Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes.
Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo.
Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza.
Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas.
Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo?
Él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta.
Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. Él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta.
Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz.
Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto.
Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero?
Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro?
Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él.
Entonces les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.
— Lucas 16: 1-15 —
A primer golpe de
vista parecería que esta historia no pertenece a la Biblia. El problema es que
parecería estimular la deshonestidad. Indudablemente muchos creyentes se
sienten avergonzados por su inclusión en las Sagradas Escrituras. Quizá algunos
quieran creer que si no la leen, entonces saldrá de la Biblia.
Pero no hay nada que
temer. Cuando esta historia se interpreta correctamente tiene un rico
significado. No promueve la maldad, sino que enseña que existe una forma
positiva en la cual deberíamos imitar a este mayordomo. Vayamos a la historia. El
amo recibe la noticia que el administrador ha estado robando de sus fondos. Su
reacción es predecible: despide al embustero pero le exige que dé cuentas antes
de irse. El amo naturalmente quiere saber la magnitud de su pérdida.
Esto hace que el
ladrón caiga cuesta abajo. A partir de ahora no tiene medios visibles de
sustento ni seguridad para el futuro. Es demasiado viejo para hacer tareas
físicas y siente mucha vergüenza como para mendigar. ¿Qué hacer?
Repentinamente tiene
una idea fantástica. Dará los pasos necesarios para asegurarse que siempre
tendrá amigos. Las puertas siempre estarán abiertas para él, y siempre será
bienvenido a entrar y disfrutar de una comida.
Llama a los clientes
de su amo uno por uno.
"¿Cuánto
debes?", le dice al primero.
"Debo
aproximadamente 800 galones de aceite de oliva".
"Bueno, te diré
lo que debes hacer. Paga 400 galones y saldamos la cuenta".
El segundo cliente:
"¿Y cuánto debes tú?".
"Mi cuenta es
por 100 medidas de trigo".
"Haré un trato
contigo. Paga 80 medidas y haré que tu factura diga COMPLETAMENTE PAGADO".
El amo supo de sus
malvadas artimañas. El mayordomo no tenía derecho de regatear de esa forma. El
dinero le pertenecía al amo, no al mayordomo. Por eso el versículo 8 nos
sorprende tanto "Y alabó el amo al mayordomo malo". Esta
actitud no sólo parece ser condescendiente con la deshonestidad, sino que
además parece recomendarla.
Existen dos
soluciones para resolver esta dificultad.
Solución
No. 1. El estímulo no es a favor de la deshonestidad sino a favor de una
planificación sabia. "Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho
sagazmente". La forma particular en la cual obró sagazmente le aseguró
que tendría amigos en el futuro.
Solución
No. 2. El futuro del cristiano no está en este mundo sino en el cielo, "los
hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los
hijos de luz". En otras palabras, los incrédulos a menudo son más
previsores que los creyentes. Así como el hombre de la parábola, los incrédulos
dan pasos para asegurarse que tendrán amigos en su futuro, es decir su futuro
aquí en la tierra. Los cristianos no parecen ser tan precavidos como para hacer
amigos en su futuro en el cielo.
El Señor Jesús está
ahora dispuesto a aplicar la parábola a sus oyentes. "Y Yo os digo:
Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten,
os reciban en las moradas eternas" (v. 9). Al referirse a las riquezas
injustas se refiere al dinero. Pese a que el dinero en sí mismo no es ni bueno
ni malo, Jesús lo llama injusto porque a menudo se obtiene en forma deshonesta
y a menudo se usa con propósitos injustos. Él mismo sería traicionado poco
después por 30 piezas de plata. Incluso hoy día hablamos del dinero como del
vil metal. Pablo nos recuerda que "el amor al dinero es raíz de todos
los males" (1 Timoteo 6:10a).
Sin embargo, podemos
hacernos amigos con el dinero. ¿Cómo podemos lograrlo? Usándolo para propagar
el evangelio. Al invertir dinero en Biblias, Nuevos Testamentos, y porciones de
la Escritura. Sustentando la obra misionera. Contribuyendo a las emisiones radiales
del evangelio en el mundo entero. En resumen, invirtiendo en la obra del Señor.
Aquellos que se salvan a través de estos medios serán nuestros amigos para toda
la eternidad.
"Para
que cuando éstas fallen os reciban en las moradas eternas".
Diferentes versiones
de la Biblia difieren aquí. Algunas dicen, "cuando éstas falten", otras
"cuando ustedes falten". Pero la diferencia carece de
importancia, porque cuando el discípulo falte o muera, su dinero faltará
también. Ya no tendrá valor para él. Debe usarlo mientras vive ya que después
no podrá. Cuando muera ya no le pertenecerá a él.
"Os
reciban en las moradas eternas". "Os reciban" se
refiere a las personas que se han convertido a través de la inversión de
nuestros recursos en la obra del Señor. Las moradas eternas son las muchas
mansiones en la casa de nuestro Padre (Juan 14:2). Los amigos que hacemos con
las riquezas injustas serán como un comité de bienvenida cuando alcancemos las
puertas de gloria. Será el cumplimiento del deseo de este poeta anónimo:
Cuando en las mansiones
celestiales,
Me rodeen por doquier los
salvos,
Quiero escuchar que
alguien diga,
"Fuiste tú que me
invitaste a venir aquí".
