En esta serie, la enseñanza bíblica sobre el reino de Dios ha sido examinada desde Génesis hasta Apocalipsis, con el fin de demostrar que todo el consejo de la Palabra de Dios transmite la idea de que el reino es una realidad aún futura. Además, esta serie ha examinado los textos aislados del Nuevo Testamento y los argumentos misceláneos en los que los teólogos del “reino ahora” suelen confiar, y ha demostrado cómo cada uno es insuficiente para transmitir la teología del “reino ahora”. A medida que avanzamos hacia la etapa final de nuestro viaje, comenzamos a notar por qué esta tendencia de equiparar la obra actual de Dios en la iglesia con el reino mesiánico es un asunto que debería preocupar a los creyentes, ya que esta teología no sólo altera radicalmente el diseño de Dios para la iglesia, sino que también es el semillero de muchas doctrinas falsas importantes que tristemente han entrado en la iglesia de Cristo.
Cambiando el Propósito de la Iglesia
¿Por qué importa si la obra presente de Cristo a través de la iglesia se equipara con el reino mesiánico de Cristo? La respuesta a esta pregunta radica en el hecho de que la teología del “reino ahora” altera el diseño divino de la iglesia. Anteriormente en esta serie, notamos que la iglesia, que comenzó en Hechos 2, existe por tres razones específicas ordenadas por Dios. Primero, la iglesia existe para glorificar a Dios (Ef. 3:21). En segundo lugar, la iglesia existe para edificar o fortalecer a sus miembros. Dios ha colocado dones espirituales en el cuerpo de Cristo con el propósito de emplearlos fielmente para que los miembros de la iglesia puedan edificarse, madurar espiritualmente y alcanzar la unidad (Ef. 4:11–16). En tercer lugar, la iglesia existe con el propósito de lograr la evangelización mundial (Marcos 16:15) y cumplir con la Gran Comisión (Mt. 28:18–20). Sin embargo, basado en una larga cita en bloque dada en la última entrega, McClain explica cómo estos propósitos eclesiásticos básicos y divinamente dados se confunden rápidamente en el momento en que la iglesia comienza a verse a sí misma como el reino:[1] Cuando la iglesia se ve a sí misma como el reino, típicamente busca tomar las riendas del poder político y gobernar con la espada. Esta filosofía está muy lejos del diseño de Dios para la iglesia, que es evangelizar y discipular, o alcanzar y enseñar, en cumplimiento de la Gran Comisión (Mt. 28:18–20). Si bien sigue siendo apropiado que la iglesia influya positivamente en la cultura caída en algún sentido (Mt. 5:13–16), ella no está llamada a gobernar y reinar en la era actual con la autoridad del reino. En cambio, la iglesia debe esperar el Reino Mesiánico futuro, terrenal, cuando Cristo gobernará y reinará con vara de hierro (Sal. 2:9; Ap. 12:5). Hasta que llegue ese glorioso día futuro, el mundo permanecerá bajo la influencia de Satanás (2 Co. 4:4) y, en consecuencia, la iglesia vivirá como peregrina en territorio enemigo.
La cita anterior de McClain señala al menos tres problemas que surgen cuando la iglesia se ve a sí misma como el reino y busca reinar con la autoridad del reino en el presente. Primero, la iglesia deja de verse a sí misma como una peregrina en el mundo, sino que se ve a sí misma como en casa en el mundo. Un peregrino es alguien que simplemente pasa por un reino temporal hacia un destino final. De la misma manera, este mundo no es el hogar de la iglesia, sino una esfera temporal por la que la iglesia está atravesando en su camino hacia la gloria eterna. Chafer señala: “Así que la iglesia fue plenamente advertida desde el principio sobre la naturaleza de esta era, y se le enseñó acerca de su carácter de peregrino mientras estuvo aquí y su santo llamado y separación de la ‘era maligna’”.[2] Esta realidad teológica explica por qué el Nuevo Testamento a menudo usa imágenes de peregrinaje para representar la iglesia en el mundo (Stg. 1:1; 1 Pedro 1:1; 2:11; He. 11:13).
