonia fue un nombre código para Roma entre los cristianos del Primer Siglo.

En Apocalipsis 17 son dadas dos pistas en cuanto a la identidad de la ciudad. Primero, es descrita como la ciudad de los “siete montes” (v. 9). Segundo, es descrita como “la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra” (v. 18). Creo que estas descripciones aclaran que “misterio Babilonia” es Roma. Juan no podía mencionar a Roma porque él era un prisionero romano, así que describió simbólicamente la ciudad y luego nos dio pistas que sólo podían señalar a Roma.

Además, Is. 13:17-20 dice que cuando Babilonia es destruida por los medos, “nunca más será habitada, ni se morará en ella de generación en generación”. Hay algunos, como Charles Dyer, que han intentado argumentar que Babilonia está siendo reconstruida en la actualidad. Pero la única reconstrucción ha sido para propósitos turísticos, no para habitación en gran escala. El lugar de la antigua Babilonia aún está desolado sobre el 90%.

Por eso, creo que la capital del imperio del Anticristo, tanto política y espiritualmente, será la ciudad de Roma.

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Fitna in English


Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original: The World Government

La Tierra Nueva

¿Van los Redimidos a pasar la eternidad en una Tierra Nueva o en el Cielo?



Toda mi vida, mientras crecía en la Iglesia, me enseñaron que los Redimidos vivirían eternamente con Dios en el Cielo. Uno de los descubrimientos más sorprendentes que hice cuando empecé a estudiar la profecía bíblica es que los Redimidos no van a vivir para siempre en el Cielo. Por el contrario, vamos a vivir en una tierra nueva y Dios va a descender a esa tierra para vivir entre nosotros.

La Biblia es muy clara sobre esto. Lea Ap. 21:1-7. La única forma en la que usted puede sortear la conclusión de que los Redimidos vivirán eternamente en una tierra nueva es espiritualizar la tierra nueva para que signifique Cielo. Eso es exactamente lo que muchos intérpretes de la Biblia han hecho y no hay justificación para ello.

Juan dice en Ap. 21:1: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva”. Lo que ocurre es que Dios consume la tierra antigua. En 2 Pedro 3 se nos dice que El carbonizará toda la polución de la última revuelta de Satanás. El tomará esta tierra y la remodelará como una bola caliente de cera y, de ese infierno ardiente, saldrán los cielos nuevos y la tierra nueva; una tierra que será refrescada y embellecida y perfeccionada a lo que Dios originalmente creó antes de que fuera contaminada por el pecado y cambiada por la maldición (2 P. 3:10-13). Probablemente será alargada grandemente porque va a servir como el fundamento para una ciudad gigantesca – la Nueva Jerusalén.

¡Sólo piense en ello! Mientras Dios crea la tierra nueva, muy probablemente seremos suspendidos en los cielos dentro de la Nueva Jerusalén observando la más grande exhibición de juegos pirotécnicos en la historia del cosmos. Y cuando todo haya acabado, y la tierra sea refrescada y renovada, entonces el Señor nos bajará a la nueva tierra dentro de la Nueva Jerusalén (Ap. 21:2). Vamos a vivir eternamente dentro de esa gloriosa ciudad ubicada en la tierra nueva.

Así es, la Biblia nunca enseña que pasaremos la eternidad en el Cielo. Enseña que pasaremos la eternidad en cuerpos nuevos en una Nueva Jerusalén en una tierra nueva y además enseña que Dios descenderá a esa tierra nueva y vivirá entre nosotros: “Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el Tabernáculo de Dios con los hombres, y El morará con ellos, y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Ap. 21:3). El limpiará cada lágrima de nuestros ojos y no habrá más ningún sufrimiento – no más dolor, muerte, tristeza (Ap. 21:4). El hará todas las cosas nuevas y vamos a vivir en perfecta dicha en la Nueva Jerusalén (Ap. 21:5).




Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original: The New Earth

domingo, 29 de marzo de 2009

Jesús Vino

¿Qué sigue?



Si usted está leyendo esto debido a que millones de personas han desaparecido repentina y misteriosamente, entonces usted está buscando respuestas a qué ha ocurrido, por qué ha ocurrido y qué es lo que estará ocurriendo luego.

Qué ha ocurrido

Primero, en cuanto a lo que ha ocurrido – Jesucristo, el Hijo de Dios, ha regresado.

Durante 2000 años la Biblia ha estado proclamando al mundo que Jesús regresaría. Jesús declaró en Juan 14:1: “Vendré otra vez”.

