martes, 6 de abril de 2021

La Centralidad de la Resurrección

¿Es la esencia del Evangelio?

Por Dr. David R. Reagan

Crecí en una iglesia legalista y sectaria que se consideraba la única iglesia verdadera. La iglesia tenía varias doctrinas distintivas. El uso de la música instrumental en la adoración era condenado como anti bíblico. El Espíritu Santo era visto como un objeto inanimado — es decir, la Biblia misma. El concepto de un futuro reinado del Señor en la tierra era despreciado. Y la regeneración bautismal era el concepto de salvación del grupo. O, para decirlo de otra manera, creían que eras salvo por el rito del bautismo. En consecuencia, uno de nuestros lemas favoritos era: “Te encuentras con la sangre en el agua” (hablando de la sangre de Jesús).

Sólo escuchábamos dos tipos de sermones. La mayoría, estaban relacionados con lo que llamábamos “el plan de salvación”. El resto se dedicaban a demostrar por qué éramos la única iglesia verdadera. 

Nuestro plan de salvación consistía de cinco pasos. Cuando éramos niños, nos enseñaron a memorizarlo mientras contábamos los pasos con los dedos. Los cinco pasos eran: “escuchar, creer, arrepentirse, confesar y bautizarse”.

Predicando un Plan

Nuestros ministros predicaban este plan una y otra vez, dedicando un sermón completo a cada paso. El sermón culminante —el tour de force — siempre era el del bautismo. Nuestros predicadores eran juzgados por el poder de sus sermones sobre el bautismo. Y a menudo eran tan conmovedores en su elocuencia, que los miembros que ya habían sido bautizados marchaban por los pasillos durante el “tiempo de invitación”, para ser bautizados una y otra vez — sólo para asegurarse de que “lo habían hecho bien”.

Cada versículo en la Biblia que mencionaba el agua se aplicaba al bautismo, fuera aplicable o no. Como suelen decir nuestros críticos, éramos un pueblo con “agua en el cerebro”. El único pasaje que nunca oíamos citar era el que se encuentra en 1 Corintios 1:17, donde el apóstol Pablo escribió: “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio”. Ese versículo era anatema para nosotros porque, en lo que a nosotros respecta, el bautismo era el evangelio. 

"La Resurrección", por el artista francés James Tissot (1836-1902).

Ahora tenga en cuenta que esta retorcida predicación del plan de salvación era presentada domingo tras domingo a una audiencia en la que el 90% de la audiencia ya había respondido al plan — y el resto eran niños pre–adolescentes que lo harían tan pronto como alcanzaran la “edad de responsabilidad” (que para nosotros era alrededor de los 13 años). El trágico resultado era que no había crecimiento espiritual en el Señor. ¿Cómo podría haberlo? Nos alimentaban sólo con bazofia — y nos la daban una y otra vez.  

No aprendíamos nada sobre la guerra espiritual ni sobre las cosas más profundas relacionadas con el Señor y nuestro caminar con Él. No teníamos ningún concepto sobre cómo aplicar la Biblia a nuestra vida diaria. Nos dejaban vivir en el poder de nuestra carne, ya que no sabíamos nada acerca del Espíritu de Dios.

Mientras nuestros ministros hablaban sin cesar sobre el plan de salvación, nos volvimos “tardos para oír” (Hebreos 5:11). Necesitábamos alimento sólido. Todo lo que obteníamos era leche (Hebreos 5:12). Estábamos atascados en los principios elementales, incapaces de avanzar hacia la madurez espiritual (Hebreos 6:1). Pero aún, teníamos los principios elementales erróneos. Instábamos a las personas a poner su fe en un plan en lugar de en un Salvador. No entendíamos que la salvación es una cuestión de relación con una persona: Jesús de Nazaret. En lugar de señalar a la gente a este Hombre, el Hijo de Dios, les pedíamos que pusieran su fe en un plan mecánico.

Un Punto de Inflexión Personal

El avance (y ruptura) para mí comenzó durante mi último año en la universidad en 1959, cuando mi mamá y mi papá me dieron un regalo de navidad muy especial. Era una copia del Nuevo Testamento en Inglés Moderno, de J.B Philips (Macmillan, 1958). 

