miércoles, 12 de junio de 2024

Consignas Engañosas en la Guerra de Propaganda Contra Israel

Por Dr. David R. Reagan

Las manifestaciones a favor de los palestinos, que han estallado en toda nuestra nación, están llenas de carteles que contienen consignas que son descaradamente falsas o completamente engañosas. Consideren las siguientes:

“Liberen a Palestina desde el Río hasta el Mar”.

Según las entrevistas a personas que corean esta consigna, parece que muchos no tienen ni idea de lo que significa. En primer lugar, los estadounidenses, que siempre han tenido problemas con la geografía, ¡no han expresado conocimiento alguno de qué río o mar están hablando!

Y cuando se les dice que el canto se refiere al Río Jordán y al Mar Mediterráneo, todavía no entienden que está hablando de la aniquilación del Estado de Israel. Es sólo un canto que suena bien y que rima.

Para aquellos que entienden el significado del eslogan, es una expresión de un antisemitismo espantoso.

“¡Fin al Apartheid en Israel!”

Éste es un eslogan que obtiene un apoyo masivo, pero el eslogan expresa una mentira total. No hay apartheid en Israel. ¡Ninguno! ¡Cero! ¡Nada!

Dos millones de palestinos viven en Israel. Son ciudadanos de Israel y, como tales, tienen total libertad para vivir donde les plazca y para utilizar cualquier hospital o medio de transporte. No existe una separación forzada de judíos y árabes de ningún tipo que exista en Israel.

Los árabes israelíes tienen derecho a votar y a servir en el parlamento israelí (la Knéset). También tienen acceso a todos los servicios sociales del Estado. Tienen toda la libertad que tienen los judíos. De hecho, ¡se les ha dado una libertad que los judíos no tienen! Todos los judíos, excepto el pequeño porcentaje de ultraortodoxos, están obligados a servir en el ejército — tanto hombres como mujeres. Los ciudadanos palestinos están exentos de este requisito, aunque algunos sirven voluntariamente en puestos que no son de combate.

El único apartheid que existe en Medio Oriente está en los países árabes, donde todas sus poblaciones judías fueron desalojadas por la fuerza después de la Guerra de Suez en 1956. El hecho es que a ningún judío se le permite vivir en las naciones árabes. ¡Eso es el verdadero apartheid!

“Liberen a Palestina de la opresión colonial”.

Esto es pura tontería. El pueblo judío no es colonialista. No son forasteros que se han apoderado de la tierra de otra persona. La tierra que ocupan actualmente (y mucha más que aún no ocupan) les fue dada por Dios como una posesión eterna (Génesis 12:1-3, 7, 15:14-15; 16:18; 26:3; 28:4, 13; 35:10-12; Éxodo 6:7-8; Salmos 105:8-11).

Los judíos ocuparon este don de Dios hace 3,500 años y vivieron allí durante 1,500 años, hasta que fueron expulsados por la fuerza de la tierra por los asirios y los romanos. Después de su expulsión final en el año 70 d.C., la tierra permaneció vacía y desolada durante 2,000 años. Los pocos árabes que vivían allí se consideraban sirios, porque la mayor parte de la tierra era propiedad de terratenientes sirios ausentes.

Durante este largo lapso de tiempo, la tierra nunca fue un estado independiente con Jerusalén como su capital. En resumen, nunca hubo un Estado palestino con un gobierno palestino. Tampoco existía una lengua o cultura palestina.

Cuando los judíos comenzaron a regresar a su tierra natal a finales de la década de 1890, compraron la tierra a precios exorbitantes. La tierra estaba tan desolada, que los árabes no podían entender por qué los judíos la deseaban tanto. Por ejemplo, para 1900 casi todos los árboles de Israel habían sido talados. Esto se debió al hecho de que el imperio turco gravaba los árboles. En el siglo XX, cuando los judíos que regresaron comenzaron a recuperar la tierra, ¡comenzaron a reemplazar los bosques y terminaron plantando más de 250 millones de árboles durante el siglo!

“Pongan Fin a 75 años de Ocupación”.

Israel no es una potencia ocupante. La tierra que están “ocupando” no sólo les fue dada por Dios, sino que también les fue otorgada legalmente por las Naciones Unidas.

Al final de la Primera Guerra Mundial, el área que se conocía como Palestina era simplemente una provincia del Imperio Otomano de Turquía. Dado que los turcos se pusieron del lado de Alemania durante la Primera Guerra Mundial, los aliados victoriosos decidieron desmantelar el Imperio Otomano dividiendo sus piezas entre los británicos y los franceses. El área llamada Palestina fue asignada a los británicos y más tarde comenzaron a gobernarla como un Mandato de la Liga de Naciones.

Un año antes del final de la Primera Guerra Mundial, los británicos emitieron la Declaración Balfour en noviembre de 1917. En ella dejaban claro que su intención era convertir a Palestina en una patria para el pueblo judío. En ese momento, Palestina consistía en el territorio que hoy incluye Israel más Jordania.

