Jerusalén en la Profecía
¿Tiene un futuro?
No hay otra ciudad sobre la faz de la tierra tan importante como la ciudad de Jerusalén. Todas las otras grandes ciudades de la tierra — Nueva York, Londres, Moscú, París e incluso Roma —palidecen en comparación. ¿Qué otra ciudad puede afirmar ser “la ciudad de Dios” o “la ciudad del Gran Rey”? (Salmos 48).
Dios ama a Jerusalén, y tiene la intención de morar en ella eternamente. El Salmo 68:16 dice que Dios ha deseado el monte de Sion “para su morada” y que tiene la intención de “habitar en él para siempre”.
Salmos 132:13-14 contiene una promesa similar: “Jehová ha escogido a Sion; la quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi reposo; Aquí habitaré, porque la he querido”.
Cuando lee este tipo de declaraciones, puede entender por qué Jerusalén se identifica en Ezequiel 5:5 como “el centro de las naciones”; y en Ezequiel 38:12 como “el centro de la tierra”.
Jerusalén es donde el Hijo de Dios derramó Su preciosa sangre. Es donde Jesús ascendió al cielo. Es donde Jesús regresará para ser coronado Rey de reyes. Es la ciudad desde la cual Jesús reinará sobre todas las naciones del mundo (Isaías 2:2-4).
Y Jerusalén será el escenario de la última batalla de la historia, cuando Satanás reúna a las naciones al final del Milenio y las guíe en rebelión contra el Señor. Finalmente, Jerusalén es donde Dios mismo vendrá a residir eternamente con los redimidos (Ap. 21:2-3). No es de extrañar que Jerusalén siempre haya sido un tema importante de la profecía bíblica.
Jerusalén Judía
El primer conjunto de profecías relacionadas con Jerusalén es aquellas que se refieren a ella como una capital judía antes del tiempo de Jesús. Tenga en cuenta que el reino de David se dividió en dos naciones después de la muerte de su hijo Salomón.
La nación del norte, Israel, fue totalmente apóstata desde el comienzo. Fue entregada a la idolatría y no tuvo un solo rey justo en sus 200 años de historia. En agudo contraste, la nación del sur fue bendecida con muchos reyes justos. También fue bendecida al tener a Jerusalén como su capital. Y fue bendecida aún más al tener la gloria Shejiná de Dios residiendo en su templo.
Pero, a pesar de todas estas bendiciones, el pueblo de Judá se enorgulleció y comenzó a desviarse de su relación con Dios. Cuando la nación comenzó a darle la espalda a Dios, el Señor misericordiosamente levantó profetas para advertirles y llamarlos al arrepentimiento. Cuando se negaron a arrepentirse, los profetas profetizaron que la ciudad de Jerusalén sería destruida y la nación sería llevada cautiva.
La primera de estas profecías fue proclamada por Miqueas en el siglo VIII a. C. — cerca de 130 años antes de que la ciudad fuera destruida —. Miqueas habló contra la corrupción política y religiosa, diciendo, “Sus jefes [de Judá] juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero” (Miqueas 3:11).
Lamentó el hecho de que, cada vez que estos líderes eran llamados al arrepentimiento para que la ciudad no fuera destruida, siempre respondían arrogantemente al observar, “¿No está Jehová entre nosotros? [Una referencia a la Gloria Shejiná en el Templo]. No vendrá mal sobre nosotros”. A lo que Miqueas respondió: “Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque” (Miqueas 3:12).
Cien años después, Jeremías también advirtió que Jerusalén sería destruida (Jeremías 7:12-15). Hablando por el Señor, Jeremías declaró, “Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador” (Jeremías 9:11).
Cuando el pueblo se negó a creer en sus palabras e incluso trató de matarlo como un traidor, Jeremías les recordó la anterior profecía de Miqueas (Jeremías 26:18). Pero el pueblo aún se negó a arrepentirse, y las profecías se cumplieron en el año 587 a. C., cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad y su templo.
Jerusalén Gentil
Después de 70 años de cautividad en Babilonia, los judíos regresaron a Jerusalén y reconstruyeron su templo y su ciudad. Pero se negaron a recibir a su Mesías, y por eso el Señor dio un segundo grupo de profecías concernientes a un período de tiempo cuando Jerusalén caería bajo el control gentil.
