lunes, 20 de mayo de 2024

Libro: El Pueblo Judío – Capítulo 4 (parte 3 de 3)

Los Horrores del Holocausto

Por Dr. David R. Reagan


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Promesas de Esperanza

Creo que también es importante notar que las advertencias de Dios en las Escrituras acerca de un futuro Holocausto siempre van seguidas por declaraciones de esperanza, prometiendo que el pueblo judío sería preservado a través de sus sufrimientos.

Por ejemplo, siguiendo la profecía de Moisés en Deuteronomio 28, de que su pecado finalmente resultaría en su dispersión y persecución por todo el mundo, Dios inmediatamente les proporcionó una gloriosa declaración de esperanza en el capítulo 30:

1) Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, 

2) y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 

3) entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 

4) Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; 

5) y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres.

¡Qué asombrosa declaración de amor! El punto es que Dios disciplina a aquellos a quienes ama. El autor de la carta a los Hebreos en el Nuevo Testamento enfatiza este punto en el capítulo 12:

5) [Citando Job 5:17; Proverbios 3:11 y Salmos 119:75] Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él;

6) Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.

7) Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?

8) Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.

11) Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.

Una vez más, cada vez que en las Escrituras hebreas encontramos terribles advertencias de juicio, esas advertencias siempre van seguidas de promesas de esperanza. Un ejemplo clásico se puede encontrar en Jeremías 30, donde se da una profecía sobre el terrible sufrimiento que el pueblo judío soportará durante la Gran Tribulación, a la que se hace referencia en este pasaje como “el tiempo de angustia de Jacob” (versículo 7). Antes de que el pasaje concluya, Dios da esta increíble promesa en el versículo 11:

Porque yo estoy contigo para salvarte, dice Jehová, y destruiré a todas las naciones entre las cuales te esparcí; pero a ti no te destruiré, sino que te castigaré con justicia; de ninguna manera te dejaré sin castigo.

La Fidelidad de Dios

Dios ha sido fiel a todas Sus promesas. Él dijo que el pecado persistente y sin arrepentimiento por parte de Su Pueblo Escogido resultaría en una dispersión y persecución mundial, y así fue. Dijo que preservaría al pueblo judío y castigaría a sus perseguidores, y eso es precisamente lo que ha hecho.

Ninguna otra nación se ha dispersado por el mundo y ha sido capaz de conservar su identidad. Los enemigos de Israel mencionados en la Biblia son voluminosos — los asirios, los babilonios, los romanos, los cananeos, los hititas — y la lista sigue y sigue. ¿Dónde están hoy? En el basurero de la historia. ¿Dónde están los judíos? Reunidos en su tierra natal.

¿Dónde estaba Dios en el Holocausto? Él estaba con Su Pueblo Escogido. Él lloraba por ellos, y escuchaba sus oraciones. Isaías proclama que cuando el pueblo judío es afligido, Dios es afligido (Isaías 63:9).

Dios respondió a las oraciones de los que estaban en los campos de exterminio preservando al pueblo judío y destruyendo a sus torturadores nazis. Alemania quedó devastada y todos los principales líderes nazis se suicidaron o fueron arrestados, juzgados, condenados y sentenciados a prisión o a muerte.

De las cenizas del Holocausto surgió una nación judía revivida con renovada determinación. Estaban decididos a no volver a marchar pasivamente hacia los hornos. Estaban decididos a crear su propia nación con su propio gobierno. Y eso es exactamente lo que sucedió cuando se proclamó el Estado de Israel en Tel Aviv, el 14 de mayo de 1948.

Incluso los portavoces judíos han reconocido que algo bueno salió del Holocausto. Tomemos, por ejemplo, a Elie Wiesel, el famoso sobreviviente del Holocausto del campo de exterminio de Auschwitz, que se convirtió en la voz judía del Holocausto a través de sus perspicaces escritos, y que fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz en 1986.

En un discurso pronunciado en Jerusalén en los años 1980, Wiesel dijo:9

Si no hubiera sido por la misericordia del Señor, que nos dejó un remanente para ver este día de nuestra redención, todos hubiéramos sido como Sodoma y Gomorra. Y no olvidemos que nuestra generación que vio la página más oscura de nuestra historia, también vio la página más brillante: el regreso a Eretz Israel y Jerusalén.

Jan Willem van der Hoeven, Director del Centro Internacional Sionista Cristiano en Jerusalén, ha hecho una observación similar: “Si no hubiera sido por el Holocausto, las Naciones Unidas nunca habrían alcanzado una mayoría que estuviera de acuerdo con el renacimiento del joven Estado de Israel”.10

Un Objetivo Incumplido

Lo único que el Holocausto no logró fue persuadir al pueblo judío para que volviera sus corazones a Dios, confiara en Él con fe y aceptara a Su Hijo como su Mesías.

El Estado moderno de Israel es un Estado muy secular. La mayoría de sus ciudadanos son ateos o agnósticos. Muy pocos son judíos observantes. Aún menos son judíos ortodoxos.

Ésta es la razón por la que la Biblia enseña que hay otro Holocausto esperando al pueblo judío en el futuro (Zacarías 13:7b-9). Ocurrirá durante los últimos tres años y medio de la Tribulación, cuando Satanás inspirará al Anticristo a aniquilar a los judíos. Será el último vítor de Satanás. Matará a dos tercios de los judíos, pero el resto será llevado al fin de sí mismo y volverá sus corazones a Dios. Y, en ese glorioso día, recibirán a Jesús como su Mesías. El profeta Zacarías describe este evento en el capítulo 12, versículo 10 de sus profecías citando a Dios diciendo:

Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

El resultado de este arrepentimiento se describe en Zacarías 3:1 de la siguiente manera:

En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la inmundicia.

La fuente de la sangre de Jesús será aplicada al remanente judío, permitiéndoles reconciliarse con Dios para que Él pueda cumplir todas las promesas que ha hecho de que un día los establecerá como la primera nación del mundo a través de quien todas Sus bendiciones fluirán.


Lea la parte 1 aquí

Lea la parte 2 aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

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