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sábado, 23 de diciembre de 2017

El Renacimiento del Idioma Hebreo – Parte 2




La Persona Clave

Dios orquestó el renacimiento del hebreo hablado a través de un niño nacido en medio de una familia judía ortodoxa en 1858 en Lituania, que en ese momento era parte de Rusia. Se llamaba Eliezer Yitzhak Perlman.

Cuando Eliezer tenía 5 años, su padre murió de tuberculosis. Unos pocos años después, el muchacho fue enviado a vivir con un tío rico de su madre, que era un maestro severo. Tan pronto como Eliezer cumplió 13 años y celebró su Bar Mitzvah, fue enviado a una yeshiva (escuela de entrenamiento rabínica) en Bielorrusia. Allí él cayó bajo la influencia de un rabino joven progresista que pertenecía al Movimiento de la Ilustración judía.

El Maestro Clave

Un día el rabino le pidió a Eliezer que se quedara después de la clase. Cuando los otros estudiantes se habían ido, el rabino entregó a Eliezer un libro y le pidió que lo leyera en voz alta. Era una traducción hebrea de Robinson Crusoe, y Eliezer se quedó asombrado con él.1 Esto fue en 1872.

El asombro de Eliezer estaba arraigado en el hecho de que los judíos ortodoxos consideraban al hebreo como un idioma santo, que era apropiado sólo para usarse en la sinagoga y para los escritos rabínicos.2 Usarlo para propósitos seculares era considerado impío y blasfemo.3 De hecho, esto era considerado como un ataque a la religión judía.4

Desde el momento que Eliezer vio que el hebreo podía ser usado para otros usos que los litúrgicos, se quedó enganchado a él y en la idea de su renacimiento como lengua hablada. Cerca del final de su vida, mientras pensaba en aquel momento, él escribió: “Desde el primer vistazo a un Robinson Crusoe hebreo, me enamoré del idioma hebreo como un lenguaje vivo. Este amor era un fuego grande que consumía todo y que el torrente de la vida no podía apagar”.5

La Situación Clave

Eliezer había crecido con el yiddish como su lengua materna. Él era un niño prodigio, ya que a los tres años estaba leyendo hebreo en las Escrituras y los libros de oración. Pero éste no se usaba para la conversación diaria, y no sólo porque se consideraba sagrado. Otro problema era el hecho de que el hebreo no tenía suficientes palabras para mantener una conversación en el tiempo moderno.

Se estima que en la década de 1880 sólo la mitad de los judíos varones podían entender las lecturas que se hacían en hebreo en la sinagoga, mientras que sólo el 20 por ciento podían leer un libro escrito en hebreo.6 En esa misma década, el poeta judío Yehuda Leib Gordon (1830-1892) escribió: “Quizás soy el último de los poetas de Sión, y tú uno de los últimos lectores”.7 Aunque Gordon fue parte de la Ilustración judía, él tenía poca esperanza de que el hebreo se convirtiera en una lengua hablada a diario o incluso en una lengua usada en la literatura.

El hebreo, por su falta de uso, era demasiado torpe como idioma. Uno de los biógrafos de Eliezer lo resumió de esta manera:8

Los jóvenes escritores preferían escribir en yiddish o en una lengua europea, llena de sentimiento y color. En contraste, el hebreo era desnudo y rígido, el idioma seco de los eruditos. Nadie usaba el hebreo para expresarse en el día a día.  Los judíos ortodoxos tienen otra razón diferente para no usarlo. Ellos creían que era incorrecto usar una lengua sagrada para decir algo como, “saca la basura”.

Moisés Lilienblum (1843-1919), quien era considerado el “decano” de los autores hebreos en el tiempo en el que Eliezer vio Robinson Crusoe en hebreo, estaba también desilusionado con el futuro de la lengua. En un artículo de un periódico, él anunció que “el tiempo del hebreo ha pasado, y ya no ni tiene propósito o utilidad en la vida judía”.9

La Familia Clave

Cuando el tío abuelo de Eliezer descubrió que el muchacho había caído bajo la influencia de un profesor involucrado en la Ilustración judía, él lo sacó de la yeshiva y lo repudió. Eliezer vagó sólo por un tiempo y acabó en una sinagoga en Rusia. Allí conoció a un hombre destacado llamado Salomón Jonás que le pidió al chico que se viniera a vivir con su familia. Jonás era un productor rico de whisky, con seis hijos, siendo el mayor de ellos una chica llamada Deborah de 18 años.10

Eliezer vivió con esta familia durante los siguientes dos años y fue instruido por Deborah en francés, alemán y ruso. Durante en ese tiempo, se sintió profundamente atraído hacia Deborah.11 

Cuando Eliezer tenía 16, su padre adoptivo decidió que él necesitaba seguir su educación en una escuela estatal en Letonia. Pero esto, como veremos, no significó el fin de la relación de Eliezer con la familia de Jonás.

