miércoles, 23 de febrero de 2022

Libro: El Suicidio de los EE.UU. – Capítulo 3 (Parte 1)

 Las Advertencias de los Estados Unidos

Por Dr. David R. Reagan

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Parece que los pastores de todo Estados Unidos hoy en día están prediciendo un gran avivamiento espiritual para nuestra nación. Ciertamente puedo entender su deseo por uno. También puedo entender su pasión por dar esperanza a sus congregaciones.

La mayoría de ellos apuntan a grandes avivamientos que ocurrieron en el pasado cuando la relación de nuestra nación con Dios se había enfriado — “Grandes Despertares” que comenzaron en 1730, 1790 y 1855, siendo el más reciente el “Movimiento de Jesús”, de finales de la década de 1960, que duró hasta mediados de la década de 1970.

La Posibilidad del Avivamiento

Creo que la esperanza de tal avivamiento hoy en día está equivocada por varias razones. En primer lugar, nuestra nación no se ha enfriado hacia el Señor. Hemos ido mucho más allá de eso. No sólo estamos ignorando a Dios; estamos atrapados en una rebelión total contra Dios y Su Palabra. Estamos agitando nuestro puño hacia Él y diciéndole: “¡Haremos lo que nos plazca!”.

Una segunda razón por la que creo que la esperanza de un avivamiento es ilusoria se debe a dónde estamos en la línea de tiempo profética de la Biblia. Todas las señales del regreso del Señor han convergido por primera vez, lo que indica claramente que estamos viviendo en la época de Su regreso. Y la Biblia profetiza en muchos lugares que justo antes del regreso del Señor, la Iglesia se llenará de apostasía. No hay una profecía del tiempo del fin de un avivamiento espiritual en la Biblia.

En lugar de un avivamiento, la Iglesia del tiempo del fin se presenta consistentemente como una entidad débil e ineficaz que ha sido comprometida por la mundanalidad. Considere, por ejemplo, las siguientes escrituras:

  • 1 Timoteo 4:1-3 dice que la Iglesia del tiempo del fin se caracterizará por una apostasía de la fe, causada por prestar atención a “espíritus engañadores y doctrinas de demonios”.
  • 2 Timoteo 3:5 declara que la Iglesia del tiempo del fin tendrá una “apariencia de piedad”, pero negará su poder.
  • 2 Timoteo 4:3-4 afirma que los miembros de la Iglesia del tiempo del fin despreciarán la sana doctrina y buscarán, en cambio, “tener comezón de oídos”. En consecuencia, acumularán para sí mismos falsos maestros, que “apartarán de la verdad sus oídos” y los desviarán hacia los “mitos”.
  • Santiago 5:1 dice que la Iglesia de los días postreros será consumida por el materialismo.
  • 2 Pedro 2:1 advierte que la Iglesia del tiempo del fin será afligida por falsos maestros que “introducirán encubiertamente herejías destructoras, llegando aun hasta negar al Maestro [Jesús]”.
  • 2 Pedro 3:3-6 enseña que la Iglesia del tiempo del fin estará llena de burladores que se mofarán de la promesa del regreso del Señor.
  • Judas 18 también advierte que “en los últimos tiempos” habrá burladores en la Iglesia que seguirán “sus propias pasiones impías”.

Otro pasaje poderoso sobre la apostasía en la Iglesia del tiempo del fin se presenta en Apocalipsis 3:14-22, donde Jesús describe la iglesia de Laodicea — la última de las siete iglesias a las que se dirige, y la que simboliza los años finales de la Era de la Iglesia. Jesús la describe como una iglesia que es tan apática, que Él está totalmente disgustado con ella. Él la compara con el agua que no es caliente (curación) ni fría (refrescante). En cambio, es tibia, lo que lo motivó a escupirla de Su boca. Peor aún, el Señor describe a la iglesia como tan apóstata, ¡que ni siquiera le permite entrar! En cambio, es representado de pie a la puerta de la iglesia, llamando, con la esperanza de que alguien lo deje entrar.

Ahí es donde estamos hoy cuando vemos a los líderes cristianos — incluso algunos que se llaman a sí mismos evangélicos — negando los fundamentos de la fe, mientras respaldan los males del mundo.

En vista de todas estas Escrituras, creo que es un sueño dorado pensar que un gran avivamiento espiritual va a ocurrir en nuestra nación. Algunos responden señalando el avivamiento que ocurrió en Judá al final de su historia bajo el rey Josías. Siguió al rey más malvado en la historia de la nación: el rey Manasés. Pero ese avivamiento, aunque genuino para el rey Josías, resultó ser superficial entre la gente de la nación, pues en el momento en que Josías murió en la batalla, la nación inmediatamente volvió a sumergirse en su depravación, porque sus malos caminos se habían enredado en el tejido de la nación.

