Ministerio Cordero y León
La humanidad ha aprovechado la tecnología desde que salió del Jardín del Edén — en el sentido de que siempre ha aplicado el conocimiento para resolver problemas prácticos.
El conocimiento, en sí mismo, puede ser bueno o malo. El conocimiento del bien y del mal fue adquirido a través de la desobediencia a Dios, lo que llevó a que Él expulsara a Adán y Eva del Jardín y pusiera a toda la creación bajo maldición. Más tarde, Dios reveló Su plan de juicio a Noé y le dio instrucciones específicas que lo equiparon para construir un arca y escapar del diluvio que se avecinaba.
A medida que los hombres comenzaron a repoblar la tierra, su flagrante arrogancia y orgullo los llevó a intentar construir una gran torre que llegara al cielo. La tecnología de la época implicaba ladrillos endurecidos al fuego y grandiosas aspiraciones de construcción. Las Escrituras nos dicen que la motivación era “hacerse un nombre” y evitar ser “esparcidos sobre la faz de toda la tierra” — lo que contradecía directamente el primer mandamiento de Dios a la humanidad.
Durante los milenios siguientes, la humanidad dominó la tecnología mucho más allá de los ladrillos de barro. Los avances tecnológicos que hoy damos por sentados pondrían a prueba la imaginación de nuestros antepasados. Y el ritmo al que el avance tecnológico se ha disparado exponencialmente en los últimos años, es asombroso. Cuando se observan a través de la lente de una cosmovisión bíblica, las Señales de la Tecnología están gritando que Jesús vendrá pronto.
Lo Bueno, lo Malo, y lo Feo
Al igual que la categoría de las Señales Espirituales, las Señales de la Tecnología incluyen tanto señales buenas como malas, así como algunas que son francamente feas. Después de todo, ¿quién puede negar la bendición del aire acondicionado, los motores de combustión interna y la fotografía?
Otro ejemplo sería la medicina moderna. ¿A alguien le gustaría volver a las prácticas médicas de los años 1700 y 1800? La muerte de George Washington probablemente fue acelerada por el derramamiento de sangre que sus médicos utilizaron para aliviar los vapores que lo estaban atormentando.
En la rotonda del Capitolio de Kentucky, hay una estatua de Ephraim McDonnell. Se le considera el padre de la cirugía abdominal, porque realizó una operación para extirpar un quiste ovárico de 22 libras de una mujer, ¡sin anestesia! La mayoría de los visitantes pasan por alto la representación del quiste en un cuenco a los pies de McDowell. Esa mujer, que cantó himnos durante su cirugía, y luego volvió a casa a caballo, ¡merece una estatua!
Claramente, algunos aspectos de los buenos viejos tiempos no eran particularmente deseables.
Al principio de mi vida adulta, me formé como piloto. Los avances tecnológicos en el campo de la aviación son alucinantes. El vuelo propulsado tiene menos de 120 años, pero hemos avanzado mucho más allá del vuelo sin precedentes de 12 segundos y 120 pies de los hermanos Wright. Cada viaje de peregrinación que organiza el Ministerio Cordero y León lo demuestra. Nos subimos a un avión y volamos hacia Israel en cuestión de horas — un viaje que a Mark Twain le llevó muchas semanas en barco de vapor hace sólo 150 años.
Pero, ¿cómo se relaciona la tecnología con la Palabra profética de Dios? De muchas más maneras de las que se ven a simple vista — si aplicas el discernimiento espiritual.
Una Herramienta para el Evangelismo
Desde una perspectiva bíblica, el mayor desafío del hombre es de naturaleza espiritual. Si no superamos nuestro problema del pecado, ningún otro logro importa. Y no existe ninguna tecnología para reconciliar al hombre pecador con un Dios Santo. Sólo el Evangelio de Jesucristo hace eso. Cualquier ayuda para expandir y compartir el Evangelio es ciertamente una herramienta a utilizar. Aun así, es erróneo reverenciar la herramienta en lugar de aprovechar su utilidad.
Pablo no dedicó tiempo a alabar la red romana de caminos y transporte marítimo, incluso cuando aprovechó esas tecnologías para propagar el Evangelio. Y no nos equivoquemos, los romanos aprovecharon al máximo la tecnología disponible en ese momento. Desde las técnicas de construcción hasta las aplicaciones militares, la ingeniería romana fue mundialmente conocida. Hasta el día de hoy, el ancho de vía estándar del ferrocarril en la mayor parte del mundo occidental es de 4 pies y 8,5 pulgadas — el ancho de un carro romano imperial.
Del mismo modo, aunque no idolatremos la tecnología que nos sirve hoy en día, estamos agradecidos por los viajes aéreos transcontinentales, que hacen posible las peregrinaciones a Israel; las comunicaciones por televisión y satélite, que nos permiten transmitir a millones de hogares; y la capacidad de Internet, que nos conecta con muchos millones simultáneamente. La Palabra profética de Dios predijo claramente muchos de estos avances tecnológicos.
Cuando el Señor le reveló a Daniel visiones lejanas de eventos futuros, le dijo al gran profeta que el entendimiento no vendría hasta el tiempo del fin, cuando “muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará” (Daniel 12:4). Daniel expresó curiosidad por todos los eventos que estaba presenciando. Dios respondió: “Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin” (Daniel 12:9). Prometió que aquellos que tuvieran perspicacia entenderían cuándo sería el momento adecuado.
Con la explosión del transporte mundial y el crecimiento exponencial del conocimiento humano (lamentablemente, carente de sabiduría la mayor parte del tiempo), parece como si estuviéramos en el umbral del “tiempo del fin” del que habló el Señor.
En la segunda parte de esta mirada a dónde se cruzan la tecnología y la escatología, especularemos cómo los autores bíblicos pueden haber descrito las tecnologías modernas.
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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