Pasado, Presente y Futuro
Profecías Positivas del Tiempo del Fin
No todas las profecías sobre la Iglesia en los tiempos del fin son de naturaleza negativa. De hecho, hay muchas más positivas, y su naturaleza gloriosa más que eclipsa a las negativas.
La Lluvia Tardía
La increíblemente buena noticia es que la Biblia profetiza un gran derramamiento del Espíritu de Dios en los tiempos del fin, para empoderar a aquellos que estén receptivos a oponerse a la embestida de Satanás.
La profecía se encuentra en Joel 2:28-30. Debido a que esta profecía fue citada por Pedro en su sermón en el Día de Pentecostés para explicar el fenómeno de las lenguas (Hechos 2:14-21), muchos han asumido que se cumplió ese día. Esa suposición es errónea.
El contexto antes del pasaje (versículos 18-27) deja en claro que habrá dos derramamientos del Espíritu (la “lluvia temprana y la tardía”) y que el derramamiento final comenzará después de que los judíos sean reunidos en su tierra y restablecidos como nación. También, el contexto después del pasaje (31-32) indica claramente que el cumplimiento final de la profecía ocurrirá durante la época de la Segunda Venida.
Hemos estado en el período de la “lluvia tardía” desde el restablecimiento del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948. El Espíritu está siendo derramado, y los dones del Espíritu se están manifestando de una forma sin precedentes desde el primer siglo. La alabanza y la adoración del Tabernáculo de David también se están restaurando en la Iglesia, para potenciarla aún más para la guerra espiritual.
Esta gran unción del Espíritu está produciendo un remanente que está inmerso en la Palabra, comprometido con la rectitud, crucificado a sí mismo, dedicado a la oración, rendido en adoración, celoso por el evangelismo, y anhelando el pronto regreso de Jesús. Es este remanente que responderá a la aparición del Señor en el Rapto con una nube de alabanza.
Bendiciones Especiales
El gran derramamiento del Espíritu es sólo una de muchas gloriosas bendiciones prometidas a la Iglesia en los tiempos del fin. Entre ellas se encuentran las que figuran a continuación:
Rapto — La promesa que Jesús aparecerá en los cielos al final de la Era de la Iglesia y resucitará a los muertos en Cristo, dándoles cuerpos glorificados y eternos. Inmediatamente después de su resurrección, el Señor arrebatará a todos los creyentes vivos, transformándolos de mortales a inmortales mientras ascienden, sin experimentar la muerte (1 Tesalonicenses 4:13-18).
Recompensas — Después del Rapto, todos los creyentes de la Era de la Iglesia serán juzgados en el Cielo por Jesús, no para determinar su destino eterno, sino para determinar sus grados de recompensas, con base en su servicio en esta vida (2 Corintios 5:9-10; 1 Corintios 3:13-15; 4:5).
Celebración — Después de que las recompensas hayan sido distribuidas, la Iglesia (la Novia) celebrará su unión con Jesús (el Novio) en la fiesta de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:6-9).
Segunda Venida — La Iglesia regresará a la tierra con Jesús y será testigo de Su triunfo sobre el Anticristo y sus fuerzas (Apocalipsis 19:11-21).
Coronación — La Iglesia será testigo de la coronación triunfal de Jesús como Rey de reyes y Señor de señores, después de que Él entre por la Puerta Oriental (Salmos 24:7-10), y comience a reinar desde el Monte del Templo en Jerusalén (Isaías 2:1-4).
Milenio — Los creyentes serán esparcidos por toda la tierra para reinar con Jesús durante mil años sobre aquellos creyentes que vivieron hasta el final de la Tribulación y que se les permitió entrar al Milenio en sus cuerpos físicos (Apocalipsis 20:1-10). Los redimidos serán testigos de la tierra inundada con paz, rectitud y justicia, como las aguas cubren el mar (Isaías 11:9).
Nueva Jerusalén — Al final del reinado de mil años del Señor, los redimidos serán transferidos a la Nueva Jerusalén que Jesús ha estado preparando (Juan 14:1-4). Desde ese punto de vista, serán testigos de la tierra siendo consumida con el fuego, mientras la contaminación de la última rebelión de Satanás se quema (2 Pedro 3:10).
Estado Eterno — Después de que Dios provea una nueva tierra y cielos renovados, la Nueva Jerusalén descenderá a la nueva tierra, y Dios mismo vendrá a la tierra para residir entre los redimidos. En otras palabras, el Cielo vendrá a la tierra, y los redimidos vivirán eternamente en la Nueva Jerusalén en la presencia de su Creador y su Salvador (Apocalipsis 21:1-7; 22:1-5).
Conclusión
Así pues, como puede ver, hay malas noticias y buenas noticias para la Iglesia en los tiempos del fin. Pero las buenas noticias son mucho mejores que las malas — tan increíblemente gloriosas — que el apóstol Pablo fue motivado a declarar:
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
¡Aleluya! y ¡Maranatha!
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Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)
Original article:
The Church in Prophecy
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