¿Ha reemplazado la Iglesia a Israel?
El argumento que la Iglesia es el cumplimiento de todas las profecías de la Biblia acerca del Reino no es el único error del Amilenialismo. Un error igual de serio es la aseveración que la Iglesia ha sustituido a Israel. A esto se le llama Teología del Reemplazo.
El argumento por lo general va así: “Dado que los judíos rechazaron a Jesús como su Mesías, Dios los rechazó a ellos. El derramó Su ira sobre ellos, los esparció por toda la tierra y transfirió las promesas hechas a ellos al ‘Israel Espiritual’, la Iglesia. Dios ya no tiene ningún propósito para los judíos. El reestablecimiento del moderno Israel es, por lo tanto, simplemente un accidente de la historia sin un significado espiritual”.
Este punto de vista es sostenido por la mayoría de las principales denominaciones liberales antiguas como los Metodistas, Presbiterianos y Episcopales. También es sostenido por algunos grupos conservadores como las Iglesias de Cristo y la Iglesia de Dios de Anderson, Indiana. Defensores de este enfoque pueden encontrarse incluso entre los Bautistas del Sur, aunque la mayoría de los Bautistas lo rechazan.
Yo afirmo que el enfoque es completamente antibíblico.
La posición de los judíos con Dios
No hay duda que en el Primer Siglo Dios derramó Su ira sobre el pueblo judío en respuesta a su rechazo de Su Hijo, Jesús, como su Mesías. Y no hay duda de que hasta este día han permanecido bajo la disciplina de Dios. Pero eso no significa que hayan sido rechazados por Dios.
Dios ama al pueblo judío, incluso en su rebelión. En el eterno Pacto Abrahámico, Dios le dijo a Abraham que El bendeciría a aquéllos que bendijeran a Israel y maldeciría a aquéllos que los maldijeran (Gn. 12:3). De forma similar, El le dijo al profeta Zacarías que el que toca a Israel, “toca la niña de Sus ojos” (Zac. 2:8).
Isaías proclamó que Dios nunca podría olvidar a Israel porque El los tiene “esculpido en las palmas de Sus manos” (Is. 49:14-16). Jeremías declaró que el pueblo judío existiría como nación por siempre (Jer. 31:36). Y profeta tras profeta afirmaron que, en los tiempos del fin, un gran remanente de los judíos será salvo cuando acepten a Jesús como su Mesías (Is. 10:20-22; Jer. 31:1-7; 31-34; Ez. 6:8-10; Dn. 12:1; Os. 2:14-20; Jl. 2:31-32; Mq. 7:18-20; Sof. 3:12-13 y Zac. 12:10).
El Punto de vista de Pablo
“Pero”, dicen los amilenialistas, “todas estas promesas fueron anuladas por el rechazo de los judíos de Jesús como su Mesías”. Esta afirmación explica el porqué los capítulos 9 al 11 de Romanos han sido los capítulos más ignorados y despreciados del Nuevo Testamento a través de la historia de la Iglesia. A menudo, estos capítulos son simplemente desestimados como un “paréntesis irrelevante” en el libro de Romanos.
Pero la verdad es que son cualquier cosa menos eso. En estos capítulos, Pablo usa al pueblo judío como el ejemplo por excelencia de la gracia de Dios. A pesar de su historia de rebelión contra la voluntad de Dios, y su continuada rebelión, Pablo enseña que Dios aún los ama, todavía tiene un propósito para ellos y todavía está determinado a traer a la salvación en Jesús a un gran remanente de ellos.
De hecho, Pablo repudia la Teología del Reemplazo incluso antes de que llegue a estos capítulos. El empieza el capítulo 3 con dos preguntas retóricas:
1. ¿Tienen los judíos alguna ventaja con Dios?
2. ¿Ha anulado su incredulidad la fidelidad de Dios?
Históricamente, la Iglesia ha respondido la primer pregunta con un “¡No!”, a pesar del hecho que Romanos 1:16 dice deliberadamente que el Evangelio es poder de Dios para salvación para “el judío primeramente”.
Con respecto a la segunda pregunta, la Iglesia ha contestado consistentemente con un resonante “¡Sí!”, argumentando que Dios se ha “lavado Sus manos de los judíos” debido a su incredulidad.
Pero, ¿cómo responde el apóstol Pablo estas preguntas? El responde exactamente de forma contraria. El declara que los judíos tienen una ventaja porque “les ha sido confiada la Palabra de Dios” (Ro. 3:2). Esto es una referencia al hecho de que cada libro de la Biblia (sí, yo incluiría el Evangelio de Lucas y el libro de los Hechos) fue escrito por un judío. Con respecto a la segunda pregunta en cuanto a que si Dios ha rechazado o no a los judíos, Pablo responde con gran emoción, “¡De ninguna manera!” (Ro. 3:4)
La verdad de Romanos 9-11
Pablo regresa a este tema en los capítulos 9-11. El empieza hablando acerca de cuán importantes han sido los judíos en la historia redentora de Dios y cuán importantes continúan siendo (Ro. 9:3-4):
“…mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas…”
Note que Pablo está hablando acerca de judíos físicos, no espirituales, y note que hace referencia a la validez continua de las promesas de Dios hacia ellos. En Romanos 9:27 él se refiere a la promesa del Antiguo Testamento que Dios salvará un día un gran remanente de los judíos, citando específicamente Isaías 10:22.
