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viernes, 23 de febrero de 2018

Jerusalén en la Historia y la Profecía – Parte 1

Un Estudio de Fondo




El 25 de septiembre de 1995, un nuevo año judío muy especial comenzó. Ése fue el año designado por el gobierno de Israel como el 3,000mo aniversario de la conquista de la ciudad de Jerusalén por el Rey David.

La Importancia de la Ciudad

No hay otra ciudad en la faz de la tierra tan importante como la ciudad de Jerusalén. Todas las otras grandes ciudades de la tierra — Nueva York, Londres, Moscú, e incluso Roma — palidecen en comparación. ¿Qué otra ciudad puede presumir de ser “la ciudad de Dios” o “la ciudad del Gran Rey”? (Salmo 48).

Dios ama a Jerusalén y, al comienzo del Estado Eterno, la Biblia dice que Él tendrá Su residencia en la ciudad y vivirá en ella eternamente, junto con Sus santos redimidos (Apocalipsis 21:1-7). Salmo 68:16 dice que Dios ha deseado el monte de Sión “para Su morada” y que Él pretende “habitar en él para siempre”. Salmo 132:13-14 contiene una promesa similar: “Jehová a escogido a Sión; La quiso por habitación para sí. Este es para siempre el lugar de mi reposo; Aquí habitaré, porque la he querido”.

Cuando lee este tipo de declaraciones, puede entender por qué Jerusalén es identificada en Ezequiel 5:5 como “el centro de las naciones”, y en Ezequiel 38:12 como “el centro de la tierra”.

Jerusalén es donde el Hijo de Dios derramó Su preciosa sangre. Es donde Jesús ascendió al cielo. Es donde Jesús regresará para ser coronado Rey de reyes. Y, de nuevo, Jerusalén es donde Dios vendrá a residir eternamente con los redimidos. 

No es de extrañar que Jerusalén siempre haya sido un tema importante de la profecía bíblica.

Vista aérea del Monte del Templo dentro de la Ciudad Vieja de Jerusalén (bibleplaces.com)

La Ciudad en la Historia

Pero, antes de que veamos a Jerusalén en la profecía, recordemos brevemente su historia.

La primera mención de Jerusalén en la Biblia se encuentra probablemente en Génesis 14:18, donde se nos dice que Abraham pagó diezmos al Rey de Salem, Melquisedec (esto fue cerca de 2,000 años antes de la época de Jesús). Aunque no podemos saber con certeza que ésta es una referencia a Jerusalén, parece probable porque Abraham estaba en esa zona geográfica y el nombre de la ciudad, Salem, es la palabra raíz del nombre posterior de la ciudad, Jerusalén.

Más tarde, se nos dice que Abraham fue al Monte Moriah, justo al norte de la antigua Jerusalén, para ofrecer a su hijo, Isaac, como sacrificio (Génesis 22:2). Ese monte fue incorporado más tarde a la ciudad de Jerusalén durante la época de Salomón, y se convirtió en el Monte del Templo. 

La primera mención de la ciudad con el nombre de Jerusalén se encuentra en Josué 10:1, donde se nos dice que el rey de la ciudad, Adonisedec, dirigió una coalición de reyes contra Josué y fue derrotado en la famosa batalla en el Valle de Ajalón, cuando el sol se detuvo. Sin embargo, la ciudad de Jerusalén no debe haber sido tomada en este momento por los israelitas, porque después de la muerte de Josué, se nos dice en Jueces 1:8 que “los hijos de Judá” capturaron la ciudad, “pasaron a sus habitantes a filo de espada y pusieron fuego a la ciudad”.

Pero los jebuseos la han de haber reclamado porque luego es mencionada en Jueces 19:10, como la ciudad de Jebús. Y aún estaba en manos de los jebuseos dos siglos después, cuando David la conquistó y la hizo la capital de la nación judía.

La historia de la captura de la ciudad por David y sus fuerzas está registrada en 2 Samuel 5 y 1 Crónicas 11. De acuerdo con estos pasajes, David reinó desde Hebrón durante siete años, mientras sirvió como rey de Judá. Pero, después de que fue coronado como rey de Judá e Israel, decidió mover su sede central hacia el norte, a una ubicación más central.

La ciudad que él escogió fue Jebús, que también era conocida como “la fortaleza de Sión” (2 Samuel 5:7). Después de que la conquistó, el nombre fue cambiado a Jerusalén, pero a menudo se le llamaba como “la ciudad de David” (2 Samuel 5:9). Esto ocurrió 1,000 años antes del nacimiento de Jesús — o unos 3,000 años antes de donde ahora nos encontramos en la historia humana —.

