¿Cuál Será?
Nuestra querida nación se encuentra en medio de lo que parece ser “la Tormenta Perfecta”. Primero vino la pandemia, luego el desplome de la bolsa de valores seguido por el colapso de nuestra economía. Y ahora, violencia y saqueos en nuestras calles. Radicales de todos los tipos y colores están pidiendo una revolución.
Los valores judeocristianos, sobre los que se fundó esta nación, han sido rechazados. Estamos agitando nuestro puño colectivo contra Dios y Su Palabra, diciendo: “Haremos lo que nos plazca”. Parece que Dios nos ha entregado a lo que los teólogos llaman “ira de abandono”. Eso es cuando Dios da un paso atrás, baja Su cobertura de protección alrededor de una nación y permite que los pecados se multipliquen.
¿Una Esperanza Infundada?
Una cosa que he notado en medio de todo el caos es que varios líderes evangélicos a quienes respeto mucho han proclamado su creencia de que los aterradores eventos que nos rodean harán que las personas se arrodillen buscando a Dios, y que el resultado será un gran avivamiento espiritual que traerá a nuestra nación de regreso a Dios. Espero que tengan razón, pero personalmente creo que es una falsa esperanza.
Han basado su esperanza en lo que sucedido en los Estados Unidos en el pasado. Cada uno de estos líderes cristianos ha apuntado al hecho de que nuestra nación se ha alejado del Señor varias veces en el pasado y, cada vez la gente fue impulsada a orar, y el resultado fue un gran avivamiento espiritual.
Estos avivamientos generalmente han sido denominados como “Grandes Despertares”, cada uno de los cuales duró varios años. El primero comenzó en 1730, el segundo en 1800, el tercero en 1890 y el último a fines de la década de 1960.
El problema con este argumento es que nuestra nación no únicamente se ha alejado del Señor. Durante los últimos 60 años, nos hemos vuelto militantemente hostiles a Dios y Su Palabra. Hoy, estamos agresivamente burlándonos de, y blasfemando contra, Dios, y estamos desechando nuestra herencia cristiana.
El número de personas en nuestra nación que afirman ser cristianas está en su punto más bajo (65%). Y la mitad de ellos probablemente podrían clasificarse como “cristianos culturales”, lo que significa que son cristianos sólo de nombre. Encuestas recientes del Pew Research Center han revelado que sólo el 17% de aquellos que afirman ser cristianos pueden ser clasificados como “creyentes en la Biblia”. Mientras tanto, la asistencia semanal a la iglesia se ha desplomado a su punto más bajo de la historia (23%).
El Punto de No Retorno
Nuestra nación se ha convertido claramente en una nación pagana y secular que ha rechazado a Dios. ¡Qué acontecimiento tan trágico es éste! Hemos dejado a un lado a Aquel que nos bendijo que una libertad y prosperidad incomparables. Y las Escrituras claramente revelan cuál será nuestro futuro, porque la historia de Judá muestra cómo Dios trata con una nación rebelde que ha bendecido tan ricamente:
1) Él levanta voces proféticas para llamar a la nación al arrepentimiento. Y, si no hay arrepentimiento,
2) Él coloca juicios correctivos sobre la nación.
3) Si la nación se arrepiente, Él olvida y perdona. Pero, si no hay arrepentimiento,
4) Dios destruye a la nación cuando se rebelión se arraiga, llegando a un punto donde no hay retorno.
Sí, la Biblia enseña que hay un punto de no retorno cuando una nación le da la espalda a Dios, particularmente una nación que Dios ha bendecido ricamente. En las Escrituras se hace referencia a ese punto como la etapa de la rebelión de una nación en la que “la herida se vuelve incurable”.
Jeremías declaró que Judá tenía “una herida incurable” (Jeremías 30:12). A Jeremías incluso se le dijo que dejara de orar por Judá (Jeremías 7:16). A Ezequiel se le dijo lo mismo, pero en términos aún más fuertes. A Ezequiel se le dijo que si los hombres más justos que han vivido — Noé, Daniel y Job — intervinieran a favor de Judá, no serviría de nada, excepto para ellos mismos y sus familias, debido a que la nación había alcanzado el punto de no retorno e iba a ser destruida (Ezequiel 14:12-21).
La gente se rió de las advertencias que Jeremías dio. Su respuesta fue cantar: “El templo, el templo, el templo”. Este canto significaba que no creían que Dios alguna vez permitiría que alguien destruya Su templo, sin importar cuán pecaminosa pudiera llegar a ser la nación. Pero Dios envió a los babilonios, y los usó como Su martillo para destruir la nación de Judá, su ciudad capital de Jerusalén y el templo.
Dos de los versículos más tristes de la Biblia describen la destrucción de Judá. Se encuentran en 2 Crónicas 36:
15) Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación.
16) Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio.
Incluso cuando estaba tratando con el malvado imperio asirio, Dios envió a Jonás para advertir de Su ira inminente. Cuando el rey y su pueblo se arrepintieron, Dios contuvo su ira. Pero, 150 después, cuando Dios envió a un segundo profeta, Nahúm, el mensaje fue: “Tu herida es incurable”. Esa vez no hubo arrepentimiento, y el imperio fue derrocado por los babilonios.
Todo lo cual me recuerda algunas palabras del profeta Nahúm, que deberían ser aleccionadoras para nuestra nación (Nahúm 1, RVR-2015):
2) ¡Dios celoso y vengador es el SEÑOR! Vengador es el SEÑOR y está indignado. El SEÑOR se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos.
3) El SEÑOR es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable.
En la segunda parte de esta serie, que determina lo que lo Biblia tiene que decir sobre un futuro avivamiento o revolución en Estados Unidos, aplicaremos las lecciones de Dios a Israel a los Estados Unidos.
Ministerio En Defensa de la Fe
Revival vs. Revolution
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