domingo, 15 de marzo de 2009

Dios y los Judíos

¿Por qué parece Dios estar tan obsesionado con los judíos?


Esta es una pregunta frecuente durante los foros proféticos. La respuesta es que El los ama, así como ama a toda Su creación. Pero hay ciertamente un sentido en el que la profecía bíblica parece enfocarse sobre el pueblo judío. Eso es debido a que Dios llamó a los judíos a ser Su “pueblo escogido”, a través del cual El cumpliría Su plan maestro para la historia (Dt. 7:6). Fue a través del pueblo judío que Dios dio al mundo Su Palabra. Y fue a través de los judíos que El envió al Mesías.

Las Escrituras Hebreas dicen que los judíos también fueron escogidos para ser testigos de Dios – de lo que significa tener una relación con El (Is. 43:10-12). La historia de Israel atestigua el hecho de que cuando alguien es fiel a Dios, El bendice; cuando alguien es infiel, El disciplina; y cuando alguien se arrepiente, Dios perdona y olvida y empieza a bendecir una vez más. Actualmente, los judíos están bajo la disciplina de Dios, pero la profecía bíblica nos dice que se acerca un día cuando un gran remanente de ellos se arrepentirá y recibirá a Jesús como su Mesías (Zac. 12:10). Cuando eso suceda, Dios los hará la nación más exaltada del mundo (Is. 60 – 61:5). Jesús vivirá entre ellos como Rey de reyes (Ez. 43:7) y todas las bendiciones de Dios para las naciones, fluirán a través de ellos (Zac. 8:22-23).

Los judíos también son el reloj profético de Dios. Con esto, quiero decir que El a menudo relaciona futuros eventos importantes con cosas que les ocurrirán a los judíos como nación. La profecía de las 70 semanas de años de Daniel es un buen ejemplo. Daniel dice que había que esperar un decreto que permitiría la reconstrucción de Jerusalén. Luego él declara que 483 años después de que el decreto fuera emitido, el Mesías vendría y moriría (Dn. 9:24-26).

En el Nuevo Testamento, tenemos otro buen ejemplo. Jesús les dijo a Sus discípulos que vendría un día cuando los judíos serían dispersados entre todas las naciones del mundo y que Jerusalén sería pisoteada por los gentiles. Pero luego El añadió que cuando Jerusalén no esté más bajo control gentil, El regresaría (Lc. 21:24). Jesús simplemente estaba enfatizando un punto que se hace repetidamente en las Escrituras Hebreas – a saber, que cuando los judíos sean restaurados a su tierra y a la ciudad de Jerusalén, el Mesías vendrá (Zac. 12:3, 6, 8-10; 13;1).

Otra razón para el enfoque profético sobre los judíos es debido a que Dios ha prometido que El traerá un gran remanente a la salvación durante los años finales de las 70 semanas de años de Daniel. La Biblia aclara que durante la última mitad de la Tribulación, Dios centrará la ira del Anticristo sobre los judíos, trayéndolos al final de sí mismos y motivándolos a volverse a Dios en arrepentimiento (Zac. 12:10, Ro. 9:27; 11:25-26).

¿No ha invalidado la desobediencia de los judíos las promesas de Dios hacia ellos?

Absolutamente no. O, para ponerlo en las palabras del apóstol Pablo, “¡En ninguna manera!” (Ro. 11:1).

Desde el IV Siglo, cuando la Iglesia adoptó el Amilenialismo y empezó a divorciarse de su herencia judía, el enfoque cristiano prevaleciente con relación a los judíos ha sido de que “Dios se lavó Sus manos con ellos” en el I Siglo cuando derramó Su ira sobre Jerusalén y permitió que los judíos fueran dispersados mundialmente. Una doctrina acompañante que se ha desarrollado durante los años se llama “teología del reemplazo”. Es la idea de que Dios sustituyó a los judíos con la Iglesia, que la Iglesia ha venido a ser el “nuevo Israel” y que la Iglesia ha heredado todas las bendiciones que previamente fueron prometidas a los judíos. No es necesario decir que estas ideas han servido como una fuente de mucho del Antisemitismo que ha caracterizado a la Iglesia durante los pasados 1600 años.

La idea de que Dios se ha “lavado Sus manos de los judíos” es completamente antibíblica. En Jeremías 31:36 Dios dice que el pueblo judío continuará siendo “una nación delante de Mí eternamente”. El enfatiza el punto al decir que seguirán como una nación especial de gente hasta que el orden fijado del universo cese o hasta que todos los cielos y profundidades del océano hayan sido medidos (Jer. 31:36-37). En Isaías 49:14-16 Dios usa una metáfora diferente para enfatizar Su devoción hacia Israel. ¡El dice que tiene a la nación inscrita en las palmas de Sus manos!

