Respuesta:
“Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7:14; RVR 1995).
La clave para entender cualquier versículo de la Escritura es el contexto. Existe el contexto inmediato — los versículos antes y después de él — cómo el versículo encaja en la historia general. También está el contexto histórico y cultura — cómo el versículo era entendido por su audiencia original a la luz de su historia y su cultura. Debido a que el contexto es tan importante, un versículo cuyo significado y cuya aplicación parecen directos, cuando se cita de forma aislada puede significar algo significativamente diferente que cuando se toma en contexto.
Cuando abordamos 2 Crónicas 7:14, primero debemos considerar el contexto inmediato. Después de que Salomón dedicó el templo, el Señor se le apareció y le dio algunas advertencias y garantías. “Y apareció Jehová a Salomón de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio. Si yo cerrare los cielos para que no haya lluvia, y si mandare a la langosta que consuma la tierra, o si enviare pestilencia a mi pueblo; si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra”.
El contexto inmediato de 2 Crónicas 7:14 muestra que el versículo está relacionado con Israel y el templo y el hecho de que de vez en cuando Dios podría enviar un juicio sobre la tierra en forma de sequía, langostas o pestes.
Unos versículos más tardes, Dios dice esto: “Mas si vosotros os volviereis, y dejareis mis estatutos y mandamientos que he puesto delante de vosotros, y fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis, yo os arrancaré de mi tierra que os he dado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la arrojaré de mi presencia, y la pondré por burla y escarnio de todos los pueblos. Y esta casa que es tan excelsa, será espanto a todo el que pasare, y dirá: ¿Por qué ha hecho así Jehová a esta tierra y a esta casa? Y se responderá: Por cuanto dejaron a Jehová Dios de sus padres, que los sacó de la tierra de Egipto, y han abrazado a dioses ajenos, y los adoraron y sirvieron; por eso él ha traído todo este mal sobre ellos”.
Sin duda, Salomón habría reconocido esta advertencia como una reiteración de Deuteronomio 28. Dios había concertado un pacto con Israel y había prometido cuidarlos y hacerlos prosperar, mientras lo obedecieran. También prometió traer maldiciones sobre ellos si no obedecían. Debido a la relación de pacto, había una correspondencia directa entre su obediencia y prosperidad, y su desobediencia y sus dificultades. Deuteronomio 28 detalla las bendiciones por la obediencia y las maldiciones por la desobediencia. De nuevo, la bendición divina y el castigo divino estaban condicionados a su obediencia o desobediencia.
Vemos esta bendición y maldición bajo la Ley desarrollarse en el libro de los Jueces. El capítulo 2 de Jueces se conoce a menudo como “El Ciclo de los Jueces”. Israel caería en pecado. Dios enviaría otra nación para juzgarlos. Israel se arrepentiría e invocaría al Señor. El Señor levantaría a un juez para liberarlos. Servirían al Señor por un tiempo y luego volverían a caer en pecado. Y el ciclo continuaría.
En 2 Crónicas 7, el Señor simplemente le recuerda a Salomón el acuerdo previo. Si Israel obedece, serán bendecidos. Si desobedecen, serán juzgados. El juicio está destinado a llevar a Israel al arrepentimiento, y Dios le asegura a Salomón que, si se humillan, oran, y se arrepienten, entonces Dios los librará del juicio.
En contexto, 2 Crónicas 7:14 es una promesa al antiguo Israel (y quizás incluso al moderno Israel) que, si se arrepienten y regresan al Señor, Él los rescatará. Sin embargo, muchos cristianos en los Estados Unidos han tomado este versículo como un grito de guerra para Estados Unidos (quizás los cristianos de otros países también lo han hecho). En esta interpretación, los cristianos son las personas que son llamadas por el nombre de Dios. Si los cristianos se humillan, oran, buscan el rostro de Dios, y se arrepienten, entonces Dios sanará su tierra — a menudo se espera una sanidad moral y política, así como una sanidad económica. La cuestión es si se trata de una interpretación / aplicación adecuada.
El primer problema que enfrenta la moderna interpretación “occidentalizada”, es que los Estados Unidos no tienen la misma relación de pacto con Dios que el antiguo Israel disfrutaba. El pacto con Israel era único y exclusivo. Los términos que aplicaban a Israel, simplemente no aplicaban a ninguna otra nación, y es inapropiado que estos términos sean apropiados y aplicados a una nación diferente.
Algunos podrían objetar que los cristianos todavía son llamados por el nombre de Dios y, de alguna manera, han heredado el pacto con Israel — y esto puede ser cierto hasta cierto punto. Ciertamente, si una nación está en problemas, una respuesta en oración y arrepentimiento por parte de los cristianos de esa nación, siempre es apropiada. Sin embargo, hay otro problema que a menudo se pasa por alto.
Cuando el antiguo Israel se arrepentía y buscaba al Señor, lo hacía en masa. La nación en su conjunto se arrepentía. Obviamente no todos los israelitas se arrepentían y oraban, pero aún así era un arrepentimiento nacional. Nunca hubo indicios de que una pequeña minoría de la nación (un remanente justo) pudiera arrepentirse y orar y que el destino de toda la nación cambiaría. Dios prometió la liberación cuando toda la nación se arrepintiera.
Cuando 2 Crónicas 7:14 se aplica a los Estados Unidos o a cualquier otra nación moderna, por lo general es con el entendimiento de que los cristianos de esa nación — los verdaderos creyentes en Jesucristo, que han nacido de nuevo por el Espíritu de Dios — constituirán el remanente justo. Dios nunca prometió que si un remanente justo se arrepiente y ora por su nación, que la nación será salva. Quizás si ocurriera el arrepentimiento nacional, entonces Dios perdonaría a una nación modera como perdonó a Nínive por la predicación de Jonás (vea Jonás 3) — pero ése es un tema diferente.
Habiendo dicho eso, nunca está mal confesar nuestros pecados y orar — de hecho, es nuestro deber como creyentes confesar continuamente y abandonar nuestros pecados para que no nos obstaculicen (Hebreos 12:1), y orar por nuestra nación y por las autoridades (1 Timoteo 2:1-2). Puede ser que Dios en Su gracia bendecirá nuestra nación — pero no hay garantía de una liberación nacional. Incluso si Dios usara nuestros esfuerzos para lograr el arrepentimiento y el avivamiento nacional, no hay garantía de que la nación se salvaría política o económicamente. Como creyentes, se nos garantiza la salvación personal en Cristo (Romanos 8:1), y también se nos garantiza de que Dios nos usará para cumplir Sus propósitos, sean cuales sean. Es nuestro deber como creyentes vivir vidas santas, buscar a Dios, orar y compartir el evangelio sabiendo que todos los que creen serán salvos, pero la Biblia no garantiza la salvación política, cultural o económica de nuestra nación.
Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
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