Pero, en 1921, el Secretario Colonial británico, Winston Churchill, decidió dar dos tercios de Palestina a los árabes para establecer el Mandato de Transjordania. Esta zona recibió su plena libertad en 1946 cuando se reconstituyó como el Estado de Jordania.

Cuando Churchill tomó su decisión, el pueblo judío se sintió traicionado por los británicos, pero esperaban recibir lo que quedaba de Palestina como su Estado. El resto era una pequeña franja de tierra de 270 millas de largo, con un ancho que oscilaba entre 9 y 85 millas.

En noviembre de 1947, las Naciones Unidas votaron a favor de dividir aún más esta franja de tierra, dividiéndola entre judíos y árabes con el fin de crear un Estado para cada uno. Una vez más, los judíos se sintieron traicionados, pero aceptaron la oferta. Los árabes se negaron.

Israel volvió a existir como Estado el 14 de mayo de 1948. Ese mismo día, los árabes podrían haber aprovechado la resolución de la ONU y haber creado un Estado palestino para sí mismos. Pero ellos querían toda la tierra, así que atacaron el nuevo Estado judío con la intención de arrojar a los judíos al mar.

A lo largo de la historia de la zona, desde que fue separada del Imperio Otomano en 1918, ha habido cinco ocasiones en las que los árabes tuvieron la oportunidad de crear un Estado propio, y cada vez, se han negado:

1. En 1936, el gobierno británico nombró a la Comisión Peel para recomendar una solución al conflicto judío y árabe en la zona. La comisión ofreció a los árabes el 80% de la tierra. Los árabes dijeron: “¡No!”. 

2. En 1947, las Naciones Unidas aprobaron una partición de la tierra en dos Estados. Los judíos recibieron el 56%. Una vez más, los árabes dijeron: “¡No!”.

3. En 1967, después de la Guerra de los Seis Días, los judíos ofrecieron permitir a los árabes crear un Estado que incluiría Gaza y Cisjordania. La Liga Árabe respondió con “Los tres No”: no a la paz con Israel. No al reconocimiento de Israel. No a las negociaciones con Israel. 

Algunos de los jefes de Estado de la cumbre de la Liga Árabe de 1967.

4. En el año 2000, el primer ministro más liberal de la historia de Israel, Ehud Barak, ofreció a Yasser Arafat la oportunidad de crear un Estado que incluyera Gaza, el 94% de Cisjordania y Jerusalén Este. El moderador de la conferencia, el presidente Bill Clinton, dijo que todo lo que Arafat podía decir desde el principio hasta el final de las negociaciones era: “¡No!”. 

5. En 2008, el primer ministro de Israel, Ehud Olmert, ofreció a Mahmoud Abbas, el líder de la OLP, la oportunidad de crear un estado que incluyera aún más Cisjordania. Abbas dijo: “¡No!”.

Con esta historia en mente, se puede entender lo que dijo una vez el diplomático más famoso de Israel, Abba Eban: “Los palestinos nunca han perdido una oportunidad de perder una oportunidad”.

El primer ministro israelí, David Ben Gurion (centro), presenta una menorá de Janucá como regalo al presidente estadounidense Truman en la Oficina Oval. A la derecha está Abba Eban, embajador de Israel en EE.UU. (1951)

“¡Liberen a Gaza!”

Éste es otro eslogan sin sentido. Israel concedió la soberanía total a Gaza en 2005, y lo hizo a un gran costo social y financiero. El ejército israelí desalojó por la fuerza a 9,000 judíos de sus hogares en 25 asentamientos y entregó toda la zona a los palestinos.

Los judíos tuvieron que volar sus sinagogas para evitar que fueran profanadas por los árabes. También tuvieron que desenterrar sus cementerios y trasladar los cuerpos de sus seres queridos para evitar que las tumbas fueran profanadas. La remoción le costó al gobierno israelí 900 millones de dólares. Otras pérdidas incluyeron 120 millones de dólares en la producción anual de flores y el 15% de las exportaciones agrícolas de Israel, incluido el 60% de sus exportaciones de tomates y hierbas. También se perdió el 70% de los productos orgánicos de Israel.

Después de la retirada de Israel, cientos de millones de dólares de ayuda extranjera fluyeron a Gaza desde muchas naciones, incluido Estados Unidos. Este dinero se destinó a la asistencia humanitaria y a la reconstrucción de la infraestructura de la zona, en particular hospitales y escuelas. Pero, cuando Hamas asumió el poder en 2007, estas donaciones se desviaron a la compra de armas militares y a la construcción de más de 300 millas de túneles de hormigón para lanzar ataques contra Israel.

Al pueblo palestino se le dejó que se ganara la vida lo mejor que pudiera, mientras que Hamás reforzó su ejército con la intención de atacar a Israel. Además, los líderes de Hamas confiscaron gran parte de la ayuda financiera para ellos personalmente, usándola para vivir vidas extravagantes de ocio en Qatar. Se estima que los tres principales líderes de Hamás tienen un valor combinado de 11,000 millones de dólares.