La tercera razón por la que creo que no hay esperanza para un avivamiento nacional se basa en la progresión de la ira de abandono de Dios, que se describe en el capítulo uno de Romanos. Como señalé en el capítulo anterior, hemos llegado a la etapa final, cuando Dios entrega una nación a una mente reprobada (Romanos 1:28).

El Punto de No Retorno

La Biblia revela que hay un punto en la pecaminosidad de una nación cuando Dios la entregará del juicio a la destrucción.

Ese punto es cuando “la herida se vuelve incurable”. Ésta era la condición de Nínive cuando el profeta Nahum fue enviado para advertir al pueblo de su inminente destrucción (Nahum 3:19). También era la condición de Judá cuando Dios envió a los babilonios a destruir esa nación (Miqueas 1:9).

El profeta Oseas definió el significado del término, cuando declaró que la nación del norte de Israel sería destruida porque habían “tramado el mal” contra Dios (Oseas 7:15). Salomón describió este punto de inflexión como el momento en que la nación ya no aceptaría el consejo del Señor y despreciaría toda su reprensión (Proverbios 1:28-30).

Cuando la nación de Judá llegó a este punto crítico sin retorno, Dios les dijo a Ezequiel y Jeremías que ni siquiera oraran por la nación (Jeremías 7:16 y Ezequiel 14:12-14). A Ezequiel se le dijo que ni siquiera las oraciones de los tres hombres más justos que jamás habían vivido — Noé, Daniel y Job — podían salvar a Judá.

Entonces, ¿cuándo es que la herida se vuelve “incurable”? No es cuando una nación se enfría hacia el Señor, sino cuando una nación se rebela abiertamente contra Dios y Su Palabra.

La Relación de Dios con las Naciones

La Biblia revela un patrón claro de cómo Dios se relaciona con las naciones. Los principios de ese patrón son los siguientes:

1) Dios establece naciones y define sus límites.

Considere las palabras de Pablo, pronunciadas en su sermón en Atenas: “Dios hizo de un solo hombre todas las naciones de la humanidad . . . y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites” (Hechos 17:26).

2) Dios determina cuando una nación dejará de existir.

Una nación puede ser la más poderosa sobre la faz de la tierra — como Babilonia en la antigüedad, o la Rusia comunista en la actualidad — pero todo su poder será inútil cuando el Señor decida que ha llegado el momento de derribarla. Eso puede suceder de la noche a la mañana, sin importar el poder de la nación (Daniel 2:20-21).

3) Dios tiene un propósito para cada nación — tanto general como específico.

El propósito general de todas las naciones es permitir que sus ciudadanos busquen a Dios, proporcionando una atmósfera de libertad, seguridad y tranquilidad (1 Timoteo 2:1-4). Además, Dios llamará a las naciones para realizar propósitos específicos. El mayor ejemplo de esto es, por supuesto, Israel, una nación llamada a ser testigo de Dios (Isaías 43:10). Pero es interesante notar que Dios ha llamado a otras naciones a relacionarse con Israel de maneras específicas — algunas para bendecirlas, algunas para probarlas, otras para disciplinarlas, y algunas para juzgarlas con destrucción.

Con respecto a los propósitos especializados, ¿alguna vez se ha preguntado qué papel singular podría haber tenido Dios en mente para los Estados Unidos, cuando levantó esta nación? Mirando hacia atrás en los primeros 200 años de nuestra historia, he llegado a la conclusión de que el propósito especial de Dios para Estados Unidos era evangelizar el mundo para Jesús, trabajando a través de nuestros increíbles recursos naturales e ingenio técnico.

Y, por supuesto, otro propósito especial para nosotros fue desempeñar un papel clave en el restablecimiento de Israel y la protección de su seguridad.

4) Dios bendice y disciplina a las naciones de acuerdo con su obediencia a Él y su trato al pueblo judío.

Con respecto a la obediencia, Proverbios 14:34 dice: “La justicia engrandece a una nación, pero el pecado es afrenta de las naciones”. Asimismo, los salmos declaran: “Bienaventurada es la nación cuyo Dios es el SEÑOR. . .” (Salmos 33:12).

Con respecto a los judíos, Dios le dijo a Abraham: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré. . . Y bendeciré a los que te bendijeren, y al que te maldijeren maldeciré” (Génesis 12:2-3). Ésta es la razón por la cual la historia está llena de cadáveres de muchas naciones que vinieron contra Israel, o que persiguieron al pueblo judío. Las que sobrevivieron, como España, Gran Bretaña y Rusia, fueron despojadas de sus imperios mundiales.

5) Dios desprecia a las naciones.

