Enfrentando el Juicio
“Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán, unos para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno” — Daniel 12:2
1) Cuando habla de resurrección, ¿está hablando de la resurrección de nuestros cuerpos o de nuestros espíritus?
Cuando la Biblia habla de resurrección, siempre está hablando de la resurrección del cuerpo. El espíritu no necesita resurrección ya que continúa existiendo conscientemente después de la muerte. Es el cuerpo el que deja de tener animación, y es el cuerpo el que necesita ser reanimado.
La idea de que nuestra existencia física actual será reemplazada en la eternidad por una forma de vida puramente espiritual es ajena a las Escrituras. Es un concepto tanto de la filosofía griega como de las religiones orientales, pero no de la Biblia.
Dios está decidido a redimir toda Su creación — y eso incluye nuestros cuerpos; los reinos vegetal y animal; los cielos y la tierra, todos los cuales han sido contaminados por el pecado del hombre. Todos serán restaurados a su perfección original para honra y gloria de Dios.
El libro de Apocalipsis revela que, cuando comience el Estado Eterno, Dios “hará nuevas todas las cosas” (Ap. 21:5). Nótese que no dice que Él hará cosas nuevas. Más bien, Él va a refrescar, redimir y perfeccionar Su creación original.
Me encanta la forma en que el salmista describe poéticamente el proceso en el Salmo 102. Afirma que, aunque los cielos y la tierra “se desgasten como una vestidura”, el Señor los cambiará “como vestido” (Salmos 102:26).
2) ¿Qué hay de otras resurrecciones? Usted menciona la resurrección de Jesús y las resurrecciones que ocurrirán en el Rapto, la Segunda Venida de Jesús y el final del Milenio, pero ¿qué pasa con las otras resurrecciones mencionadas en la Biblia? Consideremos, por ejemplo, las resurrecciones de Lázaro, Eutico y Dorcas. ¿Dónde encajan éstas en la secuencia de resurrecciones que describe?
Con la excepción de la resurrección de Jesús, me centré en las resurrecciones que aún están por ocurrir en los tiempos del fin. Es cierto que hay historias en la Biblia sobre otras personas que regresaron de entre los muertos, pero éstas no están relacionadas con las resurrecciones de los tiempos del fin.
Pero vale la pena que consideremos estas historias, porque nos ayudarán a entender mejor el verdadero significado de la resurrección. Aquí hay una lista de personas traídas de entre los muertos, registradas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento:
1) El hijo de la viuda por Elías (1 Reyes 17:17-24).
2) El hijo de la sunamita por Eliseo (2 Reyes 4:18-37).
3) Un hombre cuyo cuerpo fue colocado en la tumba de Eliseo (2 Reyes 13:20-21).
4) La hija de Jairo por Jesús (Marcos 5:21-24, 35-43).
5) El hijo de la viuda en Naín por Jesús (Lucas 7:11-15).
6) Lázaro por Jesús (Juan 11:30-44).
7) Un número de santos en Jerusalén en el momento de la muerte y resurrección de Jesús (Mateo 27:50-53).
8) Tabita (Dorcas) por Pedro (Hechos 9:36-43).
9) Eutico por Pablo (Hechos 20:7-12).
Es interesante que la Biblia nunca se refiere a ninguna de estas personas como si hubieran resucitado. En su lugar, utiliza otra terminología para describir lo que les sucedió:
1) El hijo de la viuda: “El alma del niño volvió a él y revivió” (1 Reyes 17:22).
2) El hijo de la sunamita: “La carne del niño entró en calor... y el niño abrió los ojos” (2 Reyes 4:34-35).
3) El hombre arrojado a la tumba de Eliseo: “Revivió y se puso de pie” (2 Reyes 13:21).
4) La hija de Jairo: “La niña se levantó y comenzó a caminar” (Marcos 5:42).
5) El hijo de la viuda en Naín: “El que había muerto se incorporó y comenzó a hablar” (Lucas 7:15).
6) Lázaro: “El que había muerto salió” (Juan 11:44).