¡“Liberen a Gaza” es un eslogan apropiado y verdadero sólo si se refiere a liberar a Gaza de Hamas!

“¡Alto al Genocidio Israelí!”

Éste sería un lema apropiado si estuviera dirigido a Hamás, porque el objetivo de Hamás es destruir a Israel y matar a toda su población judía. Pero el lema está muy mal dirigido cuando se dirige a Israel.

El deseo de Israel es vivir en paz con los árabes. La única guerra que Israel ha iniciado es la Guerra de los Seis Días en 1967, y lo hizo porque las naciones árabes circundantes declararon que iban a atacar y aniquilar al Estado judío. Israel decidió que su única esperanza de supervivencia era un ataque preventivo.

El ejército israelí tiene una reputación establecida desde hace mucho tiempo de ser el más humano del mundo. Cuando Israel va a la guerra, siempre hace todo lo posible para proteger a los civiles. Israel lanza panfletos, hace llamadas telefónicas y envía correos electrónicos para anunciar objetivos, para que los civiles tengan tiempo de evacuar. Además, Israel centra sus ataques en objetivos militares y no en civiles. Sí, a veces se cometen errores, pero los errores no son crímenes de guerra.

En marcado contraste, Hamás utiliza a sus civiles como escudos humanos. Así, lanza cohetes desde los tejados de hospitales y escuelas, y cuando Israel anuncia objetivos, Hamás obliga a los civiles a acudir a las zonas objetivo para que puedan utilizar sus cadáveres con fines propagandísticos. Como ha dicho un experto, “Israel utiliza a sus fuerzas armadas para proteger a sus ciudadanos, mientras que Hamás utiliza a sus ciudadanos para proteger a sus fuerzas armadas”.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha resumido durante mucho tiempo la situación en Oriente Medio con estas palabras: “Si los árabes se desarmaran, habría paz. Si Israel se desarmara, dejaríamos de existir”.

“¡Gaseen a los Judíos!”

De hecho, este eslogan ha sido utilizado por los manifestantes pro-palestinos. No es más que una horrenda expresión de antisemitismo descarado. Es sólo un indicio de que el verdadero objetivo de los palestinos no es crear otro Estado palestino. ¡No! El verdadero objetivo es la aniquilación de Israel.

Y cuando me refiero a “otro Estado palestino”, quiero decir que ya existe un Estado palestino. Es el estado de Jordania. El propio Estado se separó de la provincia palestina del Imperio Otomano, y la mitad de su población era palestina.

Conclusión

El estallido de antisemitismo masivo e irracional en todo el mundo es un evento sobrenatural orquestado por Satanás. Odia apasionadamente al pueblo judío porque son el Pueblo Escogido de Dios, a través del cual Dios dio las Escrituras y al Mesías, Jesús. Satanás también odia la promesa de Dios de llevar a un gran remanente de judíos a la salvación a través de la fe en Jesús (Isaías 10:21-22; Zacarías 12:10;  Romanos 9:27).

La determinación de Satanás de aniquilar a los judíos es de lo que se trató el Holocausto. Es la razón por la que motivará al Anticristo a enfocar la segunda mitad de la Tribulación en continuar donde Hitler lo dejó acerca de librar al mundo del pueblo judío.

Pero Satanás no tendrá éxito:

“…porque el que los toca [a Israel], toca la niña de Su ojo” (Zacarías 2:8).

Jamás se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel” (Salmos 121:4).

En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasero de fuego entre la leña y como antorcha ardiendo entre gavillas; consumirán a diestra y siniestra a todos los pueblos alrededor, mientras los habitantes de Jerusalén otra vez vivirán en su propia ciudad” (Zacarías 12:6).

En aquel día yo procuraré destruir a todas las naciones que vengan contra Jerusalén” (Zacarías 12:9).

Dios ha reunido al pueblo judío en su tierra natal por una razón. Él va a traer al mundo entero contra ellos (Zacarías 12:3), no porque los odie, sino porque los ama. Han sido personas tercas y de dura cerviz a lo largo de su relación con Él. Cuando estaban en problemas en los tiempos del Antiguo Testamento, siempre acudían a Egipto en busca de ayuda. En los tiempos modernos, han dependido de los Estados Unidos. Dios siempre ha querido que confíen en Él.

En estos tiempos del fin, a medida que el mundo entero se vuelva contra ellos, se verán obligados a llegar al final de sí mismos y, en su desesperación, se volverán a Dios en busca de su ayuda, y finalmente aceptarán a Su Hijo como su Mesías (Zacarías 12:10).

¡Qué día será ése! Jesús lo mencionó cuando entró en Jerusalén en el clímax de su vida. Dijo que no regresaría a esta tierra hasta que el pueblo judío estuviera dispuesto a decir: “Baruj haba b'Shem Adonai”, que significa “Bendito el que viene en el nombre del Señor” (Salmos 118:26 y Mateo 23:39).

¡Maranata! (1 Corintios 16:22)

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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