Ahora, con este breve bosquejo histórico como telón de fondo, echemos un vistazo a las profecías bíblicas que se relacionan con Jerusalén. 

El Monte del Templo viendo hacia el Este, con el Monte de los Olivos al fondo (fuente desconocida).

Jerusalén Judía

El primer conjunto de profecías relacionadas con Jerusalén son aquellas que pertenecen a ella como la capital judía antes del tiempo de Jesús. Tenga en cuenta que el reino de David se dividió en dos naciones después de la muerte de su hijo Salomón.

La nación del norte, Israel, fue totalmente apóstata desde el comienzo. Fue entregada a la idolatría y no tuvo un solo rey justo en sus 200 años de historia. En agudo contraste, la nación del sur fue bendecida con muchos reyes justos. También fue bendecida al tener a Jerusalén como su capital. Y fue bendecida aun más al tener la gloria Shejiná de Dios residiendo en su templo.

Pero a pesar de todas estas bendiciones, el pueblo de Judá se enorgulleció y comenzó a desviarse de su relación con Dios. A medida que la nación comenzó a volver su espalda a Dios, el Señor misericordiosamente levantó profetas para advertirles y llamarles al arrepentimiento. Cuando se negaron a arrepentirse, los profetas profetizaron que la ciudad de Jerusalén sería destruida y que la nación sería llevada en cautiverio. 

La primera de estas profecías fue proclamada por Miqueas en el siglo VIII a.C. — cerca de 130 años antes de que la ciudad fuera destruida —. Miqueas habló contra la corrupción política y religiosa, diciendo, “Sus jefes [de Judá] juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero” (Miqueas 3:11).

Lamentó el hecho de que cada vez que estos líderes eran llamados al arrepentimiento para que la ciudad no fuera destruida, siempre respondían arrogantemente al observar, “¿No está Jehová entre nosotros? [Una referencia a la Shekiná en el Templo]. No vendrá mal sobre nosotros”. A lo que Miqueas respondió: “Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque” (Miqueas 3:12).

Cien años después, Jeremías también advirtió que Jerusalén sería destruida (Jeremías 7:12-15). Hablando por el Señor, Jeremías declaró, “Reduciré a Jerusalén a un montón de ruinas, morada de chacales; y convertiré las ciudades de Judá en desolación en que no quede morador” (Jeremías 9:11).

Cuando el pueblo se negó a creer en sus palabras e incluso trató de matarlo como un traidor, Jeremías les recordó la anterior profecía de Miqueas (Jeremías 26:18). Pero el pueblo aún se negó a arrepentirse, y las profecías se cumplieron en el año 587 a.C., cuando Nabucodonosor destruyó la ciudad y su templo. 

Considere una de las declaraciones más tristes en la Biblia:

El Señor, Dios de sus padres, les envió sus mensajeros persistentemente, porque tenía misericordia de su pueblo y de su morada. 16 Pero ellos se burlaban de los mensajeros de Dios, despreciaban sus palabras y hacían escarnio de sus profetas, hasta que la ira del Señor estalló contra su pueblo, y ya no hubo remedio (2 Crónicas 36:15-16 RVA-2015).

Jerusalén Gentil

Después de 70 años de cautividad en Babilonia, los judíos regresaron a Jerusalén y reconstruyeron su templo y su ciudad. Pero se negaron a recibir a su Mesías, y por eso el Señor dio un segundo grupo de profecías concernientes a un período de tiempo cuando Jerusalén caería bajo el control gentil.

Después de 70 años de cautividad en Babilonia, a los judíos se les permitió regresar a Jerusalén para reconstruir la ciudad y su templo. Pero se negaron a recibir a su Mesías, y por eso les fue dado un segundo grupo de profecías concernientes a un período de tiempo cuando Jerusalén caería bajo el control gentil.

Jesús mismo pronunció estas importantes profecías durante la última semana de Su vida. Mientas estaba sentado en el Monte de los Olivos hablando con Sus discípulos, Él señaló a Jerusalén y su tempo y dijo: “En cuanto a estas cosas que ven, vendrán días cuando no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada” (Lucas 21:6).

Luego, en el mismo discurso, Jesús declaró que la ciudad sería rodeada por ejércitos que procederían a desolarla (Lucas 21:20). Refiriéndose a los judíos en la ciudad en ese momento, dijo, “Caerán a filo de espada y serán llevados cautivos a todas las naciones…” (Lucas 21:24a).

