8 Prolepsis — Otra clave importante para interpretar la profecía bíblica es observar el marco de tiempo de lo que está leyendo. Ésta es probablemente la clave más ignorada para entender el libro de Apocalipsis. Sin embargo, es de vital importancia.
Observar el marco de tiempo es crucial cuando se lee cualquier tipo de literatura. El libro de Apocalipsis en este sentido no es diferente de una novela. Cuando está leyendo una novela, siempre tiene que ser consciente del marco de tiempo del pasaje que está leyendo. ¿Está en el pasado, en el presente o en el futuro?
Por ejemplo, es posible que se encuentre con una analepsis mientras lee una novela. De repente, es transportado en el tiempo a algo que sucedió hace años. Luego, podría ser impulsado de regreso al presente y leer algunos eventos que están ocurriendo en la historia del libro. El libro podría incluso contener una prolepsis.
Las prolepsis no son tan comunes en la literatura secular regular como lo son en la literatura espiritual. La Biblia está llena de prolepsis porque Dios sabe lo que va a suceder en el futuro y, a través de la revelación de Su Espíritu Santo, les da a Sus profetas conocimiento sobrenatural acerca de los eventos futuros.
La prolepsis es un recurso literario muy común en el libro de Apocalipsis. Aunque el libro de Apocalipsis está básicamente en orden cronológico en el sentido de que los eventos principales que describe ocurren uno tras otro; sin embargo, hay muchos lugares en su historia donde se adelanta a los eventos que van a ocurrir en el futuro. Debe ser muy sensible a esto si quiere entender lo que está sucediendo en el libro.
Las prolepsis se dan en el libro de Apocalipsis principalmente por una razón: para dar consuelo al lector. Hay tantos eventos horribles revelados en el libro con respecto al derramamiento de la ira de Dios, que de vez en cuando el escritor parece obligado a detenerse y dar una prolepsis al final de la Tribulación, para asegurarle al lector que Jesucristo va a ser completamente victorioso.
Tomemos, por ejemplo, el capítulo 13 de Apocalipsis, que contiene descripciones detalladas del Anticristo (versículos 1-8) y su secuaz diabólico, el Falso Profeta (versículos 11-15). El capítulo termina declarando que nadie podrá comprar o vender durante la segunda mitad de la Tribulación sin jurar lealtad a los dos monstruos (versículos 16-18) Para brindar esperanza al lector, el capítulo 14 es una prolepsis al triunfo de Jesús en Su Segunda Venida. El capítulo es como un adelanto cinematográfico de lo que está por venir.
Al final de cada una de las tres series de juicios en Apocalipsis, hay una prolepsis a la Segunda Venida de Jesús, para asegurarle al lector que todo va a salir bien. Los Juicios de los Sellos en el capítulo 6 terminan con tal prolepsis en los versículos 12-17. Los Juicios de las Trompetas en los capítulos 8 y 9 son seguidos por una visión de la Segunda Venida del Señor en el capítulo 10. Los Juicios de las Copas en el capítulo 16 también terminan con una prolepsis al regreso del Señor (versículos 15-21).
9 Estudiar el Antiguo Testamento — El conocimiento del Antiguo Testamento es absolutamente esencial para entender las profecías del Nuevo Testamento. La iglesia en la que crecí, como la mayoría de las iglesias protestantes, sólo estudiaba el Nuevo Testamento. Rara vez leíamos el Antiguo Testamento, y mucho menos lo estudiábamos.
Después de 30 años de asistencia fiel a la iglesia, yo era bíblicamente ignorante con respecto al Antiguo Testamento. No podría haber encontrado el libro de Sofonías sin un índice si mi vida hubiera dependido de ello. Me hubiera avergonzado descubrir que no había ningún libro de Ezequías. Me habían dicho una y otra vez que “el Antiguo Testamento fue clavado en la Cruz”. En consecuencia, consideraba que el Antiguo Testamento era irrelevante.
En vista de tal ignorancia del Antiguo Testamento — una condición que es común en toda la cristiandad — no es de extrañar que el cristiano promedio tenga tantas dificultades para entender la profecía del Nuevo Testamento como el libro de Apocalipsis. No conocemos la profecía del Antiguo Testamento, pero es la clave para entender las profecías en el Nuevo Testamento.
La profecía del Antiguo Testamento encaja con la profecía del Nuevo Testamento como una mano en un guante. No hay manera, por ejemplo, de que alguna vez entienda Apocalipsis, si no está completamente familiarizado con Daniel.
Finalmente llegué a un punto en mi estudio del libro de Apocalipsis en el que simplemente no podía avanzar en mi entendimiento, hasta que volví al Antiguo Testamento y comencé a estudiar a los Profetas Mayores y Menores. A medida que comencé a absorber los escritos de estos profetas, comencé a entender el libro de Apocalipsis como nunca antes lo había entendido.