7) Santos muertos en Jerusalén: “y los cuerpos de muchos santos que habían dormido volvieron a la vida” (Mateo 27:52).
8) Tabitha (Dorcas): “Ella abrió los ojos y… se incorporó” (Hechos 9:40).
9) Eutico: “Al muchacho se lo llevaron vivo” (Hechos 20:12).
La razón por la que no se menciona la resurrección en ninguno de estos casos es porque estas personas no fueron resucitadas. En cambio, fueron reanimadas. En otras palabras, fueron reanimados para morir de nuevo en un momento posterior. La verdadera resurrección en el sentido bíblico es la resurrección a la vida eterna.
Ésa es la razón por la que Pablo se refiere a Jesús como las “primicias” de la resurrección (1 Co. 15:23). Jesús fue la primera persona en experimentar la resurrección de entre los muertos a la vida eterna.
En Hebreos 11:35 hay una referencia a las dos historias del Antiguo Testamento de hijos de viudas que fueron resucitados. En la New American Standard Bible el pasaje dice: “Las mujeres recibieron de vuelta a sus muertos mediante la resurrección...”. Ésta es una traducción desafortunada. Se traduce más correctamente en la KJV, la NKJV y la NVI como: “Las mujeres recibieron a sus muertos vueltos a la vida...”. La palabra griega clave usada en este pasaje es anastasis, que significa “levantar o levantarse”, como de un asiento o de entre los muertos.
Hay otra resurrección de los muertos que se menciona en las Escrituras que muy probablemente es una verdadera resurrección. Es un evento que la Biblia profetiza que ocurrirá en medio de la Gran Tribulación cuando Dios quite Su protección sobrenatural de Sus dos testigos especiales en Jerusalén y permita que el Anticristo los mate (Ap. 11:3-7).
Se nos dice que sus cuerpos permanecerán en las calles de Jerusalén durante tres días y medio, momento en el cual, con todo el mundo observando, “el aliento de Dios” entrará en ellos, se pondrán de pie y serán llevados al cielo en una nube (Ap. 11:11-12). Esto parece ser una verdadera resurrección y, por lo tanto, tendría que considerarse otra de las etapas en la “primera resurrección” de los justos.
3) ¿Era conocido el concepto de la resurrección a la vida eterna por los santos del Antiguo Testamento? ¿O es una revelación del Nuevo Testamento?
El concepto no es prominente en el Antiguo Testamento, pero ciertamente hay pasajes que enseñan la resurrección corporal a la vida eterna.
Muchos eruditos creen que Job es el libro más antiguo de la Biblia, escrito antes del Pentateuco (los primeros cinco libros de Moisés). En este antiguo libro, hay dos lugares donde se afirma el concepto de resurrección.
El primero es cuando Job responde a una pregunta que se hace a sí mismo: “Si el hombre muere, ¿volverá a vivir?” (Job 14:14). Evidentemente, ésta era una pregunta retórica hecha para provocar la reflexión más que para obtener una respuesta, porque Job la respondió inmediatamente observando: “Todos los días de mi trabajo esperaré hasta que llegue mi relevo. Tú llamarás, y yo te responderé...” (Job 14:14-15).
Más tarde, Job una vez más afirmó su creencia en la resurrección, inspirada por el Espíritu Santo, cuando hizo una proclamación audaz en Job 19:
25) Yo sé que mi Redentor vive, y al final se levantará sobre el polvo.
26) Y después de deshecha mi piel, aun en mi carne veré a Dios;
27) Al cual yo mismo contemplaré, y a quien mis ojos verán y no los de otro. ¡Desfallece mi corazón dentro de mí!
¡Qué declaración tan increíble en los albores mismos de la historia, antes de que se escribiera cualquier Escritura! Léala de nuevo, lentamente, y medite en ella.
Job está diciendo que está seguro de que, en los tiempos del fin, su Redentor vendrá a esta tierra y revivirá la carne de Job para que vea a Dios con sus propios ojos. Es una revelación tan gloriosa, que Job concluye diciendo que el solo hecho de pensarla es suficiente para desmayarse.