Hay tres capítulos en el Nuevo Testamento que enfatizan fuertemente el continuado amor de Dios por los judíos. Estos tres capítulos han sido despreciados e ignorados (o espiritualizados hacia la insignificancia) a través de mucha de la historia cristiana. Los capítulos son Romanos 9-11. En Romanos 9:4 Pablo escribe que Dios aún tiene pactos con los judíos los cuales El promete cumplir. Luego él aclara que los judíos que recibirán las bendiciones son un gran remanente que será salvado en los tiempos del fin (Ro. 9:27).

Pablo incluso aborda específicamente la cuestión de si Dios ha rechazado o no al pueblo judío. Él pregunta, “¿Ha desechado Dios a Su pueblo?” (Ro. 11:1). Durante 1600 años la Iglesia ha respondido a esta pregunta con un incompetente, “¡Sí!” Pero Pablo la responde diciendo, “¡En ninguna manera! ...Dios no ha desechado a Su pueblo, al cual desde antes conoció” (Ro. 11:1-2).

Pero, ¿qué acerca de su desobediencia? ¿Qué acerca de su rechazo a Dios como rey de su nación y a Jesús como rey de sus corazones? ¿No ha anulado su desobediencia las promesas de Dios? Otra vez, Pablo trata específicamente con este asunto. El pregunta, “¿Pues qué, si algunos de ellos han sido incrédulos? ¿Su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios?” (Ro. 3:3). Y otra vez, durante siglos la Iglesia ha respondido, “¡Sí!”. Pero no Pablo. El responde diciendo, “¡De ninguna manera! Antes bien sea Dios veraz y todo hombre mentiroso” (Ro. 3:4).

Pablo llega a estar tan abrumado por la gracia de Dios al nunca darse por vencido con los judíos, que finalmente prorrumpe en una exclamación extática: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos!” (Ro. 11:33).

Cuando empecé a predicar acerca del amor de Dios hacia el pueblo judío y de Su determinación absoluta de traer a salvación a un gran remanente, a pesar de su terquedad y rebelión, mi esposa me dijo: “¡Me haces querer ser un judío!”. Yo le respondí diciendo: “No cariño, no querrías ser un judío, porque las posibilidades abrumadoras son de que tendrías un velo espiritual que impediría que reconocieras a Jesús como tu Mesías” (2 Cor. 3:14-16).

Luego le señalé que Dios no está haciendo algo por el pueblo judío que El no esté dispuesto a hacer por cualquiera. Los judíos, de nuevo, son simplemente un testigo del deseo de Dios de que todas las personas vengan al arrepentimiento y sean salvas (2 P. 3:9). Dios no se “lava Sus manos” de cualquiera. El persigue y persigue, intentando traernos al final de nosotros mismos para que nos volvamos a El en arrepentimiento y seamos salvos. Eso es exactamente lo que le va a pasar al remanente judío al final de la Tribulación. Aquí está como lo puso el profeta Malaquías en Malaquías 3:2-4: “¿Y quién podrá soportar el tiempo de Su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando El se manifieste? Porque El es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se asentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos”.

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Traducción y diagramación: Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
God and the Jews

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Por qué un Milenio?

¿Realmente necesita Jesús regresar a la tierra para reinar?



Cuando empecé a estudiar la profecía bíblica, la pregunta, “¿Qué propósito cumpliría el Milenio?”, realmente me molestaba. La Palabra claramente enseña que el Señor va a regresar a esta tierra para reinar por mil años. Pero yo seguía preguntando, “¿por qué?”

Desde entonces he descubierto que la mayoría de los amilenialistas sienten de esa misma forma. Ellos preguntarán, “¿por qué querría el Señor regresar a este mundo putrefacto? ¿Cuál posiblemente podría ser Su propósito para regresar a este mundo para reinar por mil años? ¿Por qué necesitan el Señor o el mundo un Milenio?”


Mi estudio de la Palabra me ha llevado a la conclusión de que Dios tiene varios propósitos de vital importancia para el Milenio.

Promesas a los judíos

La primera razón por la que debe haber un Milenio es que Dios ha hecho promesas a los judíos que El cumplirá durante esa época.

Dios ha prometido que El reunirá en la tierra de Israel al remanente de judíos que acepten a Jesús como su Mesías al final de la Tribulación (Ezequiel 36:22-28 y Zac. 10:6-9). El derramará Su Espíritu sobre este remanente (Is. 32:15; 44:3), aumentará grandemente su número y su tierra (Ez. 36:10-11; 48:1-29) y los hará la nación más importante de todo el mundo (Is. 60-62).

Servirán como una lección objetiva de la gracia y la misericordia que Dios otorga a aquéllos que se vuelven a El en arrepentimiento: “Y sucederá que como fuisteis maldición entre las naciones, oh casa de Judá y casa de Israel, así os salvaré y seréis bendición” (Zac. 8:13).