En segundo lugar, si la iglesia persigue el poder mundano, se distrae de su misión divina de cumplir la Gran Comisión (Mt. 28:18–20). Dios sólo promete bendecir y empoderar a la iglesia cuando ella permanece dentro de su diseño previsto. Una vez que la iglesia se convierte en algo que Dios nunca la llamó a ser, se vacía de este poder divino. Si Satanás puede convencer a la iglesia de que se involucre en proyectos para los que nunca se le dio el poder de cumplir, habrá neutralizado efectivamente a la iglesia. El exitoso autor Hal Lindsey advirtió lo que podría sucederle a la iglesia en los últimos días si comenzaba a verse a sí misma como la fundadora del reino de Dios en la tierra: “Los últimos días de la iglesia en la tierra pueden desperdiciarse en gran medida buscando lograr una tarea que sólo el Señor mismo puede y hará directamente”.[3]
El Evangelio Social
En tercer lugar, ver a la iglesia como el reino hace que la iglesia sustituya las causas sociales en lugar de predicar el verdadero evangelio. La Gran Comisión se transforma sutilmente del evangelismo y el discipulado a la alteración de las estructuras sociales. En otras palabras, en lugar de cumplir con la Gran Comisión, la iglesia percibe que su propósito central es corregir los males de la sociedad, como curar el cáncer, acabar con la pobreza y el hambre en el mundo y establecer la justicia social. La salvación colectiva de naciones o comunidades reemplaza la salvación individual de las almas. Esta filosofía y énfasis equivocado se conoce como el “Evangelio Social”. Note este énfasis en los escritos del dispensacionalista progresista y teólogo del “reino ahora”, Craig Blaising, quien lamenta: “Desafortunadamente, los dispensacionalistas actuales han escrito muy poco al proponer una teología del ministerio social”.[4] Continúa, “si nosotros, como comunidad de Cristo, trabajáramos en la creación de nuestra comunidad como un modelo de justicia social y paz, entonces realmente tendríamos algunas sugerencias para realizar reformas sociales en nuestras ciudades y naciones”.[5]
Es interesante notar el lenguaje del Evangelio Social en los escritos de los líderes de la Iglesia Emergente del “reino ahora”.[6] Por ejemplo, Brian McLaren es claramente un defensor del reino ahora. Él argumenta, “Si Apocalipsis fuera un plano del futuro lejano, habría sido ininteligible para sus lectores originales . . . A la luz de esto, Apocalipsis se convierte en un libro poderoso sobre el reino de Dios aquí y ahora, disponible para todos” (cursiva agregada). En consecuencia, Brian McLaren se lamenta: “La iglesia ha estado preocupada con la pregunta: ‘¿Qué le sucede a tu alma después de que mueres?’. Como si la razón de la venida de Jesús se pudiera resumir en: ‘Jesús está tratando de llevar más almas al cielo en lugar del infierno, después de que mueren’. Creo que una lectura justa de los Evangelios destruye esa idea”.[7] En otras palabras, debido a que la iglesia se ve a sí misma como el reino, no consideraría la salvación de las almas como su máxima prioridad. Por el contrario, también debería perseguir un “evangelio holístico” centrado en alterar las estructuras sociales.
Por supuesto, esta mentalidad no representa la misión que Dios le dio a la iglesia. Sólo sirve para distraerla de sus prioridades y llamamientos divinos. Ryrie explica cómo estas prioridades pueden fácilmente desordenarse: “La redención holística puede llevar fácilmente a colocar prioridades desequilibradas, si no incorrectas, en la acción política, las agendas sociales y la mejora de las estructuras de la sociedad”.[8] Si bien el esfuerzo humanitario eclesiástico no es incorrecto en sí mismo, tales esfuerzos siempre deben usarse como una plataforma para proclamar el evangelio o demostrar prácticamente el amor de Cristo, a fin de obtener una audiencia para compartir el evangelio. Si el evangelio se ve eclipsado por preocupaciones humanitarias, entonces nuestras prioridades están totalmente fuera de lugar. Después de todo, ¿de qué sirve realmente en el esquema eterno de las cosas alimentar el estómago de alguien con una comida que sólo tiene un impacto duradero de veinticuatro horas, si nunca se le da el evangelio y, en consecuencia, su alma entra en un infierno eterno?