Jesús mismo pronunció estas importantes profecías durante la última semana de Su vida. Mientas estaba sentado en el Monte de los Olivos hablando con Sus discípulos, Él señaló a Jerusalén y su tempo y dijo: “En cuanto a estas cosas que ven, vendrán días cuando no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Lucas 21:6).
Más tarde, en el mismo discurso, Jesús declaró que la ciudad sería rodeada por ejércitos que procederían a desolarla (Lucas 21:20). Refiriéndose a los judíos en la ciudad en ese momento, dijo, “Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones…” (Lucas 21:24a).
Estas profecías se cumplieron 40 años más tarde, cuando los romanos, bajo Tito, destruyeron completamente la ciudad, incluido el templo.
Pero note que Jesús hizo otra profecía acerca de la ciudad en el mismo discurso. Él dijo: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24b). Los romanos fueron seguidos por los bizantinos, y ellos fueron sucedidos, en orden, por los musulmanes, los cruzados, los mamelucos, los turcos, los británicos y los jordanos.
Tal como Jesús profetizó, la ciudad sufrió un largo período de control gentil hasta el 7 de junio de 1967, cuando — por primera vez en 1,897 años — los judíos recuperaron la soberanía sobre la ciudad. Fue en ese día que el rabino Shlomo Goren fue al Muro Occidental y exclamó: “Les proclamo el comienzo de la Era Mesiánica”.
El tercer grupo de profecías acerca de la ciudad explica por qué dijo estas palabras.
Jerusalén del Tiempo del Fin
Cuatrocientos años antes de Jesús, el profeta Zacarías dio una extraordinaria serie de profecías acerca de los eventos que afectarían a Jerusalén en los tiempos del fin, justo antes de lo que llamamos la Segunda Venida del Mesías. Estas profecías están registradas en Zacarías 12:1-6. Específicamente, las profecías son las siguientes:
- Los judíos estarán de regreso en la tierra de Israel.
- Los judíos estarán de regreso en la ciudad de Jerusalén.
- El ejército israelí será como “brasero de fuego entre leña”.
- Jerusalén se convertirá en el punto focal de la política mundial.
- Todas las naciones del mundo se unirán contra Jerusalén.
¡Por favor observe que éstas son profecías que se han cumplido! El judío está de regreso en su tierra y su ciudad. A pesar del minúsculo tamaño de la nación, sus fuerzas militares son consideradas entre las más poderosas del mundo. Realmente han sido como una “tea de fuego entre las gavillas” en guerra tras guerra.
Israel se convirtió en el punto focal de la política mundial en 1973, durante la Guerra de Yom Kippur. Cuando Occidente vino en ayuda de Israel, los árabes lanzaron un boicot petrolero (¿recuerdan aquellas largas filas en las gasolineras?), que hizo que las naciones occidentales se pusieran de rodillas. El resultado fue que todas las naciones de Europa Occidental retiraron su apoyo a Israel y tomaron una posición neutral o se alinearon con los árabes en su determinación de aniquilar al Estado judío.
Con respecto a la última profecía citada anteriormente, en los últimos años, todas las naciones del mundo han venido contra Israel. Esto incluye a los Estados Unidos bajo los presidentes George H. W. Bush, Bill Clinton, George Bush y Barack Obama. El presidente Donald Trump, quien finalmente reconoció a Jerusalén como la capital de Israel, no obstante mostró su determinación de obligar a Israel a entregar gran parte de su territorio central de Judea y Samaria.
Zacarías enumera algunas otras profecías del tiempo del fin con respecto a Jerusalén que aún no se han cumplido. Estas emocionantes profecías están contenidas en Zacarías 12:8-10. Declaran que el Señor defenderá a Jerusalén contra sus enemigos y que el resultado de todas las batallas del tiempo del fin será el arrepentimiento de un gran remanente de los judíos que “mirarán a Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por Él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10). En respuesta, el Señor salvará este remanente al abrir una fuente de salvación en Jerusalén “para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1)
En el capítulo 14, Zacarías describe en detalla cómo el Señor rescatará a Jerusalén en el último momento, cuando parece no haber esperanza: “Entonces saldrá el Señor y combatirá contra aquellos pueblos, como combatió en el día de la batalla” (Zacarías 14:3). Él hablará una plaga sobrenatural que matará a todos los soldados enemigos de golpe (Zacarías 14:12). El versículo 9 nos dice que el resultado de este día trascendental será la coronación de Jesús como “rey sobre toda la tierra”.
Esta maravillosa promesa nos introduce a la cuarta categoría de profecías que se relacionan con Jerusalén.
Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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