Capítulo 14 del libro: Salmo 83 – La Profecía Faltante es Revelada
¿No haré que perezcan en aquel día los sabios de Edom y el discernimiento de la región montañosa de Esaú?, dice el SEÑOR. Tus valientes, oh Temán, serán destrozados, para que todo hombre sea destruido por la masacre en los montes de Esaú (Abdías 1:8-9; NVI)
Abdías ha declarado previamente la severidad del juicio en los versículos 5-6 que le acontecerá a Edom y, en Abdías 1:8-9 él extiende el alcance aún más para incluir la destrucción de los “sabios” y los “valientes”. Estos valientes “serán destrozados” debido a la matanza que les será infligida por el ejército grande en extremo de Israel.
“Por la violencia hecha a tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y serás destruido para siempre” (Abdías 1:10; RVR-2015).
El motivo de la matanza es “por la violencia hecha a tu hermano Jacob”. Como se dijo anteriormente, este comportamiento provoca sobre el perseguidor de los judíos la cláusula de maldición por maldición en especie del Pacto Abrahámico según lo prescrito en Génesis 12:3. Abdías continúa en los versículos 11 al 14 a continuación a delinear e identificar los crímenes históricos, por los cuales los descendientes de Esaú, los edomitas, cometieron “violencia contra Jacob”. Su hoja de antecedentes penales abarca el alcance del tiempo desde el Éxodo hasta el presente.
En el día cuando te pusiste firme del lado contrario (Abdías 1:11a, RVR-2015). El Éxodo de los judíos a través de la ruta de Edom se menciona en el versículo 11. Los edomitas no permitieron que los judíos pasaran por el territorio de Edom, mientras se dirigían a la Tierra Prometida. Los descendientes edomitas de Esaú se pusieron” firmes del lado contrario” en oposición a la petición de Moisés de pasar inofensivamente. Ésta fue la primera ofensa grave que cometieron contra los descendientes de Jacob.
Ésta fue una bofetada en la cara del Dios de los judíos, quien claramente había evidenciado Su favoritismo hacia los hebreos. Jehová, su Dios, había dividido el Mar Rojo y conquistado al ejército egipcio, permitiendo a los descendientes de Jacbo la libertad de emigrar hacia la Tierra Prometida.
Moisés envió mensajeros desde Cades al rey de Edom. Y dijeron:
—Así dice tu hermano Israel: “Tú conoces todas las dificultades que nos han sobrevenido; cómo nuestros padres fueron a Egipto, y habitamos allí mucho tiempo. Los egipcios nos maltrataron tanto a nosotros como a nuestros padres. Pero cuando clamamos al SEÑOR, él escuchó nuestra voz, envió un ángel y nos sacó de Egipto. Y he aquí nosotros estamos en Cades, ciudad que se encuentra en el extremo de tu territorio. Permite que pasemos por tu tierra. No pasaremos por los campos ni por las viñas; tampoco beberemos agua de los pozos. Iremos por el camino del Rey, sin apartarnos ni a la derecha ni a la izquierda, hasta que hayamos pasado por tu territorio”. Edom le respondió:
—No pasarás por mi tierra; de otra manera saldré contra ti con la espada.
Como Edom rehusó dejar pasar a Israel por su territorio, Israel se alejó de ellos (Números 20:14-18, 21; RVR2015).
“…en el día cuando su poderío fue llevado cautivo por los extraños, y los extranjeros llegaron hasta sus puertas y echaron suertes por Jerusalén, tú también te comportaste como uno de ellos” (Abdías 1:11b; RVR-2015).
Es muy probable que Abdías 1:11b esté describiendo el asedio de los filisteos en el 845 a.C. Los edomitas en ese momento se comportaron con indignación con los judíos, al igual que los filisteos. “Tú también te comportaste como uno de ellos”.
“Pero no debiste haber mirado en el día de tu hermano, en el día de su cautiverio; ni deberías haberte regocijado de los hijos de Judá en el día de su destrucción; ni deberías haber hablado con orgullo en el día de la angustia (Abdías 1:12; NKJV; trad. propia).