Zacarías dice que las bendiciones de Dios sobre el remanente judío serán tan grandes en esos días que “…diez hombres de las naciones de toda lengua tomarán del manto a un judío diciendo: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros’” (Zac. 8:23).

Promesas a la Iglesia

Una segunda razón para el Milenio se relaciona con una promesa que Dios ha hecho a la Iglesia. Dios ha prometido que los Redimidos en Cristo reinarán sobre todas las naciones del mundo.

Esta promesa fue dada a través del profeta Daniel en las siguientes palabras: “Y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:27).

En el Nuevo Testamento, Pablo repitió la misma promesa en los términos más sencillos: “Si sufrimos, también reinaremos con él” (2 Ti. 2:12). Jesús afirmó la promesa en Su carta a la iglesia de Tiatira cuando escribió: “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro…” (Ap. 2:26-27).

Cuando Juan fue llevado al Cielo para visitar el salón del trono de Dios, escuchó una hueste celestial entonando un cántico que contenía el siguiente versículo: “Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Ap. 5:10).

Esta promesa a la Iglesia de dominio mundial va a ser cumplida durante el Milenio. Eso es a lo que Jesús se estaba refiriendo en el Sermón del Monte cuando dijo: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mt. 5:5).

Jesús reinará como rey del mundo desde el Monte Sión en Jerusalén (Is. 24:23 y Zac. 14:9). Los Redimidos, en sus cuerpos glorificados, le ayudarán con Su reinado sirviendo a nivel mundial como administradores, jueces y tutores espirituales de aquéllos que entren en la carne al reino – y de sus hijos (Dn. 7:18,27; Jer. 3:15; Lc. 19:11-17)

Promesas a las naciones

Dios ha prometido que vendrá un tiempo cuando las naciones serán provistas con su más grande sueño – a saber, la paz mundial. Éste ha sido un sueño internacional desde el comienzo del tiempo, pero ha demostrado ser imposiblemente evasivo.

Conferencia de paz tras conferencia de paz han sido llevadas a cabo. Múltiples tratados han sido firmados. Organizaciones mundiales han sido formadas. Y aún, la guerra continúa causando estragos a las naciones.

Dios ha prometido darle a la Humanidad y a la tierra un descanso de sus guerras. Pero esa paz no vendrá hasta que el Príncipe de la Paz regrese. Sólo entonces las naciones “volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces”. Sólo entonces veremos el sueño de un mundo donde “no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Is. 2:4).

Dios ha prometido que inundará la tierra con paz, rectitud, justicia y santidad:La tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (Is. 11:9). Incluso las campanillas en los frenillos de los caballos y las ollas de las cocinas llevarán la inscripción “Santidad a Jehová” (Zac. 14:20,21).

Estas gloriosas promesas de paz, reposo y rectitud serán cumplidas durante el Milenio.

Promesas a la Creación

Dios también ha hecho promesas a Su creación, las que cumplirá durante el Milenio. Dios ha prometido remover la maldición que puso sobre la creación debido al pecado del Hombre. Él ha prometido liberar a la creación de su atadura de corrupción y restaurarla a su belleza, balance y paz originales (Ro. 8:18-23).

Los animales carnívoros se convertirán en herbívoros (Is. 11:6). Los animales mortíferos dejarán de ser venenosos (Is. 11:8-9). El reino vegetal florecerá y producirá abundantemente (Is. 35 y Ez. 34:25.31). La tierra de Israel será transformada tan radicalmente que los visitantes proclamarán en asombro: “Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén” (Ez. 36:35).

Promesas a Jesús

La razón más importante para el Milenio es que Dios va a usarlo para cumplir las promesas que ha hecho a Su Hijo.

Dios le ha prometido a Jesús que será glorificado en la historia para compensarlo en parte por Su humillación en la historia. La Biblia dice a quemarropa que Jesús regresará para manifestar Su gloria (Is. 24:23; 66:18-19; 2 Tes. 1:7-10).

Dios también ha prometido que le dará a Jesús dominio sobre todo el mundo y que El reinará sobre todas las naciones desde el Monte Sión en Jerusalén (Dn. 7:13-14; Is. 2:2-4; Zac. 14:1-9).

El Salmo 2 presenta un buen resumen de estas promesas. Comienza examinando la rebelión de los líderes políticos del mundo contra Dios y Su Hijo, mencionado en el pasaje como “Su Ungido” (versículos 1-2). Este salmo describe el desprecio de éstos hacia el Señor (versículo 3).

Pero el salmo dice que Dios está sentado en los cielos y se ríe y se burla de ellos porque El ha señalado un día de cuentas cuando “los aterrará en Su furor” (versículo 5). Ese será el día cuando El ponga a Jesús como “Rey sobre Sión” (versículo 6).

Después habla Jesús y cuenta de la promesa que Su Padre le ha hecho: “Yo publicaré el decreto; el Señor me ha dicho: Mi Hijo eres Tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro…” (Salmo 2:7-9).