Permítame darle una
ilustración sobre cómo funciona esto. Cuando un determinado creyente devoto
estaba por cumplir 80 años, sus hijos y su hija quisieron sorprenderlo con una
fiesta y algún regalo que en realidad apreciara. Pero no podían decidirse sobre
algún regalo que fuera verdaderamente significativo. Después de todo, ¿qué
necesitaba un hombre de 80 años? Finalmente fueron a él y le preguntaron qué le
gustaría recibir en su cumpleaños. Pensó unos minutos y luego dijo "Me
gustaría ver una porción de la Escritura impresa en algún idioma que jamás haya
sido impresa". Esto no era exactamente lo que la familia tenía en mente,
pero decidieron satisfacer su deseo. Por lo cual fueron a la Sociedad Bíblica y
le contaron sobre el inusual pedido de su padre.
"Qué
interesante", dijo el director, "precisamente estamos preparando la
impresión del evangelio de Juan en un dialecto africano por primera vez".
Cuando la familia preguntó sobre el costo, al principio quedaron impactados,
pero no se volvieron atrás. Con gran entusiasmo juntaron el dinero y se lo
presentaron a la Sociedad Bíblica el día que su padre cumplió 80 años. Aquel
anciano quedó sumamente entusiasmado.
Le invito a que nos
proyectemos cien años hacia el futuro. Un día, este fervoroso cristiano (que ya
no será anciano) estará caminando por las calles de oro, y se encontrará con un
hermano en Cristo (ya que no hay
extraños en el cielo). La conversación que tienen es más o menos así:
"¿Cómo llegaste
a la ciudad celestial?".
"Bueno,
permíteme decirte. Yo vivía en África inmerso en la idolatría pagana. Pero
alguien se preocupó lo suficiente por mí y por mi pueblo como para darnos el
evangelio de Juan traducido e impreso en nuestro propio idioma. Nunca olvidaré
el día que aquellos evangelios llegaron a nuestro pueblo. Cuando leí la
maravillosa historia del amor del Salvador destruí mis ídolos, me arrepentí de mis
pecados y recibí a Jesús como mi única esperanza celestial".
¿Quién podría
describir el gozo de aquel hombre al encontrarse con este trofeo de gracia que
fue ganado para el Señor a través del regalo que le hicieron cuando cumplió 80
años? Al escribir este libro veo una carta de la Misión Wycliffe de Traducción
de la Biblia que en parte dice: "Recientemente recibí un cheque por 83,000
dólares de un empresario de 89 años para que el Nuevo Testamento se imprimiera
en tres diferentes dialectos de Ghana. Según su sobrino, este hombre no posee acciones,
ni bonos, ni ninguna otra cosa significativa, pero quiere dar lo que el Señor
le ha confiado mientras lo tenga disponible. Siente la urgencia de compartir la
palabra de Dios en todo el mundo".
¡Piense en la
bienvenida que tendrá este hombre cuando llegue a su hogar!
En el versículo 10,
nuestro Señor indica que la forma de administrar el dinero es una radiografía
de nuestra fidelidad en otras áreas. Él habla del dinero como de "lo
que es poco". Esto, por supuesto, está en oposición a lo que el hombre
moderno piensa; él cataloga al dinero como "lo más". Si somos fieles
en nuestra administración de algo que carece importancia, tal como el dinero, seremos
contados como fíeles en los asuntos que tienen una importancia espiritual y
eterna. Aquel que no sea de fiar con mamón no será de fiar con las verdaderas
riquezas (v. 11). Al contrastar el dinero con las verdaderas riquezas, el
Salvador destruye el mito que la afluencia material hace a una persona rica.
Las verdaderas riquezas son las bendiciones que tenemos en Cristo Jesús: la comunión
mundial de la familia de Dios; el privilegio de servir al Señor; las grandes
verdades de la Biblia.
"Y
si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro" (v.
12, NASB).
Las palabras "lo
ajeno" quieren recordarnos que nuestro dinero en realidad no es
nuestro. Pertenece a Dios, y somos mayordomos cuya función es administrar lo
que es de Él. Si Él no puede confiarnos el uso sabio de su dinero, ¿cómo podría
darnos lo que es nuestro? En otras palabras, ¿cómo puede darnos amigos en
nuestro futuro, obtenidos a través de nuestra mayordomía? ¿Cómo puede concedernos
verdades espirituales profundas de la Palabra? ¿Cómo puede recompensarnos en el
juicio del Tribunal de Cristo?
Por segunda vez en
los Evangelios, Jesús dice que es absolutamente imposible vivir para Dios y
para el dinero al mismo tiempo. Existe un conflicto de intereses y una división
de rentabilidad. A pesar de la claridad con que Él lo dijo, los creyentes aún
tratan de hacerlo. ¡Qué extraño! Cuando los fariseos escucharon la poca estima que
Jesús tenía del dinero se mofaron. Ellos creían que sabían más que Él.
Probablemente miraban sus riquezas y las consideraban una prueba del favor
divino. Ellos amaban el dinero y querían tanto como pudieran tener. Desde el
punto de vista mundano ellos eran sabios. Pero Jesús los expuso como fraudes de
la piedad. Ellos procuraban tener una apariencia
justa delante de otros hombres, pero por dentro eran corruptos. Las riquezas
que ellos valoraban eran detestables para Dios. Eran religiosos codiciosos y
fraudes espirituales. Ellos podían ponerse
del lado del mayordomo infiel, el cual fue infiel en lo poco, y no se le podía
confiar lo ajeno, por lo cual no era digno de recibir las verdaderas riquezas.
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Acerca del autor: William MacDonald, por más de cincuenta años, abordó los temas cruciales del cristianismo, en términos claros y sencillos. Sus más de ochenta libros se caracterizan por una presentación enérgica y valiente de la verdad.
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