Abdías 1:12 testifica de los crímenes cometidos por los edomitas durante el período babilónico. Jerusalén y el templo fueron destruidos, y los judíos fueron llevados a setenta años de cautiverio babilónico. Hace referencia a tres eventos: “el día de su cautiverio”, “día de su destrucción”, y “el día de la angustia”. Al ordenar estos episodios cronológicamente, Abdías parece identificar para nosotros los tres asedios babilónicos que se produjeron contra el pueblo judío.
“El día de su cautividad”: Los babilonios, liderados por Nabucodonosor, atacaron por primera vez a Judá en el 606 a.C. Esto dio como resultado la primera ola de deportación de judíos al cautiverio. Algunos jóvenes de la realeza, incluido el profeta Daniel y algunos de sus compañeros, fueron trasladados a Babilonia. Además, el rey y su familia, junto con muchos judíos notables y hábiles, también fueron transportados fuera de Judá en este momento.
“El día de su destrucción”: En el 586 a.C., hubo una segunda deportación general de judíos por parte de Nabucodonosor. Muchos más judíos principales fueron trasladados a Babilonia. El primer templo judío fue destruido, y los babilonios confiscaron muchos de los vasos sagrados en este momento.
“El día de la angustia”: En el 582 a.C., se produjo la última deportación. Muchos de los jefes de familia, sus esposas e hijos fueron exiliados a Babilonia debido a este tercer sitio babilónico. Debido a estas tres deportaciones, se estableció una comunidad judía considerable en Babilonia.
El profeta Jeremías, entre otros, había dado una amplia advertencia sobre el “día” pendiente del “hermano” gemelo de Esaú, Jacob. El mundo fue advertido de que la nación cliente Israel sería disciplinada a través del cautiverio por un período de setenta años, por sus prácticas idólatras y su fracaso general para honrar y obedecer la Ley Mosaica.
Los edomitas “miraron el día de tu hermano”. El crimen de los edomitas fue que, en lugar de aprender del error de sus primos los judíos, ellos los “miraron” en el momento de su primera deportación, mostrando su severo desdén hacia el pueblo judío. Primero, “miraron”, luego se “regocijaron” por los eventos de la segunda deportación y, por último, “hablaron con orgullo” en el momento de la tercera deportación judía.
Además, la historia nos dice que, en ese momento, capitalizaron el cautiverio de los judíos al migrar aún más a Hebrón y las áreas circundantes de Israel, ocupando aún más la Tierra Santa.
No debiste entrar por la puerta de mi pueblo en el día de su ruina. Tampoco debiste mirar su miseria en el día de su ruina. No debiste echar mano de sus bienes en el día de su ruina (Abdías 1:13; RVA-2015).
Abdías avanza el reloj a la época del Imperio Romano. La frase “día de su ruina”, usada en este pasaje tres veces, alude a un período completamente calamitoso en la historia judía. Tal fue el caso durante la ocupación romana en Tierra Santa. Primero, los edomitas “entraron por la puerta”, como lo ejemplifica Antípater, un idumeo (parabra griega para edomita) de sangre pura, que fue establecido por Julio César como Procurador de Judea en el 47 a.C. Luego, el hijo de Antípater, Herodes el Grande reino sobre Israel entre el 37 a.C. y el 4 a.C. con la bendición del Imperio Romano.
Posteriormente vemos que los edomitas son nuevamente acusados de mirar en lugar de aprender: “no debiste haber mirado su aflicción”. Miraron durante el período babilónico, y eso los llevó al regocijo y la jactancia orgullosa. Abdías predice que, en el episodio romano, también mirarán, y luego poseerán cosas de valor para los judíos. Una de las cosas más estimadas para los judíos era su segundo templo y todos sus implementos sacerdotales. Este templo llegó a ser conocido durante la era romana como el “templo herodiano”, llamado así por Herodes, que ni siquiera era judío. Era mitad edomita, mitad nabateo. Herodes y su corte se encontraron en una posición de haber “echado mano de sus bienes”.
Tampoco debiste haberte parado en las encrucijadas para matar a los que de ellos escapasen; ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia (Abdías 1:14, RVR-1960).
Abdías identifica dos grupos de judíos, los que intentaron escapar de la destrucción romana del año 70 d.C., y los que permanecieron en Israel durante la destrucción, “en el día de la angustia”. Al hacerlo, concluye su lista de crímenes de guerra históricos cometidos por los edomitas contra sus parientes judíos.