Al igual que Job, el rey David de Judá también afirmó la confianza en su propia resurrección en el Salmo 16:10 donde escribió: “No abandonarás mi alma en el Seol”. Seol es la palabra hebrea para lo que el Nuevo Testamento llama Hades en el idioma griego. En el tiempo de David era el lugar de detención temporal para los espíritus de los muertos. Continuando en ese mismo versículo, David profetizó que el Mesías sería resucitado: “... Ni permitirás que Tu Santo sufra corrupción”.
En el siguiente salmo, David volvió a afirmar su fe en su resurrección personal cuando escribió: “En cuanto a mí, en justicia contemplaré Tu rostro;
Al despertar, me saciaré cuando contemple Tu semblante” (Salmos 17:15). Y David continuó este tema en su salmo más famoso: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días” (Salmos 23:6).
Hay otras referencias a la resurrección en los Salmos (Salmos 49:15 y 73:24), y hay referencias en Isaías. Por ejemplo, en Isaías 25:8 el profeta dijo que vendrá un tiempo en que Dios " Él destruirá[h] la muerte para siempre. El Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros”. Y en el siguiente capítulo, Isaías escribió (Isaías 26:19):
Tus muertos vivirán,Sus cadáveres se levantarán.¡Moradores del polvo, despierten y den gritos de júbilo!,Porque tu rocío es como el rocío del alba,Y la tierra dará a luz a los espíritus.
Quizás las dos referencias más conocidas en las Escrituras hebreas a la resurrección se encuentran en Oseas y Daniel. Oseas presentó preguntas retóricas hechas por Dios: “¿Los libraré del poder del Seol? ¿Los redimiré de la muerte?” (Oseas 13:14). Oseas luego registró la respuesta de Dios a estas preguntas: “¿Dónde están, oh muerte, tus espinas?
¿Dónde está, oh Seol, tu aguijón?”. Pablo citó este versículo en 1 Corintios 15:55, donde lo usó para afirmar la resurrección de los santos.
El pasaje de Daniel es uno de los más explícitos del Antiguo Testamento sobre la resurrección. Profetizó que, en los tiempos del fin, “habrá un tiempo de angustia” que no tendrá paralelo en la historia judía. Ésta es una referencia a la Gran Tribulación, el tiempo de “la angustia de Jacob” (Jeremías 30:7). Daniel luego dijo que, al final de ese terrible período, “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán”, unos “para la vida eterna, y otros para la ignominia, para el desprecio eterno” (Daniel 12:2).
A pesar de estas referencias a una resurrección futura, los líderes religiosos judíos del primer siglo, llamados saduceos y fariseos, estaban muy divididos sobre el tema de la resurrección. Los fariseos creían en la resurrección; los saduceos, no. Esta diferencia en la teología tenía sus raíces en el hecho de que los saduceos daban prioridad a los escritos de Moisés (el Pentateuco). Por lo tanto, argumentaban que, dado que Moisés no hizo referencia a una resurrección futura, no había base para creer en una.
El apóstol Pablo manipuló esta diferencia a su favor cuando fue llevado ante el Concilio del Sanedrín para ser juzgado por herejía. Sabiendo que el Concilio estaba compuesto tanto por saduceos como por fariseos, proclamó: “Soy fariseo, hijo de fariseos; ¡Estoy siendo juzgado a causa de la esperanza de la resurrección de los muertos!” (Hechos 23:6). Los miembros del Concilio se volvieron unos contra otros y se desató un gran alboroto (Hechos 23:7-10).
Con respecto a la negación de los saduceos de que Moisés alguna vez mencionó la resurrección, creo que es interesante que, cuando Jesús los confrontó acerca de su creencia errónea, afirmó la resurrección citando un pasaje de los escritos de Moisés (Marcos 12):
26) Y en cuanto a que los muertos resucitan, ¿no han leído en el libro de Moisés, en el pasaje sobre la zarza ardiendo, cómo Dios le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob”?
27) Él no es Dios de muertos, sino de vivos; ustedes están muy equivocados».