Permítanme darles un ejemplo de lo que estoy hablando. Hay una declaración que debo haber escuchado docenas de veces desde el púlpito cuando era niño: “Sólo hay un capítulo en la Biblia que habla de un futuro reinado de Jesucristo, y ése es el capítulo 20 de Apocalipsis”. Muchos predicadores llegarían a la increíble conclusión de que, dado que solo un capítulo menciona un futuro reinado del Señor en la tierra, ¡debe significar otra cosa! Luego procederían a espiritualizar el significado de sentido llano de Apocalipsis 20, negando que el Señor alguna vez regresará a la tierra para reinar.
Puede imaginar lo sorprendido que me quedé al descubrir más tarde que el Antiguo Testamento contiene más de quinientas profecías sobre la Segunda Venida de Jesús, muchas de las cuales se relacionan específicamente con Su reinado en la tierra. Hay trescientas profecías acerca de Su Primera Venida, pero más de quinientas acerca de Su Segunda Venida. Hay profecía tras profecía tras profecía sobre el regreso de Jesús a esta tierra para reinar en gloria y majestad desde Jerusalén. Apocalipsis 20 no es el único lugar en la Biblia que habla de un futuro reinado de Jesucristo. Es un capítulo de muchos que se centran en el futuro reinado del Señor.
Un ejemplo de la profecía del Antiguo Testamento que apunta al reinado de Jesús se encuentra en Isaías 24, comenzando con el versículo 21. Hablando de los tiempos del fin, Isaías dice: “Acontecerá en aquel día, que Jehová castigará al ejército de los cielos en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra”. ¿Quién es “el ejército de los cielos en lo alto”? Eso es Satanás y sus hordas demoníacas que, se nos dice en Efesios 6, infestan la atmósfera de este planeta. El Señor los va a castigar en los cielos.
Ahora note dónde va a castigar a los reyes de este mundo: “sobre la tierra”. El versículo 22 dice: “Y serán amontonados como se amontona a los encarcelados en mazmorra, y en prisión quedarán encerrados…”. Eso es hablar del Seol (hebreo), o Hades (griego), el lugar donde están retenidos los espíritus de los muertos injustos.
Lo que este pasaje está diciendo es que, cuando el Señor regrese, Él va a derramar Su ira. Él condenará a muerte a todos aquellos que lo han rechazado como Señor y Salvador. Sus espíritus serán confinados en prisión. Serán puestos en el Hades. Entonces, “después de muchos días” (el reinado de mil años de Jesús), serán castigados, porque al final del Milenio, serán resucitados, juzgados y arrojados al Lago de Fuego.
Continuando con el versículo 23, Isaías escribe: “La luna se avergonzará, y el sol se confundirá, porque el Señor de los ejércitos reinará”. ¿Dónde? ¿En el cielo? No. Él reinará “en el monte de Sion y en Jerusalén”. Ésa es una ubicación geográfica en el planeta tierra.
No sé qué tendría que hacer Dios para convencernos de que Jesús va a reinar en Jerusalén. Lo dice muy claramente aquí mismo en este pasaje de Isaías. Incluso nos dice uno de los propósitos del reinado del Señor. Consideremos de nuevo el versículo 23. Isaías dice que el Señor “manifestará su gloria delante de sus ancianos”. Jesús fue humillado en la historia la primera vez que vino. Cuando regrese, recibirá honor y gloria.
Otro ejemplo de profecía milenial en el Antiguo Testamento se puede encontrar en el tercer capítulo del libro de Joel, uno de esos llamados Profetas Menores (¡menor en longitud, no en contenido!). Joel habla en el versículo 14 de la Batalla de Armagedón: “Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor”.
¿Y qué pasa? “El Señor ruge desde Sion y da su voz desde Jerusalén. Tiemblan los cielos y la tierra, pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel” (Joel 3:16). Y añade: “Y conoceréis que yo soy Jehová vuestro Dios”. ¿Cuándo? Cuando Él esté “habitando en Sion, mi santo monte” (Joel 3:17). El libro de Joel termina con el Señor regresando como un león para derramar Su ira sobre los enemigos de Dios y morar en Sion — en Jerusalén. ¿Qué podría ser más claro?
Una de las imágenes más poderosas e inspiradoras de todo el Antiguo Testamento con respecto al reinado venidero de Jesús se encuentra en el cuarto capítulo de Miqueas. Comienza en el versículo uno con estas palabras: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de monte”. (En la profecía bíblica, la palabra “monte” es un símbolo de un reino, a menos que el monte se nombre específicamente).