Debe mantenerse presente que Jesús actualmente es un “rey en espera”. Al igual que el Rey David, quien tuvo que esperar muchos años después de que fue ungido antes de que pudiera convertirse en rey de Israel, Jesús ha sido ungido Rey de reyes y Señor de señores, pero aún no ha empezado a gobernar.

Actualmente está actuando como nuestro Sumo Sacerdote ante el trono de Dios (Heb. 8:1). El está esperando la orden de Su Padre para regresar y reclamar todos los reinos de este mundo (Heb. 2:5-9 y Ap. 19:11-16).

Una razón final

Hay otro propósito para el Milenio que debería tenerse en cuenta. Creo que Dios va a usar el Milenio para demostrarle al Hombre de una vez por todas que la religión de Satanás, el Humanismo, está totalmente en bancarrota.

Todos los Humanistas, sin importar su etiqueta política o teológica, coinciden en que la fuente del mal en el mundo es externa al Hombre. Miran al mal arraigado en la corrupción de la sociedad. Creen que la solución a todos los problemas del Hombre puede encontrarse en una reforma social.

Tome, como un ejemplo, su actitud hacia el crimen. Ellos creen que la sociedad es la causa raíz del crimen. Todo lo que tenemos que hacer para eliminar el crimen, argumentan, es proveerles a las personas un trabajo garantizado que les suplirá el ingreso suficiente, de modo que puedan vivir en un bonito suburbio.

Pero tales reformas no transforman la naturaleza básica de las personas. En el gueto, un hombre pagará 25 dólares por una prostituta. En el suburbio, perseguirá a la esposa de su vecino. En el gueto, lanzará una piedra a una ventana y robará un aparato de televisión. En el suburbio, se pondrá su traje de tres piezas, irá a la oficina, manipulará la computadora y desfalcará un millón de dólares.

Usted no cambia la naturaleza básica de las personas cambiando su ambiente. Cambiar su ambiente simplemente los convierte en pecadores más sofisticados.

El enfoque Humanista es absolutamente contrario a las Escrituras. La Palabra de Dios enseña que la fuente del mal está arraigada en la naturaleza caída del Hombre y que es el Hombre, no la sociedad, quien necesita ser cambiado (Gn. 8:21; Jer. 17:9-10; Mr. 7:20-23). La Palabra también enseña que la única manera en que este cambio puede ocurrir es a través de la labor del Espíritu Santo dentro de una persona que ha puesto su fe en Jesús.

Dios va a demostrar este punto usando el Milenio como un gran laboratorio experimental. Va a colocar a la Humanidad en un ambiente perfecto de paz y prosperidad durante mil años. Satanás estará atado. La rectitud abundará.

Sin embargo, al final, cuando Satanás sea soltado, la mayoría de las personas se unirán a él cuando llame a las naciones a rebelarse contra Jesús (Ap. 20:7-10). El Milenio demostrará que el Hombre no necesita una nueva sociedad, sino un nuevo corazón.

Esencial para el Plan Maestro

El Milenio es esencial para el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha hecho a los judíos, la Iglesia, las naciones y la creación.

También es esencial para Su determinación de demostrar que la fuente de todo mal es la naturaleza caída del Hombre, no la corrupción de la sociedad, y que la única esperanza para este mundo es Jesús, no reformas políticas.

Más importante, el Milenio es esencial para el propósito de Dios de glorificar a Su Hijo. El va a manifestar la gloria de Jesús ante Sus santos redimidos y ante todas las naciones del mundo.

“Se acordarán, y se volverán a Jehová todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Porque de Jehová es el reino y El regirá las naciones… La posteridad le servirá.; esto será contado de Jehová hasta la postrera generación. Vendrán y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que El hizo esto” (Salmo 22:27-31).

La Fidelidad de Dios

El Creador de este universo es un Dios de pactos que es fiel a todas Sus promesas. El no puede mentir (Heb. 6:18). El no puede olvidar una promesa (Dt. 4:31). El es fiel incluso cuando nosotros somos infieles (2 Ti. 2:13)

Así como El cumplió todas las promesas relacionadas con la Primera Venida de Su Hijo, El va a cumplir todas aquéllas que se relacionan con Su Segunda Venida, incluyendo la promesa de un reinado milenial.

Muchos en la Iglesia pueden ignorar Sus promesas aún no cumplidas. Otros pueden haberlas olvidado. Pero Dios no lo ha hecho. El pretende cumplir cada una de ellas.

Tenemos el privilegio de vivir en una época en la que podemos ser testigos de la forma en que Dios está orquestando los eventos de este mundo hacia el cumplimiento de todas las promesas en Su plan maestro.