Debido a que Jesús ha regresado, millones de personas que han puesto su fe y confianza en Jesús como Salvador, al aceptar Su regalo gratuito de salvación, han desaparecido en un evento llamado el Arrebatamiento.

Usted puede estar pensando que había algo misterioso en la repentina desaparición de millones de personas, pero la Biblia ya ha explicado este supuesto misterio. Jesús dijo que cuando Él volviera, vendría por aquéllos que son salvos. El dijo, “Os tomaré a Mí mismo, para que donde Yo estoy, vosotros también estéis”. (Juan 14:1-4). El apóstol Pablo lo puso en esta forma: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Cor. 15:51-52).

El Rapto sucedió para aquéllos de nosotros que aceptamos a Cristo como Salvador, tanto a los vivos como a aquéllos que habían muerto desde que Jesús resucitó. Ambos grupos – los creyentes vivos y los resucitados – fueron arrebatados para recibirle en el aire. (1 Tes. 4:13-18).

Todo esto ocurrió muy rápidamente, como el destello de un relámpago. Jesús se fue tan súbitamente como vino, tomando a aquéllos que lo han aceptado a El y a Su salvación, y dejando atrás a aquéllos que lo han rechazado. Y usted, tristemente, ha sido dejado atrás.

Bueno, talvez usted conozca a un ser amado que ha desaparecido – una esposa, un esposo, un hijo, un amigo – y se está preguntando qué ha sido de ellos. En ese destello, en el que aquéllos que habían aceptado a Jesús como su Salvador fueron arrebatados para recibir a Jesús en el aire, cambiaron sus cuerpos terrenales por cuerpos que son perfectos, imperecederos e inmortales (1 Cor. 15:42-44; 50-55).

Ahora están en el Cielo sentados con Jesús en un gran banquete llamado “La Cena de las Bodas del Cordero (Ap. 19). Vivirán en gran gozo y no conocerán tristeza. Estarán con su Rey y vivirán en amor por siempre. Están siendo bien atendidos y no tiene que preocuparse por ellos.

Por qué ha ocurrido

Pero, es el porqué de las desapariciones lo que es su causa para preocuparse. Porque los creyentes en Jesús fueron sacados de este mundo para librarlos de la gran ira que apenas ha empezado a ocurrirle al planeta (Ro. 5:9, 1 Tes. 1:10; 5:9).

El regreso de Jesús por todos Sus verdaderos creyentes fue sólo un preludio a Su Segunda Venida final. La segunda fase del regreso de Jesús es la de establecer Su Reino en la tierra. El Reino de Jesús es la razón por la que todo esto está ocurriendo.

Verá, hemos llegado al final de una era y pronto estaremos iniciando la era del glorioso reinado de Jesús aquí en la tierra. Pero primero, Dios tiene que tratar con la rebelión – pecado – antes de establecer Su Reino. Dios va a usar este periodo intermedio de tiempo, en el que usted ahora vive, para derramar Su ira sobre la humanidad por su continuo rechazo a aceptar Su Señorío. El tiempo en el que usted vive es llamado la Tribulación.

De qué se trata

¿De qué se trata la Tribulación? El horror sin paralelo de la Tribulación está explicado detalladamente tanto en las Escrituras Hebreas como en el Nuevo Testamento. Isaías escribió que será un día del “terror del Señor” cuando “el orgullo de los hombres será abatido” (Isaías 2;10,17,19). Sofonías proclamó que será un “día de ira”, un “día de angustia y de aprieto” y un “día de destrucción y de asolamiento”. Los hombres tropezarán como si estuvieran ciegos y “la sangre de ellos será derramada como polvo” (Sofonías 1:15,17).

Este cuadro sombrío se repite en el Nuevo Testamento. Jesús dijo que será un tiempo de tribulación “cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá”. De hecho, Jesús dijo que será tan terrible que si no fuera detenido al final de los siete años, resultaría en la destrucción de toda la vida (Mt. 24:21-22).

El apóstol Juan declara que el caos será tan grande que los líderes del mundo se arrastrarán hacia las cuevas y gritarán a las rocas de las montañas para que caigan sobre ellos (Ap. 6:15-16).

¿Por qué va a haber tal carnicería? ¿Cómo podría un Dios de gracia, misericordia y amor permitir tal brote de terror y baño de sangre desenfrenados?

Una razón es para satisfacer la justicia de Dios. Sí, Dios se caracteriza por la gracia, la misericordia y el amor. Dios es un Dios de amor. Jesús dice eso en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Pero Dios es también un Dios de justicia. La Biblia también dice en Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. La naturaleza misma de Dios es amar, pero también ver justicia hecha para el mal.