Por lo tanto, las primeras palabras de esta profecía apuntan a un reino del Señor que se establecerá en los postreros tiempos, un reino que será el principal de todos los reinos en esta tierra. “Será establecido por cabecera de montes” —las naciones— “y correrán a él los pueblos” (Miqueas 4:1).
A medida que la profecía de Miqueas continúa, identifica la ubicación geográfica del reino del Señor: “Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová” (Miqueas 4:2). Una vez más, la ubicación geográfica del reino se hace muy clara, y está aquí en esta tierra.
La profecía continúa con imágenes inspiradoras de la paz y la prosperidad que inundarán la tierra durante el reinado del Señor. Concluye en el versículo 7 con estas palabras: “Jehová reinará sobre ellos en el monte de Sion desde ahora y para siempre”. ¿Dónde reinará el Señor? ¿En el cielo? No. Desde el Monte Sion. Eso es Jerusalén.
Estos ejemplos de la profecía del Antiguo Testamento dejan muy claro cuán tonto es decir que Apocalipsis 20 es el único capítulo de la Biblia que menciona un reinado terrenal del Señor. La lección es evidente: la profecía del Antiguo Testamento es indispensable para entender la profecía del Nuevo Testamento.
10 Enfoque en Jesús — La última clave que quiero mencionar es mantener sus ojos en Jesús. Éste es un punto que simplemente no puedo enfatizar lo suficiente. Mire de nuevo el primer versículo de Apocalipsis: “Esta es la Revelación de Jesucristo”. De principio a fin, es la revelación de Jesús.
Hay tantos maestros de profecía que ignoran esta verdad. Ha visto sus anuncios en el periódico. Los anuncios suelen estar decorados con imágenes extrañas de bestias con siete cabezas. Y los anuncios están llenos de preguntas tentadoras. “¿Suma el nombre de Barack Obama 666? ¿Es el Papa Francisco el Falso Profeta? ¿Hay una bestia informática en Bélgica? ¿Se están reuniendo los buitres en Jerusalén?”. Tales maestros se especializan en lo sensacional. Se enfocan en cualquier cosa menos en Jesucristo.
No es de extrañar que tanta gente se haya desentendido de la profecía bíblica, habiendo decidido que es un patio de recreo para fanáticos. Desafortunadamente, es un patio de recreo para muchos fanáticos, pero no tiene por qué ser eso. Pueden ser pastos verdes para los discípulos, si mantiene sus ojos en Jesús.
Cuando lea el libro de Apocalipsis, busque a Jesús. Recuerde eso: ¡busque a Jesús! Cuanto más lo busque, más lo verá. Y si mantiene sus ojos enfocados en Jesús, entenderá el libro de Apocalipsis. Una vez más, Apocalipsis 19:10 dice rotundamente, “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
Jesús mismo enfatizó este punto a Sus discípulos. Durante los 40 días entre Su resurrección y Su ascensión, Él recorrió las Escrituras Hebreas con Sus discípulos para mostrarles “que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos” (Lucas 24:44).
Un Desafío
Le pregunto: ¿Cómo interpreta la profecía bíblica? ¿La aborda como promesas literales sobre el futuro, o la ves como expresiones poéticas que no tienen un significado específico? ¿Considera que es realidad o ficción? ¿Es culpable de jugar con la Palabra de Dios para justificar las tradiciones y doctrinas sagradas de los hombres?
Lo desafío a interpretar la Palabra de Dios — toda ella — por su significado de sentido llano. Al hacerlo, es muy probable que se encuentre desafiado a descartar viejas doctrinas y adoptar otras nuevas. Éste será un proceso doloroso, pero será fructífero, porque será bendecido con la verdad de la Palabra de Dios.
Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. — Juan 8:31-32
“Si una persona no interpreta literalmente las declaraciones claras de la profecía, no hay regla por la cual se pueda establecer un consenso de significado; la existencia de una amplia diversidad de interpretaciones muestra el fracaso de este enfoque. Se pueden ofrecer hasta cincuenta interpretaciones diferentes para un solo pasaje de Apocalipsis que podría entenderse fácilmente si se interpretara de forma natural”. — John F. Walvoord, “Entendiendo la Profecía”. 15 de junio de 2009 ( https://insight.org).
“En cuanto al reino, Israel lo tenía, bajo el Antiguo Testamento, en su forma externa; los gentiles lo tienen, bajo el Nuevo Testamento, en su forma interna; en la era venidera, judíos y gentiles juntos, lo tendrán, ambas formas en uno, un solo reino del Mesías, espiritual, visible y glorioso, con Israel todavía como el pueblo central, el preludio de la Nueva Jerusalén y las naciones caminando a su luz para siempre”. — Nathaniel West, The Thousand Years in Both Testaments (1899), republicado en 1993 por Kregel Publications como The Thousand Year Reign of Christ, página 5.
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