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miércoles, 14 de agosto de 2024

Nuestra Ventaja Sobre Daniel

 Por Tim Moore

La vida de Daniel tenía los ingredientes de una gran tragedia. Llevado al exilio por el pueblo que conquistó su nación, podría haber sucumbido a la desesperación o haber sido subsumido en la cultura pagana de Babilonia. En cambio, decidió permanecer fiel al Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Debido a que era fiel, el Señor le dio visiones dramáticas de los Tiempos del Fin.

Del mismo modo, el apóstol Juan fue exiliado a la isla de Patmos a finales del siglo I bajo el reinado de Domiciano. Él también podría haber abandonado la esperanza, pero fue un “participante de la tribulación, del reino y de la perseverancia que hay en Jesús” a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús.

Tanto Daniel como Juan fueron bastante realistas acerca de las visiones que se les dieron, y ambos registraron que no entendían todo lo que veían. Daniel lo dijo de manera directa (Daniel 12:8) y Juan utilizó constantemente la palabra “semejante”, para transmitir que era difícil incluso describir las maravillas que vio. Pero, mientras que Dios le dijo a Daniel que “estas palabras están ocultas hasta el tiempo del fin”, cuando “los entendidos comprenderán” (12:9-10), a Juan se le dijo: “No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca” (22:10).

Ciertamente, hay aspectos del plan eterno de Dios que están más allá de la comprensión humana. Daniel testificó: “Él revela lo profundo y lo escondido, y sabe lo que se oculta en las sombras. ¡En él habita la luz!” (Daniel 2:22) Pero, incluso el gran vidente e intérprete de sueños y visiones no pudo entender todo lo que fue revelado. A Juan se le dijo deliberadamente que no registrara las cosas que los siete truenos hablaron en el cielo (Ap. 10:4). Pero Dios ha elegido revelar ciertas cosas a aquellos que son Suyos. Moisés respetó este equilibrio que honraba a Dios. Él escribió: “Lo secreto pertenece al Señor nuestro Dios, pero lo revelado nos pertenece a nosotros y a nuestros hijos para siempre...” (Dt. 29:29).

Tenemos una ventaja de la que carecían Moisés, Daniel e incluso Juan. Tenemos una visión retrospectiva.

Vivimos en el siglo XXI, y conocemos la identidad del Mesías y podemos adorarlo por Su nombre. En la Era de la Iglesia, tenemos la bendición del Espíritu Santo: “el Espíritu de la verdad [que Jesús envió] para guiarnos a toda la verdad... y anunciar[nos] las cosas por venir” (Juan 16:13). Y, a medida que se acercan los Tiempos del Fin, tenemos la promesa dada a Daniel de que “los entendidos comprenderán”.

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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