Por Dr. David R. Reagan
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¿Qué tema más importante podría haber que el de la eternidad? Cada persona que haya vivido o que está viva hoy tiene un destino eterno, el cielo o el infierno.
Los ateos niegan esto. Su mayor esperanza es que no haya nada después de la muerte (¡Qué esperanza!). Pero su negación tanto del cielo como del infierno, es inútil. Viola nuestra naturaleza básica, porque uno de los instintos con los que nacemos es la sensación de que hay algo más allá de esta vida.
La Biblia dice que Dios ha puesto la eternidad en nuestros corazones (Eclesiastés 3:11), así como nos ha dado un conocimiento instintivo de que Él existe (Romanos 1:19 y 2:14-15).
Por eso, la Biblia nos exhorta a vivir con una perspectiva eterna (Salmos 139:23-24). Debemos poner nuestra mente “en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:2). Se nos advierte que no nos enamoremos del mundo, ni de las cosas del mundo, porque se nos dice que, si amamos al mundo, el amor de Dios no está en nosotros (1 Juan 2:15-16).
Sin embargo, la Iglesia de hoy está llena de cristianos profesantes que se aferran a este mundo como si fuera su única esperanza. ¿Por qué?
Creo que la causa fundamental es la ignorancia de lo que la Palabra de Dios tiene que decir acerca de lo que sucede después de la muerte. Y ese problema, a su vez, se debe al hecho de que la mayoría de los pastores evitan enseñar y predicar la profecía bíblica.
Déjenme decirlo de otra manera: ¿Cómo puedes emocionarte con algo de lo que no sabes nada?
Promesas Increíbles
La profecía bíblica está llena de gloriosas promesas sobre el futuro del creyente después de la muerte — tan gloriosas, de hecho, que el apóstol Pablo se sintió movido a escribir: “Pues considero que los sufrimientos de este tiempo presente no son dignos de ser comparados con la gloria que nos ha de ser revelada” (Romanos 8:18). ¡Eso es una gran verdad!
Conozco a personas que están sufriendo mucho en esta vida de problemas emocionales, impedimentos físicos y enfermedades de varios tipos. Sin embargo, Pablo declara que, sin importar lo que podamos sufrir, no se puede comparar con las gloriosas bendiciones que aguardan a quienes han puesto su confianza en Jesús como su Señor y Salvador.
Pablo repite este increíble pensamiento en 1 Corintios 2:9, donde afirma (NTV):
Ningún ojo ha visto,
ningún oído ha escuchado,
ninguna mente ha imaginado
lo que Dios tiene preparado
para quienes lo aman.
Puedo garantizarte una cosa con seguridad: Si alguna vez dedicas tiempo a buscar las promesas de la Palabra de Dios para los creyentes después de que mueren, te desenamorarás de este mundo miserable y comenzarás a anhelar con todo tu corazón el cielo.
En lugar de sentirte cómodo con este mundo, sentirás que eres un peregrino que pasa a través de una tierra extraña en ruta hacia tu verdadero hogar, uno eterno en el cielo. Y, cuando llegue el momento de que te vayas de este mundo, morirás con una sonrisa en el rostro.
¿Por Qué Este Libro?
El propósito de este libro es desafiarte a vivir con una perspectiva eterna. En el proceso, espero que te entusiasmes con las promesas de Dios para tu vida futura después de la muerte. Y con respecto a la muerte, oro para que este libro te libere de cualquier temor a ella.
A menos, por supuesto, que seas una persona que nunca ha recibido a Jesús como tu Señor y Salvador. Si esa es tu situación, entonces deberías temer mucho a la muerte y a las consecuencias que vendrán.
Todos nosotros estamos destinados a estar un día ante nuestro Creador y ser juzgados por todo lo que hemos pensado, dicho o hecho en esta vida (Eclesiastés 12:14).
Si has puesto tu fe en Jesús como tu Señor y Salvador, Dios te verá como inocente y digno del cielo, porque tus pecados habrán sido perdonados y olvidados. Pero, si has puesto tu confianza en ti mismo y en tus buenas obras, serás hallado culpable y serás condenado al infierno.
¿Cuál será para ti? ¿El cielo o el infierno?
Examinemos en la Palabra de Dios ideas acerca de la eternidad, y comencemos examinando nuestra actitud acerca de la muerte.
Dr. David R. Reagan
Allen, Texas
Verano de 2023
Traducido por Donald Dolmus
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