El empieza el capítulo 11 con otra pregunta retórica: “Digo pues: ¿Ha desechado Dios a Su pueblo?”. Por 2,000 años la Iglesia Católica ha respondido a esta pregunta con un dogmático “¡Sí!”. Cuando ocurrió la Reforma, las iglesias Protestantes resultantes se unieron al coro. Pero Pablo la responde diciendo: “En ninguna manera… No ha desechado Dios a Su pueblo, al cual desde antes conoció” (Ro. 11:1-2).
La Iglesia ha sido injertada en el Buen Olivo
Otra vez, él afirma que un remanente será salvo (Ro. 11:5) por gracia después que “haya entrado la plenitud de los gentiles” a la Iglesia (Ro. 11:25). Luego, mientras Pablo considera la terquedad de sus hermanos en contraste con la paciencia y bondad de Dios hacia ellos, grita desde su corazón: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos!” (Ro. 11:33).
El Plan de Dios para Israel
Es sólo cuando usted entiende cuánto ama Dios al pueblo judío y cuán determinado está El a traer a la salvación a un gran remanente, que usted puede empezar a entender qué es lo que está ocurriendo hoy en el Medio Oriente. La Biblia revela claramente que la reunión del Siglo XX del pueblo judío desde los cuatro ángulos de la tierra de regreso a su patria es un acto sobrenatural de Dios que es el primer paso para dar lugar a la salvación de un remanente (Is. 11:10-12).
Específicamente, las Escrituras enseñan que una vez que los judíos sean reunidos en incredulidad y su nación sea reestablecida, Dios traerá a todas las naciones de la tierra contra ellos por el asunto de quién va a controlar a Jerusalén (Zac. 12:2-3). El odio hacia los judíos y la oposición a su estado alcanzará su clímax durante la última mitad de la Tribulación, cuando el Anticristo se volverá contra ellos e intentará aniquilarlos de la faz de la tierra (Ap. 12:12-17). Durante este periodo de tres años y medio, el Anticristo logrará matar 2 tercios del pueblo judío (Zac. 13:8).
Esas son las malas noticias. Pero las increíbles buenas noticias es que aquéllos que queden serán traídos al final de ellos mismos y, en su total desesperación, volverán sus corazones hacia Dios. En ese momento, Jesús aparecerá en los cielos y el remanente judío “mirarán a Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito” (Zac. 12:10). Ellos invocarán el nombre del Señor (Joel 2:31-32) y gritarán “¡Baruch Haba Bashem Adonai!”, que quiere decir “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mt. 23:38-39).
La asombrosa Gracia de Dios
Cuando empecé a predicar acerca del amor de Dios por el pueblo judío y de Su determinación para perseguirlos hasta que un gran remanente se arrepienta y acepte a Su Hijo como su Mesías, mi esposa me dijo: “¡Me haces querer ser un judío!”.
“No”, le respondí, “no querrías ser un judío, porque las posibilidades abrumadoras son de que si tú fueras un judío, tendrías un velo espiritual sobre tus ojos (2 Cor. 3:14), y rechazarías reconocer a Jesús como tu Mesías”.
Luego hice un punto que le animé a no olvidar jamás: “Ann, Dios no está haciendo algo por el pueblo judío que El no esté dispuesto a hacer por todos nosotros”.
Mantenga en mente que el pueblo judío es el Pueblo Escogido de Dios (Dt.7:6). Eso no significa que ellos son salvos. Por el contrario, significa que ellos fueron llamados por Dios para ser testigos de El (Is. 43:10-12). Por consiguiente, cuando usted estudia su historia, puede llegar a un entendimiento de lo que significa tener una relación con Dios. Su historia muestra que cuando usted es fiel, Dios lo bendice. Cuando usted se rebela, El disciplina. Y cuando usted se arrepiente, El perdona y olvida y empieza a bendecir otra vez (lea el libro de Jueces).
Actualmente, el pueblo judío está bajo disciplina. Lo han estado por dos mil años. Pero un día cercano sus ojos serán abiertos a la realidad de Jesús como su Mesías. Cuando eso ocurra, serán abrumados con aflicción, serán barridos por el arrepentimiento y un gran remanente será salvo por gracia a través de la fe.
El continuo amor de Dios por los judíos a pesar de su persistente rebelión espiritual es una gran demostración del significado de la gracia – superada sólo por la misma Cruz. Las personas a menudo me dicen, “¿Cómo podría Dios posiblemente estar detrás de la reunión mundial del pueblo judío cuando aún están atrapados en incredulidad? Lo única cosa que se merecen es la muerte”.
Pero ése es exactamente el punto. La única cosa que cualquiera de nosotros merece es la muerte. Pero: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquél que en El cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Jn. 3:16).
Podemos agradecer a Dios que aquéllos de nosotros que hemos puesto nuestra fe en Jesús nunca recibiremos lo que merecemos. ¡Alabe a Dios por Su gracia maravillosa! Y alabe a Jesús por Su disposición a sufrir y morir para que pudiéramos ser reconciliados con el Padre.
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (www.atalayadejesus.blogspot.com)
Artículo original:
The Error of Replacement Theology