Engrandeced a nuestro Dios.
El es la Roca, cuya obra es perfecta,
Porque todos sus caminos son rectitud;
Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en El;
Es justo y recto.
(Dt. 32: 3b-4)

Preguntas rápidas acerca del Milenio

1) ¿Quiénes poblarán la tierra durante el Milenio?

A aquéllos que estén vivos al final de la Tribulación y que hayan aceptado a Jesús como su Señor y Salvador se les permitirá entrar al Milenio en la carne (Mt. 25:3-46). Todos los incrédulos sobrevivientes serán consignados a la muerte (Lc. 17:26-37).

Éste será un pequeño número de personas, porque la mayoría de aquellos que pongan su fe en Jesús durante la Tribulación serán martirizados por su fe (Ap. 7:9-14).

Los creyentes que entren al Milenio en la carne empezarán a propagarse, y la población del mundo crecerá exponencialmente. La razón por la que el crecimiento será tan rápido se deberá a que los lapsos de vida se expandirán y la muerte será reducida.

Isaías dice que la gente vivirá tanto como un árbol
(Is. 65:22) y ya no habrá más infantes que vivan sólo unos pocos días (Is. 65:20). Aquéllos que mueran a los 100 años de edad serán considerados jóvenes y sólo aquéllos que rechacen aceptar al Señor morirán a esa edad (Is. 65:20). La implicación de la profecía de Isaías es que durante el Milenio el lapso de vida de aquéllos en la carne regresará a cómo era antes del diluvio, cuando las personas vivían entre 800 y 1000 años. Si esto es así, entonces para el final del Milenio la población de la tierra podría exceder fácilmente los 6 billones actuales.

2) ¿El Milenio se llevará a cabo en esta tierra o en una nueva?

El reinado Milenial de Jesús se llevará a cabo sobre esta tierra, pero la tierra será grandemente cambiada en su naturaleza.

La primera tierra, la tierra de Adán y Eva, era perfecta. No había plantas o animales venenosos. No había animales carnívoros. No había cataclismos naturales como terremotos, maremotos o huracanes. El Hombre y la naturaleza vivían juntos en perfecta armonía.

Pero cuando el Hombre pecó, Dios puso una maldición sobre la tierra y la naturaleza de la tierra cambió radicalmente. La muerte entró al mundo. La naturaleza se volvió contra la Humanidad. Esta nueva tierra, la número 2, existió hasta la época de Noé.

Cuando ocurrió el diluvió universal, esta segunda tierra fue “destruida” (2 P. 3:6) en el sentido que cambió radicalmente otra vez. La capa de vapor de la tierra colapsó, su masa terrestre se separó en continentes, la tierra giró sobre sus ejes y la presión del agua forzó la formación de nuevas cordilleras montañosas. Hemos estado viviendo en la tierra número tres desde entonces.

Cuando Jesús regrese a reinar, la tierra cambiará radicalmente una vez más. Los agentes de cambio serán terremotos y fenómenos sobrenaturales en los cielos (Ap. 6:12-14). Todas las islas serán movidas (Ap. 16:18-20). Cada valle será alzado y cada monte será reducido (Is. 40:4). La topografía de Israel cambiará radicalmente, con Jerusalén convirtiéndose en el lugar más alto sobre la tierra (Is. 2:2)


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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original:
Why a Millennium?

sábado, 28 de febrero de 2009

Cómo reconocer a un falso profeta

Por Dr. David R. Reagan

Los falsos profetas están hoy por todo el panorama, y son una señal de los tiempos que apuntan al cercano regreso de Jesús.

Jesús mismo advirtió de los falsos profetas en los tiempos del fin. Su discurso más detallado acerca de las señales del tiempo del fin está registrado en Mateo 24. En ese pasaje la primer señal que menciona es falsos profetas (Mt. 24:4-5). Su advertencia fue tajante y franca: “Muchos profetas se levantarán, y engañarán a muchos”.

El apóstol Pablo hizo eco de la advertencia del Señor cuando habló a los ancianos de la iglesia en Éfeso. Aquí está tal como él lo puso, según lo registrado en Hechos 20:28-31: “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño… Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad”.

Pedro y Juan también advirtieron contra los peligros de los falsos profetas. Pedro aseguró que los falsos profetas “introducirían herejías destructoras, y aun negarían al Señor” (2 P. 2:1). Juan exhortó a sus hermanos a “probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Jn. 4:1)

Juan procedió a proporcionar una prueba que debería hacerse a los profetas. El dijo que se les debe pedir que confiesen que “Jesucristo ha venido en carne” y que El es de Dios (1 Jn. 4:2). El prosiguió a afirmar que cualquiera que rechace confesar que Jesús es de Dios tiene el “espíritu del anticristo” (1 Jn. 4:3).