Qué sigue luego

Entonces, ¿qué sigue luego? Para iniciar, las personas van a tratar de encontrar una explicación convincente para el Arrebatamiento con toda clase de teorías salvajes, como posiblemente Calentamiento Global u Ovnis. Supuestos líderes “cristianos” van a aparecer y a decir que la Iglesia todavía está por estos lados porque ellos no desaparecieron.

Jesús dijo en Mateo 24:24 que no se les puede creer, porque los tiempos estarán llenos con falsos maestros religiosos. Al mayor de estos falsos maestros la Biblia lo llama el Falso Profeta y, aparentemente, será capaz de hacer muchos milagros y promoverá una religión y un líder mundiales (Ap. 13:11).

En medio de todo el caos del Arrebatamiento, la Biblia enseña que el mundo se volverá a un líder dinámico que traiga el orden y la paz (Ap. 6:1-2). Tendrá éxito donde ninguna otra persona ha sido capaz al establecer un tratado de paz con Israel (Dn. 9:27). Ese tratado marca el inicio oficial de los 7 años que durará la Tribulación.

Pero, el líder mundial, conocido por los creyentes en Jesús como el Anticristo, es cualquier cosa menos pacífico. Hundirá el planeta en una guerra mundial nuclear, resultando en terribles hambrunas, pestilencias y muertes en masa. La violencia, enfermedad y el hambre serán una forma de vida. Un cuarto de la población mundial – casi 2 billones de personas – morirán por esta guerra (Ap. 6).

En Jerusalén, aparecerán 2 hombres y predicarán ahí por 3 ½ años que Jesús es el Mesías que los judíos han estado buscando (Ap. 11:3). 144,000 judíos llamarán a Jesús su Mesías y también predicarán acerca de El por todo el mundo entero. Millones aceptarán a Jesús como su Salvador – esperemos que usted sea uno de ellos. Pero, muchos de esos millones de creyentes serán asesinados por el Anticristo por no jurar su lealtad a él recibiendo su marca, ya sea en la mano derecha o en la frente. La persecución de los creyentes en Jesús será espantosa en la Tribulación (Dn. 7:22; Ap. 7).

Luego, el más grande terremoto que el mundo haya experimentado aún devastará el planeta (Ap. 6:12-14). Algo que cae del espacio quemará luego a un tercio de toda la vegetación del mundo. Un segundo objeto del espacio, probablemente un meteoro, se estrellará en el océano y aniquilará un tercio de la vida marina y barcos del mundo. Un tercer objeto del espacio contaminará el suministro de agua del mundo, envenenando a millones (Ap. 8:7-11)

La devastación de la atmósfera bloqueará la mayor parte de la luz del sol y de la luna, así que los días parecerán más cortos (Ap. 8:12).

Luego, algunos “ayes” sobrenaturales le acontecerán a la humanidad. Primero, el lugar que aprisiona a una horda demoníaca es abierto y millones de demonios con imagen de langostas salen y aguijonean a las personas tal como los escorpiones. El dolor durará 5 meses enteros. Segundo, 200 millones de jinetes sobre criaturas como caballos quemarán y empalarán, eliminando un tercio restante de las personas (Ap. 9:1-19).

3 ½ años después de iniciada la Tribulación, mirará a los 2 hombres testificando en Jerusalén muertos, pero 3 ½ días después volverán a la vida (Ap. 11:7-12). También mirará al Anticristo supuestamente asesinado y parecer volver a la vida también (Ap. 13:3).

Y eso es sólo la primera mitad de la Tribulación. Tan mala como la primera mitad de la Tribulación es, la siguiente mitad es incluso peor (Ap. 16).

Aquéllos que tomen la marca de lealtad del Anticristo en su mano o frente sufrirán de llagas dolorosas. Aquéllos que no tomen la marca serán cortados del comercio y cazados, pero la Biblia asegura (Ap. 20:4-6) que aquéllos que tomen la marca han hecho una decisión que durará para siempre – condenación eterna - ¡así que no la tome!
Los océanos y todo lo que hay en ellos son totalmente destruidos, así como toda el agua pura. El calor del sol llegará a ser abrasador. El reino del Anticristo caerá en tinieblas extremas.

Un terremoto incluso mayor que el de 7 años antes arrasará la tierra y granizos de 100 libras aplastarán a los habitantes.

El Río Éufrates en Irak se secará y un masivo ejército del Este cruzará y entrará al Valle de Armagedón en Israel para pelear contra el ejército del Anticristo. Esto es lo que el libro de Revelación llama la Batalla de Armagedón.