Es significativo resaltar que durante su estancia con la familia Jonás, Eliezer desarrolló una tos crónica.12

El Suceso Clave

El tiempo de Eliezer en la escuela estatal iba a demostrar ser un periodo crucial en su vida. Durante ese tiempo conoció el concepto del nacionalismo, y se convirtió en un fanático en ello.

En 1877, Rusia entró en guerra contra el Imperio Otomano para conseguir la liberación de los Balcanes. Y el concepto de nacionalismo — “un Estado para cada nación” — se convirtió en el grito de guerra que barrió Europa y que, finalmente, desembocó en el brote de la Primera Guerra Mundial.

La guerra en los Balcanes capturó la imaginación de Eliezer y despertó dentro de él la idea de que la nación judía, como otras naciones, merecía tener su propio Estado. Así es como lo explicó él:13

Después de un número de horas leyendo los periódicos y reflexionando sobre el destino de los búlgaros y su futura libertad, de repente, como si cayera un rayo, una luz incandescente se encendió delante de mis ojos… y oí una extraña voz interna llamándome: “¡El renacimiento de Israel y su lengua en la tierra de los patriarcas!” .. La suerte estaba echada. Mi vida y fuerza fueron dedicadas desde ese tiempo a la labor de revivir Israel y su lengua en la tierra de los padres.

El Diagnóstico Clave

En 1878, a la edad de 20 años, Eliezer llegó a París, donde intentó estudiar Medicina. Pero su corazón estaba en Palestina, como su tierra era llamada en aquella época. Y su celo era por el renacimiento del idioma hebreo como una lengua hablada.

Pero todos sus sueños y esperanzas se descarrilaron súbitamente por su persistente tos. Finalmente, fue al médico para un tener un diagnóstico, y las noticias que recibió fueron devastadoras. Había desarrollado tuberculosis. 

Inmediatamente escribió a Deborah para informarla. “Tengo el sentimiento de una persona condenada a muerte”, escribió. Y continuó, “Por esta razón trabajo ahora sin dormir para poner en papel las razones de por qué es tan importante para el mundo judío el ser inflamado de la idea de volver a la tierra de los patriarcas…”14. Él entonces se enfocó en su más grande preocupación:15

He decidido que, con el fin de tener nuestra propia tierra y vida política, es también necesario que tengamos una lengua para mantenernos juntos. Esa lengua es el hebreo, pero no el hebreo de los rabinos y los eruditos. Debemos tener un idioma hebreo en el que podamos dirigir el negocio de la vida. No será fácil revivir una lengua muerta durante tanto tiempo.

Eliezer cerró su carta con una declaración que se convertiría en el lema de su vida: “¡El día es corto, el trabajo a hacer es tan grande!”.

En su próxima carta a Deborah, la firmó como Ben-Yehuda, y añadió este postdata: “No te sorprendas de que firme mi carta con un nuevo nombre. Éste es el nombre que aparecerá sobre mis artículos. Algún día encontraré el camino para hacerlo mío”.16

Su nuevo nombre tenía un doble significado. Su padre le había dado el nombre de Leib, que era Yehuda en yiddish. Por lo tanto, Ben-Yehuda significa Hijo de Yehida. Pero Yehuda es la palabra hebrea para Judea, así que el nuevo nombre también significaba que él se consideraba a sí mismo un hijo de Judea — un hijo de la tierra de sus patriarcas —.17

Los Artículos Clave

Portada del libro, "La Historia de la Vida de Ben-Yehuda; La Lengua de los Profetas", por Robert St. John

En 1879, cuando Ben-Yehuda sólo tenía 21 años, un prestigioso periódico de Viena publicó un artículo suyo titulado “Un Asunto Candente”. El editor cambió el nombre a “Un Asunto de Peso”. Sería uno de los primeros manifiestos sionistas, que llamaría al pueblo judío a volver a su tierra.

En el artículo, Ben-Yehuda se convirtió en la primera persona en pedir el renacimiento del hebreo como un lenguaje cotidiano.18 En el proceso de escribir el ensayo, Ben-Yehuda tuvo que inventar una nueva palabra hebrea para nacionalismo: leumiut.19 El firmó el artículo con su nuevo nombre: Eliezer Ben-Yehuda.