La prueba del Antiguo Testamento para un profeta está estipulada en Deuteronomio 18:22“Si el profeta hablare en nombre de Jehová, y no se cumpliere lo que dijo, ni aconteciere, es palabra que Jehová no ha hablado; con presunción la habló el tal profeta…”

Ésta, por supuesto, es una prueba obvia. Pero, ¿qué si la profecía se cumple? ¿Garantiza eso que el profeta está hablando por Dios? No necesariamente. La razón es que una palabra profética puede cumplirse por coincidencia o debido a una percepción sobrenatural dada al profeta por Satanás. Así que debe haber otras pruebas.

Pruebas adicionales

1. ¿Habla el profeta en nombre de un dios distinto al verdadero Dios revelado en las Escrituras?

Si un profeta habla en nombre de Alá, o Baal o Vishnu, puede estar seguro que es un falso profeta.

“Cuando se levantare en medio de ti profeta..., y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabra del tal profeta…; porque Jehová vuestro Dios os está probando” (Dt. 13:1-3)

2. ¿Pasa el mensaje del profeta la prueba de las Escrituras?

Si un profeta le dice que usted puede ser salvo poniendo su fe en María, la madre de Jesús, puede tener la seguridad de que no es un vocero de Dios.

“Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8)

3. ¿Manifiesta la vida del profeta un compromiso a la santidad?

Si un profeta vive una vida pecaminosa, debe dudarse de sus profecías.

“Y en los profetas de Jerusalén he visto torpezas; cometían adulterio, y andaban en mentiras… Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos contra aquellos profetas: He aquí que yo les hago comer ajenjos, y les haré beber agua de hiel…” (Jeremías 23:14-15)

4. ¿Produce la enseñanza del profeta el fruto del Espíritu? (Gálatas 5:22-23)

Si los seguidores del profeta son motivados a vivir mundanamente, el profeta no habla de parte de Dios.

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis… No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar malos frutos” (Mt. 7:15-16, 18)

5. ¿Enfatiza el profeta visiones vanas?

Si el profeta se enfoca en visiones personales con percepciones sensacionales (visitas al Cielo o al Infierno, por ejemplo), debe desconfiarse de sus palabras.

“Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal” (Colosenses 2:18)

6. ¿Pronuncia el profeta sólo mensajes positivos?

Si el profeta nunca hace una llamada al arrepentimiento, debe sospecharse de él.

“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: No escuchéis las palabras de los profetas que os profetizan; os alimentan con vanas esperanzas; hablan visión de su propio corazón, no de la boca de Jehová. Dicen atrevidamente a los que me irritan: Paz tendréis… Dicen: No vendrá mal sobre vosotros" (Jeremías 23:16-17)

7. ¿Aparenta el profeta ser codicioso de ganancias monetarias?

Si el profeta opera en una forma que parezca que su mayor interés es el dinero, tiene que ser evitado.

“…Porque desde el más pequeño hasta el más grande cada uno sigue la avaricia; desde el profeta hasta el sacerdote todos hacen engaño. Y curaron la herida de la hija de Mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz” (Jeremías 8:10-11)

8. ¿Se enfoca el profeta en la exaltación de Jesús?

Si un profeta intenta atraer la atención hacia él mismo o se enfoca en el Anticristo o lo sensacional, él debe ser cuestionado.

“El testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” (Ap. 19:10)

Una y otra vez, la Palabra de Dios nos ordena que probemos todos los mensajes con el fin de que no seamos engañados o extraviados. Pablo impulsó a la gente de Berea a que probaran todo lo que él les había enseñado, y ellos lo hicieron así “examinando cada días las Escrituras” para ver si lo que él estaba enseñando era escritural (Hechos 17:10-11). ¡Pablo era un apóstol! Cuánto más deberíamos probar por el estándar de la Palabra de Dios todas las enseñanzas que oímos.

La tragedia es que la mayoría de los cristianos profesantes de hoy son incapaces de probar algo debido a que son bíblicamente ignorantes. Hay una hambre de la Palabra en la mayoría de las iglesias de hoy (Amós 8:11), ya que las personas están siendo alimentadas con una dieta de psicología y pensamiento positivo.


¿Qué acerca de usted? ¿Estudia la Palabra diariamente? ¿Es capaz de probar doctrinas por medio de las Escrituras? Si no es así, entonces usted es un blanco fácil para el engaño. “Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tes. 5:21).


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Traducción y diagramación por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original

domingo, 22 de febrero de 2009

¿Es el Rapto...

"...una enseñanza traída del mismo Infierno"?


Dejemos que sea la Palabra de Dios quien responda esta pregunta:


Mateo 24:36

Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino sólo a mi Padre.


Mateo 25:1-6

Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo, salid a recibirle!


Marcos 13:33-37

Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.


Romanos 13:11, 12

Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.


Romanos 16:20

Y el Dios de paz aplastará en breve a Satanás bajo vuestros pies. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vosotros.


1 Corintios 1:7

De tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.


Filipenses 3:20

Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.


Filipenses 4:5

Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.