4) Sigue citando el versículo de Hebreos 9:27 que dice: “. . .Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después de esto viene el juicio”. ¿Qué hay de Enoc y Elías el Profeta? Ninguno de los dos murió. ¿Cómo se explica esta contradicción?
La declaración en Hebreos es un principio general. Enoc y Elías son excepciones a ese principio. Dios es soberano y puede hacer excepciones como mejor le parezca. Otras excepciones serían aquellos en la Biblia que fueron reanimados de la muerte, sólo para morir por segunda vez.
A propósito, es posible que Enoc y Elías no sean excepciones a la regla general. Digo eso porque creo que van a ser los dos grandes testigos de Dios durante la primera mitad de la Tribulación, y esos dos testigos van a ser asesinados por el Anticristo (Ap. 11:7). Si ese es el caso, entonces sus muertes simplemente se han retrasado.
Muchas personas creen que los dos testigos van a ser Elías y Moisés porque realizan milagros que están asociados con estos dos hombres. Pero todos los primeros Padres de la Iglesia creían que los dos testigos serían Enoc y Elías, y eso tiene sentido para mí, ya que ninguno de los dos murió y ya que uno es gentil (Enoc) y el otro es judío. Así, como los dos testigos de Dios durante la tribulación, uno sería un portavoz para el mundo gentil y el otro para los judíos.
Hay otra excepción al principio general de que todos deben morir y luego enfrentar el juicio. Tengo en mente a esos santos que están vivos en el momento del Rapto de la Iglesia (1 Tes. 4:13-18). Se nos dice que serán llevados al encuentro del Señor en el cielo y que, en el camino, serán trasladados de mortales a inmortales. Eso significa que hay toda una generación de cristianos que no probarán la muerte.
5) Dice que, como creyente, seré juzgado en cuanto a cómo uso mis dones espirituales para servir al Señor. ¿Cómo puedo determinar mis dones espirituales?
Ésta es una pregunta muy importante. Crecí en una iglesia que enseñaba que los dones espirituales terminaron en el primer siglo, cuando murió el último apóstol. Ésa es una teología no bíblica llamada cesacionismo.
Por el contrario, Pablo enseñó en 1 Corintios 1:7 que a la Iglesia no le faltará ningún don espiritual mientras espera el regreso de Jesús. Todavía estamos esperando ese regreso, por lo que los dones espirituales revelados en el Nuevo Testamento siguen activos.
Al intentar determinar tu don o dones, ten en cuenta que un don espiritual es diferente de un talento natural. Cuando naces de nuevo y recibes la presencia del Espíritu Santo que mora en ti (Hechos 2:38), puedes ser dotado por el Espíritu donde tienes talento, o puede que no. Eso explica por qué algunos maestros muy talentosos no están dotados para enseñar las Escrituras, o por qué algunos cantantes muy talentosos no están dotados para dirigir en la adoración.
Cuando cedí por primera vez al llamado del Señor en mi vida de servirle a Él a tiempo completo en el ministerio, no sabía casi nada acerca de los dones espirituales. Simplemente asumí que Dios quería que yo fuera pastor.
Descubrí muy rápidamente que no tenía los dones espirituales para ser pastor. Los pastores eficaces deben tener amor sobrenatural, paciencia y compasión. Deben estar dispuestos a predicar domingo tras domingo, presenciar poco o ningún cambio observable en aquellos a quienes están predicando, y aun así amarlos de todos modos.
Por el contrario, mi don es de naturaleza profética, lo que significa que estoy motivado a agarrar a una persona por sus solapas, sacudirla hasta que le tiemblen los dientes y exigirle que coopere.
Nunca podrás servir al Señor de manera efectiva hasta que determines tus dones espirituales y luego comiences a utilizarlos. Éstas son algunas pautas para determinar tus dones espirituales:
1) Ora para que el Señor te revele tus dones.
2) Familiarízate con los dones del Espíritu. Para ello, debes dedicar tiempo a leer y reflexionar en los pasajes que los identifican. Véase: Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:27-31, 14:1-19; Efesios 4:11-13 y 1 Pedro 4:7-11.