Previsiblemente, los judíos ortodoxos reaccionaron furiosamente, denunciando a Ben-Yehuda como un pagano porque él había tenido la audacia de sugerir que su lengua santa sería profanada al ser usada en la conversación diaria.20 Pero Ben-Yehuda no fue disuadido. Inmediatamente respondió a sus críticos con un segundo artículo que tituló, “Y todavía no hemos aprendido nuestra lección”.21

En él, denunció las divisiones políticas y filosóficas entre el pueblo judío y llamó a la unidad. Él escribió, “¿Por qué no vemos, todos nosotros cuya mirada es tan aguda, que si no nos damos prisa para unirnos, el fin está cerca, el horrible fin de la esperanza de nuestro pueblo por una eventual redención? Él entonces procedió a hacer una pregunta retórica: “¿Cuál es el único punto en el que todos podemos estar unidos?. Su respuesta obvia: “El reasentamiento en la Tierra de Israel”.22

Un Descubrimiento Clave

En 1880 Ben-Yehuda decidió hacer caso a la advertencia de su médico de ir a Argelia en África del Norte, donde le aseguró que el clima sería mucho mejor para su salud. El consejo resultó ser cierto.

Pero lo que resultó ser más significativo fue un descubrimiento lingüístico que Ben-Yehuda hizo allí. Por primera vez escuchó el hebreo como una lengua hablada por los judíos sefardíes — los judíos que se habían asentado alrededor de la cuenca del Mediterráneo —. Él descubrió que aquella pronunciación del hebreo era tan diferente de su pronunciación askenazí que no podía entenderlos, ni ellos podían entenderlo a él.23 

Así que él estudió su sistema fonético, y se enamoró de él. Encontró que era más fluido y melódico, más natural a los labios y más fácil al oído.24 Decidiendo bastante arbitrariamente, Ben-Yehuda concluyó que la pronunciación sefardí tenía que estar más cerca de la original en tiempos bíblicos, y él lo reclamó y lo enseñó desde aquel día en adelante.25

La Tierra Clave

Aunque el clima de África del Norte era muy beneficioso para la salud de Ben-Yehuda, él decidió que si estaba destinado a morir de tuberculosis, moriría en su tierra. Así que decidió viajar a Palestina y residir en Jerusalén.

Ésta era una decisión increíble para cualquiera en aquella época, especialmente para una persona enferma. Palestina no era más que terreno estéril y un páramo lleno de grandes penurias, y Jerusalén era una incubadora de enfermedades — una ciudad remota donde las aguas residuales corrían por en medio de la ciudad —.

Antes de salir, Ben-Yehuda se sintió obligado a escribir a Salomón Jonás para hacerle saber que había decidido no casarse con Deborah porque cualquier esposa se enfrentaría a terribles penurias y enfermedades y a la posibilidad de que él podría morir en cualquier momento.26 Pero a pesar de esta carta y del hecho de que no se habían visto en 7 años, Deborah no tuvo en cuenta nada de eso. Ella escribió de vuelta e insistió en que se casaran. Ella declaró que había estado ligada a su destino como la Rut de los tiempos bíblicos había estado ligada al destino de su suegra Noemí.27

Ellos se casaron en el Cairo en 1881. Ella tenía 27 años y él 23. Ellos acordaron que el nombre de Deborah sería cambiado al equivalente hebreo D’vorah.28 También acordaron que no hablarían entre ellos en otra lengua que no fuera el hebreo — a pesar del hecho de que D’vorah hablaba muy poco hebreo y de que la lengua carecía de muchas palabras para las cosas del día a día —.29 Esto les llevó a una comunicación por medio de muchos signos con la mano y a señalar con el dedo durante los años siguientes.30

La pareja se dirigió inmediatamente a Palestina y llegó al puerto de Jaffa (Jope) en el otoño de 1881. Desde allí viajaron en carro a Jerusalén donde residieron durante los siguientes 41 años. Muchos años más tarde, Ben-Yehuda escribió que sólo se arrepentía de dos cosas en la vida: “Hay dos cosas que siento, y para las que no encuentro consolación: No nací en Jerusalén, o en la tierra de Israel, y las primeras palabras que hablé no fueron en hebreo”.31

La Ciudad Clave

Durante 2000 años, desde su expulsión de la tierra por los romanos, los judíos en la Diáspora habían estado finalizando cada comida de la Pascua con la oración,  “el próximo año en Jerusalén”. Finalmente, esa oración había sido contestada para Eliezer y D’vorah. Pero la Jerusalén que ellos encontraron no era la Jerusalén mencionada en Isaías como “una corona de gloria en la mano del Señor” (62:3) ni “la alabanza de la tierra” (62:7).

En vez de eso, la ciudad demostraba ser de lo que ellos habían sido advertidos. Encontraron una pequeña ciudad con sólo 25,000 habitantes que vivían en inmundicia.32 Los judíos constituían la mitad de la población, pero estaban divididos en comunidades muy unidas que poco tenían que ver unas con otras. Y para desesperación de Ben-Yehuda, descubrió que hablaban ladino, yiddish, árabe, español y ruso — pero no hebreo —.33

Al principio, ellos trataron de unirse a la comunidad ortodoxa vistiendo como judíos sefardíes, guardando las leyes kosher y asistiendo a la sinagoga durante el Shabat.34 Pero este esfuerzo demostró ser inútil. La reputación de Ben-Yehuda como sionista con el objetivo de revivir el hebreo como una lengua hablada le precedía. El resultado fue que la comunidad ortodoxa, especialmente los askenazíes (judíos europeos), le condenaron al ostracismo.