1 Tesalonicenses 1:10

Y esperar de los cielos a Su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera.


1 Tesalonicenses 5:6

Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios


1 Timoteo 6:14

Que guardes el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo.


Tito 2:13

Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.


Hebreos 9:28

Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.


Hebreos 10:24, 25

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.


Hebreos 10:37

Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará.


Santiago 5:7-9

Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador, espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.


1 Pedro 1:13

Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado.


1 Pedro 4:7

Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración.


Judas 21

Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.


Apocalipsis 3:11

He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.


Apocalipsis 22:7

¡He aquí vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.


Apocalipsis 22:20

El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.


Estimado lector, ¿usted a quién esperará: a Jesucristo o al Anticristo?


domingo, 15 de febrero de 2009

Reflexiones acerca de las Elecciones del 2008

¿Cómo deben los creyentes enfrentar el futuro?



Nuestra nación acaba de elegir al Presidente más pro aborto, pro-homosexual, anti-capitalista y anti- Israel en nuestra historia. En resumen, Dios nos ha dado la clase de líder que merecemos – la clase por la que hemos estado rogando. El nuevo Presidente ahora tiene el poder para poner sobre esta nación su impresión secular radical para las siguientes décadas, a través del nombramiento de activistas liberales para la Corte Suprema. Temo que nuestra nación ha sido cambiada irremediablemente para lo peor.

Dos factores en esta elección fueron particularmente decepcionantes para mí. El primero fue el hecho que sólo el 59% de los votantes elegibles se molestaron en votar. Eso fue menor que en la pasada elección presidencial. ¿Cómo pudieron las personas ser tan apáticas en una elección tan importante? La segunda estadística de votación que me golpeó fuertemente fue la revelación que entre los auto-identificados Evangélicos, la mayoría votó de acuerdo con consideraciones económicas en lugar de las morales. Los males financieros de nuestra nación no van a ser resueltos por alguna estrategia económica, ya que están enraizados en nuestra rebelión espiritual contra Dios. No podemos matar bebés en las matrices de sus madres, promover matrimonios entre personas del mismo sexo, producir películas y programas de TV asquerosos, adorar al dólar y presionar a Israel para que ceda el corazón de su tierra; y esperar que Dios bendiga nuestra economía. Nuestra economía será sanada sólo cuando como nación nos pongamos a cuenta con Dios.

En el año 2003, escribí un libro acerca de los Estados Unidos en la profecía bíblica. Se titulaba, “America the Beautiful?”. En ese libro, presenté varios escenarios para explicar el porqué los Estados Unidos no estaban mencionados en la profecía bíblica de los tiempos del fin. En esa ocasión declaré que el que yo pensaba que sería el más probable sería un catastrófico colapso financiero.

Esa conclusión estaba basada en el hecho de que el dinero se ha convertido en el dios de nuestra nación y que el verdadero Dios de este mundo es un Dios celoso. Sentí como que si nuestro Creador tocaría tarde o temprano nuestro falso dios y lo destruiría si no nos arrepentíamos.

El 29 de septiembre (2008) cuando el mercado de valores cayó 777 puntos en la víspera de Rosh Hashanah (el Nuevo Año Judío), pude ver la mano de Dios en todo el evento.

El número de puntos que el mercado de valores cayó es significativo. Siete es el número de perfección y culminación. Fue en el séptimo día que Dios descansó de sus actividades de la Creación. Seis es el número del hombre, porque fue en el sexto día que el hombre fue creado. 666 es el símbolo satánico del Hombre exaltado. 777 es el símbolo espiritual de la Trinidad.

La sincronización del derrumbe del mercado de valores también fue significativo puesto que cayó en la víspera de una fiesta judía importante. George W. Bush fue el primer presidente en demandar el establecimiento de un estado Palestino en el corazón de la tierra de Israel. Joel 3:2 dice que Dios juzgará severamente en los tiempos del fin a cualquier nación que intente dividir la tierra de Israel.

Cómo trata Dios con las naciones

Tal como señalé en mi libro acerca de los Estados Unidos en la profecía, la Biblia revela que Dios tiene un patrón para tratar con las naciones. El es el que las crea, y El es quien decide cuándo tienen que dejar de existir. El las bendice mientras sean obedientes a Su Palabra y las disciplina cuando se extravían de Su Palabra. En primer lugar, Su disciplina tomará la forma de elevar voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. Si esto falla, El recurrirá a juicios correctivos. Esos juicios pueden tomar muchas formas, tales como desastres naturales, calamidades económicas y derrotas en guerras. Y algunas veces, un juicio correctivo puede tomar la forma de darle a una nación la clase de liderazgo maligno que se merece. Si la nación sigue negándose a arrepentirse, Dios la llevará del juicio a la destrucción.