3) Realiza un examen de inventario de dones espirituales. Puedes encontrarlos en Internet. Simplemente usa un motor de búsqueda y escribe la frase “pruebas de inventario de dones espirituales”. Algunos de éstas las puedes tomar en línea y obtener resultados instantáneos. Para otras, debe imprimir la prueba, realizarla y luego calcular los resultados. Ninguna de las pruebas es perfecta, pero te ayudarán a orientarte en la dirección correcta.
4) Pídele a tus amigos cristianos y a tu pastor que te ayuden a identificar tus dones. A menudo pueden ayudarte a ver lo obvio que quizás no ves.
5) Lee un libro equilibrado sobre los dones espirituales. El mejor que puedo recomendar es 19 Gifts of the Spirit (19 Dones del Espíritu) de Leslie B. Flynn.1
Con respecto al cuarto punto anterior, recuerdo un incidente humorístico que ocurrió hace muchos años cuando estaba enseñando una clase sobre los dones del Espíritu. Anuncié que en la última sesión le daríamos a cada persona la oportunidad de identificar sus dones. Cada uno lo hizo hasta que llegamos a un tipo llamado Jim.
Jim dijo: “Lo siento, pero creo que el Señor me pasó por alto cuando estaba repartiendo dones”.
Nos reímos mucho con ese comentario, pero todos los que estábamos en el grupo sabíamos que Jim no había sido pasado por alto. Todos sabíamos qué don espiritual se le había dado.
Una de las señoras del grupo preguntó: “Jim, cuando tenemos un día de trabajo en la iglesia los sábados, ¿quién es siempre el primero en llegar?”.
“Bueno”, dijo Jim, supongo que siempre soy yo.
“Así es. ¿Y quién es el que siempre se ofrece como voluntario para hacer todos los trabajos sucios que nadie más quiere hacer?”.
“Bueno, de nuevo, supongo que ese soy yo”.
—Sí, ¿y quién es el último que se va siempre a casa, normalmente una o dos horas después de que todos los demás se han ido?”.
“Ese soy yo también.”
“Sí, Jim, y la razón es que se te ha dado el don sobrenatural de ayudas” (1 Co. 12:28).
Jim estaba encantado de descubrir que realmente tenía un don espiritual y que lo estaba usando poderosamente para ayudar a avanzar el reino del Señor. De hecho, ninguna iglesia o ministerio podría existir por mucho tiempo sin personas con este don aparentemente insignificante pero muy significativo.
Una última observación. Recuerde que los dones del Espíritu son sólo eso: son dones. No son algo que te hayas ganado. Nunca debes enorgullecerte de ellos. Recuerda también que lo más importante es el fruto del Espíritu: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio” (Gálatas 5:22-23).
6) ¿Cuáles son algunas de las recompensas que se darán a los creyentes en el momento de su juicio?
Uno será el grado de participación en el reinado milenario de Jesús (Lucas 19:11-27). Esta recompensa se analizará en el capítulo 5, en las páginas…
Muchas otras recompensas se mencionan en las Escrituras. El Rapto mismo se menciona como un “premio” para los santos de la Era de la Iglesia, porque nos librará de los horrores de la Gran Tribulación
Después de la resurrección de los salvos (ya sea con los santos de la Era de la Iglesia en el Rapto o con los santos del Antiguo Testamento y los mártires de la Tribulación en la Segunda Venida), recibiremos recompensas especiales en el Cielo cuando Jesús nos presente a Su Padre.
Cada uno de nosotros será confesado por Jesús ante el Padre y sus ángeles (Mt. 10:32 y Ap. 3:5). Seremos honrados por el Padre (Juan 12:26), y seremos adoptados como Sus hijos (Ro. 8:23). Recibiremos cuerpos glorificados (1 Co. 15:35-53), y nuestras almas serán conformadas a la imagen de Jesús (Ro. 8:29-30). Se nos dará poder sobre la “muerte segunda” (Ap. 2:11) al concedernos el don de la vida eterna (Juan 3:14-17).