Estas profecías se cumplieron 40 años después en el año 70 d.C., cuando los romanos, bajo Tito, destruyeron completamente la ciudad, incluyendo el Templo.

Pero debe notarse que Jesús hizo otra profecía acerca de la ciudad en el mismo discurso. Él dijo: “Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que se cumplan los tiempos de los gentiles” (Lucas 21:24b). Los romanos fueron seguidos por los bizantinos, y ellos fueron sucedidos, en orden, por los musulmanes, los cruzados, los mamelucos, los turcos, los británicos y los jordanos.

Tal como Jesús profetizó,  la ciudad sufrió un largo período de control gentil hasta el 7 de junio de 1967, cuando — por primera vez en 1,897 años — los judíos recuperaron la soberanía sobre la ciudad. Fue en ese día que el rabino Shlomo Goren fue al Muro Occidental y exclamó: “Les proclamo el comienzo de la Era Mesiánica”.

El tercer grupo de profecías sobre la ciudad explica por qué dijo estas palabras.

El Primer Ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, agradece al Presidente de EE.UU., Donald Trump, por su decisión de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel, el 6 de diciembre de 2017


Jerusalén en el Tiempo del Fin

Cuatrocientos años antes de Jesús, el profeta Zacarías dio una extraordinaria serie de profecías acerca de los eventos que afectarían a Jerusalén en los tiempos del fin, justo antes de lo que llamamos la Segunda Venida del Mesías. Estas profecías están registradas en Zacarías 12:1-6. Específicamente, las profecías son las siguientes:

  • Los judíos estarán de regreso en la tierra de Israel.
  • Los judíos estarán de regreso en la ciudad de Jerusalén.
  • El ejército israelí será como “brasero de fuego entre leña”.
  • Jerusalén se convertirá en el punto focal de la política mundial.
  • Todas las naciones del mundo se unirán contra Jerusalén.


¡Por favor observe que éstas son profecías que se han cumplido! El judío está de regreso en su tierra y su ciudad. A pesar del minúsculo tamaño de la nación, sus fuerzas militares son consideradas entre las más poderosas del mundo. Realmente han sido como una “tea de fuego entre las gavillas” en guerra tras guerra. 

Israel se convirtió en el punto focal de la política mundial en 1973, durante la Guerra de Yom Kippur. Cuando Occidente vino en ayuda de Israel, los árabes lanzaron un boicot petrolero (¿recuerdan aquellas largas filas en las gasolineras?), que hizo que las naciones occidentales se pusieran de rodillas. El resultado fue que todas las naciones de Europa Occidental retiraron su apoyo a Israel y tomaron una posición neutral o se alinearon con los árabes en su determinación de aniquilar al Estado judío.

Con respecto a la última profecía citada anteriormente, tan sólo en los últimos años, todas las naciones del mundo, incluyendo a los Estados Unidos, han venido contra Israel, que lo ha forzado a una política de apaciguamiento suicida de intercambiar tierra por paz. 

Zacarías enumera algunas otras profecías del tiempo del fin con respecto a Jerusalén que aún no se han cumplido. Estas emocionantes profecías están contenidas en Zacarías 12:8-10. Declaran que el Señor defenderá a Jerusalén contra sus enemigos y que el resultado de todas las batallas del tiempo del fin será el arrepentimiento de un gran remanente de los judíos que “mirarán a Mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por Él como quien se aflige por el primogénito” (Zacarías 12:10). En respuesta, el Señor salvará este remanente al abrir una fuente de salvación en Jerusalén “para la purificación del pecado y de la inmundicia” (Zacarías 13:1)

En el capítulo 14, Zacarías describe en detalla cómo el Señor rescatará a Jerusalén en el último momento, cuando parece no haber esperanza: “Entonces saldrá el Señor y combatirá contra aquellos pueblos, como combatió en el día de la batalla” (Zacarías 14:3). Él hablará una plaga sobrenatural que matará a todos los soldados enemigos de golpe (Zacarías 14:12). El versículo 9 nos dice que el resultado de este día trascendental será la coronación de Jesús como “rey sobre toda la tierra”.

Esta maravillosa promesa nos introduce a la cuarta categoría de profecías que se relacionan con Jerusalén. 

En el segundo y último segmento de esta serie veremos a Jerusalén en el Milenio y en la Eternidad, así como el significado que todo esto tiene para nosotros.


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Recurso recomendado:
»» Libro: Israel en la Profecía Bíblica

Traducido por Donald Dolmus
En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:
Jerusalem in History and Prophecy

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