Phillips fue un clérigo anglicano que intentó enseñar la Biblia a adolescentes británicos, durante la Segunda Guerra Mundial. Se dio cuenta de que el lenguaje shakesperiano de la Biblia King James desalentaba a los niños. Entonces, decidió preparar su propia traducción del pasaje de las Escrituras asignado cada semana. A los niños les encantó su versión fresca y moderna, que en realidad era más una paráfrasis que una traducción. 

Aunque se me había enseñado un gran respeto por la Biblia como la Palabra de Dios, a mí también me había desanimado el lenguaje forzado y arcaico de la versión King James. La versión de Phillips cambió todo eso. Hizo que la Biblia cobrara vida para mí. Por primera vez, la lectura de la Biblia se volvió agradable, tanto que, de hecho, no podía dejarla. Leía y leía y leía, y luego volvía a leer. 

Nunca volví a ser el mismo desde entonces. Es una de las razones por las que me apresuro a comprar una copia de cada nueva versión de la Biblia. Siempre obtengo una nueva perspectiva de cada una. 

Predicando al Hombre

La percepción que me cambió la vida, que recibí de la versión de Phillips vino de mi lectura del libro de los Hechos. Comencé a notar que nunca había escuchado sermones como los registrados allí. Tomemos, por ejemplo, el primer sermón del Evangelio que alguna vez se haya predicado — el que Pedro predicó en Pentecostés, después de la Ascensión de Jesús (Hechos 2:14:42). De principio a fin, el centro del sermón es Jesús.

Pedro comenzó con una afirmación de que “Jesús de Nazaret fue un hombre confirmado a ustedes por Dios a través de las obras de poder, los milagros y las señales que Dios mostró a través de él en medio de ustedes…” (Versión de Phillips, traducción de su servidor). En otras palabras, Jesús era Dios encarnado. Entonces Pedro afirmó audazmente que quienes lo escuchaban eran responsables del asesinato de Jesús. Luego se mueve al corazón de su sermón:

Dios lo volvió a la vida —y de hecho, no había nada por lo que la muerte pudiera detener a un hombre así…Cristo no fue abandonado en la muerte y su cuerpo nunca fue destruido. Cristo es el hombre Jesús, a quien Dios resucitó — ¡un hecho del que todos somos testigos presenciales! (versión de Phillips, traducción del traductor). 

Como dejan en claro estas palabras, el evangelio no es el bautismo. Es, en cambio, la Resurrección — el triunfo de Jesús sobre la muerte — porque este evento es lo que valida a Jesús como quien dijo que era; a saber, el Hijo de Dios. 

El tema del bautismo no surge hasta después de que el sermón termina. En respuesta al sermón, la gente exclama: “¿Qué debemos hacer?”. Pedro responde llamándolos a arrepentirse y bautizarse.

Centrándose en la Resurrección

La certeza y la gloria de la Resurrección, y la esperanza proporcionada por ella, es el enfoque central de todos los sermones registrados en el libro de los Hechos (todas las citas a continuación son de la RVA-2015, con énfasis añadido).

1) El segundo sermón de Pedro (pronunciado en el Monte del Templo): 

…Hombres de Israel…ustedes mataron al Autor de la vida, al cual Dios ha resucitado de los muertos… (Hechos 3:12, 15).

2) La predicación inicial de los apóstoles en Jerusalén:

Mientras ellos [los apóstoles] estaban hablando al pueblo, llegaron los sacerdotes, el capitán de la guardia del templo y los saduceos, resentidos de que [los apóstoles] enseñaran al pueblo y anunciaran en Jesús la resurrección de entre los muertos (Hechos 4:1–2).

3) Pedro ante el Concilio Sanedrín (los líderes espirituales de los judíos):

…sea conocido a todos ustedes y a todo el pueblo de Israel, que ha sido en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Por Jesús este hombre está de pie sano en su presencia (Hechos 4:10).

4) Los apóstoles predicando en Jerusalén, a medida que la persecución de la Iglesia aumentaba:

Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos (Hechos 4:33).

5) Pedro ante el Sanedrín otra vez:

El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien ustedes mataron colgándole en un madero. 