Muchos tipos diferentes de recompensas serán entregadas cuando seamos juzgados por Jesús. Algunas serán concedidas a todos. Otras serán recompensas especializadas que se darán por el servicio en el reino. Las que se darán a todos incluirán cosas tales como un nuevo nombre (Ap. 2:17) y la comprensión de los misterios de Dios (1 Co. 13:12).2
Algunos de los premios especializados que se mencionan son los siguientes:
1) Consuelo para los que lloraban (Mateo 5:4).
2) Satisfacción para aquellos que tenían hambre y sed de justicia (Mateo 5:6).
3) Misericordia para aquellos que fueron misericordiosos (Mateo 5:7).
4) Alabanza, honor y gloria para aquellos que fueron perseguidos por causa de la justicia (Mateo 5:10-12 y 1 Pedro 1:6-7).
5) Para aquellos que fueron sacrificados al dar, recibirán de vuelta cien veces más de lo que entregaron por Cristo (Mateo 19:29).
6) Exaltación para los humildes (Mateo 18:4).
7) Bendiciones especiales para aquellos que prestaron un servicio especial a la Iglesia (2 Timoteo 1:16-18).
8) Una corona imperecedera para aquellos que ejercieron dominio propio (1 Corintios 9:24-27).
9) Una corona de exaltación para aquellos que eran ganadores de almas (1 Tes. 2:19-20).
10) Una corona de justicia para aquellos que amaron la venida del Señor (2 Timoteo 4:8).
11) Una corona de vida para aquellos que soportaron las pruebas (Stg. 1:12).
12) Una corona de gloria inmarcesible para aquellos que sirvieron como ancianos y pastores (1 Pedro 5:1-4).
13) Túnicas de lino fino que reflejan las obras justas (Ap. 19:8).
Creo que ahora puedes ver por qué Pablo escribió que “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria que nos ha de ser revelada” (Ro. 8:18).
Desafortunadamente, algunos no recibirán recompensas especiales más allá de la recompensa de la vida eterna (1 Co. 3:10-15). De hecho, sufrirán vergüenza en el tribunal de Jesús cuando se revele su falta de uso de sus dones espirituales y terminen sin tener nada que poner a los pies de Jesús para glorificarlo (Ap. 4:10).
7) Usted menciona los juicios de los santos de la Era de la Iglesia, los santos del Antiguo Testamento, los santos de la Tribulación y los mártires de la Tribulación. ¿Qué hay de los nacidos durante el Milenio? ¿Cuándo serán juzgados?
Aquellos nacidos durante el Milenio que nunca respondan a Jesús con fe serán juzgados en el Juicio del Gran Trono Blanco descrito en Apocalipsis 20:11-15. Este juicio se llevará a cabo al final del Milenio, después de que la última rebelión de Satanás haya terminado. Es el juicio de cada persona que alguna vez ha vivido y muerto fuera de una relación de fe con Dios.
La Biblia no revela el juicio de aquellos que nacen y se salvan durante el Milenio. Todo lo que sabemos con certeza es que la Biblia dice que cada persona enfrentará juicio, por lo tanto, lo más probable es que los santos del mileniales sean juzgados al final del Milenio, ya sea antes o después del Juicio del Gran Trono Blanco.
8) Además del juicio de los individuos, ¿no enseña la Biblia que Dios también juzgará a las naciones?
Sí. Hay muchos pasajes de las Escrituras que enseñan que Dios derramará Su ira en juicio sobre las naciones durante la Tribulación.
Isaías 2:14 habla de Yahvé castigando a los orgullosos “montes” y “collados”, que son símbolos en la literatura profética de las naciones. Isaías 34:2 dice que “la indignación de Yahvé es contra todas las naciones”. Jeremías dice que Yahvé “rugirá desde lo alto” porque “tiene un pleito contra las naciones” (Jer. 25:30-31).