Dios empezó a llamar a esta nación al arrepentimiento después de la revolución cultural de los años 60. Él levantó voces proféticas como David Wilkerson y, cuando no prestamos ninguna atención, El empezó a poner juicios correctivos sobre nuestra nación. Los ataques del 9/11 fueron una llamada de alerta muy importante. No es ningún accidente que esos ataques fueron contra las Torres Gemelas en la Ciudad de Nueva York y el Pentágono en Washington, D. C. – los símbolos de la riqueza y el poder de América.

Pero tal como una persona soñolienta que está muy grogui para despertarse, simplemente apagamos el despertador, nos dimos la vuelta y nos volvimos a dormir. El Huracán Katrina fue otra llamada nacional a despertar, en respuesta a que forzamos a Israel a retirarse de Gaza. Y ahora, Dios ha tocado nuestro dios, y nuestra economía está en ruinas. La perspectiva de que mejore es muy escasa. El Presidente recién electo ha prometido mayores impuestos y tarifas proteccionistas. La última vez que un Presidente recurrió a tales medidas en respuesta a una crisis financiera, el resultado fue la Gran Depresión.


La respuesta de los Cristianos

¿Qué vamos a hacer como cristianos frente a tales reveses para nuestra nación? Debemos orar y apoyar la justicia. Debemos orar por avivamiento nacional y, al mismo tiempo, debemos estar dispuestos a asumir una postura por la justicia hablando valientemente acerca de la pudrición moral que ha infectado el alma de nuestro país. Necesitamos orar para que Dios frustre, confunda y derrote todos los esfuerzos por secularizar más nuestra nación y promover la inmoralidad.

También necesitamos orar por la salvación de nuestro nuevo Presidente y la de todos los miembros de su familia. A pesar de sus aseveraciones al contrario, Barack Obama no es un cristiano ni nunca lo ha sido. Puedo decir eso con seguridad porque él es un miembro de la denominación cristiana más liberal, la Iglesia Unida de Cristo. Esta es una iglesia que niega la divinidad de Jesús y niega Su declaración de Juan 14:6 de que El es el único camino hacia Dios. Nadie puede ser salvo apartado de Jesús y nadie puede ser salvo poniendo su fe en un falso Jesús.

Otra prioridad de oración debería ser Israel. Oremos que Dios levantará un nuevo líder en Israel quien tendrá la fuerza para estar firme contra la presión Americana de entregar el corazón del país a los enemigos de Dios.


¿Arrepentimiento o destrucción?

Algunos de los versículos más tristes en la Biblia son los referentes al destino de la nación de Judá. Están registrados en 2 Crónicas 36:15-17:

15. Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de Sus mensajeros, porque El tenía misericordia de Su pueblo y de Su habitación.

16. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban Sus palabras, burlándose de Sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra Su pueblo, y no hubo ya remedio.

17. Por lo cual trajo contra ellos al rey de los caldeos, que mató a espada a sus jóvenes en la casa de su santuario, sin perdonar joven ni doncella, anciano ni decrépito; todos los entregó en sus manos.

Éste será nuestro destino como nación si continuamos con nuestra rebelión contra Dios y Su Palabra. Mantenga en mente que, así como a Judá, nuestro destino será uno severo si nos negamos a arrepentirnos, porque a quien mucho se le da, mucho se le demandará (Lc. 12:48). También se nos dice que Dios devuelve el doble por los pecados de aquellos que son bendecidos ricamente (Isaías 40:2)


Enfrentando el Futuro

¿Deberíamos enfrentar el futuro con desesperación? ¡No! Estamos viviendo en la era más significante desde la Primera Venida del Mesías. Estamos viviendo en la temporada del retorno del Señor. Tenemos el privilegio de atestiguar el cumplimiento de las profecías de los tiempos del fin por todo nuestro alrededor, profecías que apuntan al cercano retorno de nuestro Señor. Adelante hay días oscuros para nuestra nación y el mundo. Los cristianos en particular, estamos enfrentando el incremento de la persecución. Necesitamos forjar nuestras mentes y fijar nuestra esperanza en cosas eternas, tal como hizo el profeta Daniel cuando fue forzado a vivir en una sociedad perversa. Necesitamos fortalecer nuestra armadura espiritual a través de la oración y la inmersión en las Escrituras.

Y necesitamos recordar que el Salmo 2 dice que Dios se sienta en los cielos y se ríe de las maquinaciones de los líderes políticos del mundo. No se ríe porque no le importa. El se ríe porque tiene la sabiduría y el poder para orquestar todo el mal de Satanás y el Hombre para el triunfo de Su perfecta voluntad en la historia. Y esa voluntad es que Jesucristo reinará en gloria y majestad desde el Monte Sión en Jerusalén, y el mundo entero será inundado con justicia y paz, como las aguas cubren los mares.

¡Maranatha! (1 Cor. 16:22)

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Traducción y diagramación por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe

Artículo original: Thoughts about the 2008 Election
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