6) Esteban ante el Sanedrín:

¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios! (Hechos 7:56)

7) Pedro predicándole a Cornelio y su casa en Cesarea Marítima:

Me refiero a Jesús de Nazaret…A él le mataron colgándole sobre un madero, pero Dios le levantó al tercer día… (Hechos 10:38–40). 

Este letrero está en la puerta de la Tumba del Jardín, en Jerusalén. 

8) Pablo en Antioquía de Pisidia (durante su segundo viaje misionero):

Hombres de Israel…Dios trajo para Israel un Salvador, Jesús…Dios le levantó de entre los muertos…esta [promesa] la ha cumplido Dios para nosotros sus hijos, cuando resucitó a Jesús… (Hechos 13:16, 23, 30, 33).

9) Pablo en Atenas (durante su segundo viaje misionero):

…les anunciaba [Pablo] el evangelio de Jesús y la resurrección (Hechos 17.18).

10) El sermón de Pablo en el Areópago, en Atenas:

Por cuanto ha establecido [Dios] un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos (Hechos 17:31).

11) La defensa de Pablo ante el rey Agripa (en Cesarea Marítima):

Me he mantenido firme hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, sin decir nada ajeno a las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: que el Cristo había de padecer, y que por ser el primero de la resurrección de los muertos, había de anunciar luz al pueblo y a los gentiles (Hechos 26:22–23). 

Un letrero en los terrenos de la Tumba del Jardín, en Jerusalén.

La Centralidad de la Resurrección

Como pueden ver, el mensaje central, repetidamente, es que “¡Jesús ha resucitado!”. En 1 Corintios 15, Pablo afirma dogmáticamente que “si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación; vana también es la fe de ustedes” (versículo 14). Luego vuelve a declarar la misma verdad con palabras similares con gran fuerza: “…si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es inútil; todavía están en sus pecados” (versículo 17).Luego declara: Pero ahora, Cristo sí ha resucitado de entre los muertos, como primicias de los que durmieron” (versículo 20). La conclusión, como Pablo lo expresa tan sucintamente en Romanos 1:4 es que Jesús “…fue declarado Hijo de Dios con poder…por su resurrección de entre los muertos…”. En resumen, la Resurrección es el validador de Jesús como Salvador y Señor. 

Pedro se hace eco de este sentimiento en 1 Pedro 1:3— Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien según su grande misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva por medio de la resurrección de Jesucristo de entre los muertos…”.

Jesús mismo enfatizó la importancia de Su resurrección cuando se le apareció a Juan en la isla de Patmos, 65 años después de Su Ascensión al Cielo. Jesús dijo: “No temas. Yo soy el primero y el último, el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (Apocalipsis 1:17–18).

¡Qué palabras tan increíbles! Y cuán tranquilizadoras son para todos los que han puesto su fe en Jesús. Él está diciendo: “Soy el comienzo de la historia. Soy el fin de la historia. Soy el significado de la historia. Estuve muerto, pero ahora estoy vivo. Y debido a que he vencido a la muerte, tengo autoridad sobre ella”.

Un día pronto, Jesús ejercerá esa autoridad al resucitar a todos los muertos que hayan puesto su fe en Él. Los que estén vivos en ese momento serán trasladados — cambiados de mortales a inmortales — en un abrir y cerrar de ojos (1 Tesalonicenses 4:13–18).

¿Serás uno de ésos? Lo serás si pones tu fe en Jesús. No puedes ser salvo poniendo tu fe en una iglesia, un credo o un “plan de salvación”. 

Jesús le dijo a ella [Martha]: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” (Juan 11:25 — hablado por Jesús a Marta en la tumba de Lázaro). 

Si desea obtener recursos adicionales sobre este tema, visite nuestra sección:
La Resurrección en la Profecía

Traducido por Donald Dolmus
Ministerio En Defensa de la Fe


Estimados lectores: Gracias a las ofrendas de amor de nuestros colaboradores, podemos poner gratuitamente a su disposición este material exclusivo de nuestro Ministerio. Si siente de parte del Señor apoyar la labor que su servidor está llevando a cabo, visite nuestra sección Donativos, para descubrir cómo podrá hacerlo.

No hay comentarios:

Share/Bookmark