En el versículo 1:14, acusa a los edomitas de intentar obstaculizar la dispersión disciplinaria de los judíos fuera de Israel, hacia las naciones del mundo. Ellos “se pusieron en las encrucijadas de los caminos para aniquilar a sus fugitivos (de los judíos)”. Los romanos destruyeron Jerusalén y el segundo templo judío en el año 70 d.C. Esto provocó que la mayoría de la población judía se dispersara entre las naciones del mundo. Esta dispersión fue en cumplimiento de numerosas profecías bíblicas del Antiguo Testamento.
La ironía es que los edomitas como población estaban entre “los fugitivos”. En ese momento, fueron identificados por su nombre griego, los idumeos. Idumea era una región reconocida en el sureste de Israel. Los idumeos se pusieron “en las encrucijadas de los caminos para aniquilar” a los judíos que intentaban huir de la persecución romana.
Un estudio de la historia hebrea entre el año 33 d.C. y alrededor del año 135 d.C. evidencia un período de tiempo en el que muchos judíos comenzaron a salir de Israel hacia las naciones del mundo. Los idumeos tendían a presentarse más como un obstáculo que como un facilitador de ese proceso migratorio. Abdías clasifica ese episodio de la historia edomita/idumea como comparable a los otros crímenes de guerra de su extensa lista.
Por último, en Abdías 1:14, los idumeos no sólo intentaron obstaculizar el éxodo de los judíos fuera de Israel, sino que “entregaron a los que quedaban”. Este comportamiento evidenció completamente su actitud de adversario contra el pueblo judío. Sirvió para probar que, a lo largo de los siglos, el antiguo odio engendrado por Esaú contra su hermano gemelo, Jacob, continuó filtrándose hasta sus descendientes, los edomitas y los idumeos.
Las páginas de la historia autentican y adjudican las acusaciones de Abdías. Hoy es como si esas páginas tan dañinas se hubieran reabierto y estuvieran reviviendo a través de los eventos del conflicto árabe-israelí. Los palestinos, que tienen algunos rastros de ascendencia edomita entre sus filas, continúan albergando la misma antigua actitud de odio esbozada en los anales de su historia.
Las atrocidades de su pasado, combinadas con las catástrofes de su presente, ¡sellan su destino para el futuro! Pronto experimentarán su desaparición étnica a través del juicio divino. Aunque muchos sugieren que el fin de los edomitas se produjo en correlación con la conclusión de la lista de crímenes de guerra de Abdías, la profecía bíblica derrota esa presunción. Los edomitas resurgen en numerosas páginas de la profecía del tiempo del fin.
Aunque habría parecido como si hubieran sellado su juicio por sus acciones en el pasado, ese juicio aún no se ha ejecutado oficialmente. El Juicio de los Edomitas, que llegaron a ser llamados idumeos, y que ahora se les puede llamar mejor palestinos, serán juzgados de la manera descrita en Ezequiel 25:14 y Abdías 1:18.
Ejecutaré mi venganza contra Edom por medio de mi pueblo Israel. Harán en Edom de acuerdo con mi furor y con mi ira, y conocerán mi venganza”, dice el SEÑOR Dios (Ezequiel 25:14, RVA-2015).
La casa de Jacob será fuego y la casa de José será llama. La casa de Esaú será estopa y ellos los quemarán y los consumirán. Ni un solo sobreviviente quedará de la casa de Esaú”, porque el SEÑOR lo ha dicho (Abdías 1:18).
No se equivoquen: por su uso de “la casa de Esaú”, Abdías se refiere a los antiguos edomitas en el idioma hebreo, más tarde etiquetados como los idumeos en el idioma griego, que hoy se conocen como los palestinos, que es un derivado de la palabra hebrea pelesheth, el término árabe filastin, la palabra latina palaestina, y la palabra española Palestina. El rastro palestino puede rastrearse en parte a los antiguos filisteos, y los descendientes edomitas de Esaú.
En la actualidad, los palestinos han retomado lo que la contingencia idumea de sus ancestros dejó. “Ni debiste haber entregado a los que quedaban en el día de angustia”. Todavía están entregando a sus primos judíos a condiciones opresivas. Es como si los judíos que han regresado a su patria, todavía vivieran bajo la persecución como en los tiempos pasados “en el día de angustia”.
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Ministerio En Defensa de la Fe
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