Habacuc dice que Yahvé pisoteará a las naciones (Habacuc 3:12). Todo el libro de Sofonías está dedicado a una descripción de la ira que Dios derramará sobre las naciones. Dios proclama a través del profeta: “Toda la tierra será consumida por el fuego de Mi celo” (Sofonías 3:8b). Hageo dice que Yahvé “hará temblar a todas las naciones” (Hageo 2:7).
La segunda mitad de la Tribulación, a la que Jesús se refirió como la “Gran Tribulación”, será un tiempo especial de juicio para Israel. La ira de Dios, Satanás y el hombre se enfocará sobre los judíos. Dos tercios del pueblo judío perecerán en un holocausto mayor que el infligido por los nazis (Zacarías 13:8).
Jeremías lo llama “el tiempo de angustia de Jacob” (Jeremías 30:7). Daniel se refiere a ello como “un tiempo de angustia” sin paralelo en la historia (Daniel 12:1). Sofonías dice que la ira de Yahvé se centrará en particular en aquellos judíos que están involucrados en cualquier tipo de idolatría (Sofonías 1:4-6).
Ezequiel, Zacarías y Malaquías comparan la ira de Yahvé contra Israel con la fundición de plata y oro (Ez. 22:17-22; Zac. 13:9 y Mal. 3:2-4), con el propósito de purificar a la nación martillándola hasta el punto de que se arrepientan, vuelvan sus corazones a Dios y reciban a Jesús como su Mesías (Zacarías 12:10). Así es como Zacarías lo expresa en Zacarías 13:9:
Los refinaré como se refina la plata,
Y los probaré como se prueba el oro.
Invocarán Mi nombre,
Y Yo les responderé;
Diré: “Ellos son Mi pueblo”,
Y ellos dirán: “Yahvé es mi Dios”.
La imagen de una olla de fundición como purificador es buena porque la Biblia deja claro que el propósito fundamental del derramamiento del juicio de Dios es llevar a un remanente de los judíos al arrepentimiento para que puedan ser salvos. A esto es a lo que Pablo se refiere en Romanos 11:26 cuando habla de que “todo Israel” se salvará en los tiempos del fin. Él está hablando de aquellos judíos que todavía están vivos al final de la Tribulación, como lo deja claro en Romanos 9:27 cuando señala que es un “remanente” el que será salvo.
De hecho, incluso el juicio de Dios sobre las naciones gentiles será con el mismo propósito: motivar el arrepentimiento para que más personas puedan salvarse. ¿No es asombroso? Piense en ello incluso cuando Dios derrama Su ira en juicio, Su propósito fundamental no es castigar, sino humillar a las personas al arrepentimiento para que puedan ser salvadas. Es lo que podría llamarse el amor duro de Dios. Así es como Isaías lo expresó en Isaías 26:9b:
“Porque cuando la tierra tiene conocimiento de Tus juicios, aprenden justicia los habitantes del mundo”
Reflexiones Sobre el Juicio
“El desafío siempre es éste: ¿Van los hombres y mujeres a permitir que la Palabra de Dios juzgue sus mentes insignificantes, o van a hacer que sus mentes insignificantes sean los jueces de la Palabra de Dios?” — Alistair Begg (1952-), pastor de la Iglesia Parkside de Cleveland.
“En el día en que estemos delante de nuestro Maestro y Hacedor, no importará cuántas personas en la tierra conocieron nuestro nombre, cuántas nos llamaron grandes y cuántas nos consideraron necios. No importará si las escuelas y los hospitales llevan nuestro nombre, si nuestra propiedad era grande o pequeña, si nuestro funeral atrajo a diez mil o a nadie. No importará lo que digan o dejen de decir los periódicos o los libros de historia. Lo que importará es una cosa y sólo una cosa: lo que el Maestro piense de nosotros” — Randy Alcorn (1954-), fundador y director de Eternal Perspective Ministries.
“Cuando llegue el día de la recompensa, lo único que lamentaremos será haber hecho tan poco por Él, no que hayamos hecho demasiado” — George Muller (1805-1898), evangelista cristiano y director del orfanato Ashley Down en Bristol, Inglaterra.
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