Es el momento en el que Jesús regresará gloriosamente con todos aquellos que desaparecieron en el Arrebatamiento. Con sólo hablar, Jesús mismo destruirá los ejércitos en Armagedón. Jesús lanzará al Anticristo y al Falso Profeta al Infierno y a Satanás en un abismo profundo. Jesús será victorioso y todos los que continuaron en rebeldía serán muertos – todos ellos (Ap. 19:11-21; 20:1-3). Esto es la Tribulación – la ira de Dios.

Qué puede hacer

Ahora, usted puede estar preguntándose, “Dios, ¿por qué no nos dijiste de todo esto antes del Arrebatamiento para que pudiéramos estar listos?” Bueno, El lo hizo. La Biblia claramente enseña que Dios nunca derrama Su ira sin advertencia, porque es un Dios amante y justo que no desea que ninguno perezca. Este es el porqué Dios proveyó la Biblia, las Buenas Nuevas de Jesús esparcidas por todo el planeta, y las muchas señales para alertarnos del hecho de que estábamos viviendo en el umbral de la Tribulación y el cercano retorno de Jesucristo. Por 2000 años, Dios le dio al mundo toda posible oportunidad para arrepentirse de su rebelión y para volverse a El.

Pero, no es demasiado tarde para que usted esté con Jesús, a menos que haya tomado la marca. Verá, esta historia tiene un final feliz. El regreso de Jesús al final de la Tribulación significa gran gozo para aquellos que lo aman. Jesús purificará al mundo del mal y de los daños de Su ira y restaurará el planeta a una condición prístina. Jesús reinará desde Jerusalén sobre todos aquéllos que a través de la historia humana han puesto su fe y confianza en El (Ap. 20:4-6, 9).

Usted puede ser una de esas personas. Ya sea que usted muera o no en la Tribulación, lo que realmente importa es dónde usted terminará eternamente. Todos los que no acepten a Jesús como Salvador durante la Tribulación irán al Infierno por su rebelión. Cualquiera que acepte a Jesús como Salvador, aunque sus cuerpos terrenales puedan morir durante la Tribulación, luego vivirán para siempre en cuerpos glorificados con Jesús en Su amor y gloria.

Recuerde la promesa de Jesús en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree no se pierda, mas tenga vida eterna”. Ore ahora por perdón para sus pecados y pídale a Jesús que sea el Señor y Salvador de su vida. ¡No se demore!


En el poco tiempo que tenga en esta vida, obtenga una Biblia o descargue una de
Bible.org, (sitio en inglés), para que pueda conocer la voluntad de Dios para su vida. Descargue esto y todo lo que pueda de nuestro sitio en Lamb & Lion (sitio en inglés) u otros como Rapture Ready (sitio en inglés) para que pueda conocer más acerca de Jesús y de lo que está reservado para usted en la Tribulación y acerca del regreso glorioso de Jesús. Reúnase rápidamente con otros que han aceptado a Jesús como Salvador para apoyarse y adorar juntos.

Si usted ha aceptado a Jesús como su Salvador, lo estaremos esperando al otro lado de éste. ¡Qué Dios le bendiga y le guarde! ¡Maranatha!

“Bueno es el Señor; es refugio en el día de la angustia; y protector de los que en El confían” (Nahum 1:7 NVI)

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Traducción y diagramación: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original: Jesus Came

lunes, 23 de marzo de 2009

El Destino de los Musulmanes

¿Provee Dios alguna esperanza?


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La Biblia profetiza que Dios derramará juicio sobre las naciones árabes en los tiempos del fin por su hostilidad hacia los judíos y por sus intentos de reclamar como propia la patria judía. Considere por ejemplo Joel 3:19. Este pasaje tiene un claro contexto del tiempo del fin y, en ese contexto, dice: “Egipto será destruido, y Edom será vuelto en desierto asolado, por la injuria hecha a los hijos de Judá; porque derramaron en su tierra sangre inocente”.

Mantenga en mente que Edom es usado a menudo como un término simbólico para todos los pueblos árabes, así como Israel es usado como un término para todas las tribus judías. Ezequiel dice que “todo Edom” será tratado en los tiempos del fin debido a su odio contra los judíos y a su lujuria por su tierra (Ez. 35:10-11 y 36:1-7). El resultado será la desolación de los estados árabes (Ez. 35:15). El libro de Abdías profetiza un destino similar para Edom en “el día del Señor” (Abdías 15-18).