Al igual que McLaren, Rick Warren también abraza la teología del “reino ahora”:
Estoy de pie ante ustedes con confianza en este momento y les digo que Dios los usará para cambiar el mundo . . . Estoy viendo un estadio lleno de personas en este momento que le están diciendo a Dios que harán lo que sea necesario para establecer el Reino de Dios “en la tierra como en el cielo”. ¿Qué pasará si los seguidores de Jesús le dicen: “Somos tuyos?”. ¿Qué tipo de despertar espiritual ocurrirá? (Cursiva agregada).[9]
En consecuencia, el Evangelio Social también es evidente en el trabajo del defensor del “reino ahora”, Rick Warren. Él llama a su estrategia de misión global el plan “PEACE” [PAZ, nota del trad.].
P.E.A.C.E. es un acrónimo para Promover la reconciliación; Equipar a líderes siervos; Ayudar a los pobres; Cuidar a los enfermos; y Educar a la próxima generación. Los miembros de la coalición ven estas acciones como el antídoto de Jesús contra cinco “gigantes globales”—problemas que afectan a miles de millones de personas en todo el mundo: vacío espiritual, liderazgo egocéntrico, pobreza, enfermedad pandémica y analfabetismo.[10]
¿Qué es lo que no se escucha claramente en esta descripción del plan de paz de Warren? No hay nada aquí sobre la predicación del evangelio. Qué asombrosa omisión es ésta, especialmente considerando que el evangelio es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Ro. 1:16). Tampoco hay nada aquí sobre el cumplimiento de la Gran Comisión de “Id, pues, y haced discípulos a todas las naciones” (Mt. 28:19). Tampoco hay nada aquí sobre las últimas palabras de Cristo a la iglesia, registradas en Marcos 16:15, donde Jesús dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Además, no hay ningún indicio en ningún otro pasaje de la Gran Comisión (Juan 20:21; Lucas 24:46–48; Hechos 1:8) de ir y matar a “los cinco gigantes globales”. Más bien, todo el énfasis de estos textos de la Gran Comisión está en el evangelismo y el discipulado. La Gran Comisión se ha convertido en gran parte en la “gran omisión”, a través de la influencia de Rick Warren y otros. La construcción del reino, la transformación social y el evangelio social han reemplazado en gran medida el llamado central de la iglesia a evangelizar y discipular. Por lo tanto, la teología del reino ahora debe evitarse, no sólo porque no está respaldada por las Escrituras, sino también porque altera el propósito divino para la iglesia, robándole así el poder y la bendición divinos.
Continuará
Notas Finales
[1] Alva J. McClain, The Greatness of the Kingdom (Grand Rapids: Zondervan, 1959), 438-39.
[2] L.S. Chafer, Systematic Theology (Grand Rapids: Kregel, 1993), 5:273-79.
[3] Hal Lindsey, The Road to Holocaust (New York: Bantam, 1990), 269.
[4] Craig Blaising, "Dispensationalism: The Search for Definition," in Dispensationalism, Israel, and the Church, ed. Craig Blaising and Darrell Bock (Grand Rapids: Zondervan, 1992), 14, n.3.
[5] Craig Blaising, "Theological and Ministerial Issues in Progressive Dispensationalism," in Progressive Dispensationalism, ed. Darrell Bock and Craig Blaising (Wheaton, IL: Victor, 1993), 288-89.
[6] Para las citas de Brian McLaren y otros líderes de la Iglesia Emergente, vea la parte 1 de esta serie.
[7] Cited in Roger Oakland, Faith Undone (Silverton, OR: Lighthouse Trails, 2007), 203.
[8] Charles Ryrie, Dispensationalism (Chicago: Moody, 1995), 176.
[9] Cited in Oakland, 153.
[10] "Rick Warren and 1,700 Leaders Launch the Peace Coalition at Purpose Driven Summit," online: http://www.christiannewswire.com/news/249586720.html. Accessed 15 November 2014.
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