Finalmente, este trato convenció a Ben-Yehuda y a su esposa de que debían volver a la vestimenta y comportamiento europeos. Según esto, Ben-Yehuda cortó los tirabuzones laterales, afeitó su larga barba y se dejó una barba con perilla, y empezó a usar pantalones en vez de túnica.35 Este cambio convenció a los ortodoxos de que estaban acertados cuando habían visto a la pareja como paganos.

El celo de Ben-Yehuda se concentró. Él hizo un gran cartel de su lema (“¡el día es corto; el trabajo a hacer es tan grande!”), y lo colgó en la pared sobre su escritorio de estar de pie (él argumentó que podría pensar mejor estando de pie).36 ¡Él empezó a trabajar de 15 a 19 horas diarias, la mayoría de pie!

El Plan Clave

Ben-Yehuda tenía un plan muy específico en mente cuando llegó a Jerusalén, y lo persiguió fanática y metódicamente. Éste consistía de varios elementos:37
  • Animar a hablar el hebreo en cada casa
  • Fundar un periódico y trabajar para informar de las noticias en hebreo, creando las palabras nuevas necesarias
  • Hacer todo lo posible para introducir la enseñanza y habla del hebreo en las escuelas
  • Producir un diccionario de la lengua hebrea para ayudar en su utilización diaria



En la tercera parte de esta serie sobre el renacimiento del idioma hebreo, veremos cómo Ben-Yehuda comenzó a usarlo en el hogar, así como la publicación del periódico en hebreo y la oposición que él enfrentó.

Lea la parte 1 aquí.

Traducido por cortesía del hermano Pablo Losa Uría

En Defensa de la Fe (endefensadelafe.org)

Original article:
The Revival of the Hebrew Language


Notas

1) Robert St. John, The Life Story of Ben-Yehuda: Tongue of the Prophets (Noble, OK: Balfour Books, 2013), pages 23-26.Este libro fue originalmente publicado en 1952. Está basado en conversaciones con la segunda esposa deBen-Yehuda, Hemda, y en una biografía que ella escribió sobre su esposo en hebreo. También está basado en entrevistas con amigosy eruditos que conocían a Ben-Yehuda personalmente.  

2) Libby Kantorwitz, “Eliezer Ben-Yehuda and the Resurgence of the Hebrew Language,” The Jewish Magazine, www. jewishmag.com.

3) Malka Drucker, Eliezer Ben-Yehuda: The Father of Modern Hebrew (New York: Lodestar Books, 1987), page 6. A brief but very insightful biography, particularly regarding the nature, use and development of the Hebrew language.

4) Eliezer Ben-Yehuda, Fulfillment of Prophecy: the Life Story of Eliezer Ben-Yehuda 1858-1922 (Privately printed, 2008), page 115. El autor es el nieto de Ben-Yehuda, quien tiene el mismo nombre de su abuelo. Está basado en cartas, recuerdos familiares y segmentos autobiográficos sin publicar, escritos por Ben-Yehuda acerca de su vida temprana. 

5) Ben-Yehuda, page 16.

6) Jack Fellman, “Hebrew: Eliezer Ben-Yehuda & the Revival of Hebrew,” www.jewishvirtuallibrary.org, page 5.

7) Barry Rubin, Assimilation and its Discontents (New York: Times Books, 1995), page 4.

8) Drucker, page 17.

9) Ben-Yehuda, page 26.

10) St. John, pages 29-35.

11) Ben-Yehuda, pages 19-23.

12) St. John, page 35.

13) Ben-Yehuda, page 28.

14) St. John, page 43.

15) Ibid.

16) St. John, page 44.

17) Ibid., 46.

18) Ben-Yehuda, pages 48-50.

19) Drucker, page 20.

20) Ibid., page 21.

21) Ben-Yehuda, page 51.

22) Ibid.

23) Drucker, page 22.

24) Ben-Yehuda, pages 55-56.

25) Ibid., page 57.

26) Ibid., pages 62-63.

27) Ibid., pages 68-72.

28) Drucker, page 24.

29) Ibid., page 23.

30) Ibid., page 29.

31) Ben-Yehuda, page 82.

32) Ibid., page 94.

33) Drucker, page 28.

34) Ben-Yehuda, pages 111-112.

35) Drucker, page 29.

36) St. John, page 243.

37) Fellman, page 4.

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