Parte de esta destrucción va a tomar lugar en las guerras del Salmo 83 y Ezequiel 38, muy probablemente antes de que empiece la Tribulación. Pero estas guerras afectan sólo a las naciones en el Medio Oriente. La vasta mayoría de musulmanes vive en naciones fuera del Medio Oriente.

El Juicio de la Tribulación

Creo que los musulmanes en otras partes del mundo, como Pakistán, Bangladesh e Indonesia probarán la ira de Dios al comienzo de la Tribulación cuando rechacen aceptar al Anticristo europeo. Se convertirán en el foco de las acciones militares del Anticristo para someter a su autoridad a todo el mundo.

El libro de Revelación declara que un cuarto de la humanidad morirá en la campaña militar inicial del Anticristo (capítulo 6). Eso es 1.5 billones de personas en términos actuales. Luego, se nos dice que la guerra se extenderá a lo que parece ser un holocausto nuclear y, durante esta segunda fase (capítulos 8 y 9) un tercio de aquéllos restantes morirán. Esos son otros 1.5 billones.

Así que, un total de 3 millones de personas van a ser asesinadas en las guerras del Anticristo durante la primera mitad de la Tribulación. Creo que la mayoría de ellos serán musulmanes.

Esperanza para los árabes

Pero el futuro para los árabes no es del todo sombrío. Ellos deben sufrir por sus pecados, así como el pueblo judío sufrirá durante la Tribulación. Y, al igual que los judíos, un remanente de los árabes surgirá de su sufrimiento con sus corazones vueltos al único y verdadero Dios (Jer. 12:14-17).

La profecía más notable referente a la salvación futura de un remanente árabe está contenida en Isaías 19:16-25. Isaías dice que cuando el Señor hiera a Egipto y a Asiria, ellos se volverán a El y El tendrá compasión de ellos y “los sanará”. Isaías presenta luego un increíble cuadro de Egipto, Asiria e Israel viviendo juntos en paz durante el Milenio, ¡adorando al mismo Dios!

Otra profecía notable se refiere a los árabes que estarán viviendo en la tierra de Israel después de que el Señor regrese. Esta profecía se relaciona con el hecho de que el territorio de Israel será ampliado grandemente cuando Jesús regrese, incorporando muchas de las naciones árabes que hoy existen. (Las fronteras de Israel ampliadas considerablemente durante el Milenio están detalladas en Ezequiel 47:15-20). Asombrosamente, Ezequiel dice que los árabes viviendo en Israel en esa época le será “dada una heredad” de la tierra juntamente con las tribus de Israel (Ezequiel 47:21-23. Vea también Isaías 14:1-2)

El amor de Dios por los árabes

La Biblia dice que el pueblo judío son la “niña de los ojos de Dios” (Zacarías 2:8), pero eso no significa que El no tiene amor por sus primos, los árabes. Así como Dios tiene pactos con los judíos, El tiene un pacto con los pueblos árabes. Usted puede encontrarlo en Génesis 16:11-12 y 17:20-21. En este pacto, Dios prometió hacer de los descendientes de Ismael (los árabes) una gran nación y darles toda la tierra al este de sus hermanos judíos.

Dios ha sido fiel a estas promesas. Hoy hay 22 naciones árabes con una población combinada de 289 millones de personas. Los árabes ocupan un área total de 5.3 millones de millas cuadradas de tierra rica en petróleo. En contraste, sólo hay un estado judío con una población de 5 millones de judíos que están apretujados en tan sólo 8 mil millas cuadradas de espacio. Esa es una tasa poblacional de 58 a 1 y una tasa de tierra de 662 a 1. Los árabes realmente han sido bendecidos.

Nuestro Dios imparcial

Con Dios no hay parcialidad (Ro. 2:11). El escogió a los judíos, no para que fueran un repositorio de Sus bendiciones, sino para que fueran un vehículo a través del cual El bendeciría a todas las naciones del mundo, incluyendo a los árabes. Pero el requisito fundamental para recibir las bendiciones de Dios – para el judío y el árabe, así como para todas las personas – es aceptar el regalo del amor de Dios en Jesús, recibiéndole como Mesías.

Cuando considero las bendiciones que Dios ha dado a los pueblos árabes y la gracia que va a mostrar hacia ellos en el futuro, a pesar de su persecución de Su Pueblo Escogido, me acuerdo de lo que Pablo escribió cuando consideró la gracia de Dios hacia sus hermanos judíos: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Romanos 11:33).


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Traducido por: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
The Fate of the Muslims

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