Isaías afirmó esta verdad con mucha fuerza cuando escribió: “He aquí que las naciones le son como la gota de agua que cae del cubo. . . Como nada son todas las naciones delante de Él; y en su comparación serán estimadas en menos que nada, y que lo que no es” (Isaías 40:15,17). Superficialmente, esta actitud de Dios puede parecer de naturaleza contradictoria. Después de todo, Dios es quien crea las naciones y las usa para Sus propósitos. ¿Por qué, entonces, las desprecia?

Es por su orgullo y rebelión, y porque sirven como ídolos para sus ciudadanos. Esto se ilustra en el libro de Daniel, en las visiones contrastantes de los reinos del mundo que experimentaron Nabucodonosor y Daniel. A Nabucodonosor le aparecieron como una estatua hermosa (Daniel 2:31-45), pero a los ojos de Dios, tal como se los presentó a Daniel, aparecieron como bestias voraces (Daniel 7:1-7).

6) Dios perdona y bendice a una nación cuando su pueblo se arrepiente.

Lo único que toca el corazón de Dios tan profundamente como la fe es el arrepentimiento. Esto se ilustra a lo largo de la Biblia, uno de los mejores ejemplos es cuando Dios envió a Jonás a Nínive, para advertirles de su juicio inminente. Pero el rey se vistió de cilicio y ceniza, se arrepintió ante el Señor y llamó a toda su nación al arrepentimiento. El resultado fue que Dios se arrepintió de destruirlos (Jonás 3:1-10).

7) Dios destruye o devasta una nación cuando su rebelión se atrinchera, llegando a un punto sin retorno.

Nuevamente, ese punto de no retorno es cuando la “herida de la nación se vuelve incurable”, cuando la nación aprieta sus dientes contra Dios y Su Palabra.

Cómo Trata Dios con una Nación Rebelde

Miremos un momento más específicamente en este punto — en cómo Dios trata con una nación rebelde, porque la Biblia muestra un patrón definido, especialmente para una nación que Él ha bendecido generosamente.

1) Voces Proféticas

Primero, Dios levanta voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. Él hace esto porque nunca derrama Su ira sin previo aviso. La razón es que “no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 5:9).

2) Juicios Correctivos

Segundo, si no hay arrepentimiento, Dios colocará juicios correctivos sobre la nación. Éstos pueden tomar muchas formas. Deuteronomio 28 proporciona una larga lista de ellos, incluyendo cosas como desastres naturales, confusión política y corrupción, malas cosechas, calamidades económicas, juventud rebelde, enfermedades desenfrenadas y derrota en la guerra — entre muchas otras cosas, ¡incluyendo darle a la nación el tipo de líderes que se merece!

3) Destrucción

Si la gente de la nación aún se niega a arrepentirse, Dios entregará a la nación a la destrucción — ya sea parcial o total. He encontrado que los cristianos de hoy en día encuentran esto difícil de creer. La razón principal es que han oído muy pocas enseñanzas acerca de la ira de Dios. Muchos creen que el Dios del Antiguo Testamento es el Dios de la ira, pero no el Dios del Nuevo Testamento.

Esta idea de que Dios ha cambiado es totalmente antibíblica. La Biblia enseña que Dios nunca cambia. El Antiguo Testamento establece esto de forma categórica en Malaquías 3:6, donde se cita a Dios diciendo: “Yo, el SEÑOR, no cambio”. Esta verdad se reafirma en el Nuevo Testamento en Hebreos 13:8 que dice: “Jesucristo es el mismo ayer, hoy, y por los siglos”.

La gente tiende a pensar en Jesús como un Dios de amor sentimentaloide que hace un guiño al pecado. Cualquiera que piense eso debería leer Su carta a la iglesia en Tiatira (Apocalipsis 2:18-29). Condena a una falsa profetisa en la iglesia a quien llama Jezabel, y advierte que si los que la siguen no se arrepienten, los matará con pestilencia.

Nuestro Creador es ciertamente un Dios de amor, gracia y misericordia, pero también es un Dios de santidad, rectitud y justicia, y como tal, no puede ignorar el pecado.

El profeta Nahum presenta el punto de vista equilibrado. En Nahum 1:7, nos dice que “¡Bueno es el SEÑOR! Es una fortaleza en el día de la angustia y conoce a los que en él se refugian”. Ése es el Dios de la mayoría de los cristianos del siglo XXI. Pero Nahum procede a revelar el otro lado de los atributos de Dios:

Nahum

2) ¡Dios celoso y vengador es el SEÑOR! Vengador es el SEÑOR y está indignado. El SEÑOR se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos. 

3) El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable.

Lea la parte 2 aquí

Lea la parte final aquí

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe (www.endefensadelafe.org)

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